18 de outubro de 2015

XXIV Jornadas anuales de la EOL. Solos y Solas, por Silvia Baudini y Silvia Salman


Argumento 

La expresión Solos y Solas designa en nuestra lengua local, un modo de vivir y de habitar en el mundo. Sin compañera o compañero, la sociedad contemporánea ofrece múltiples opciones a quienes se inscriben bajo esta fórmula que bien podría considerarse una nueva categoría clínica: los que sufren por estar sin pareja. 

Sin embargo el psicoanálisis, siguiendo la transmisión de Lacan, nos enseña que el encuentro con un psicoanalista puede hacer emerger lo que acompaña a un sujeto sin que el sujeto mismo lo sepa, introduciendo otra dimensión de la soledad que exploraremos a lo largo de estas jornadas.

La soledad

La soledad es un término antiguo trabajado con insistencia tanto desde la perspectiva filosófica como la literaria. Hoy se trata de un significante que se impone de diferentes maneras haciendo existir un sentimiento de soledad si no generalizado, al menos extendido. ¿Cómo pensar su emergencia en un mundo signado por la hiperconexión y el auge de las tecnologías en red? 

Los solitarios siempre existieron, desde los ermitaños y monjes en la época clásica hasta los solitarios del romanticismo en el siglo XIX, en cada uno de ellos la exaltación de la soledad era una elección de un estilo de vida.

Pero más allá de ser elegida o impuesta, el Psicoanálisis a través de Freud y de Lacan hace surgir una dimensión de la soledad, que a partir de sus elaboraciones podemos denominar estructural. El desamparo inicial del infans en su llegada al mundo y el sujeto por siempre incompleto, circunscriben una soledad radical que habita a cada ser hablante. ¿Cómo se las arregla cada uno con ella?

Las parejas 

El sujeto que tratamos en psicoanálisis, tiene de manera escencial y necesaria algo que le hace de pareja. Por su carácter de incompletud, sería impensable sin ella [1] . Por ello, más allá de la pareja hombre –mujer a la que se refiere nuestro título de solos y solas, hay una diversidad de parejas posibles o de Otros posibles con los que cada uno se enlaza sin saberlo, y que se ponen de relieve a lo largo de una experiencia analítica.

A veces ese Otro es el cuerpo, tal como lo testimonia la histeria, o los pensamientos en el caso de la neurosis obsesiva. Pero también pueden ser los miedos para la fobia o las palabras de los otros para la paranoia. Por su parte el silencio es la pareja fundamental del autismo, así como el niño lo es para la madre o el padre para algunas mujeres. 

En la variedad de las elecciones de parejas posibles, la imagen de sí puede ser el mejor compañero de un sujeto poniendo de relieve la dimensión narcisística del yo que se toma como objeto. También puede serlo el objeto pulsional del fantasma, haciendo existir en él al Otro como medio de acceder a un goce. Y más profundamente el síntoma propio, pareja esencial a la que J.A-.Miller definió con el sintagma partenaire-síntoma.

Estas Jornadas serán la ocasión de explorar los mecanismos por los cuales cada uno se liga de manera esencial a algo. Los encuentros de Solos y solas también forman parejas, paradojas de la época que nos permitirán interrogar el estatuto de la soledad contemporánea.

La angustia, signo que no engaña, permite cuando se presenta atisbar ese solo de cada uno que hace posible salir al encuentro de otros. El analista está ahí en posición de poder recoger el guante.

El lazo analítico

El psicoanalista es una pareja suplementaria [2] . El discurso analítico que pone en acto, establece un cierto tipo de lazo que hace despuntar en su práctica un real singular para cada uno. El partenaire aquí no es tanto aquel que responde, sino más bien el que se inserta en el proceso sintomático [3].

El analista se presta a encarnar las figuras que convienen para que el analizante despliegue allí su modalidad de satisfacción. Así, el lazo transferencial deviene el lugar privilegiado para hacer emerger los significantes que organizaron las series de identificaciones. Podemos decir que allí el sujeto se encuentra a solas con Otro.

Y los psicoanalistas también se encuentran a solas con su acto. Separados y desidentificados del Otro por su propia experiencia analítica, la Escuela de Lacan puede ser un refugio para la soledad del analista. Ese conjunto de solos y solas, que sin embargo hacen lazo entre sí y con la causa que los anima. 
  
Silvia Baudini 
Silvia Salman


Notas

1-. Miller, J.-A., El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Bs. As., 2005, p. 289.
2-. Miller, J.-A., Ibíd, p. 283.
3-. Miller, J.-A., El partenaire síntoma, Paidós, Bs. As., 2008, p. 172.

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