En términos políticos, ¿cómo caracterizarías el presente del capitalismo?
Se ha generado un nuevo orden, un nuevo mundo, una nueva forma de
concebir el mundo, una nueva racionalidad que lo estructura y eso no se
agota en una formación política o una coyuntura. Si se quiere pensar lo
político hasta las últimas consecuencias, el escenario se ha vuelto
sumamente complejo, ya es todo un asunto saber plantear el problema de
modo pertinente. Vivimos en un tiempo donde la palabra revolución quedó
excluida de la gramática política, la revolución implicaba un corte con
respecto al capitalismo, había un sujeto histórico destinado a realizar
ese corte y había una ley histórica que iba a efectuar el corte. Yo
pertenecí a una generación donde la historia misma se iba a encargar de
terminar con el capitalismo, la historia misma sabía a donde iba, sabía
cumplir con su objetivo; algunos podían obstaculizarla, demorarla… Pero
eso ha quedado absolutamente ineficaz desde todo punto de vista,
simbólico, ideológico, político. No hay un después del capitalismo, no
hay nada que se pueda nombrar como exterior al capitalismo, no hay nada
que se pueda identificar que no esté capturado en su lógica; por lo
tanto, hay que repensar todas las políticas transformadoras desde
lógicas diferentes.
Tienes una producción muy interesante para pensar al
neoliberalismo como torsión del capitalismo, ¿por qué es tan efectivo el
neoliberalismo frente a otras formas de pensamiento vinculadas a
horizontes libertarios o emancipadores?
El proyecto neoliberal puede hacer parecer antigua a cualquier otra
cosa, el sueño neoliberal es dormir en el grado cero de la política, que
no te interrumpa nada, que no te perturbe nada, ni te interpele nada
que tenga que ver con las herencias, los legados, pertenecer a una
causa, todo eso se presenta antiguo para el neoliberalismo. Se pretende
vivir en un presente absoluto y maximizar tu vida como capital humano,
entregarte a una lógica de rendimiento, donde tu propia vida es vista
como capital humano. Frente a eso, donde hay que ser emprendedor de si
mismo, lo nacional y popular es una antigualla. Por otro lado, el
neoliberalismo es lo suficientemente complejo para sostener que se
remite a lo privado, es falso, ya se apropió del Estado, es una política
de Estado. Es falso que solo quiere beneficiar lo privado, tiene
regímenes con protocolos y competencias en los lugares públicos, es un
proyecto muy ambicioso. Frente a eso, anteponer de manera dogmático lo
nacional y popular es un poco apresurado... Siga leyendo.
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