23 de janeiro de 2012

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´El abuso de los medicamentos hace que cualquier manía ahora sea un trastorno´




Óscar Ventura. PILAR CORTés

P. ALBEROLA
El psicoanalista Óscar Ventura fue el encargado ayer de inaugurar el ciclo de conferencias sobre salud mental organizado por el Seminario del Campo Freudiano en Alicante. Ventura ofreció una conferencia sobre "Salud mental para todos. No sin la locura de cada uno", en la que disertó sobre la homogeneización de la salud mental. ¿Qué quiere decir esto exactamente?
Me refiero sobre todo a la estandarización de los tratamientos. Hay que separar el derecho a la asistencia universal de la estandarización de la salud mental. Esta homogeneización tiene que ver con la prescripción masiva de medicamentos. Y es que hoy día los temas de salud mental están relacionados con el orden público, con la paz social. Se quiere tener a los ciudadanos dormidos, medicalizados. Esto provoca que trastornos o conductas cotidianas que antes pasaban desapercibidas se consideren patologías. Cualquier cosa que alguien tenga de diferente o de distinto, de raro, de particular, pasa a ser patológico. Cualquier manía ahora es un trastorno.
¿Puede poner algún ejemplo concreto?
La proliferación de diagnóstico de TDH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad). Lo que antes era un niño inquieto, más o menos revoltoso ahora se diagnostica de TDH y está asociado con la dispensación de fármacos. Hay un empuje a la medicalización de la infancia. Por otro lado, cualquier registro del ánimo que no sea el de la paz debe ser neutralizado a base de medicación. Si uno está triste o de mal humor, eso es una chifladura. Se pretende neutralizar al ser humano. Esto está provocando una epidemia y lo que antes eran fenómenos aislados como la anorexia, la bulimia o el síndrome de estrés postraumático se han convertido en epidemias.
¿Qué se puede hacer para contrarrestar esta tendencia?
El psicoanálisis es una disciplina que no va en contra de la medicación. Nosotros proponemos hacer un buen uso de ella, sabiendo que no es la solución a la patología sino un parche que le puede proporcionar a la persona la serenidad suficiente para saber cual es la causa de lo que le está ocurriendo. Por otro lado, pensamos en querer eliminar el síntoma y eso es un gran error, ya que éste supone la misma vía de curación. Es fundamental respetar esta fórmula para ver cómo el sujeto interpreta la realidad y su mundo.
¿No cree que la crisis es un mal momento para hablar de una atención más personalizada a los enfermos mentales?
Al contrario, es una oportunidad. Los gobiernos, al tener los presupuestos ajustados, están empezando a ejercer un mayor control sobre la prescripción de fármacos. Es una oportunidad para repensar la salud mental, porque hay un déficit de formación. La Psiquiatría ha perdido su raigambre clásica. La enfermedad mental se concibe a partir de parámetros genéticos, neurológicos o bioquímicos. Se intenta reducir la patología al órgano, que es el cerebro. Pero los estudios dan cuenta de la extrema dificultad de valorar el campo de las patologías mentales. Hace 20 años que se discute sobre el gen de la esquizofrenia y aún no se ha hallado. Sin embargo, acogerse a la singularidad de cada persona es lo que permite los verdaderos logros terapéuticos.

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