10 de abril de 2017

LACAN COTIDIANO, por Marie-Hélène Brousse, Juan Pablo Lucchelli.

 

"Fuera de alcance, a mano"
El arte en la época del inconsciente real, 

por Marie-Hélène Brousse

Las jornadas de estudio e investigación de la Escuela de la Causa freudiana (1) son un momento de escansión importante para el avance del psicoanálisis tanto en intensión como en extensión. Contribuyen a producir encuentros entre la actualidad de las investigaciones psicoanalíticas, como los testimonios de los Analistas de la Escuela y la actualidad de otras disciplinas. Toda la enseñanza de Lacan y de Jacques-Alain Miller, como también en general, la historia del saber, así lo demuestran: encuentro y conversación son absolutamente necesarios a toda elaboración epistémica.
 

Este año tuvo lugar un encuentro de este tipo con la artista y performer Sophie Calle. Hay un Método Sophie Calle como hay un Método psicoanalítico, aquí el término hay que tomarlo en el sentido fuerte que le dio Descartes. Tanto el arte como el psicoanálisis no avanzan si no establecen el discurso que crean sobre fundamentos éticos y epistémicos.
Me referiré en este corto artículo a una de las obras de Sophie Calle, TODO (2), título a tomar seriamente. Constituida por cartas, con formato de tarjetas postales, cada una acompañada por un texto corto, este libro traza su carrera hasta el 2014 y a través de las obras toca su vida. De hecho aplica a su vida la lógica de su obra, lo que explica su respuesta dada, el 6 de noviembre en las Jornadas de la ECF, a mi pregunta sobre el imposible límite de lo privado íntimo y de lo público. Intimidad no hay, es la banda de Moebius en acto. En esto está muy próxima a la orientación lacaniana.
 
¿Qué hace la artista Sophie Calle? 
Sophie Calle produce extracciones. Una frase, banal, del lenguaje cotidiano “el lenguaje que habla la gente”, como dice Lacan (3), una frase dicha y redicha, es extraída de su contexto, contexto que transforma haciéndolo variar, como lo ha explicado con respecto a la carta de ruptura que no comprendía. El método de extracción permite elevar a la dignidad de máximas, de Haiku, una expresión, una frase banal, que alcanza así la dignidad de un poema, fonético y visual a la vez. En este movimiento de extracción encontramos entonces una sublimación, en el sentido que le da Lacan disociando sublimación e idealización. 
De este “TODO” podemos extraer cuatro frases aplicando el método de reducción. Sabemos que J-A Miller mostró que en psicoanálisis la reducción, que vemos en juego en los resultados del pase, funciona junto al método de la ampliación por la metáfora. No se recurre a la metáfora en la obra de Sophie Calle, ella cortocircuita el sentido que nos afecta. En la antinomia sentido/significación, elige el segundo.
La primera tarjeta postal narra un recuerdo traumático de la infancia con un grupo de niños y la fórmula es: “Espérenme” que resuena en varias obras con su anverso: “Ser olvidada”.
La segunda fórmula, ampliamente desplegada por la artista en su conferencia de las 46ª Jornadas es: “Cuídese mucho”.(*) 
La tercera: “No se preocupe”. 
La cuarta: “Fuera de alcance, a mano”. 
Estas fórmulas, arrancadas de la banalidad del discurso, toman un valor menos universal y más válido para cada uno o cada una, es decir, como escribe Lacan, para un sujeto cualquiera. No generalizan un significante convirtiéndolo así en significante amo. Operan por puntuación, corte con el sentido convencional que era el malentendido. Extraídas del sentido común pasan al estatuto de significación, casi de nombre propio. Desde entonces ya no podemos seguir pronunciándolas sin pensarlo. De la representación del sujeto por un significante para otro significante, estas fórmulas pasan a la simple presentación, al poema, al inconsciente real. ¿Cómo hace? 
En el encuentro Sophie Calle había planteado una regla de juego: “ser interrumpida con algunas preguntas”, razón de la presencia de algunos psicoanalistas en el escenario. Porque juega a juegos que inventa y a los que les establece siempre ella sola las reglas. Es uno de los elementos de su método. Las obras resultan del modo imperativo: Pedí o pídame, abordé o abórdeme, planteé o me plantean preguntas… Su trabajo reposa sobre estos rituales. 
Aparición/desaparición de diferencias 
El método responde pues a un “hacerse” el objeto de un otro al cual ella le dicta la conducta. Se aloja entonces en ese Otro que controla, hasta adaptarse a los textos y volverse así un personaje de ficción. Es lo que ocurre en su trabajo sobre el personaje de María en Leviatán de Paul Auster. Escribe (4): “En Leviatán Paul Auster describe así su personaje de María: “Otras veces, ella observaba divisiones (...) basadas en letras del alfabeto. Jornadas enteras transcurrían bajo el signo de la b, de la c, o de la w”. A fin de acercarnos, María y yo, decidí obedecer al libro. Pasé la jornada del 10 de marzo de 1998 bajo el signo de B, las del 16 de febrero y el 19 de marzo bajo el signo de C y la del 14 de marzo bajo el signo de W.” Idem para el “régimen cromático” de María. (8 y 14 de diciembre de 1997). Subrayemos que ese “obedecer al libro” es una decisión, un acto que implica por lo tanto a veces un tratamiento que nombraría un método mimético “vivir como” o “vivir en”. Se trata de jugar sobre la diferencia entre yo y el otro, entre la realidad y la ficción, lo visible y lo decible como lo testimonia su trabajo sobre los ciegos, lo representado y lo presentado, la vida y la muerte, el primero y el último (soplo, palabra, imagen, mirada, voluntad…). En todos estos casos pone una función nueva, en el sentido matemático del término, en lugar de la oposición binaria de un S1 a un S2. 
Contingencia y azar 
Si el elemento de banalidad es el central, el de lo aleatorio es el complemento. Este término de banalidad evoca la formulación de Lacan: “De esas vidas, cuyas confesiones frente a mi vengo escuchando desde casi cuatro septenios, no soy quien para medirles el mérito. Y uno de los fines del silencio que constituye la regla de mi escucha, es justamente callar el amor. No traicionaré pues, sus secretos triviales e inigualables.”(5) La banalidad tan cara a Sophie Calle hace eco a la trivialidad y a la singularidad mencionadas por Lacan con referencia a la práctica del psicoanálisis. Con respecto a callar el amor, es también lo que ella hace, consecuencia requerida por la puesta en juego de su ser en el acto, ya sea creativo o psicoanalítico. 
Asimismo, la búsqueda de lo aleatorio, acatar o dirigirse a “desconocidos o a extraños”, nos reenvía a esta otra frase de Lacan, siempre en esa conferencia de Baltimore: “La vida es algo, como decimos en francés, que va a la deriva”.(6) Sophie Calle aferrándose un tiempo a un desconocido, a un extraño a su vida, pone en escena esta deriva abandonándose en ella, habita y le da vueltas a esta banalidad trivial hasta hacer aparecer el valor de destino. Hacer contar, interpretar por otros, escogidos por ella misma según criterios precisos, esta “ruptura banal”, según su formulación, tiene una doble función: transformarla en acto creador y “agotar su propio dolor a fuerza de contarlo”, a fuerza de la distancia tomada por esas narraciones.
 

El núcleo 
Hay un núcleo común a todas estas producciones y performances. Es la ausencia, la falta, dijo en las Jornadas, lo que no hay, lo que no hay más, bajo distintas formas: ruptura, desaparición, pérdida, duelo, es decir, un agujero en la red de lo simbólico. Ruptura amorosa, desaparición mortal, pérdida de objetos, de la agenda a la mirada, representaciones icónicas mutiladas durante la guerra civil en España, lugar de los cuadros robados que quedó vacío en el museo Isabella Stewart Gardner de Boston. Esto podría asemejarse al deseo de reencontrar el objeto perdido. Pero no se trata de recuperar esos objetos perdidos “mediante su arte” (7). Esas creaciones que no son criaturas, salvo quizás ella misma, se basan en el cambio de los lugares. Su arte es un arte del desplazamiento y de los remplazos de lo irremplazable. Instala en el lugar de lo que no está o ya no está, un elemento nuevo que ocupa el lugar vacío sin saturar dicho vacío: cuadro faltante en el museo, imagen faltante del ciego de nacimiento, cementerio y piedra sepulcral del viviente ausente, espacio. Es un arte del rastro que no recupera ningún objeto. Más bien los entierra, como el retrato, el collar Chanel y el diamante de su madre, enterrados en un iceberg; los encierra como los secretos de cada una de esas parejas, depositados en sus domicilios, dentro de cajas fuertes de las que no tienen la combinación. A esos papelitos no les atañe el funcionamiento de la carta robada. Sus autores los auto sustraen a ellos mismos. 
Lo que Sophie Calle fabrica son rastros de ausencias, - objetos, recuerdos, palabras- que en la operación se revelan huellas de goce, del de otros, banales, sublimación de lo banal y desidealización a través de la materialización. 
Triunfo de la voluntad 
Su obra es el triunfo de la voluntad, la voluntad de “hacerse” el operador del lazo, es decir del discurso a partir de su ser mismo. En esto depende de la mirada y de la escucha, no en la búsqueda del reconocimiento de su valor para y en el Otro, sino para acceder a la estructura de ficción de la verdad. Su arte reposa en la reducción del lenguaje a lo literal en el discurso y –me atrevo al neologismo- a lo material de los objetos a: para poder arriesgarse a leer el diario íntimo de su madre debe elevar su voz desde un lugar que no puede ser ubicable por los demás, quienes, sin embargo, pueden escucharla. Entonces no tiene nada que ver con la auto-ficción o los diarios íntimos, es lo mismo cuando está en la cama, en camisón, con desconocidos a los que hace que la adormezcan. Se trata más bien de “hétero-ficción”. 
Su arte es el del tiempo de lo que J.-A. Miller llamó el inconsciente real, otro nombre del cuerpo hablante. La interpretación ya no descifra, desplaza/reubica a los sujetos y sus objetos. El sentido dado por el discurso como lazo social es metódicamente transformado en significación. En él se pierde el pathos. En él se gana algún acceso a lo real. De esta investigación sobre lo real se desprende que no tiene otra garantía más que el acto mismo de cernirlo “fuera de alcance, a mano”. 
Estamos en lo más cercano a lo que opera el pase sobre los resultados de un análisis. 
Traducción: Gabriela Roth.
Revisión: Virginia Notenson.

Notas:
  1. Las 46º Jornadas de la Escuela de la Causa freudiana (ECF) sobre el tema “El objeto mirada” tuvieron lugar el 5 y 6 de noviembre2016 en el Palais des Congrès, en Paris, Sophie Calle fue una de las invitadas a la plenaria.
  2. Calle S., TOUT, Paris, Actes Sud, 2015.
  3. Lacan, J., (según) “De la structure comme immixtion d’une alterité prealable à un sujet quelconque”. La Cause du desir, Nº94, octubre 2016, p. 9.
  4. Todas las citas son extraídas de Sophie Calle, TOUT, op.cit.
  5. Lacan, J., “Freud, en lo que se refiere a la moral, está a la altura de las circunstancias”. El triunfo de la religión. Texto establecido por J- A Miller, Buenos Aires. Paidos, 2005 p. 18: “A decir verdad, quien les habla entró en el psicoanálisis lo suficientemente tarde como para antes haber intentado, a fe mía, como todo aquel que se formó, que se educó, orientarse en el campo de la cuestión ética teóricamente, y quizá también, ¡Dios mío!, por alguna de esas experiencias llamadas de la juventud. Pero, para abreviar, ya está en el psicoanálisis desde hace el suficiente tiempo como para poder decir que pronto habrá pasado la mitad de su existencia escuchando vidas que se cuentan, se confiesan. Y él escucha. Yo escucho”.
  6. Lacan, J., (según) “De la structure comme immixtion d’une alterité prealable à un sujet à un sujet quelconque”, op. cit.
  7. Lacan, J., “Homenaje a Marguerite Duras, del rapto de Lol V. Stein” (1965). Otros escritos. Paidós. Buenos Aires, 2012.
* Nota de la traducción y edición: Bajo el nombre “Cuídese mucho (Prenez soin de vous)”, Sophie Calle, inauguró una muestra y performance en Buenos Aires, en el marco de la Bienal de Performance, el martes 26 de mayo de 2015 en el Centro Cultural Kirchner.

Releer la revolución de Jean-Claude Milner,

por Juan Pablo Lucchelli

 

“La Revolución permite interpretar el Siglo XXI; el siglo XXI permite releer la Revolución”, (1) es por esa frase que se puede entrar en el último libro de Jean Claude Milner, Releer la Revolución. La revolución, suceso moderno, polariza y divide todas las representaciones, tanto en Europa como fuera de ella desde hace dos siglos. Al punto que las dos últimas guerras mundiales dependerían de ella y no a la inversa. De ese modo el autor construye la noción de “creencia revolucionaria”, creencia que ha atravesado toda una generación, la suya precisamente. En el interior mismo de la idea de revolución, habría tenido lugar según él, la distinción fundamental entre “la revolución ideal” del “ideal de la revolución”-es esto último a instancias del ideal del yo, que anticipa y toma forma la serie de revoluciones ideales.
El autor aísla, notablemente tres: la revolución francesa, la soviética y la china. Si consideramos que la revolución francesa es el primer suceso revolucionario, es ella la que se erige como “ideal de la revolución”. A instancias de Propp, Milner aísla una morfología de las revoluciones a través de la necesidad de una perfomatividad que implica la refundación de un Estado y la supresión del Estado precedente, pero también el recurrir a la fuerza y a la ilegalidad que le es inherente. Ello también tiene necesidad de un actor que la encarne tal como Robespierre, Lenin, etc. 
Acentúa asimismo el carácter moderno de la revolución francesa, modernidad nacida del corte epistemológico efectuado por Galileo, colocándola en la perspectiva de un autor antiguo, Polibio, que no podía concebir los gobiernos más que sucediéndose según un recorrido cíclico que lleva de la monarquía a la democracia, pasando por la aristocracia, con formas degenerativas respectivamente, tiranía, oligarquía, oclocracia. Contrariamente a esa circularidad (la monarquía degenerando en tiranía, la aristocracia en oligarquía, la democracia en oclocracia para seguidamente restaurar la monarquía y desembocar en un nuevo ciclo) que debe todo a esa concepción que explica el movimiento de los astros, la revolución francesa instaura una mutación, un corte cuyo tiempo es lineal y único: una revolución es como tal única en el sentido que no se produce más que una vez y que es irreducible a otras. 
Milner compara las revoluciones francesas, soviéticas y chinas, y muestra en qué son fundamentalmente diferentes. Si la revolución francesa es para levantar en lo alto el ideal, es también porque ella sola llegó a ser una revolución. ¿Eso sorprende? Y sin embargo la tesis que se desprende de la obra es que la revolución francesa es una revolución porque es un hecho de palabra. Ella implica que la noción de ciudadano es inherente a la de hombre. Esta inclusión se torna exclusiva en los ejemplos rusos y chinos. El ejemplo chino es, según Milner, de una terrible radicalidad en tanto que considera que la supervivencia es una ideología. A partir del momento en que se acepta esa premisa, todo está permitido “todo es sin límites”; no hay en particular ninguna barrera para las masacres en masa”. (2)
 

Leyendo la obra se percibe que es el siglo XXI quien permite comprender la revolución. Si la revolución es un hecho único, una suerte de emergencia de lo real, el Estado que ella instituye otorga el marco de eso que podemos nombrar realidad. De ese modo Milner propone al lector una de las formas posibles de diferenciar lo real de la realidad: es real lo que es discontinuo con el yo; lo real “disjunta, fractura, creado de lo heterogéneo y de lo contradictorio”, la realidad por el contrario, es compatible con el yo, “hace mantener lo homogéneo y lo consistente”. Para el autor, una revolución es una manifestación de lo real-y la realidad termina por deglutir ese real, encubriéndolo, sin suprimirlo. Él estudia lo que hay de real en la revolución francesa y lo que viene a encubrir en un primer tiempo la emergencia de lo real. Entonces opone las masacres del comienzo de la revolución al Terror (a la guillotina), como la muchedumbre y la masa o como lo instituyente a lo instituido. Según él eso tiene consecuencias sobre la creencia revolucionaria, pues los actores de las revoluciones han creído que ellas eran una suerte de intervalo entre dos ciclos, como lo describió Polibio. Luego, la revolución es un fenómeno de naturaleza diferente, es fuera del tiempo de alguna manera, sin lazo con el orden político habitual. Yo diría aún, que es en eso que para Milner la revolución proviene de lo real y no de la realidad. 
Pero en la obra están evocados otras formas de surgimiento de lo real, momentos sin ley simbólica, incomparables unos de otros: es el caso de los campos de concentración, donde los cuerpos son abandonados hasta ser reducidos a su animalidad. Milner incluye entre esos momentos no sólo la Shoah, sino también otras situaciones de concentración como la de la “jungla de Calais”, recientemente desmantelada y evoca más generalmente el tratamiento actual de los refugiados; “ Los derechos del hombre/mujer, esos de 1789, dejan el siglo XVIII por el siglo XXI, desde que se erige la lista de eso que falta a los refugiados (...) Yo entiendo la ironía: para Uds. los derechos del hombre se reducen pues a la fisiología, a las letrinas, a las cocinas, a los dispensarios. Y bien sí. Los derechos del hombre/mujer son materiales y su materialidad es tan básica, que en relación a ello, la tan exaltada materialidad de las relaciones sociales, de la opresión, de la economía deben pasar por una espiritualización pretenciosa. Frente a los campamentos de refugiados, el lenguaje marxista es frívolo”. 
Luego, los derechos del hombre y el sostén de los derechos del ciudadano conciernen “un solo y mismo cuerpo viviente”. ¿Cómo leer esos enunciados? No solamente como la denuncia de los malos tratos infligidos a la población de refugiados, sino y sobre todo como la forma que tiene la Europa democrática de concebir los derechos del hombre. Ello toma su origen, según Milner en la conjunción “y” que figura en el sintagma “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” de 1789: se puede ser un hombre, sin ser por lo tanto un ciudadano. Precisemos: el hombre descubre que la supervivencia no proviene de la animalidad o de la necesidad, sino más bien del derecho; cuando todo el resto ha sido abolido, ello se revela como el derecho fundamental. 
En un sentido este nueva obra extrae las consecuencias de ciertas tesis emitidas en Les penchants criminnnels de l’ Europe démocratique. (3) En efecto la disyunción entre hombre y ciudadano ha conocido un momento ejemplar durante la Alemania nazi, donde se podía ser ciudadano alemán y negar a los judíos la pertenencia al conjunto de los hombres (más precisamente, sólo los ciudadanos del Reich gozaban de la totalidad de los derechos políticos). El ejemplo de los ciudadanos del Reich ilustra un caso en que los derechos del ciudadano no son contemplados con el patrón de medida de los derechos del hombre. La Declaración de 1789 al contrario suponía implícitamente que jamás ningún derecho del ciudadano podría contradecir un derecho del hombre; ese principio de compatibilidad vale para todas las constituciones democráticas. Luego ha cesado de ser aplicada durante el régimen nazi en Alemania. Para tomar un ejemplo actual, en los Estados Unidos, uno se interroga: ¿la venta libre de armas derecho del ciudadano previsto en la Constitución, no contradice el derecho del hombre a la supervivencia? La revolución francesa otorga derechos a los hombres, pues basta con nacer hombre para gozar de los derechos que ello implica. Luego la Europa actual, para no nombrar más que a ella, disjunta los hombres y los ciudadanos. Las consecuencias de esta disyunción pueden ser imprevisibles, volvemos así a la noción de supervivencia evocada anteriormente. 
Milner finaliza su libro evocando su pasaje por el maoísmo y por un retorno sobre el cuerpo viviente que él era y es. Su autorretrato de joven intelectual no es tierno: “yo entré por amor propio, salvo que el filtro de ese amor no era otro que la radicalidad. Como forma sin contenido. Luego el maoísmo me ha hecho vivir una experiencia memorable: él ha dado contenidos a esa forma. Luego yo he encontrado, literalmente, el no importa qué, yo he experimentado que no importa qué puede ser presentado como radical y que la demanda de radicalidad prepara a aceptar no importa qué”. Al lector a declinar los acentos actuales de esta radicalidad.  
Traducción: Mirta Nakkache.
Revisión: Virginia Notenson.

Notas:
  1. Milner J.-C., Relire la Révolution, Verdier, 2016, p. 157.
  2. Milner J.-C., Clartés de tout, Verdier, 2011, p. 30.
  3. Milner J.-C., Les Penchants criminels de l’Europe démocratique, Verdier, 2003

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