3 de setembro de 2018

X Jornadas de la NEL
¿Qué madres-hoy?
    Vicisitudes en la experiencia analítica

Del 19 al 21 de Octubre se llevarán a cabo las X Jornadas de la Nueva Escuela Lacaniana en la ciudad de México.

El titulo de las Jornadas de la NEL, ¿Qué madres-hoy? introduce de modo alusivo el equivoco entre el “ser” y el “hoy”, abriendo la posibilidad de revisar el concepto de madre a la luz de la enseñanza de Lacan, sin olvidar el contexto y el discurso del que somos interlocutores en la actualidad.
Estas Jornadas permitirán pensar la relación entre el deseo de madre y el deseo de mujer,  investigar el concepto de estrago y locura  materna e indagar el cuerpo de la maternidad a la luz de la ciencia y el discurso jurídico. Cuatro ejes de trabajo que desde donde será abordadas las vicisitudes de las madre-s-hoy en la experiencia analítica.

Contaremos con la presencia de la Presidente de la AMP, Angelina Harari, nuestra invitada Marie Hélène Brousse y tres AEs de la Escuela Una, Maria Cristina Giraldo, Maria Josefina Fuentes y Raquel Cors.

Clara María Holguín - NEL 
(Comité de redacción AMPBlog)

Argumento y Ejes


No hay hijo sin madre. Todos, incluso bajo las múltiples formas que cada época y cada contingencia de la vida imponen, tenemos una madre. Es así que las historias de ser madre atraviesan la historia misma de la humanidad. Sin embargo, asumirse como madre no es algo del orden de lo natural. El surgimiento del psicoanálisis de la mano de Freud y la enseñanza de Lacan, echó luz sobre las múltiples aristas que hacen parte de esta función tan compleja a partir de las problemáticas surgidas de la experiencia analítica misma.
Es el Otro materno el que, con los ropajes que cada tiempo provee, se encarga de recibir al niño en el cuerpo a cuerpo que caracteriza los primeros cuidados que mezclan amores, deseos, miedos, angustias, satisfacciones, objetos de intercambio que van y vienen, palabras dichas, no dichas, huellas memorables que se encarnan en la lengua privada de cada niño. Las consecuencias de los cuidados que la madre ofrece o niega al cuerpo indefenso y dependiente de su hijo, delinean programas de satisfacción que se encuentran en la base de las construcciones fantasmáticas.
Freud enfatizó la importancia del amor materno cuando puso a Goethe como ejemplo de éxito por haber sido el hijo preferido de su madre. Asimismo, situó la maternidad como una de las salidas al problema de la feminidad, pretendiendo que la mujer compensara su falta imaginaria a través de un hijo. La experiencia le mostró el límite que objeta, sin invalidarlas, ambas propuestas. Por un lado, lo real marca esos primeros amores que tienen lugar entre la madre y el niño y por tanto la madre misma es un real para ese hijo y no solo una representación simbólica. Por otro, la salida por la maternidad dejaba para las mujeres algo sin resolver, la pregunta por lo que quiere una mujer.
Lacan enfatizó el deseo materno y llegó a situarlo no en la vía de la madre sino de la mujer, extremando las fallas que esta solución compensatoria evidenciaba. Las marcas de lo real en este amor están dadas por ese Otro goce, femenino, que no alcanza a ser reabsorbido por la maternidad y aparece opaco, silencioso, indescifrable. Lacan usó la palabra estrago para referirse a la relación con el deseo materno y lo graficó con el hijo y la hija dentro de la boca abierta de un cocodrilo a punto de cerrarse, imagen que ilustra que el goce jugado aquí tiene sus riesgos. Pero es también desde esa opacidad riesgosa que el niño podrá producir una respuesta única, un decir propio sobre ese enigma.
El amor de una madre, con todos estos pliegues y texturas, humaniza al niño introduciendo en él la dimensión de la lengua materna cuyos efectos inconscientes acompañarán al hijo toda su vida. La feminidad de la mujer que es cada madre podrá mostrar su cara feroz, caprichosa, omnipotente. O, poniendo en juego el no-todo desde el cual pueda surgir un amor más singular, más creativo, menos aprisionado, dar lugar a la potencia creadora del hijo que no es ni más ni menos su posibilidad de hacer síntomas con los cuales inventarse una vida vivible.
Sin dudas el padre juega también su partida a la hora de prestar-se en el intercambio que anude para cada quien las vicisitudes del amor, el deseo y el goce. Los efectos que verificamos de la declinación de su función favorecen la primacía de la madre, en su versión más desregulada. Nuevas feminidades y nuevas virilidades tienen lugar en una escena familiar que se multiplica en versiones que no son como eran, y para las que es necesario encontrar nuevas respuestas.
La reivindicación de los derechos de la mujer en nuestro tiempo y su ascenso en el ámbito social, ponen en cuestión la función que tradicionalmente se le asignaba como cuidadora del hogar y de los hijos al punto de elevar, en algunos casos, a la categoría de ideal el abstenerse de la maternidad. O por el contrario, plantear a quien se ponga como interlocutor oportuno la ciencia, el discurso jurídico, o el mercado incluso la demanda implacable: ¡Quiero un hijo! Asimismo, las nuevas configuraciones familiares favorecen la asunción de la función materna en otros sustitutos de tal forma que escuchamos a los niños decir por ejemplo: "Él es mi madre" o "Ellos lo son", "Tengo dos mamás", "Hijo de nanas" o "Hijos del Ipad", "Mi abuela es mi madre", "Mi madre biológica", "La donante del óvulo", "La madre del vientre", "La madre del corazón", y muchos etcéteras que pueblan los relatos. Que madre hay una sola, ya nos advertía Mafalda, es algo que en todo caso habrá que demostrar subjetivamente, uno por uno, caso por caso.
¿Qué madres hoy? Vicisitudes en la experiencia analítica, es la convocatoria a un trabajo que lanzamos desde ahora y que tendrá su punto de arribo en nuestras próximas Jornadas. ¡Todos concernidos! ¡Todos invitados! ¡Cada uno bienvenido!

Ejes temáticos
Eje 1: Deseo de madre / Deseo de mujer
La madre también es mujer y como tal está atravesada por la falta. ¿Qué consecuencias tiene sobre el niño el deseo de la madre? ¿Cómo se inscribe el niño en la relación de la mujer a su falta? La madre como mujer tiene un deseo que va más allá del hijo, lo sobrepasa. Por eso para el niño el deseo de la madre es enigmático. El deseo de la madre en su fundamento es insaciable, ella siempre queda insatisfecha. Para el niño el fantasma de ser devorado es consecuencia de esta figura de la madre como fiera, omnipotente, voraz, amenazadora.
El problema se complejiza cuando la mujer como madre toma al niño como objeto causa de su deseo, el niño como objeto a de la madre: en la neurosis como síntoma de la pareja parental o en la psicosis como objeto real atrapado en el fantasma materno. ¿Cómo transmitir un deseo vivo que no sea anónimo? El niño no debe ser todo para su madre. El no-todo debe imponerse. Para una madre, cuidar a sus hijos no la debe "disuadir de desear como mujer", de encontrar su deseo en el cuerpo de un hombre.
Eje 2: El estrago materno
Investigaremos el concepto de estrago materno sabiendo que, desde los inicios del psicoanálisis, Freud constata un vínculo de odio particularmente fuerte en la relación de la niña con la madre que toma el lugar de un amor igualmente intenso, amor que ha precedido al Edipo y cuyo desenlace tiene un resto, que toma la forma de penisneid; punto de detención de todo análisis femenino.
Lacan va más allá y retoma, a lo largo de su enseñanza, esa ligazón-madre definiéndola como estrago. ¿Qué espera una hija de su madre?
Desde sus primeros seminarios, ubica el deseo de la madre en tanto presencia angustiante de un deseo enigmático que coloca al niño en una situación difícil, en tanto aparece sujetado a "la ley incontrolada de la madre", al "capricho", hasta llegar a decir en el Seminario 17 que "ese deseo siempre produce estragos… es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre".
Eje 3: ¿Locura materna?
En este eje exploraremos por qué la idea socialmente generalizada de la armonía del vínculo madre-hijo, vacila cuando allí donde se esperaba que la llegada de un hijo colmara el deseo de una mujer, ella se encuentra no sólo sin respuestas a las necesidades del niño y a las funciones que su estatuto de madre le confiere, sino, presa de un sufrimiento y una desesperación indescriptibles que la relación con su hijo no logra apaciguar.
Paradójicamente entonces, la maternidad puede ser la ocasión para que una mujer se sienta Otra, ajena a sí misma, tomada temporal o permanentemente por la locura de un goce sin sentido y para el cual no hay palabras, goce femenino en términos de Lacan. Indagaremos sobre la fatal convergencia de la maternidad con lo ilimitado del goce femenino que puede emerger tanto en la locura neurótica como en el desborde psicótico.
Eje 4: La ciencia, lo jurídico: los cuerpos de la maternidad
La antigua forma jurídica "el padre es siempre incierto, la madre es certísima" que Freud hizo suya, está en cuestión. Los avances tecnocientíficos y las variadas posibilidades de fertilidad asistida introducen una brecha cada vez mayor entre la reproducción, el acto sexual y los cuerpos en juego
incluso sus partes o productos y la incertidumbre alcanza hoy a la madre.
El derecho es incesante en su intento de regular tanto la marcha imparable de estos avances, como los derechos y obligaciones de los sujetos de su campo y el mercado que se agita. En esta tarea se ve llevado a decidir cada vez sobre las múltiples encrucijadas que los anhelos de reproducción de hombres y mujeres -anhelos articulados entre el deseo y la demanda-, plantean. Nuevos modos de constelaciones familiares plantean nuevos interrogantes a la civilización.
¿Hijos de quién? Es una primera gran cuestión que abordaremos desde los efectos subjetivos, de goce, que tiene formular la pregunta desde la experiencia analítica.
Asimismo el psicoanálisis enseña que no es posible reducir la madre a una función separada del cuerpo sexuado y el goce singular que habita a quienes encarnan de una forma u otra estas historias. Los cuerpos de la maternidad son la segunda gran cuestión que proponemos al trabajo.




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