
El decir de la analizante recién nombrada Analista de la Escuela (AE) muestra la singularidad del pârletre
en acto: una enunciación sostenida en un cuerpo que da cuenta de
ciertos hallazgos (fuera de las identificaciones pantalla de su
historia) que ella ha encontrado y con los que se ha manejado en el
final y más allá; no sin las oscilaciones de un vaivén particular en
tanto “sensación mantenida en la vida” del analizante que afecta el
cuerpo que, más allá de la consistencia imaginaria, queda “absorbido (en
un momento dado) por un real sin fondo”. Ello nos lleva a la
experiencia de cada análisis que acontece con sus tumbos y vacilaciones
propios. Como Marta señala, de las caídas a modo de acting out surge como producto un avance.

El
analista de la Escuela enseña que el hallazgo fundamental es hacerse
cargo de que hay un incurable singular: el síntoma que deviene invención
y responsabilidad en saber maniobrar con eso, desembrollar (se) de eso,
que en definitiva siempre ha estado presente, a partir además de un
estilo propio. De ahí, podemos entender el estatuto de “acontecimiento”
al que se refirió en su presentación Enric Berenguer, dado que cada
testimonio nos enseña algo que permite hacer avanzar el psicoanálisis a
partir de la singularidad del síntoma y de cómo de ahí surge una
modalidad particular, inclasificable, de estar y situarse en el mundo.
Así mismo, y no menos importante, la experiencia única que cada AE trae
consigo y su modo de trabajo a partir de ella, posibilita que los
psicoanalistas avancemos y nos actualicemos -con los elementos de la
última enseñanza de Lacan y nuestra lectura del momento de época actual-
para el sostén de la práctica analítica.

Un testimonio de pase nos ofrece puntos
vivos al auditorio amplio, practicantes y allegados al psicoanálisis
para continuar interrogándonos, a partir del vaivén de los propios análisis que apuestan por un más allá de lo estrictamente terapéutico.
El AE, a lo largo de su enunciación, fue
nombrando algunas cuestiones: la orientación/desorientación en el
fantasma a partir del lugar del niño para el deseo del Otro, lo engañoso
de la escena traumática, la increencia en el lenguaje, sobre la
transferencia, la pulsión de muerte, la transgresión… y el uso, en
definitiva, del síntoma como recurso y herramienta para los diversos
órdenes de la vida del pârletre. Ello no sin un anudamiento a
la Escuela en cuyo marco político, epistémico y clínico se aloja la
producción de un analista con su modo de goce absolutamente singular e
irreductible.
En palabras de Marta: “el pase es desear
también pasar la experiencia a otros, a la Escuela Una y más allá”. Por
consiguiente, podemos añadir que el pase colabora a esclarecer un poco
más el real que nos ocupa en la perspectiva del psicoanálisis en la
actualidad.
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