18 de abril de 2016

El Cuerpo Hablante -Boletín 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 25, por Adriana Pérez, Ángel Sanabria, Gabriela Urriolagoitia, Susana Dicker, Clara M. Holguín, Miguel Gutiérrez Peláez, Jessica Jara B.

 

MERECER UNA LÁGRIMA, por Adriana Pérez

Adriana, a partir del primer llanto, visto este como acontecimiento de cuerpo, nos introduce al misterio del cuerpo hablante y al traumatismo del malentendido del parlêtre. ¡Buena lectura!

Las lágrimas son un enigma, un enigma del cuerpo hablante, nos recuerda Marie-Helene Brousse en un Lacan Cotidiano.

¿Y qué es el cuerpo hablante? Es un misterio decía Lacan. El cuerpo no hace aparición en lo real sino como malentendido, y el amor es otro modo de suplir el malentendido ante la ausencia de relación sexual.

El desencuentro amoroso testimonia en ciertos dichos algo de esto, ante el dolor por la pérdida de un amor: “No se merece ni una lágrima mía”. 

¿Y quién sí podría merecer que se le entregue una lágrima? Quien será ese Otro merecedor de una lágrima?

Las lágrimas en tanto son un acontecimiento del cuerpo, pueden responder a un acontecimiento cuya naturaleza no es identificado.

El llanto del recién nacido ¿Es un primer acontecimiento del cuerpo?

Fue Otto Rank quien habló del trauma de nacimiento, y al que hará referencia Lacan en el “Malentendido” 

Allí afirmará “Soy un traumatizado del malentendido”…y preguntará a su auditorio “¿Qué son ustedes sino malentendidos”…”Otto Rank se le aproximó hablando del trauma de nacimiento. Traumatismo, no hay otro: el hombre nace malentendido.” ”No hay otro traumatismo del nacimiento que nacer como deseado. Deseado, o no, es lo mismo puesto que es por el parlêtre.”

Que será sino, ese primer malentendido, cuando ese ser viviente venido al mundo, que con su llanto convoca a un Otro para que acuda en su auxilio, y este Otro comienza a dar sentidos a esos llantos: “¿Tiene hambre? “Tiene frio”, y no es eso, y sigue el llanto, tal vez un mecer su cuerpo con una canción que lo arrulle, lo calma, calma algo de esas pulsiones que agitan su cuerpo.

Será cantado, hablado y esto marcará surcos significantes, y el encuentro con lalengua

Se pasará de las lágrimas a un laleo propio, ya propio de un hablanteser.

Será en el inicio de la vida, ese Otro materno, o un Otro que ocupe ese lugar, el que acoge y merece esas lágrimas para dar lugar al parlêtre?

Notas:
1. Brousse M-H-http:www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2015/11/LQ-550.pdf
2. Lacan J, El malentendido, clase 10 de junio 1980. www.psicoanàlisisinèdito.com
Lacan J., El Seminario  XX, Aùn, Buenos Aires, Paidòs, 1998, pag.59



LA POLIFONÍA DE LA PALABRA -AL MARGEN, por Ángel Sanabria

Partiendo de la técnica “musical” de la escritura Joyciana, Ángel interroga la operación que permite a Joyce hacer un ego de su síntoma, dando cuenta de un goce que no proviene del sentido sino de la “polifonía de la palabra”. Un aporte interesante para ubicar la manera en que el gozarse del cuerpo hace un uso singular de la lengua. ¡Buena lectura! 

Según Lacan, Joyce hizo un ego con su síntoma –la “imposición de las palabras”- en una operación de escritura de la que no se sabe si se trataba de librarse del parasitismo de las palabras o, al contrario, de dejarse invadir por su puro fonematismo, por la polifonía de la palabra, como dice Lacan. ¿De qué se trata aquí sino de la música de las palabras?

Los especialistas reconocieron pronto las bases musicales de la escritura de Joyce, su belleza rítmica y melódica. A Joyce hay que leerlo en voz alta. El crítico canadiense Patrick Watson encuentra aquí el “secreto”, sino de su inteligibilidad, al menos de su legibilidad: “Incluso si articulas las palabras en silencio, de repente lo que parecía incomprensible salta al sentido referencial, por su sonido, ya que página tras página surgen alusiones a frases familiares, parábolas, dichos de todo tipo”.

Pero la música no sólo está en su técnica de escritura: toda su obra está plagada de referencias musicales –que han dado pie ya a dos compilaciones editadas por Sunphone Records. El propio Joyce era músico aficionado y compuso una canción para Finnegans Wake: "The Ballad of Persse O'Reilly" (http://www.james-joyce-music.com).

El gran descifrador que era Freud, retrocedía ante la opacidad de la música. En el “Moisés…” reconocía que su “disposición racionalista” le impedía dejarse conmover por una obra de arte sin saber qué y por qué lo conmovía. Siempre intentaba aprehender “a su modo”, o sea, reduciendo a conceptos, el influjo que una obra ejercía sobre él, atrapar con palabras aquello que lo cautivaba. Y es aquí donde encalla Freud: la música es imposible de parafrasear, lo que ella expresa no se puede traducir en conceptos (Marulanda). En la música no es posible asociar sonido y sentido. Significante y significado, forma y contenido son en ella indistinguibles. Su sentido es pura inmanencia, puro efecto de goce.

Lacan, entre lo poco que dijo al respecto, comentó al pasar: “Alguna vez –no sé si tendré tiempo- habría que hablar de la música, al margen” (Aún). Esa escueta referencia nos da, sin embargo, una clave: tratándose del habla, la música es lo que está al margen, lo que se encuentra sólo al sesgo.

Si la música es “un ruido al que se la ha dado forma según un código” (Attali), la música sería un modo de extraer de ese ruido de fondo que es lalengua una cierta forma expresiva. Cuando sentimos que la música nos “dice algo”, nos “habla de algo”, tal vez sea porque hace ex-sistir –en forma efímera, sólo mientras suena y siempre al margen- el enigma de una presencia Otra. No tanto el enigma de lo que querría decir, como el de lo que nos hace sentir (Freud).


EL MISTERIO DEL CUERPO HABLANTE, por Gabriela Urriolagoitia 

Gabriela Urriolagoitia reflexiona acerca del estatuto del cuerpo hablante en la última enseñanza de Lacan, interrogando el desplazamiento que en su definición, como misterio, se produce entre el Seminario 20 y la clínica borromea. ¡Buena lectura!

En “El Inconsciente y el Cuerpo Hablante” Miller(1) nos invita a trabajar en el próximo congreso, el estatuto del cuerpo hablante, partiendo del Seminario 20 donde Lacan dice que el cuerpo hablante es un misterio: “Lo real, diré, es el misterio del cuerpo que habla, es el misterio del Inconsciente”(2).

Propongo pensar el misterio del cuerpo hablante a partir de dos momentos distintos en la enseñanza de Lacan, desarrollados por Miller: El primer momento es Aun donde si bien Lacan está en las puertas de su última enseñanza, se trata de un real penetrado por lo simbólico(3) a partir del cual lo real, el cuerpo y el inconsciente son equivalentes y son un misterio porque constituyen el límite que lo simbólico ya no puede aprehender. La última enseñanza de Lacan con la perspectiva borromea, apunta a disolver el misterio del cuerpo hablante en la medida en que opera una disyunción de lo simbólico, lo imaginario y lo real. No se trata así, de un real abordado por lo simbólico, sino de un real sin ley, al cual lo simbólico le es exterior. Real donde no hay relación de nada con nada. Con la disyunción entre lo simbólico y lo real, el cuerpo hablante y el inconsciente dejan de ser equivalentes. El cuerpo ya no está en relación al síntoma como formación del inconsciente transferencial, sino al acontecimiento del cuerpo y a lo irreductible del sinthome. Así entiendo que Miller nos proponga sustituir el inconsciente por el parletre.

Entonces: Primero el cuerpo hablante en el Seminario 20 es un misterio porque lo simbólico en su intento de abordar lo real, se encuentra con un límite. Después Miller nos dice que la perspectiva borromea de la última enseñanza de Lacan, apunta a disolver el misterio del cuerpo hablante(4). En 2014, nos dice que el misterio es el de la unión de la palabra con el cuerpo, y que este hecho es del registro de lo real(5). Se trata a mi entender de ese trozo de real del que no puede saberse nada, pero que produce acontecimiento de cuerpo, traumatismo de lalengua frente al cual el parletre debe inventar algo para arreglárselas con eso.

Este breve recorrido es para mi, una posibilidad de acoger la invitación de Miller a trabajaren la clínica del parletre y del psicoanálisis del Siglo XXI.

Notas:
1 Miller, J.A. “El Inconsciente y el cuerpo hablante” Conferencia de clausura del IX Congreso de la AMP, en Scilicet, Grama Ediciones, 2015
2 Lacan Jaques, Seminario 20 “Aun”, Editorial Paidós, 2014, pg. 158
3 Miller, J.A. “Piezas Sueltas”, Editorial Paidós, 2013, pg. 59
4 Idem, pg. 58
5 Idem 1, pg. 27


EL CAMINO DE UN ANÁLISIS, por Susana Dicker

Una frase de J.-A. Miller en El ultimísimo Lacan, ofrece a Susana Dicker la ocasión de interrogar el valor que toma la interpretación en el contexto de una práctica analítica ordenada por la clínica del sinthome y del parlêtre. ¡Buena Lectura! 
 
Una expresión de J. A. Miller(1) llamó mi atención: “Porque el inconsciente es un discurso de los otros, del Otro, de nuestra familia, es un principio de simpatía…”* Pone a la misma en contrapunto con la apuesta de Lacan en su ultimísima enseñanza, y la importancia que da al sinthome, alejado de cualquier simpatía o lazo comunicacional.

Encuentro aquí una nueva oportunidad de interrogar nuestra práctica. La recomendación de Miller en este texto es la de una dirección que va desde “no conformarse con ser hablado por su familia (…) librarse, después de haberlas recorrido, de la escorias heredadas del discurso del Otro”. Separarse del Otro, identificarse con su sinthome pero, para seguir a Lacan, “tomando sus garantías y con una suerte de distancia”. Y se pregunta (2) si esto significa “… saber desembrollar, manipular, su ser de sinthome”, incluso desembrollarse de lo verdadero, de la imagen, puesto que acá el cuerpo está metido en el asunto.

Se trata de un deslizamiento desde el desciframiento al uso, como elección en la propuesta de Lacan en los años ’70, el pasaje a “un modo operativo distinto al de la interpretación”(3)

Sin embargo, sabemos que el recorrido de un análisis no es sin la experiencia del sentido y su enunciación por parte del parlêtre, no para quedarse allí sino como vía de acceso a ese real respecto al cual desplegará sus modos singulares de arreglárselas. Del sentido a lo excluido del sentido es el camino del análisis, desde el “hacer verdadero” por la vía del semblante y la significación que justifica las “equivocaciones” del inconsciente, que construye la historia “a través de la hystoria (cuando) en realidad sólo hay azares”(4).

Interesa la conclusión del capítulo: si interpretación, transferencia y saber están más cerca de la sugestión como efecto natural del significante; y si, en el Seminario XXIV, Lacan reclama un significante nuevo que no esté contaminado por el sueño sino que desencadenaría un nuevo despertar… ese despertar ¿es posible? Si “de la enfermedad mental que es el inconsciente no se despierta (…) si en ese nivel (el del discurso del Otro) no hay despertar, ya que se anda de sentido en sentido… quizás sea en el nivel del Uno, mediante la identificación con el sinthome, donde el despertar podría, por así decir, cesar de no inscribirse”.(5)

Entonces, ¿debemos renunciar a la interpretación en el análisis del parlêtre? O se trata, más bien, de pensar una que apunte al cuerpo hablante, “a producir un acontecimiento, pues ya no se trata de la búsqueda de la verdad sino de creer en un real sin sentido y sus efectos de goce.” (6)

Notas
Miller, J.-A, “Inconsciente y sinthome” en El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p 138
*El subrayado es nuestro
2 Miller, J.-A, Ibídem, p 141
3 Miller, J.-A, Ibídem, p 141
4 Miller, J.-A, Ibídem, p 143
5 Miller, J.-A, Ibídem, p 1456 Dicker, Susana: “Lo que no miente es el goce” en Papers # 9, 2016



EL CUERPO TOMADO POR LA PALABRA(1), por Clara M. Holguín

Con este texto, Clara María Holguín nos invita a pensar la diferencia entre lo que es del orden del hablar y del decir, planteando la pregunta que da origen a su elaboración: ¿Cómo analizar ese cuerpo hablante? Transformar el hablar en un decir exige del analista un saber hacer, con la singularidad y con el cuerpo. ¡Buena lectura! 

Para aproximarnos a la apuesta planteada por JAM “analizar el parlêtre”(2) es necesario sostener el misterio. El cuerpo tomado como rehén por la palabra, es decir, es atrapado por una palabra, deja al sujeto condenado a una presencia corporal que no es posible borrar ni traducir: “desgarro que la lalengua impone al viviente, recortándolo según las tres dimensiones simbólico, imaginario y real”(3) . 

A diferencia del cuerpo hablado, que define el cuerpo histérico, donde se habla el lenguaje del sueño, el cuerpo hablante, está en el límite del sentido y del descifraje, algo se inscribe como un agujero, como un blanco fundamental. Que no quiera decir nada, no significa que no tenga efecto sobre el cuerpo.

Esa palabra que toma el cuerpo es “Un decir que hace acontecimiento” en un encuentro contingente –tyche-. Marca real, que hace que los significantes devengan inolvidables para aquel que los recibe, imprimiendo un modo de goce propio y singular, que da cuenta del cuerpo en tanto que viviente. El cuerpo goza de lo que una palabra expresa por medio de un síntoma(4). Es, señala Naveau(5), porque el cuerpo es tomado por la palabra, que tiene su palabra para decir a través del síntoma, haciendo resonar un mal-decir. 

¿Cómo analizar este cuerpo?, ¿Cómo actuar sobre el misterio?. Si de lo que se trata como hemos visto, es de la manera cómo un cuerpo es afectado y tomado por una palabra, en la experiencia se trata, cómo señala H. Bonnaud, de psicoanalizar ese dicho del cuerpo (dis-corps), esa discordia entre el cuerpo y el ser hablante que habita ese cuerpo: decir “eso” que habla, no tanto como sujeto, sino el cuerpo hablante…..decir de ese goce oscuro, insoportable y extraño así mismo.(6) 

Para ello, el analista deberá hacer parte del cuerpo hablante, hacer parte del sistema inconsciente, es decir, atrapar la palabra del analizante, que es también su cuerpo(7), lo que implica que los dichos ordinarios del sujeto puedan ser transformados en “un decir”. Para afectar el cuerpo viviente hay que poder causar una resonancia corporal. Hacer sonar el cuerpo, el goce del sonido.

El análisis es una aventura que permite una reparación de es nudo entre cuerpo, sujeto y síntoma(8). 

Notas
1 Le corps pris au mot. Título del libro de Hélène Bonnaud. 
2 Miller, J-A .Conferencia. El cuerpo hablante y el inconsciente en el siglo XXI
3 Jean-Louis Gault. El parlêtre y su sinthome. Papers No 8.
4 Naveau, P http://www.lacanquotidien.fr No 530. 
5 Idem
6 Bonnaud H. Le corps pris au mot. Editorial Navarin, 2015, Francia. Pag 21
7 Bonnaud H. Idem, Pág. 21
8 Bonnaud. H. Idem, Pág. 22. 


EL KOAN DE LA ESCUELA, por Miguel Gutiérrez Peláez

Apoyándose en la tradición budista del kōan, Miguel Gutiérrez actualiza una apuesta esencial de la enseñanza de Lacan: hacer de la pregunta ¿Qué es un analista?, el vacío, el kōan de la Escuela. Cómo producir y sostener esta pregunta, como posibilidad de formación, es el desafío… ¡Buena lectura!

El kōan es “una paradoja para ser meditada que es utilizada para entrenar a los monjes budistas zen a abandonar la dependencia última en la razón y forzarlos a alcanzar una iluminación intuitiva repentina”(1). Son producciones verbales que apuntan a lo real(2), no tanto por su sentido oculto, sino la pura dimensión traumática del lenguaje(3), que incluye su fuerza percusiva, su sonoridad. El conocido “¿Cuál es el sonido de una sola mano al aplaudir?” es solo una de sus formas. En la película Samsara(4) del director Pan Nalin, Tiunhasi es confrontado por un kōan: “¿Cómo evitar que una gota de agua se evapore?” Luego de un periplo absolutamente distópico (su reclusión voluntaria por tres años en una caverna y la tentadora seducción de Pema, pasando de las cavidades de la montaña a las cavidades del cuerpo de una mujer), Tiunhasi se anima a dar su respuesta: “Arrójala al mar”. Esa es su respuesta a la pregunta. Se comprende que cada iniciante tendrá que recorrer el trayecto de su vida, de su entrenamiento y su formación, para poder dar una respuesta singular. Y, sin embargo, esa respuesta que tiene que ver con lo más íntimo de Tiunhasi, con su “legítima rareza”, resuena extrañamente en nosotros.

Es lo que sucede con los testimonios de los AE, que hacen eco en nosotros precisamente porque resuenan en el vacío estructural de la Escuela, esa que es condición de su inconsistencia; son relatos absolutamente únicos que, sin embargo, como el arte, retumban – y también disuenan – con la fábula de cada uno, sin hacer serie con las historias vitales singulares. Es la sabiduría de la audición de un significante nuevo, ese sublime momento en el que el propio silencio cobra estatuto de palabra.

Propongo que la pregunta: “¿Qué es un analista?” es el kōan de la Escuela. Es una pregunta sobre cuyo vacío se construye la Escuela, siempre a condición de que permanezca irresuelta(5). Cada analista, uno a uno, en la medida en que su análisis alcanza un final, anima una respuesta.

Hay una pregunta especialmente conmovedora de James Joyce en su Finnegans Wake y que ahora entiendo en la lógica del kōan: “That letter selfpenned to one’s other, that neverperfect everplanned?”(6). Es el kōan, contenido en su propia obra, al que Joyce responde sus escritos y su respuesta interpela al analista. Letter: la obra entera de Joyce es una carta y una letra, sostén de su ego. Selfpenned, dice Joyce, perteneciente al terreno de la escritura y dirigida a un otro, precisamente a ese otro de sí (otro de mí)(7); he ahí toda la relación con una obra que se escribe a sí misma más allá del sujeto. Neverperfect, dando lugar a lo imprevisible, al equívoco, a lo inconsistente, al Ereignis, al estado de excepción que rompe toda legalidad. Por último, everplanned, transversal a la existencia, desde los más precarios mordiscos de lalengua en la carne del parlêtre. Joyce inventa significantes nuevos (casi se siente como si se los robara del mismísimo pozo de las Danaides, letras que son parte del propio cuerpo), forzando la lengua inglesa al extremo de sus límites – lengua de carne/carne de la lengua – hasta hacerla hablar de lo innominable, de lo indómito de su agujero. Leo a lo largo de la obra de Lacan la emergencia de ese kōan, “¿Qué es un analista?” o, más extensamente, “¿Qué es lo que eres cuando dices que eres un psicoanalista?”. Es un enigma de Esfinge. ¿Cómo hacer que la Escuela sea la morada que haga posible para cada analista una respuesta a esa pregunta?

Notas
1 http://www.merriam-webster.com/dictionary/kōan
2 Ramírez, M. E. (2014). Lacan, maestro zen. http://marioelkin.com/blog-lacan-maestro-zen/
3 Gutiérrez-Peláez, M. (2015), Ferenczi's Anticipation of the Traumatic Dimension of Language: A Meeting With Lacan, Contemporary Psychoanalysis, 51(1): 137-154.
4 http://www.allmovie.com/movie/samsara-v267616
5 Miller, J. A. La Escuela de Lacan. Publicado en Elucidación de Lacan. http://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=289&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10#notas
6 Joyce, J. (1939). Finnegans Wake. New York, USA: Penguin Classics, p. 489
7 A ese lugar de extimidad que nos revela Agustín cuando encuentra lo más distante (a saber, Dios) dentro de sí (lo más propio, interior).



PATHOS, PATHOSIDAD Y LA SOLA ENUNCIACIÓN RESONANTE, por Jessica Jara B. 

El texto de Jessica Jara destaca un aspecto central del psicoanálisis orientado por la ultimísima enseñanza de Lacan: se trata de hacer con la “lalengua”. Si entre el pathos y la pathosidad, el equívoco de la lengua libera el sinthome; el “equivocar” implica un saber leer el sinsentido, ese que resuena. ¡Buena lectura!

Lacan señala que en el lenguaje todo se produce en el parloteo, en el balbuceo; y que, el nacimiento del lenguaje se da en la caverna, la capilla que da forma al vacío con sus paredes.

Si bien Platón inventó la caverna, Lacan la hará resonar. Será en sus muros en los que resuena la propia voz y ¡es evidente que eso hace gozar! Se trata del eco en el cuerpo por el hecho de que ex -iste un decir. Esto no es un goce del dicho sino de la sola enunciación resonante.

Cuando el goce del “laleo” pasa en el ser hablante a goce del blablablá, el lenguaje se vuelve un cáncer que se nutre del sentido. El psicoanálisis lacaniano no se guía por este último sino que va en dirección al hacer con la “lalengua”. Así, Lacan en los 70’s mostró su propio ejercicio de ensa/eñamiento con la lengua: sus resonantes neologismos gozosos, inéditos trozos lenguajeros imposibles de traducir del todo.

Lalengua agujerea la lengua. La letra itera en el significante reiterativo y pulsa el cuerpo. Es el “vaveo egoísta” en el poema IX de “Trilce” de Vallejo. Allí la letra está fuera de toda dialéctica o cálculo posible, y vuelve al poema imposible de leer en voz alta. Solo entonces se trata de leer y no de descifrar, goce tan caro a los académicos.

En la práctica analítica pueden situarse las coordenadas del pathos: del sufrimiento y la pasión del ser. La pathosidad como síntoma es efecto de Un acontecimiento que impactó la carne. Trauma que es agujero y agujerea aún cualquier esfuerzo de historyzación. Aquí será el equívoco de la lengua el que libere el sinthome; siendo que, “equivocar” no es un juego intelectualoide de palabras sino sinsentido que resuena en el cuerpo (del) hablante.

Miller ha apuntado que “amuro” significa también que es preciso atravesar cada vez el muro del lenguaje para tratar de ceñirnos más a lo que hacemos en nuestra práctica analítica. Y, como diría Lacan, entonces… es cada vez más logrado el acto fallido.

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