5 de março de 2018

Ecos Soirée de la AMP: “La política del psicoanalista en la época del Campo Freudiano, Año Cero”, por Iolanda Ferreres Sebastià



…“Campo freudiano, año cero”. Todo recomienza, sin ser destruido, para llevarlo a un nivel superior”…(1)

El martes 13 de febrero la Junta Directiva de la Comunidad de Catalunya (CdC) nos acercó, a la sede de Barcelona, la Soirée de la AMP celebrada el pasado 29 de enero en París. Nos propuso tener una conversación a partir de lo que se trabajó en ella: “La política del psicoanalista en la época del Campo Freudiano, Año Cero”. Pudimos acceder previamente a la lectura de las presentaciones que tuvieron lugar allí; la de Anna Aromí (Barcelona), Silvia Baudini (Buenos Aires), Domenico Cosenza (Milán), y Angelina Harari (Sao Paulo), y fue a partir de ecos de estos trabajos que se desplegó el debate, ofreciendo un amplio tiempo para escuchar las resonancias producidas en la sala. Contamos con la intervención de Miquel Bassols, presidente de la AMP; y con las aportaciones de Laura Canedo, Anna Aromí y José Ramon Ubieto.

Tras una breve presentación del acto por parte de nuestra colega Leonora Troianovski, Miquel Bassols situó aquello de lo que se trata en las Soirées de la AMP y concretamente el por qué del tema tratado en ella este año. Nos explicó que la Soirée de la AMP es una actividad que se celebrará anualmente en París y que toma cada vez un eje de actualidad política de la AMP, siendo una forma de hacer la Escuela Una como vínculo de las siete Escuelas de la AMP. 

Situado el contexto, Bassols apunta a la necesidad de calibrar bien lo que quiere decir Miller cuando dice Campo Freudiano Año Cero. Lejos todavía de medir el alcance que eso tiene, nos lanza, de manera fuerte, a un momento inicial. Este texto de J.-A. Miller se podría equiparar a la “Proposición del 9 de Octubre” de Lacan sobre el analista de la Escuela. En este sentido explicó la intervención que hizo Domenico Cosenza en la Soirée al hacer una lectura de éste en términos de discontinuidad. Miller en su texto del 11 de junio de 2017, “Campo Freudiano, Año Cero”, pone a la Escuela del pase en un punto inicial, de partida, catapultando al psicoanalista lacaniano a la política, y vinculando la vida de la Escuela con el interior y el exterior, con todas las consecuencias del discurso del analista en el campo de la política y de la opinión pública.

Bassols plantea una pregunta para el debate: ¿Qué asegura al analista que no está interviniendo en nombre de una/su ideología? Y apunta una respuesta diciendo que no hay nada que asegure eso, por lo que se trataría más de sostener hasta el límite el deseo del analista.

A partir de aquí escuchamos primero las diferentes puntuaciones de los colegas de la mesa, quienes intervinieron con sus ecos planteando nuevas preguntas a la sala, y abriéndose después un buen tiempo para el debate. Con todo ello se generó un propicio clima para tomar la palabra, y en la sala se hizo buen uso de ello conversando.

Laura Canedo, entre otros puntos, resaltó que no hay posibilidad de psicoanálisis sin el Estado de Derecho y la libertad de palabra y de opinión, preguntándose si el significante “derechos civiles” no sería un Nombre del Padre para nosotros. Anna Aromí distinguió entre ideología y política, y planteó el síntoma con el término polarización que podría cifrar algo del malestar, haciendo anclaje, de este modo, no sólo el sentido sino también lo real. Introdujo la pregunta sobre qué sería una conversación analítica como tal. José Ramón Ubieto resaltó varios puntos entre los cuales formuló sus interrogantes: “Si el psicoanálisis está del lado del deseo de democracia y no de restauración del Uno, cómo pensar eso en relación a la Escuela misma? ¿Cómo vivificamos la conversación entre los miembros? ¿Que nos enseñan los Testimonios de pase sobre esta cuestión?”.

Con estas lecturas, los efectos de esos ecos se iban produciendo localizándose diversos lugares desde los que se sostenía cada palabra en la conversación. Apareció un punto especialmente vivo al plantear que se trata de orientarse por lo que nos toca, sin rehuirlo; sabiendo que lo que toca a cada uno está en relación a su propia política.

Se habló también de la posibilidad de abrochar el deseo del analista y el deseo de democracia, refrescándonos los dispositivos de los lugares alpha como espacios donde se generan preguntas y respuestas.

Las intervenciones se centraron en el lugar de la Escuela del pase, qué quiere decir tener una verdadera conversación y cuáles serían las condiciones que se necesitan para ello. Patricio Alvarez, colega de la EOL que nos acompañó en este espacio de la Escuela, señaló la polarización como la dificultad de la desidentificación, de la neutralidad, o de cómo tomar partido de un modo neutralizado; y subrayó la desidentificación como una condición necesaria para una verdadera conversación analítica.

Miller con “Campo Freudiano Año Cero” nos lleva a una Escuela bisagra entre interior y exterior, como un lugar desde el que conversar en las coordenadas del campo político que nos toca, dentro y fuera. El discurso del psicoanálisis es también político. Vimos que cuando algo toca, algo cambia; habiéndonos de hacer cargo, uno por uno, de las resonancias producidas y de los particulares efectos que éstas tienen en el cuerpo. Podríamos pensar que uno sólo puede hablar en función de lo que escucha, de aquello que le toca. Conversar quiere decir dejarse atravesar por otra lógica, y estar dispuesto a que ello pueda producir una transformación en el propio discurso.

La Escuela, tocada por lo vivo, está en el lugar de sostener hasta el final una posición analítica con la política de su tiempo. Con el pase el analista ha podido hacer la experiencia de dar cuenta de su política con lo que le toca como Sujeto, con lo más extranjero y también con lo más familiar. Llevar eso a una posición de Escuela toca a cada uno de sus miembros, y este acto sólo se puede sostener desde un decidido deseo de saber.

1-. Jacques Alain Miller, “Campo freudiano, Año Cero”, París 11 de junio 2017.


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