el periódico
del VI congreso de la AMP
los objetos a en la experiencia analítica
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"la pragmática de la cura a partir del objeto a"
Doctor Roberto Ileyassoff
Una intensa crisis de angustia había desordenado su vida a tal punto que los fármacos que le recetara el psiquiatra no le alcanzaban para aliviarse. Es en ese momento que consulta con el psicoanalista. Le pide que lo atienda de urgencia, que se dé prisa, pues quería evitarse una internación que haría peligrar su continuidad en su alto y prestigioso puesto de funcionario. La angustia se había desencadenado desde que le ofrecieran una promoción en dicho puesto. Lo que fue un desorden para él, para el analista fue una ocasión para ordenar todo alrededor del afecto de angustia y usarlo de brújula para dilucidar el objeto a.La materialidad del síntoma era la pura crisis de angustia la cual connota la producción del objeto a, efecto mayor del lenguaje sobre el goce. Dicho objeto “tetiza” la función de la prisa. [1] La angustia es “lo que no engaña”, y nunca es sin objeto.El analista aseguró un vínculo transferencial fuertemente positivo –casi “paternal”– [2 y 3] y se propuso hacer pasar al paciente por la experiencia de fuga del sentido hasta que encontrase un punto de satisfacción que lo detuviera, lo aliviara y lo ayudara a saber hacer con su angustia de otro modo. La satisfacción Comenzó cuando el analista le dijo: “Ese puesto no es para usted, ¡rechácelo!”.Al paciente le gustaba asesorar, investigar y sobre todo mirar pero no le gustaba hablar en voz alta, y menos que nada, encarnar la voz del amo, lo cual le iba a crear dificultades en le puesto en cuestión. “Yo soy como mi papá… non parlo ma me fico”, mi mamá necesitaba a papá pero admiraba al tío que tenia un vozarrón potente y era un gran empresario.Retomó las sesiones luego de un año de interrupción, pidió reiniciar por carta y su membrete lo designaba en un puesto aún más agalmático que el anterior; él había podido deshacer la intriga que lo colocaba en el puesto indeseado y ubicarse en este más acorde a la causa de su deseo. En entrevistas posteriores trajo a su analista una hermosa foto de regalo, en ella se veía a tres campesinos mirar una hermosa planicie. Su hobby siempre fue la fotografía.
[1] Lacan, J., El Seminario, libro 20: Aun, clase 4, Paidós, Buenos Aires, p.63.“Allí puede muy bien leerse, si se escribe y no sólo si se tiene oído, que ya la a minúscula tetiza la función de la prisa.” [2] Lacan, J., El Seminario, libro 10: La angustia, clase 24, Paidós, Buenos Aires, p.364.“Contrariamente a lo que enuncia el mito religioso, el padre no es causa sui, sino sujeto que ha ido lo suficientemente lejos en la realización de su deseo como para reintegrarlo a su causa, cualquiera que ésta sea, a lo que hay de irreductible en la función del a.”
[3] Miller, J.-A., La angustia lacaniana, Paidós, Buenos Aires, p.112.“Lacan, en el seminario de “La angustia”, esboza una nueva figura del padre, que sabe que el objeto a es irreducible al símbolo, se trata de un padre que no se dejaría engañar por la metáfora paterna… y que sabría remitir el deseo al objeto a como su causa… anuncia un padre que no sería otro que el analista.”
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