Marea de pañuelos verdes
Patricia Moraga (EOL)
Texto inédito para o Blog AMP
Caros amigos, iniciamos essa semana a coluna La deriva de los goces, de nossa colega Patrícia Moraga. Patrícia é um dos bloggers que passará a escrever regulamente no AMP Blog, damos nossas boas vindas.Texto inédito para o Blog AMP
Marcelo Veras
Moderador do AMP Blog
Hay política cuando no hay silencio en la
ciudad. La política es asunto de seres hablantes, que tienen un cuerpo. Hubo un
tiempo en que no se hablaba de política, en que no se la discutía. En ciertas circunstancias,
hablar política suponía arriesgar la vida. En la medida en que tiene un cuerpo,
el ser hablante se despliega en multitud. Cuando el ser hablante descubre que
los otros son también hablantes, surge el temor de ser reducidos al silencio.
El único real que merece provocar miedo, dice Jean-Claude Milner, es la
multitud hablante.[1]
En la Argentina, el país donde vivo, estos
últimos días surgió algo que me atrevo a calificar de nuevo, que me permite leer
un síntoma como acontecimiento en el cuerpo político. El pasado 14 de junio,
una marea de pañuelos verdes colmó las inmediaciones del Congreso Nacional. En
él se debatía el proyecto de interrupción voluntaria de embarazo, que obtuvo media
sanción en la cámara de diputados luego de 22 horas de debate. Esta ley fue
impulsada mayoritariamente por mujeres de diversas pertenencias políticas y
sociales. En este movimiento primaron la horizontalidad y la transversalidad.
Otra pincelada nueva fue la gran participación de jóvenes con edades entre 16 y
20 años. No fue una discusión a favor o en contra del aborto, ni acerca de si eran
o no correctas las decisiones de las mujeres. Lo que se debatía era qué hacer
con la realidad de las mujeres que abortan y pierden la vida de manera
clandestina y en silencio.
Jacques-Alain Miller puso en primer plano
el inconsciente político[2] a partir de algo que lee
en Jacques Lacan: el Otro es el cuerpo.[3] En efecto, el Otro es el
cuerpo en que se inscribe lo que se llama “marca”, y Lacan se sirve de su
lectura de Spinoza[4]
para definir lo que es un cuerpo a partir de lo que un cuerpo puede, a partir
de su potencia: la de ser afectado y afectar otros cuerpos. Como señala Miller,
por eso Lacan sustituye el inconsciente freudiano por el término parlêtre.[5]
Los afectos, por ser efectos del discurso, articulan
el cuerpo –que es tomado en el discurso– con el lenguaje, el goce y el Otro. Esto
nos permite articular entre sí el cuerpo político y los afectos sociales.
Lacan no considera el cuerpo a partir del organismo
(como lo hace Hobbes), sino a partir del discurso, y por ello lo entiende como transindividual.
El cuerpo hablante, dice Éric Laurent, es el efecto del discurso como vínculo
social, es un cuerpo socializado. La noción de acontecimiento de cuerpo deja de
lado la identificación con el padre, y así quedan al desnudo los
acontecimientos de goce, mas allá de la castración.[6]
En la economía del goce, un significante amo vale lo mismo que cualquier otro.[7]
Las jóvenes que manifestaron no están tan
próximas al silencio provocado por el miedo y por la amenaza de muerte que
arrasó a la Argentina durante la última dictadura militar. Estas jóvenes quieren
algo preciso. Saben que algo ya cambió, más allá del resultado de la
promulgación (o no) de la ley por parte del Senado. Ese querer algo preciso, ¿es un “no” o un “sí”? Es un “no” de
separación frente al Otro que legisla forcluyendo la diferencia entre madre y
mujer, el Otro que quiere poner a una mujer bajo la vara de la castración, para
medirla. Pero también es un “sí”, una afirmación: no hay otra “vida” que la del
ser hablante, que habla con su cuerpo.
¿Qué y cómo hacer con el agujero en lo simbólico?
Hago nuestra la pregunta de Laurent para pensar el síntoma
como acontecimiento de goce en el cuerpo político, más allá del padre: “¿Es la
posibilidad de una manifestación en la que el silencio trabaje a la inversa que
la pulsión de muerte, en un malentendido viviente que nos aleje de la
transacción fatal entre libertad y seguridad?”.[8]
En caso contrario, la discusión política se alejaría de lo
que la política tiene de real: el cuidado de los cuerpos hablantes y de la
supervivencia de éstos en la medida en que hablan.[9]
[1] J.-C.
Milner, Por una política de los seres hablantes, Buenos
Aires, Grama, 2013, p. 17.
[2] J.-A. Miller, El Otro que no existe y sus
comités de ética, Buenos Aires, Paidós, 2005.
[3] J. Lacan, El seminario, libro
14, “La lógica del fantasma”, clase
del 10 de mayo de 1967 (inédito).
[4] Cf. G. Deleuze, En
medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2003.
[5] J.-A. Miller, “El
inconsciente y el cuerpo hablante”, en Scilicet.
El inconsciente y el cuerpo hablante,
Buenos Aires, Grama, 2016.
[6] É. Laurent, El reverso de la biopolítica, Buenos
Aires, Grama, 2015, p. 266.
[7] Cf. J.-A. Miller,
“El inconsciente
y el cuerpo hablante”, op. cit.
[8] É. Laurent, El
reverso de la biopolítica,
op. cit., p. 255.
[9] Cf. J.-C
Milner, Por una política de los seres hablantes, op. cit., p. 73.
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