Del Problema de la Ciencia a la Cuestión en Psicoanálisis
Tomamos como punto de arranque la distinción entre problema y cuestión, subrayada por Jean Claude Milner al criticar la democracia europea. Tuvimos el año pasado ocasión de conversar al respecto. Ahora vamos a hacer de este par una fórmula operativa para discutir la complicada convivencia del psicoanálisis con la ciencia. Ambos son coordenadas de nuestro tiempo pero no las únicas. Por eso nos hemos referido a la regulación biopolítica, al paradigma de la comunicación global y a la democracia. Ambicionamos incluso examinar la conjetura del choque civilizatorio para adivinar, quizás, un futuro. Huntington anticipa la decadencia de la civilización donde el psicoanálisis ha tenido su alojamiento. ¿Tendríamos lugar en la civilización islámica o en el nuevo imperio del oriente chino?
Ya es común entre los analistas sentir un entorno poblado hostilmente. Por lo cual se concibe una estrategia de respuesta de amplio espectro, de infiltración, de “inserción” del psicoanálisis en múltiples espacios percibidos como real o potencialmente peligrosos. Los analistas se camuflan y pretenden actuar en las retaguardias de las fuerzas que asedian su campo. El asunto es que quizás pronto no quede nadie en dicho campo, porque todos marcharon a defenderlo desde otros lugares.
A Jeff Cooper se lo ha descrito como un “bon vivant and recreational killer”. Ex–marine norteamericano, profesor de historia política y militar, es un intelectual de corte liberal tocquevillano. También es un aficionado a la cacería y defensor radical de la Segunda Enmienda de la Constitución Norteamericana sobre el derecho ciudadano a tener armas. Hace una apuesta sobre el modo de actuar frente a una amenaza mortal, para superar el miedo que paraliza. El coraje y la concentración resumen para él la mentalidad necesaria para sobrevivir en la confrontación. Lo que cuenta es el acierto en el blanco concreto, no la acción dispersa y apurada contra una periferia difusa y mediata.
Por tanto, no se trata de abrir una discusión con los científicos, o con la legión de técnicos que creen serlo. Nuestra indagación apunta estricta y concentradamente a la práctica analítica propiamente dicha y a sus instrumentos. Es del sujeto de lo que se trata, de ese hombre al cual la ciencia no le deja ningún lugar (Lacan en la conversación en los escalones del Panteón, Seminario XVII). Sólo que ahora lo vamos a cuestionar no como víctima de la ciencia sino como partícipe de los males que ella le trae y de los cuales se queja.
Freud en el epílogo de su obra, bosquejó el 22 de agosto de 1938 dos consideraciones sobre la espacialidad y la mística. Tenemos razones para intentar reconducir los problemas que hoy se plantea la ciencia sobre el origen del universo hacia la cuestión ineludible del inconsciente freudiano.
Para este trabajo quedan invitados aquellos que quieran apropiarse de estas preguntas. Daremos inicio al seminario el sábado 11 de junio, a las 11 de la mañana en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, en el aula B6. De antemano agradezco la colaboración de las autoridades de dicha facultad.
Antonio Aguirre Fuentes.
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