14 de janeiro de 2010

JJ 56 El debate sobre el pase

LA CUESTION DEL PASE EN EL

APRÈS-COUP DE LA ASAMBLEA GENERAL

por Sophie Gayard

Desde el sábado por la noche, en mitad de las formidables Jornadas que acaban de producirse, tengo que vérmelas conmigo misma con algo que no marcha. Desde el sábado por la noche, es decir luego de la asamblea general de la Escuela. Comenzó una discusión que concierne el pase, luego que Gil Caroz muy juiciosamente no dejó pasar el señalamiento de Bernard Seynhaeve sobre – lo poco sería decir demasiado - la ausencia de nominación de AE desde hace más de un año. No he tomado la palabra dado que no estaba del todo de acuerdo con una parte de lo que escuché. Esto constituye mi descontento conmigo misma

Hice el pase, no hace mucho, y no fui nominada AE. ¡Es un contexto que no vuelve muy fácil tomar la palabra sobre este tema! Toda crítica podría ser puesta a cuenta de lo que eventualmente sería mi despecho. Todo desacuerdo correría el riesgo de ser escuchado como queja, incluso reivindicación. Y si me defendía de ello un poco demasiado, ¡no dejarían de devolverme que se trata de denegación!

Si por supuesto tengo que extraer para mí misma, y sin que esto interese a cualquiera, las consecuencias de esta aventura en mi relación con mi análisis y con la causa analítica en general, por el contrario, tal vez pueda extraer también algunas enseñanzas más generales de esta formidable experiencia – de la que estimo que deberíamos decir más qué oportunidad representa para cada uno de nosotros, nos comprometamos o no en ello, y cualquiera sea el resultado.

Estoy sorprendida de que cuando hablamos del pase, hablamos esencialmente de los AE, y más particularmente la otra noche, de su devenir. Esto tiene su lógica por supuesto y también su pertinencia, Pero, en el memento actual, para reconsiderar la cuestión del pase en su conjunto, ¿no convendría tomar las cosas por otro lado? Es el lugar del pase en la Escuela lo que está en juego, más allá de los discursos que se convienen sobre ello. Veo allí una homología con la batalla que concierne el lugar del psicoanálisis en el mundo. Es una batalla de cada instante, siempre en el borde de quizá perderse, imposible sin duda, sin victoria al final, siempre recomenzada. ¿Como nos ocupamos nosotros del pase en la escuela? ¿Nos ocupamos verdaderamente bien? como podemos ocuparnos mejor?

Ciertamente podemos lamentarnos de que el buzón del secretariado del pase esté vacío (¿es así, está tan vacío?), pero diciendo esto, ¿no desconocemos que estamos en el camino, no se como decirlo mejor, de “poner la falta del lado del otro”? Es esto lo que resonó tan desagradablemente a mis oídos el sábado a la noche. Pues el dispositivo implica a cada uno en la escuela. ¿Qué dicen los pasadores? Que dicen los analizantes que vacilan en presentarse? ¿Una cierta recopilación de estas múltiples experiencias, a pesar del uno por uno que singulariza a cada una, no podaría esclarecer también la reflexión que se impone? Pues el pase no existe sin todos ellos. El punto máximo, su apuesta, ciertamente es el AE. Es de él de quien esperamos esclarecimientos sobre el pasaje del psicoanalizante al psicoanalista, sobre el misterio del deseo del analista, sobre lo que puede analizarse de la experiencia misma de la Escuela, Pero para que haya AE, al menos uno de tiempo en tiempo, es necesario muchos uno por uno que, cada uno desde su lugar, contribuya a mantener vivo este dispositivo sintiéndose concernido por él. Es por lo tanto la relación de cada uno, uno por uno con el pase, lo que está en juego, pero en la medida en que cada uno consienta a extraer consecuencias en acto sobre la política misma de la Escuela que abriga el procedimiento.

Traducción : Silvia Baudini

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