29 de maio de 2008

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OPINIÓN


VECINOS ILUSTRADOS

Realidad cambiante


«Nada es peor que adaptar la realidad a la ciudad, y bombardear con dichos de tiempos pasados»


FERNANDO MARTÍN ADURIZ
El apurado político se defiende estos días con un argumento inteligente: la realidad es cambiante. Su idea es que su formación política debe adaptarse. Ergo, la realidad no es una foto-finish sino un ente en movimiento. Una derrota electoral le ha hecho ver esto. Espero que una victoria también le haga pensar lo mismo, pues se espera de un líder la clarividencia suficiente como para hacer entender que la realidad no existe.

Y no existe porque es cambiante, justamente por eso.

¿Y qué la hace cambiar? ¿Acaso no se nos ha dicho que «las cosas son como son», y las cosas siempre serán igual, ayer, hoy y mañana? Pues, no. La realidad es una suma de tres categorías, lo real, lo imaginario y lo simbólico, tal y como muestra Lacan a lo largo de toda su obra. Sin entender esto no se puede avanzar un ápice en la comprensión no sólo de los fenómenos psicológicos sino de los sociales y los políticos. La consecuencia de creer que la realidad no cambia, da como consecuencia la ideología de la evaluación, el absurdo conductista, el reduccionismo de lo psicológico a lo biológico, ideología que prefiere entrar en el cerebro antes que en las bibliotecas.

La realidad cambiante es una expresión que entra en colisión directa con el positivismo rampante que certifica que sólo es cierto lo medible y que la conjetura excluye el rigor. La realidad cambiante saca del sueño a quienes creen que todo es igual de un día para otro.

La realidad no existe porque es inteligente. Manuel Rivas lo dejó escrito en su novela El lápiz del carpintero. Su personaje, el Dr. Da Barca, hace suya la realidad inteligente cuando dice que «el mutante erecto le devolvió la risotada al chimpancé».

La realidad se mueve merced a las transformaciones de lo que permanece inaccesible al conocimiento, esto es, de lo real; la realidad se mueve merced a los cambios en el orden de la ilusión, en el imaginario; la realidad se mueve merced a las variaciones en las coordenadas culturales de cada momento. Y así, lo que hace unos días era de una manera, y pensábamos que era nuestra realidad circundante se ha transformado en una nueva realidad. Digerir tanto cambio no es posible para todos los vecinos. Y cada uno responde según su propio andamiaje. Y así, hay quien ante tanto cambio decide encerrase rodeado de las certidumbres de su pasado; y hay quien se agita y revoluciona y quiere ir más deprisa de lo posible, y hay quien definitivamente decide desorientarse. También se puede tener la prudencia de avanzar sin temor.

La peor política consiste en atacar las ciudades. Dicho de otro modo, no hay nada peor que adaptar la realidad a la ciudad, y bombardearla con consignas y dichos que son de un tiempo pasado, pues todo ello será recibido como un cuerpo extraño. Aunque la nostalgia, rememorar, pensar que todo tiempo pasado fue mejor aporta el disparatado goce del encuentro con los objetos perdidos, con los paraísos perdidos de la infancia, que para Rilke constituye la auténtica patria de la humanidad.

La peor política consiste en atacar las ciudades es una idea de Sun Tzu que expresa en El arte de la guerra. Y añade, no las ataques, a menos que no haya otra solución.






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