11 de novembro de 2008

[elp-debates] BCFBI Conferencia Mario Izcovich‏



BIBLIOTECA DEL CAMPO FREUDIANO DE BILBAO


Dentro del Espacio “Las tardes de la Biblioteca: Psicoanálisis y Pedagogía”, hemos tenido ocasión de escuchar una conferencia que lleva por título “Adolescencia y Escuela: Un partenaire síntoma”, a cargo de Mario Izcovich, quien nos indica en la apertura de la misma, que, “la adolescencia produce unos cambios que el individuo los vive como si fueran externos”. Implica la elaboración de un real y de un duelo por lo que supone de pérdida.
Hay una mutación, hay preguntas que producen angustia, como la posición sexual, entre otras y poco a poco se tienen que ir elaborando sus respuestas que no son estándar, no es algo que esté dado, sino que cada uno lo hará de la manera en que el sujeto pueda tratar eso que le pasa.
Por otro lado, ¿Qué pasa con el adulto en relación a los adolescentes? Los padres dejan de ocupar el lugar del sujeto supuesto saber, hay otras figuras de identificación. Esto no es fácil para los padres. Hay una demostración de energía de los cuerpos adolescentes cuando el de los adultos empieza a decaer, ésto puede ser otra dificultad en la relación.
Hay dos maneras habituales, entre otras muchas, de situarse con los adolescentes una es denigrarles: “nosotros éramos mejores, estuvimos en Mayo del 68”…otra es identificarse con ellos hablando como ellos, viendo las mismas películas, oyendo la misma música…Hay una dificultad en la sociedad para ubicarlos. Les endilgamos el consumo y no hay más que ver la cantidad de adultos que pasan su tiempo de ocio en el centro comercial, o la urgencia con la que cambian de coche, móvil… les endilgamos la idea de satisfacción inmediata pero la gente quiere las cosas ya. Hay también adultos que se pasan horas y horas jugando on line.
Es casi habitual que padres y profesores que se dirigen a los jóvenes en un imperativo superyoico, en una pura demanda: haz esto, haz lo otro. Pero, no obstante, a veces hay felices encuentros por ejemplo profesores que permiten ir por otra vía.

La mañana del sábado la dedicamos a un debate entre docentes y padres, coordinado por Mario Izcovich: ¿DE QUE SUFREN LOS ADOLESCENTES?, fue el tema elegido para la conversación. Para ello nos apoyamos en la presentación del trabajo que realizan dos miembros de la Escuela, Begoña Isasi y Pablo Villate en dos Institutos de la ciudad, el proyecto se llama A.T.I.E.M.P.O., proyecto pensado para detectar momentos de dificultad y crisis personales con sus diferentes motivos, modos y consecuencias. Lugar de detección no tanto para adelantar una denominación diagnóstica, como para constituir y aprovechar una posibilidad excepcional para tratar con una población que vive un tiempo crítico de pasaje que toca a la edad, a la escolaridad, a la identidad y a sus vínculos. Dar a los jóvenes un lugar para la palabra. Se habla de temas que en unos casos proponen los adolescentes y en otros son los profesores los que los sugieren.
Dar lugar a la palabra también a nivel individual. Cualquiera de los alumnos puede acercarse y hablar de lo que le preocupe; puede ser por una urgencia subjetiva, una orientación, un acompañamiento, un amparo (a veces son niños que están en acogida) y en ocasiones los encuentros son indicados por el profesorado. El hecho de darle a un individuo espacio y lugar para que hable puede ya tener efectos terapéuticos.
En el instituto reciben diferentes saberes: matemáticas, un saber sobre la sexualidad (cómo funcionan los órganos reproductores). Sin embargo estos saberes no responden a sus preguntas. Las respuestas las tendrán que ir construyendo a partir de la propia subjetividad de cada uno
Es fundamental destacar la conversación que mantienen también con los padres. Frente a lo clásico de algunas preocupaciones de los adolescentes como son el sexo, el amor, los ideales, las relaciones con los otros…Mario Izcovich destaca la manera de hacer de los colegas en su oferta a los jóvenes, como una “Escuela nueva”.
El debate ha sido intenso y animado, las preguntas precisas.
María Mijangos, Susana Viar.


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