28 de março de 2015

“MIA FARROW ES UNA MEDEA MODERNA", Entrevista a Mónica Torres, Télam


El libro, publicado por la editorial Grama, es uno de los cursos propedéuticos de esta analista, que no ahorra los ejemplos contemporáneos.

Torres es miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Además, es miembro del consejo científico académico y docente del Instituto Clínico de Buenos Aires (ICdeBA).

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.


Télam: ¿Cuál es la actualidad de una clínica de las neurosis? La pregunta ¿está mal formulada?

Mónica Torres: La pregunta está muy bien formulada. Para el primer Lacan está claro que sí. Su concepto de estructura clínica, ligado a la estructura del lenguaje, lee los casos de Freud a la luz de nuevos conceptos, como Nombre del padre, falo, deseo… El sujeto del primer Lacan es un sujeto hablado por el deseo del Otro. Lacan elabora la idea de un sujeto compatible con la noción de estructura. Este deseo del Otro, preexiste al sujeto, la palabra del Otro maternal, el Otro del lenguaje, mortifica al sujeto. La palabra misma atraviesa al sujeto, con las flechas del significante. El último Lacan, en cambio, no habla de sujeto, habla del ser hablante y lo refiere al goce y no al deseo.

Pero la estructura clínica sigue siendo necesaria para pensar la dirección de la cura. Las histéricas actuales pueden estar relacionadas de un modo distinto con su cuerpo, que aquel que tenían las histéricas con las que Freud inventó el psicoanálisis. Sin embargo sigue siendo actual que ellas estén referidas al deseo del Otro, al amor del Otro y que en cambio, ignoren todo sobre su goce.
 
El analista sigue hoy la brújula del goce, pero debe tener claro que la histérica sabe más del deseo que de su goce. Un deseo que se ve obstaculizado por la demanda.

El deseo insatisfecho y la demanda de amor, se siguen escuchando en nuestros consultorios, la histérica cambia con la moda, cambia el semblante, pero mantiene vigente su demanda al Otro del amor, insatisfecha por definición. Para el obsesivo, la obcecación en creer que su deseo, es suyo o bien es del Otro, lo enjaula y lo aísla. Ese autoerotismo puede tomar formas más actuales. En su jaula, puede estar acompañado por su computadora y su celular. Pero es el mismo autoerotismo que lo aparta del Otro y torna imposible su deseo. Si lo que él quiere el otro también lo quiere, entonces ya no es su deseo. Se trata de una opción imposible: o el deseo o el Otro. Para ambos tipos clínicos está en juego el falo.

T: En pocas palabras, ¿cuál es la diferencia lógica entre el nominalismo del sujeto y el realismo de la estructura? Digo: en la perspectiva abierta por la clínica de las neurosis (contemporáneas).

MT: El analista debe estar a la vez escuchando la singularidad del caso, único e irrepetible y conociendo el tipo clínico que está en juego (histeria u obsesión) y la estructura (neurosis a psicosis). Es decir, se trata de un sujeto único y singular, pero también hay tipos de síntomas particulares.

Creo que los poetas lo expresan mejor. Borges en su poema El amenazado nos dice: ¿De que me servirán mis talismanes (…) las galerías de las Bibliotecas (…)?... Me duele una mujer en todo el cuerpo. 

En efecto, ¿de que sirven las bibliotecas si se ama a una mujer en singular? ¿Qué aprendizaje lo pondrá a cubierto? Así, el practicante del psicoanálisis lleva tras de sí las bibliotecas, libros en los que se diferencian las neurosis de las psicosis, la histeria de la obsesión… Quizás las bibliotecas estén detrás de su sillón, con los libros de Freud y de Lacan. Pero está a solas con el analizante singular. Así pues, son necesarias las bibliotecas que explican el realismo de la estructura y a la vez hay que olvidarlas para escuchar a un analizante en singular. No es posible olvidarlas sin conocerlas. Por eso hay que conocer la clínica de las neurosis.
 
T: Existe un ultimísimo Lacan. ¿Cómo afecta ese decir a las neurosis?

MT: El ultimísimo Lacan, en efecto, no es afecto a las clasificaciones. Se guía por el goce y el síntoma (sinthoma) en singular. Está más cerca de Joyce que de Freud. Cuando una mujer, por ejemplo, acepta ser el síntoma de otro cuerpo, está en una posición femenina. Poder ser síntoma de otro cuerpo es lo que separa, para el Lacan de los '70, la posición histérica de la femenina. Es de esperar que en el recorrido de un análisis la histérica devenga mujer. Una mujer, en singular, no única, sino una. Es por esto que Lacan nos dice que La mujer no existe.También nos dice que no hay relación sexual, ya que cada uno de los partenaires está solo con su goce. Porque el goce es del Uno, así como el deseo es del Otro.

Ambos, histérica y obsesivo, tienen distintas estrategias para un mismo fin: mantener alejado el objeto de amor. Para creer que el no hay relación sexual no es estructural. Que con otro partenaire sería posible hacer de dos, uno. Y eso sigue siendo actual, porque aunque haya nuevas formas de la histeria y nuevas virilidades, siempre está en juego el triste porvenir del ideal. Y el derrotero del falo.

Para el último Lacan, la solución es siempre singular, es que sólo es posible hacer lazo social con el sinthoma. El sinthoma es un modo de saber hacer, singular, con el no hay relación sexual.

T: Hablas de una formulación de Jacques-Alain Miller sobre el capricho, una teoría del capricho. Si el capricho fuera un exceso, ¿no habría allí un goce que pondría en juego otro asunto?

MT: ¡Ah, el capricho femenino! La mujer sorprende con su salto de cabra y deja desorientados a padres, novios, amantes o maridos. Es Kant quien nos habla de que la voluntad femenina puede tomar la forma de su imperativo categórico. Puede tratarse del más cruel de los caprichos: Salomé pidiendo la cabeza de Juan el Bautista o, a veces, del tono de comedia de la Lucinda del Médico a palos de Moliere, que puede quedarse muda o comenzar a gritar sin que médico alguno pueda hacerla callar. O de la reina loca de Alicia en el país de las maravillas gritando insensata: ¡Que le corten la cabeza!, pero el capricho femenino es siempre temible. Por eso Miller separa las Medeas de las burguesas. Los hombres, dice, prefieren casarse con las burguesas, porque le tienen miedo a la Medea.

Es impredecible, sin embargo que un buen día la más burguesa de todas las señoras, decida dar su salto de cabra y se transforme en Salomé o Medea.

Medea no es contemporánea, es una heroína de la tragedia griega, pero puede tomar hoy los rasgos de Mia Farrow y su venganza con el único hijo biológico de Woody Allen, a quien le cambia nombre y apellido, y del que ha declarado hace poco, que en verdad era hijo de Frank Sinatra. Mia Farrow, es una Medea moderna. La voluntad femenina puede ser feroz si su partenaire la ofende.

T: ¿Por qué la fobia es un enigma?

MT: En relación a la fobia, Lacan tiene también dos momentos. En el primero, Lacan hace un análisis del caso del pequeño Hans (Juanito). En el Seminario 4 La relación de objeto, Lacan trabaja cuestiones como: la madre insaciable, la relación entre la madre, el niño y el falo, la diferencia entre la madre lacaniana y la madre freudiana. Y también la elección heterosexual de Juanito, pero con una masculinidad que Lacan considera débil. Lo que es realmente anticipatorio, ya que el pudo introducir el problema de las nuevas virilidades de nuestro tiempo, y esto en los años 1956/57.

Es otro el lugar que Lacan le va a dar a la fobia en su Seminario 10, La angustia.

La angustia de Juanito se desencadena cuando Juanito tiene sus primeras erecciones, y esto porque el falo-órgano predomina sobre el falo-significante. Es importante porque anticipa al último Lacan, ya que en el camino del deseo se trata del falo significante y en el camino del goce se trata del órgano. Lacan va a decir en sus últimos seminarios que la fobia no es una entidad clínica sino una placa o plataforma giratoria que va a virar hacia la histeria o hacia la neurosis obsesiva. O sea, no es en sí misma una estructura clínica.

Esa última definición de la fobia hace que el destino de la fobia infantil sea enigmático y que la fobia generalizada de nuestro tiempo, nos interrogue aún sobre lo que Lacan denomina carencia paterna.

La carencia paterna no es equivalente a la forclusión del Nombre del Padre en la psicosis. A mi gusto, es este concepto de carencia paterna el que hace a la fobia tan enigmática como actual.

T: Finalmente, ¿podría decirse que bajo el genérico clínica de las neurosis hoy podrían agruparse la totalidad de los modos sintomáticos posibles, incluso los más extraños?

MT: No. Los síntomas de la neurosis responden a la lógica fálica. Mientras que hay otros modos de anudamiento posibles que no se corresponden con esa lógica. Y otros modos de gozar. Es precisamente el caso de Joyce, el que da cuenta de un tipo de anudamiento diferente. Y sin embargo, el Seminario que Lacan dedica a Joyce, se denomina El sinthoma.

Lacan considera que en Joyce no se trata de la neurosis. Es una psicosis que no se desencadena gracias al sinthome que anuda lo real, lo simbólico y lo imaginario. El modo de goce fálico es determinante en las neurosis. Pero no lo es para todo síntoma.

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