17 de novembro de 2006

V Jornadas ELP- Málaga



EL EROS DE UN TRABAJO
Málaga, 11 y 12 de Noviembre de 2006
La cálida ciudad de Málaga ha acogido este pasado fin de semana, 11 y 12 de noviembre de 2006, las quintas jornadas de la ELP. Abrió las jornadas un Acto de homenaje a José Antonio Naranjo, miembro y amigo de la Escuela Lacaniana en España demasiado tempranamente fallecido. José Antonio fue un entusiasta impulsor de iniciativas, la más reciente los CPCTs, y fue sobre todo alguien abierto a los encuentros, como quedó de manifiesto en quienes tomaron la palabra para su recuerdo. Un libro, Razón del Psicoanálisis, recoge desde ahora ese eco y algunos de sus textos. Otro de los trabajos de la ELP fue elegir nuevos miembros para componer el Consejo y también un nuevo Presidente, con una despedida alegre a los colegas salientes. De todo ello darán debida cuenta los comunicados pertinentes, decir aquí solamente una impresión de esta redactora: los aplausos que acompañaron cada momento de la Jornada, tanto en las presentaciones de los trabajos como en el proceso institucional sonaban con un impulso especial, iban más allá de la mera cortesía... puede ser que las “palmas” andaluzas sean contagiosas pero también resonaba ahí, como fue dicho, el Eros de trabajo de una Escuela. La mesa de los AE (Lucía D’Angelo, Laure Naveau, Mauricio Tarrab) y una Conferencia, no de clausura sino de apertura al tema, de Eric Laurent, concluyeron dos días luminosos de trabajo. ¿Que cúal era el tema de la Jornada?, “la Angustia, el afecto que no engaña. Nuevas formas, nuevas respuestas del psicoanálisis”, a eso dedicó la Escuela este pasado fin de semana.

From Anna Aromí , TLN 304



Homenaje a José Antonio Naranjo

El que no retrocede

Hilario Cid


Conocí a José Antonio Naranjo cuando él era muy joven. No había tenido una vida fácil, creo que eso le dio una marca singular, porque no sentía aprecio por las cosas fáciles. La dificultad no era para él un obstáculo sino un reto. Quizás por eso le interesaba tanto el Psicoanálisis. Psicoanálisis que para él no podía ser sino lacaniano.
Ser psicoanalista lacaniano en la época en que él empezó, era en España sumamente difícil. Conocí a mucha gente en Málaga que empezó en ese tiempo. Casi todos retrocedieron ante las dificultades. Para José Antonio fue un acicate y no retrocedió. “El que no retrocede”, podría ser su nombre en nuestra Odisea psicoanalítica. No retrocedió tampoco cuando advirtió que su analista no podía ser otro que Jacques- Alain Miller, pues para él era el verdadero soporte del Sujeto Supuesto Saber, con la ventaja de haber verificado a través de la lectura de sus cursos que se sustentaba en un saber que no era supuesto.
Como buen lacaniano y discípulo directo de Jacques – Alain Miller tenía la firme convicción de que un psicoanalista debía llevar su propio análisis hasta el final. En los últimos años me decía que estaba elaborando su final de análisis. En ese contexto de investigación y elaboración de una salida a su final de análisis, es donde, creo, se inserta este segundo capítulo de su libro Razón del psicoanálisis, (1) que lleva por título Psicoanálisis puro.
Se trata de cinco artículos de los cuales podemos decir que el primero es la introducción, los tres siguientes forman la investigación propiamente dicha y el último es una conclusión.El primer artículo, que es un comentario de la Teoría del trauma de nacimiento de Otto Rank, traza las líneas maestras del problema. Rank plantea la cuestión clásica de en qué momento un análisis puede considerarse terminado, y una respuesta que él cree llega a la raíz misma del inconsciente, al corazón del ser del sujeto del inconsciente. Rank, lo sitúa en el trauma de nacimiento. José Antonio hace una divertida torsión y dice que la raíz no está en esa imaginería de Rank sino en el nacimiento del trauma. Un análisis llega al final cuando se llega al traumatismo que de manera singular marcó en uno mismo la colisión del goce con el lenguaje. La articulación última de significante y goce que le dará a uno el nombre propio, el nombre que no está en el santoral del Otro, el nombre de goce, la letra que escribió ese encuentro. Llegar hasta ahí sólo es posible mediante esa práctica sostenida en un discurso que Freud denominó Psicoanálisis.
Tenemos la meta y el medio para alcanzarla, pero falta todo lo demás, las carreteras, los senderos, los vericuetos. ¿Cómo saber además que se ha llegado a la verdadera meta si no hay planos ni señalizaciones preestablecidos?. ¿Cómo orientarse en el largo y dificultoso camino para no perderse?. ¿Cómo saber que uno ha llegado allí y no a otro sitio?.
José Antonio toma tres referentes: Freud, Lacan y Jacques – Alain Miller, en relación a los conceptos de, Inconsciente, Repetición, Pulsión y Transferencia. Nada menos que lo que Lacan aisló como los conceptos
Fundamentales del psicoanálisis.
Comienza su investigación con el complejo concepto de Repetición, concepto que ya en Freud está ligado al trauma. Después de hacer un recorrido por él, diferenciando distintos aspectos tanto en Freud como en Lacan, llega a despejarlo, con el Lacan del Seminario XVII como un concepto en el que lo real, el goce, es el fundamento de la repetición significante. La Repetición conduce a un encuentro siempre fallido con lo real. Significante y goce, aparecen ahí articulados.

Pero despejar la Repetición, sólo es posible mediante la Transferencia, porque lo que la repetición oculta, la transferencia lo muestra. Nos referimos al objeto (a) minúscula, en tanto zona erógena, en tanto remite al goce sin ser significante, en tanto tiene que ver con los orificios del cuerpo.
Articular Repetición y Transferencia no es sólo la posibilidad de parar un goce diabólico en alguien que se analiza; es también la estructura misma de la Pulsión. Por eso su investigación , se desplaza de la Repetición, en tanto que la Repetición en última instancia no es sino velamiento de lo real, pues siempre de lo que se trata es de evitar ese encuentro, a la Pulsión, donde lo real se hace presente como satisfacción y ello a través de esas zonas erógenas.
Aborda la Pulsión a partir de las pulsiones freudianas por excelencia, la pulsión oral y la pulsión anal. Y las refiere al otro estadío que aisló Freud, el genital o fálico. En este artículo, la investigación se hace muy densa, incluso complicada, pues de lo que se trata es de llegar a la identidad misma del sujeto en tanto sujeto del inconsciente, o mejor aún a aislar y dar razón de que lo que está en juego en la identidad del sujeto es, ni más ni menos que la manera en que uno goza de su inconsciente en tanto éste lo determina. Tenemos en este artículo el armazón de lo que será para el último Lacan el síntoma.
Por eso intenta a través del concepto de pulsión dar cuenta tanto de la identidad del sujeto, como de su ubicación en el Otro. Comienza por la consideración de la pulsión en relación a la demanda. Esto nos lleva a la falta del Otro bajo la forma del amor. Las pulsiones lacanianas, escópica e invocante, nos conducen también a la falta en el Otro esta vez con el nombre de deseo del Otro.
La pulsión nos revela la falta del sujeto y la falta del Otro. Este artículo, es tan complejo como interesante, pues vamos viendo a través de lo que llama los sujetos orales y los sujetos anales, como se van dialectizando la falta del sujeto y la falta del Otro. A partir de la pulsión razona sobre la constitución del Otro, un Otro inconsistente, y la identidad del sujeto.
Yo no había leído antes de leer este artículo, una declinación tan razonada de lo que podemos llamar las tres formas identitarias del sujeto del inconsciente en cuanto al goce. Me refiero al goce fálico, al goce del bla, bla o goce-sentido, y al goce pulsional.
Tres modos de goce que conducen a una estructura común, a la articulación de la falta del sujeto con la falta del Otro.
Y el trauma originario es básicamente eso, el encuentro del significante con lo inasimilable del goce, y origina la falta en ser del sujeto así como el nacimiento de un Otro al que le falta el lugar donde alojar ese goce que no es sino del cuerpo propio.
El recorrido de un análisis requiere pues dos travesías, la de la falta en ser y la pérdida del Otro. La respuesta a la problemática que plantea, no está en la repetición, que estaría condenada a un fracaso, porque el camino que recorre para pedir la identidad, “está, al mismo tiempo, hecho para evitarla, en tanto la identidad queda… más allá de la repetición, porque la identidad no puede hallarse sino en la confrontación subjetiva a la falta del Otro, y la demanda repetitiva está conformada para desconocerla” (2).
Ese agujero en el Otro es el verdadero trou del “troumatisme”, y lo que viene ahí por parte del lenguaje y del cuerpo, ya sea mediante el objeto (a) o la letra, no conforman sino lo que Lacan llamará el síntoma, verdadera identidad del sujeto. Su nombre de goce, su verdadero nombre.
¿Cómo saber cuando se ha llegado ahí?. Eso es lo que José Antonio reflexiona en su último artículo de este segundo capítulo, que lleva por título La prisa no es una cuestión de tiempo. Se trata de un artículo, donde ha depurado más su estilo, con una agilidad cercana a sus últimos trabajos.
Propone que llegar a confrontar la falta en el Otro, supone que no hay ya, garantía de este momento. Si hubo separación del Otro nada asegura que la haya habido. Por tanto, el final de un análisis es cruzar el insondable abismo. Además hay que cruzarlo deprisa, pues la vacilación sólo dará incertidumbre sobre lo logrado. En efecto no hay Otro del Otro ni Acto del Acto. El acto no tiene garantía, es la confrontación al abismo. De ahí la angustia de todo acto. Pero como dice, ya no se trata de la angustia paralizante con la que uno puede empezar un análisis, sino con la angustia productiva del final de un análisis.
Terminaré volviendo a donde empecé. “El que no retrocede”. Esa es la lección de José Antonio Naranjo Mariscal. No retrocedió ni un paso a pesar de las dificultades. No retrocedió ante la angustia que lo real provoca en todo ser hablante cuando emerge. Tan sólo la muerte, Amo Absoluto, nos arrebató al colega, al amigo, justo en el momento en que afrontaba lo real con más entusiasmo que nunca.

Notas.-
1. José Antonio Naranjo. Razón del Psicoanálisis. ELP. RBA Libros, S.A. Barcelona noviembre de 2006.
Op. Cit. Página 126

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