1 de fevereiro de 2015

Badiou-Onfray, retratos cruzados, por Jacques-Alain Miller

Recientemente hablé del “giro sublimatorio” de Charlie Hebdo. Badiou desde hace mucho le dio a su comunismo ficción un giro pauliano. Lo vemos ahora, el martes en Le Monde, censurando a Voltaire por haber escrito “un poema puerco” denigrando a “una heroína sublimemente cristiana” (entiendan Juana de Arco). Por otra parte elogia a Robespierre por haber refrenado la descristianización. Onfray, por su parte, celebra a Charlotte Coday y vomita a Marat; fustiga a Sade y a Sartre, encomia a Camus. Cada uno con su genio propio puesto en la sublimación, promueve un virtuísmo(1).

“Gozador” es una injuria en la pluma de Badiou, mientras que Onfray es tan legalista como se considera hedonista: entiende que todo pasa siempre en perfecta conformidad con la ley. Para resumir, para Badiou como para Onfray, la pulsión, ¡Puaj! La emancipación de los trabajadores o de los productores será una cena de gala, o al menos un picnic a la orilla del rio. Flota en la pop filosofía francesa como un perfume de sacristía mezclado con aromas del Frente popu.
            
En 1943, Aragon supo traducir con una fórmula poética y genial la política de “mano tendida a los católicos” del Partido comunista: “Aquel que creía en el cielo/Aquel que no creía”. De nuestros dos filósofos ninguno cree en el cielo, y sin embargo, es como si creyeran. Uno y otro, como el hombre de Ovidio, miran hacia lo alto: «erectos vultus». 

¿Quién les dará el "suplemento de alma" a los hombres doblegados bajo el yugo planetario,(Bergson) que piden con sus votos para enderezarse y mirar el cielo? Ver el final de Deuxsources de la morale et de la religion (1932). Badiou es global. Propone “tomar el control del destino de la humanidad misma”. Vasto programa, por el que conviene no pasar. Esta humanidad sería un sujeto unificado, “con capacidad” de producirse en la historia como un agente histórico wirklich, efectivo. Hay que convenir que, si fuera el caso, los problemas que se plantean desde los orígenes del mundo estarían en vías de solución. Sepan en todos los casos que todo irá de mal en peor “mientras que (…) la nueva y decisiva encarnación histórico política de la idea comunista no  haya desplegado su nueva potencia a escala mundial”. Lo que más me sorprendía en Alain cuando éramos amigos y almorzábamos juntos dos veces por año, era su arte de las soluciones verbales. ¡Cómo me gustaba escucharlo desplegar  con una comodidad admirable los anillos de suntuosas frases huecas, arrastrando el vocabulario de varios filósofos a la vez!

Onfray, es proudhoniano, por lo tanto local. «Small isbeautiful.» Encara un capitalismo que se retira poco a poco, desmoralizado por el tono de una cantidad de pequeños productores independientes que se auto organizan como un juego de adivinanzas. Por su parte preconiza beber bien y comer bien a la francesa, creada con sus donativos una universidad del bienpensante, es de él solamente una PYME editorial e intelectual. Alienta a cada uno a hacer lo mismo. ¿Pero un país poblado de Onfrays, como Las Sabinas en la novela de Marcel Aymé? Se pisotearían unos a otros.  Este canto de la convivialidad curiosamente no es auténtico, y guarda en su enunciación un tono cortante, conminatorio, muy poco civil. Su “personaje conceptual” es compuesto: del lado jardín es una María Antonieta rural que juega a la granjera filósofa con sus conceptos corderos –él mismo tiene rulos– mientras que, del lado corte, Fouquier-Tinville decapita a Freud y otras cabezas de Turco. Pero hubo una época en que Badiou se hacía el revolucionario hard, despertando lo simbólico del cuchillo entre los dientes. Su defensa inspirada de Pol Pot marca las memorias de su generación. De ahora en más ese pícaro de Voltaire y su Doncella de Orléans asustan al ferviente partidario de la Comuna.

Hay palabras tiernas para evocar a la joven mujer contemporánea decidida a cubrir sus cabellos. ¿Por qué lo hace? ¡Veamos! Porque está prohibido. La transgresión, entonces, ya no tiene el rostro del libertino, del hombre del deseo, del fauno, todos secuaces corrompidos del orden establecido, sino de la virgen sabia.
   
¿Ella es musulmana, islamista, manipulada? Su actitud es o no compatible con el laicismo, con la República? No se harán la pregunta. La República no es más que una pordiosera, mientras que la mujer con velo encarna la verdad del Eterno femenino. Este según Goethe, nos atrae hacia arriba, y Badiou nos coloca bajo su batuta. ¿Por qué no? El “realismo surrealista” ¿no ha sido siempre san sulspiciano?

Del mismo modo, pasó el tiempo en que Onfray viajaba por el mundo como un anticlerical virulento y caballero de las pasiones (de vida). Desde entonces conoció un pequeño retorno al orden moral. Habiendo promulgado siempre una concepción poco reflexiva de la razón, hubiera podido decir ya con el obispo Butler, « Everythingiswhatitis, and notanotherthing » (Todo es lo que es, y no otra cosa). Pasó suavemente de ese robusto realismo antidialéctico a un conservadurismo de pura tautología, fustigando con la mejor vena gaulliana a aquellos que impiden “a los estudiantes estudiar, a los enseñantes enseñar, a los trabajadores trabajar” (alocución del 30 de marzo 1968), y ahora a los hombres ser hombres y a las mujeres ser mujeres. Allí también viene a la mente un epigrama en inglés: «A place foreverything, and everything in its place», recomendaba Samuel Smiles, el gurú el Self-Help (Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar).

Tan diferentes como sean de entrada, uno normando, el otro del Sudoeste; el hijo del obrero agrícola y de la sirvienta versus el retoño de dos normalistas, cuyo padre fue intendente socialista de Toulouse en la Liberación y durante 13 años, el primero jugando una pulseada con la enseñanza católica y con la universidad, de la cual el segundo fue un príncipe desde su juventud, etc. –nuestros dos pensadores se reúnen ahora que cada uno tiene su verdad – uno y otro son hombres de orden. Versión absolutamente totalitaria en Alain; en Michel, versión secretamente liberal. En Badiou, no se juega con la verdad. Es una, es todo, es matemática. Se platoniza. Se hace lógica. Se reverencia al gran hombre demiurgo de la historia, arengando a las masas desde lo alto del Capitolio. Se tiene el sentido y el gusto del sacrificio (sobre el Estado). Se considera a la vida muy poco al precio de la Idea. No se tiene miedo de ser sanguinario en el espíritu sin dejar de ser sublime en los sueños, siempre permaneciendo escondido en la práctica. En la vida cotidiana, se es radicalmente funcionario.

Onfray, es trabajador independiente. Se arriesgó, se puso por su cuenta. Como de costumbre el pequeño comerciante está a favor de la libertad, a condición que no haya desorden. A cada uno su oficio, y las vacas estarán bien guardadas, la máxima según Voltaire, se remonta a Aristóteles.

Libertario de palabras Onfray sin embargo tiene una relación completamente barresiana con la tierra y los muertos: vive aún en Argentan, donde tiene sus raíces, tal como Heidegger no dejó la Selva Negra. Onfray respira mal en París, y alimenta contra las élites, su esnobismo, su irresponsabilidad, etc., etc., un odio completamente rousseauniano. El espíritu de seriedad y la ética de las consecuencias le llevarán la delantera siempre a la futilidad en el corazón del hijo de un pobre que él es y que quiere ser, y que sabe continuar siéndolo aún  admitido en las filas de los favorecidos por la fortuna. Lleva en él algo que se confesaba también un Bourdeu –y Bouveresse, que fue mi camarada-, algo que podríamos llamar quizá, la herida del hijo de pobres. El éxito intelectual y social más deslumbrante y más merecido, lejos de apaciguar, exalta más aún la purulencia.

La piel de Badiou es indemne a esta llaga. Es un hijo de Rey, surgido directamente de las Pléyades de Gobineau. De la provincia como Onfray, él llego a París para ser allí armado caballero por la familia sartriana, para la cual fue una maravilla desde el comienzo. Hay que decir que su papá, Rayond Badiou, era de la famosa promoción 1924 de la ENS, la de Sartre, Nizan, Aron y también Canguilhem y Lagache. Sin embargo, no tomó prestado el título de su novela de la pluma eléctrica de Sartre, “almagestes, portulans y bestiaires”, sino de la prosa ampulosa y altiva de Saint-John Perse. Podemos encontrar un poco de languidez criolla en su modo de recibir invariablemente afable, verdaderamente principesco, lo que no deja de sorprender en el ensalzador del Pol Pot (2).

Vivió mayo del 68 en el seno del PSU, abjuró de la social democracia a la salida de los acontecimientos, se declaró “mao” y emprendió la tarea de hacer de la asociación de sus grupis y fans un partido político que con el espíritu de los tiempos adorna con el nombre de “Unión de los comunistas de Francia marxista leninista”. Molestos, sus amigos de Cahiers pour l´analyse de la Escuela Normal evitaban hablar con él. Se dedicó seriamente durante 16 años a eso y no selló el final de la aventura hasta 1985, no sé porqué. Su pizca de megalomanía, seguramente, no tiene nada de vulgar. Difundió recientemente un slogan que el mismo forjó y que fue retomado: “el más traducido de los filósofos franceses”. En efecto, se dice filósofo, escritor y dramaturgo. Se iguala con simpleza a los mas grandes.

¿Adónde va Onfray? Cuando leí su elogio a Charlotte Corday, libro que me regaló hace algunos años en mi casa, estuve seguro de que su barniz de izquierdismo se descamaría pronto. Parece de ahora en más que quemó sus naves a la izquierda, y debería navegar sobre su derecha. Pero no lo sabemos verdaderamente. Es un original, un pragmático, un oportunista, que no pertenece a ningún serrallo, y dotado de un aplomo infernal. Creo mucho en él, tanto más cuanto que aún es joven y que, toda crítica aparte,  sigue siendo un pésimo escritor sensacional.
            
Badiou es  más viejo, más previsible, su obra ya está hecha, aunque aún tiene mucho que aportarnos, por supuesto. Él es todo lo contrario de un saltarín, es un “aquí estoy, aquí me quedo”. Anoche nos dio noticias sobre su salud. En suma, desespera, pero con eso se lleva bien. En todo lo que se agita en la superficie del globo, no ve, desde donde está más que la expresión de una sustancia única ocupada en modalizarse y pelearse consigo misma. Lo llama “el capitalismo predador”, nombre un poco vago y gastado. 

Descifra sobre la base de esta intuición lo que Spinoza designaba como el “Facies totius universo”, la figura o fisonomía del universo en su conjunto. En Badiou, ciertamente, no se trata sino del planeta político, pero su monismo lo expone sin embargo al malvado Witz de Pierre Bayle citado por Hegel: “Así, en el sistema de Spinoza, todos aquellos que dicen: Dios modificado en alemanes mató a Dios modificado en 10.000 Turcos”.

Solo que Alain no es verdaderamente spinozista. Parece haberse vuelto en su edad provecta hacia una doctrina sincrética que le habría encantado a Jorge-Luis Borges. Mezcla un marxismo cabalístico con un maniqueísmo oracular de tipo bergsoniano, prometiendo una misteriosa pero todo poderosa insurrección del espíritu que procedería por vías impenetrables. El más puro de los universalismos, el de san Pablo, es llamado a servir de vaso mezclador: “Ya no hay judío ni griego, no hay más esclavo y libre, no hay más hombre ni mujer: pues todos ustedes son uno (…)”

Una vez molidos los ingredientes, agreguen a gusto una o dos gotas de vino de misa. Decoren con una rama de boj, y opcionalmente una rodaja de limón. Beber despacio. Se sentirán inmediatamente más sublimes. Eso se llama Bloody Badiou.





PS: Me hacen saber que Michel Onfray dejó Argentan; se explica en un artículo aparecido en Le Journal de l´Orne con fecha jueves 14 de noviembre 2013

 
Notas:
 
1-. Políticamente correcto 
2-. Pol Pot apodo de Saloth Sor, dictador camboyano principal responsable del genocidio camboyan.
 
Traducción: Silvia Baudini
from eol/postal

Um comentário: