13 de abril de 2008

VI congreso de la AMP -el periódico Nº 40-

el periódico
del VI congreso de la AMP
los objetos a en la experiencia analítica


21 a 25 de abril de 2008 • Marriott Plaza Hotel, Buenos Aires •
www.amp2008.com Nº 40

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"la pragmática de la cura a partir del objeto a"

Operar con el objeto

Elena Sper

Tomar en cuenta la pragmática de la cura a partir del objeto a es considerar que sin este no podríamos operar en la experiencia analítica, es imprescindible apuntar a él en nuestra labor como analistas.

Claro que para que haya analista como lo indica Lacan, es en tanto, proviene de su experiencia como analizante, de lo que él ha sido como objeto en la relación con el Otro. Es decir el analista se hace producir a partir del objeto a, por el decir analizante, en tanto que objeto. Y esta seria la lógica de la cura, lograr esa desubjetivación a una posición de subjetivación del objeto. Operación que da lugar al deseo del analista que le permite en su práctica poder encarnar el objeto a del analizante.

Un deseo, no se puede entender sino por lo que causa. Por lo tanto el deseo del analista, tiene que ser elucidado por el objeto que lo causa. Y este objeto que lo causa no es otra cosa que la imposibilidad de escribir la “relación sexual”, “es el no hay”, que es un punto de real, implica que lo que se le escapa a un analista, bajo esta forma, es completar el síntoma del analizante, funcionamiento que permite ponerse en el lugar del vacío.

El síntoma está en relación con el A del analizante y su S1, esto implica, revelar en ese A el objeto a que sostiene ese síntoma. Y sería desde luego apuntar a lo real, porque en la relación entre el inconciente y el síntoma, lo que se descubre es un nudo de real, que es lo que se presenta como lo incurable.
En la “Nota italiana” Lacan nos indica que los objetos a permiten realizaciones; entonces un análisis que lleva al analizante a conocer sus objetos a, lo lleva a las realizaciones, las más efectivas y a las realidades que más atan. Por eso la operación analítica es con el objeto, separar el I del (a), es decir, separar el objeto ya no revestido por lo imaginario del ideal, porque en esta relación y en esta distancia entre el I y el (a) es donde se ubica el engaño estructural.



Adriana Elefoso

En “El Atolondradicho” nos dice Lacan “[…] la referencia con la cual sitúo el inconciente es precisamente la que escapa a la lingüística, porque como ciencia nada tiene que hacer con el parecer, como tampoco nos lleva al noúmeno. Pero de que nos lleva nos lleva, y Dios sabe a dónde, aunque de seguro no al inconciente, quien por tomarla en la estructura la desorienta en cuanto a lo Real con que se motiva el lenguaje: ya que el LENGUAJE, es eso mismo, esa DERIVA […].”
Diremos que en este pasaje Lacan ubica lo real como lo más cómplice de la pulsión que hace presente la realidad del inconciente. Momento del análisis en que la pulsión se dirige al analista.

En La angustia lacaniana, J.-A. Miller ubica al analista en el lugar del pequeño a y lo separa radicalmente del funcionamiento del inconciente. Allí separa acto e inconciente.

De este modo sitúa del lado del inconciente la elucubración de saber, la traducción, que lleva al análisis interminable. Y ubica del lado del acto la realidad sexual del inconciente.

Podemos leer en Los signos del goce, como todo goce va a parar a la lengua, no alcanza plantear el objeto a como residuo o como resultado, hay que erigir el goce como término anterior. Se trata de captar ese registro anterior al inconciente.

Entonces ¿de qué modo captar ese registro?

A este interrogante responde la continuación de la cita de “El Atolondraducho”: ”[…] el psicoanálisis sólo accede a él por la entrada en juego de Otra dicho mansión, que se abre porque el adalid (del juego) ‘pone SEMBLANTE’ de ser el efecto de lenguaje principal, el objeto con que se (a)nima el corte que así permite: el objeto a, para llamarlo con la sigla que le asigno”.

”[…] Esto el analista lo paga con tener que ‘representar’, la caída de un discurso […]” y el analizante sólo termina si hace del objeto a el representante de la representación de su analista. Entonces, en tanto dure su duelo del objeto al que por fin lo ha reducido, el psicoanalista persiste en causar su deseo: más bien maniáco-depresivamente […].”


Lacan, J., El Seminario, libro 10. La Angustia.
Lacan, J., El Seminario, libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Lacan, J., “La Tercera”, en: Intervenciones y textos 2.
Lacan, J., “El Atolondradicho”, pp.59-60 y p.62.
Miller, J.-A., Los signos del goce, p.357.


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