20 de novembro de 2006
IMPRESIONES DE MALAGA
IMPRESIONES DE MÁLAGA
Un comentario acerca de las Vas Jornadas de la ELP
Durante el fin de semana del 11 y 12 de noviembre tuvieron lugar en Málaga las V Jornadas anuales de la ELP, bajo el título “La angustia, el afecto que no engaña. Nuevas formas, nuevas respuestas del psicoanálisis”. Estas Jornadas, las quintas después de la fundación de nuestra Escuela, que se acompañaron de la Asamblea anual de la ELP, donde se decidió esta vez la permutación bienal de sus instancias directivas, permiten hacer una valoración optimista sobre su salud seis años después de su fundación.
Como recordó en el Acto de inauguración Manuel Fernández Blanco, en su último discurso como Presidente de la ELP, la elección del tema de las Jornadas vino dada por un lado, por la reciente traducción al español del Seminario X, pero también, por otro, como punto de partida del trabajo a realizar en la Escuela de cara a la preparación del próximo Congreso de la AMP, “Los objetos a en la experiencia analítica”, según la indicación que J.-A. Miller dio en Roma.
Fernández Blanco señaló que al lado de la angustia de siempre, lo estructural de la angustia, lo que ya conocemos, está lo nuevo de la angustia, la paradoja de que, en una sociedad que pretende la seguridad a ultranza, la angustia haya adquirido rango de epidemia, que se haya generalizado en un momento en el que, supuestamente, existen fármacos eficaces para combatirla. Así, como señaló Miller en Italia en las Jornadas sobre “Los psicoanalistas en la ciudad” (2002), y fue publicado como “Intuiciones milanesas”, hoy en día lo que está afectado es el vínculo social, y esto da lugar a sujetos desarrumados y dispersos, lo que fuerza a una exigencia subjetiva de invención. Lo global, dijo, es el resultado de la crisis de lo universal, es lo imaginario de lo universal y se asienta en la crisis de sentido, que aboca a la angustia a muchos sujetos, especialmente a los menos metonímicos, a los que necesitan abrochar un sentido para tolerar la existencia sin el recurso a la tradición.
Frente a la angustia y el desamparo del sujeto hipermoderno, la respuesta del psicoanálisis es de utilidad pública. Y en esta dimensión, la ELP, planteó Fernández Blanco, a través de la FCPOL (Fundación para la Clínica psicoanalítica de Orientación Lacaniana), está creando una política de apertura de Centros Psicoanalíticos de Consultas y Tratamiento (CPCT) en distintas ciudades de España: el centro de Barcelona, que acaba de celebrar sus dos años de funcionamiento y los de Madrid, Málaga y Bilbao, inaugurados a lo largo de este año. Esta iniciativa, dijo, “supone defender, en acto, el psicoanálisis como un derecho ciudadano, como una alternativa frente al sufrimiento más íntimo de cada uno”.
Los efectos de esta respuesta de la ELP al malestar, junto con el buen trabajo realizado por el Directorio, Consejo e instancias de sus distintas comunidades y sedes, está teniendo efectos de renovación y libidinización en la propia Escuela, tal como ha sido visible durantes estas Jornadas, en las que el excelente clima de trabajo puso de manifiesto la buena salud del lazo asociativo. Me parece que esto se reflejó asimismo en el interesante debate que se produjo durante la Asamblea de los miembros de la ELP.
A continuación trataré de transmitir algunas de las ideas y contenidos que surgieron en las Jornadas.
Hubo un momento muy emocionante para todos nosotros: el acto de homenaje a nuestro colega malagueño José Antonio Naranjo, fallecido hace ocho meses, que abrió las Jornadas después de su inauguración oficial. Este homenaje, en su ciudad natal, en presencia de su familia y amigos, se acompañó de la publicación del segundo volumen de la Colección de la ELP que bajo el título Razón del psicoanálisis, recoge parte de sus textos, publicados e inéditos. Los testimonios de algunos de los que fueron sus colegas y amigos, Guy Briole, Hilario Cid, Xavier Giner y Vicente Palomera, plagados por otra parte de unos cuantos lapsus divertidos que ayudaron a los asistentes al acto a sobrellevar la emoción del momento, se vio coronado por el testimonio vivo de uno de sus amigos, José Andrés Torres Mora, Vice-Presidente de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, que esbozó con precisas y rápidas pinceladas el rostro amable y el carácter decidido en su compromiso psicoanalítico y cívico, del amigo y colega ausente. Desde lo que calificó como “una tradición política dentro de la política” que no trata de eliminar el conflicto sino de encontrar cierta coherencia, “aunque sea precaria o reversible”, Torres Mora ensalzó a José Antonio Naranjo como “un ciudadano que trataba de elevarse sobre las contradicciones y tomar partido. No por un partido necesariamente, sino por una causa”.
Hubo momentos durante las Jornadas de mucho trabajo epistémico y clínico: ocho salas simultáneas, veinticuatro presentaciones sobre las nuevas formas en que lo real de la angustia se hace presente en la clínica actual y sobre las nuevas respuestas que el psicoanálisis ofrece, tanto en la clínica privada como en la institución; una plenaria sobre la clínica de la angustia en los CPCT en España donde los trabajos presentados por integrantes de los equipos de los CPCT de Barcelona (Elvira Guilañá) y Madrid (Vilma Coccoz), así como de la Clínica del Campo Freudiano de La Coruña (Carmen Garrido), fueron comentados por colegas de los CPCT de Bilbao (Mónica Marín), Málaga (Rodolfo Pujol) y París (Pierre-Gilles Guéguen).
También hubo una plenaria sobre el psicoanálisis puro, “Las enseñanzas del pase”, con presentaciones de una AE de la ECF, Laure Naveau, que es la tercera vez que tiene la generosidad de compartir directamente su trabajo con nosotros, y de un AE de la EOL, Mauricio Tarrab, a quien después de Roma, algunos ya tuvimos la suerte de volver escuchar en Barcelona, justo antes de las Jornadas.
La conferencia del Delegado general de la AMP, Éric Laurent, “Inconsistencia y certeza: políticas de la angustia”, señaló de entrada cómo la enseñanza de Lacan se opone a las bodas entre el afecto y el intelecto que celebra el cognitivismo emocional. Para nosotros el afecto no es una guía de acción, pero la angustia sí es un instrumento epistemológico que nos da una certeza más allá de lo que llamó “las debilidades de la verdad”.
E. Laurent señaló que, en el Seminario X, Lacan insiste en la función epistémica de la angustia en relación a la causa y alude a las discusiones de la tradición filosófica, y algunas más modernas, como la de Maine de Biran, en torno al problema. Como dice en la p. 235 del seminario, el problema de la causa surge siempre cuando algo se somete a la consideración del conocimiento.
En este sentido, Laurent planteó que para leer el Seminario X es interesante recordar el debate que tuvo lugar en los años 30 del pasado siglo entre K. Popper y R. Carnap sobre la función de la causa y que se articuló en torno a la concepción de los pensamientos (Gedanken) de Frege, que implica una despsicologización radical. En “Sobre el sentido y la referencia” (1892), el pensamiento no es el acto subjetivo del pensar sino un dato objetivo, que puede ser compartido por la serie de sujetos.
Para Lacan, un síntoma puede ser compartido por la serie de cuerpos. La referencia al goce sentido se aborda por las huellas que se inscribieron en el lugar del Otro: el cuerpo. Un síntoma puede ser síntoma de otros cuerpos. Los tipos de síntoma tienen que remitirse a la experiencia de los objetos a en la cura, problema que, indicó, puede pensarse de cara al Congreso.
Subjetivar el síntoma es el revés de la identificación imaginaria. La función de la causa nos remite a un objeto que no está en el marco imaginario sino separado, que el cuerpo va a utilizar para gozar de sí mismo.
El sujeto recupera el objeto en la medida que puede dirigirse al Otro. Y cuando lo recupera, al final del análisis, el ya analista puede deshipnotizarse de lo que está en el centro de la cura y estar a la altura del modo de separtición de cada uno de sus pacientes.
Esto permite pensar, dijo como conclusión, el fundamento de las políticas frente a la angustia. El discurso político puede estar tentado de identificarnos a este cuerpo a través del reino de las imágenes, al modo de La sociedad del espectáculo, que planteó Debord en 1967, de seducirnos con una identidad corporal que podríamos alcanzar por el sentimiento. Sin embargo, citando el comentario de José Andrés Torres, al inicio de las Jornadas, Laurent planteó que la tradición política dentro de la política consiste en no eliminar el conflicto en cuanto tal. Hay que sostener que el Otro es inconsistente en nombre de la certeza de la angustia. Es lo contrario de querer crear un Otro consistente en nombre de la consistencia de la técnica.
Finalmente Xavier Esqué, nuevo Presidente de la ELP, en su discurso de clausura de las Jornadas, planteó que la ELP “no es un lugar donde los analistas se encuentran para reconocerse entre sí, no es un lugar donde los analistas se encuentren para reconocerse entre sí como ya formados, porque nosotros en el interior mismo de la Escuela ubicamos un agujero central con la pregunta ¿qué es un psicoanalista? ¿qué es el psicoanálisis? ¿cómo funciona? Por eso los analistas lacanianos estamos siempre en formación, por eso nuestra Escuela es, fundamentalmente, una Escuela de analizantes, de ahí arranca la transferencia de trabajo, de ahí, también que la formación del analista siempre haga síntoma”.
Para concluir, quiero añadir un breve comentario sobre el buen hacer tanto de la Comisión científica (coordinada por Miquel Bassols) como de la Comisión de organización de las Jornadas (al frente de la cual estaban José Ramón Ubieto y María Navarro), y de todos los colegas de Málaga que nos acogieron con la amabilidad que les caracteriza y que hicieron que, a pesar del intenso trabajo, las Jornadas fueran como la seda.
Margarita Álvarez
(ELP-Barcelona)
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