Me gustaría comenzar dándole las gracias a
Phillip Dravers por haber añadido la palabra “hoy” al título que le
sugerí hace dos días. Mi título se limitaba a “¿Por qué la política
necesita ser aclarada por el psicoanálisis?”.
Este título me obligaría a empezar por hablar del pasado y decirles que
de alguna manera el psicoanálisis siempre ha estado involucrado en la
política, ya que ella es esencialmente una práctica, la del
inconsciente, y como dijo Lacan, “el inconsciente es política”. Si así
lo desean, podemos hablar de ello más tarde, durante la discusión. Pero
prefiero ir directamente a la cuestión de la implicación del
psicoanálisis en la política tal y como lo he entendido durante los
últimos quince años, y la “revolución” que se ha producido en este campo
en los últimos meses.
Ataques contra el psicoanálisis
De hecho, los psicoanalistas del campo
freudiano salieron de sus consultorios por primera vez hace más de
quince años. En ese momento, la formación en psicoanálisis en Francia
estaba amenazada. Podría ser que aquí, en Gran Bretaña, esto no
parecería muy preocupante para ustedes, porque creo que la situación
aquí va mucho más allá de la que vivimos en Francia y Bélgica. Pero
cuando en 2003 un diputado de la Asamblea Nacional francesa quiso
regular por ley la formación en psicoanálisis, argumentando que se trata
de la protección de los pacientes contra los charlatanes, iniciamos una
“guerra” contra esta voluntad. Porque, como ustedes saben, para
nosotros, después de Freud, la única verdadera formación de un analista
es primero su cura. Esta formación particular está garantizada por el
procedimiento del pase en nuestras Escuelas, pero, por supuesto, no se
puede imaginar que el Estado pudiera participar de ninguna manera en
este procedimiento, ni podríamos aceptar que el título de psicoanalista
fuera proporcionado por las universidades.
Esta pretensión del Estado de controlar
la formación del analista es el resultado final de lo que Foucault
interpretó como una tendencia bio-política del Estado, es decir, la
transición de la enfermedad como evento privado a la salud como asunto
público. Una vez que el Estado empieza a cuidar la salud de sus
ciudadanos, termina por tratar con sus muertes también. De hecho, es la
forma moderna de controlar a los ciudadanos. Tenemos un ejemplo de ello
en la parte flamenca de Bélgica, donde la eutanasia se ofrece a los
pacientes de salud mental. Si podemos contemplar la eutanasia en algunos
casos de enfermedad física grave que implique sufrimiento sin ninguna
esperanza de curación, difícilmente podemos sostener este tipo de oferta
a los pacientes de salud mental, sabiendo que la oferta crea la
demanda. De hecho, este tipo de tratamiento es sobre todo una especie de
confesión del fracaso de la psiquiatría moderna.
El pasado fin de semana, durante un
importante congreso que se celebró en Bruselas (PIPOL 8), nos enteramos
de que estamos ahora más allá de esa época. La tendencia controlar al
ciudadano es ahora llevada a un nuevo extremo por los algoritmos que
están aprendiendo y elaborando nuestro perfil personal para predecir
nuestro comportamiento y, sobre todo, nuestro comportamiento como
consumidores. Todos lo sabemos cuando compramos libros de Amazon, por
ejemplo. Hay algoritmos que están construyendo nuestro singular perfil
de lectores de libros y nos están sugiriendo comprar libros de acuerdo a
nuestro perfil. Los bancos hacen lo mismo. Si usted solicita un
préstamo, hay algoritmos que (le) informarán al banquero sobre su
actitud con el dinero a partir de cómo se comporta con sus cuentas
bancarias. Esto le permitirá decidir si le da el préstamo y en qué
condiciones.
Entonces, aquí hay un nuevo tipo de
singularidad, una singularidad tecnológica, que es en realidad un
intento de captar su modo singular de goce, de poder venderle tantos
productos como sea posible. El objetivo de estos sistemas es tener una
imagen perfecta de quién es usted. Pero, por supuesto, este conocimiento
les escapa porque, si bien pueden medir su comportamiento, no pueden
medir lo que ustedes dicen al hablar con alguien y cómo lo dicen.
Digamos que si saben algo acerca de usted como un individuo fijo, no
saben nada sobre usted como un sujeto en movimiento. Google es sin duda
uno de los sistemas más importantes que buscan elaborar esta
singularidad tecnológica. Y la recopilación de estos grandes datos no
sólo tiene objetivos de marketing, sino también objetivos de Estado como
la seguridad, el transporte, la salud, etc. Vemos los resultados de
este desarrollo en el campo de la salud mental en Bélgica y seguramente
aquí en Gran Bretaña. No sólo la salud mental se organiza sobre la base
de criterios económicos, más que clínicos, sino también hay una
destrucción sistemática del vínculo social que permite que la salud
mental exista como un fracaso. En Bélgica, donde hay una nueva ley que
pretende regular la psicoterapia, esto es muy notable. Aquí también
hemos abandonado nuestras consultas para convocar la política en nombre
de una asociación de “practicantes del habla” (y no psicoanalistas).
Podré describirlo más tarde si lo desean. Pero de todos modos, no hay
nada bueno que podamos esperar de este tipo de gobiernos porque es un
ataque al lazo social. El psicoanálisis puede iluminar la política en
este campo porque se basa en la transferencia, es decir, en la relación
que nace en el encuentro entre “animales” o “seres” hablantes. Eso es lo
que nos da una fuerza enorme que los sorprende mucho.
Este año
Desde entonces, iniciamos nuestro combate
contra el surgimiento de la extrema derecha, estamos en un período de
renovación de la participación del psicoanálisis en la política. Es un
cambio total, una conmoción, y por eso casi olvidamos que este año
comenzó con otro combate, contra la sugerencia de una resolución legal
de un diputado francés, M. Fasquelle, contra el uso del psicoanálisis en
el tratamiento del autismo infantil. Más concretamente, M. Fasquelle
quería que la Asamblea Nacional prohibiera y condenara el psicoanálisis
en este asunto. La Escuela respondió a ello organizando un lobby de
diputados a quienes llamamos a votar en contra de esta resolución,
escribiendo textos publicados en un blog especial y pidiendo ser
escuchados por una comisión de la asamblea. Al final, esta resolución
fue rechazada. Una vez más, pudimos ver que el psicoanalista ya no puede
confinarse en su consultorio. Debe salir y mezclarse con lo que Freud
ha llamado “malestar en la civilización”. En cierto modo, es un nuevo
tipo de clínica, la clínica de la civilización.
Si menciono este primer “combate” que
tuvimos que realizar este año, es por lo que dijo Jacques Alain Miller
al final de una reunión abierta de los miembros de la Escuela. Considero
lo que dijo como una especie de sesión de supervisión colectiva de
nuestro acto de médicos clínicos ante el malestar en la civilización.
La sugerencia de la resolución del diputado Fasquelle creó mucha
emoción en la Escuela, dijo. Era una posición de víctima, agregó. Nos
invitó a calcular nuestro acto basado en una lectura calmada
psicoanalítica, de los acontecimientos, que consiste en decir:
1-. Que se trata de un ataque contra el psicoanálisis que tiene lugar en un área muy limitada, la del autismo (a matizar).
2-. Que lo peor para el psicoanálisis no es la transferencia negativa que provoca, sino cuando hay indiferencia hacia él. El psicoanálisis está en peligro sólo cuando la gente ya no habla en absoluto sobre él. Pero una transferencia negativa es todavía transferencia, así que no debemos estar tan disgustados.
3-. El psicoanálisis participó en el establecimiento del mundo tal como lo encontramos hoy. Participó en la “transformación de los significantes del mundo en un semblante”, como dijo (algoritmos). En otras palabras, desempeñó un papel decisivo en la denuncia de la impostura paterna que condujo a la caída del padre tal como la vivimos hoy para lo mejor y para lo peor. Solo que, una vez que ha lanzado este movimiento, se ha convertido en un Golem o, si lo prefieren, en un robot que ya no obedece a su creador (psicoanálisis) y hace lo que quiere. Por lo tanto, el psicoanálisis no es una víctima de lo que estamos viviendo.
¿Cómo podemos entender este tercer punto?
Esto es simplemente una manera de decir que el psicoanálisis es un
discurso, y como tal crea la dimensión del semblante. Así, la idea de
que el complejo de Edipo es el modo normal de funcionamiento del ser
humano, de que el mundo está ordenado según el complejo de Edipo, es un
semblante. Lo sabemos hoy más que nunca.
Sin embargo, como señaló Jacques-Alain
Miller, de todos los discursos, el psicoanálisis es el único que
reconoce, denuncia e incluso deconstruye su propio semblante,
precisamente como un esfuerzo por producir “un discurso que no sería un
semblante”. Freud fue el primero en hacerlo. Puede leerse, por ejemplo,
en su observación al final del caso de Schreber cuando escribe que no es
imposible que la teoría psicoanalítica sea una ilusión.
Por lo tanto, Jacques-Alain Miller nos
invitó a no caer en el error de la revolución, sino a adoptar una
posición de subversión. Debemos distinguir estas dos posiciones. Ustedes
saben que Lacan enfatiza más bien la resistencia al cambio que está
incluida en cualquier revolución. Se escucha en lo que responde a los
alumnos de la universidad de Vincennes justo después de los
acontecimientos de mayo de 1968 (es en 1969) durante una reunión con
ellos. Pueden leerlo en un apéndice al final del Seminario XVII bajo el
título: Analyticon. Lacan se enfrenta a estudiantes
provocadores, orgullosos de ser ignorantes, sin vergüenza, uno de ellos
desnudándose durante la sesión. Así, les dice: “Como revolucionarios,
aspiran a tener un amo, ustedes conseguirán uno”. Así, la revolución
no es un verdadero llamamiento al cambio. Está atrapada en el discurso
del amo contra el cual se levanta.
Esto no es sólo una declaración política
de Lacan. Él hace la misma observación en el campo del conocimiento
científico. Por ejemplo, la revolución copernicana puso el sol en el
centro del universo, en el lugar de la tierra. Pero, de hecho, sólo
reemplaza un elemento central por otro, mientras que los otros elementos
astrales siguen girando alrededor del centro a lo largo de una
trayectoria en un círculo perfecto. De alguna manera, es el reemplazo de
un S1 por otro S1, sin cambiar la estructura. Podemos leer aquí una
crítica dirigida a Freud por haber dejado el psicoanálisis bajo la égida
del padre, mientras que Lacan trata de defender un psicoanálisis que no
será simplemente un desplazamiento de elementos en una estructura que
no cambie, sino una modificación de la estructura en sí misma.
La verdadera revolución ocurre con la
ciencia. Con Newton y su algoritmo de gravedad que describe la fuerza de
atracción de la tierra, la ley del padre, garante del significado, es
reemplazada por un conocimiento, una verdad científica y fuera de
sentido, que está inscrito en lo real y descubierto por El Científico.
Aquí, podemos decir que la estructura cambia. Ya no es una sustitución
de un S1 por otro. De hecho, el S1 como tal desaparece y en su lugar,
aparece la fórmula matemática científica, como un conocimiento en lo
real, que organiza el mundo. Por lo tanto, en algunas circunstancias hay
revoluciones efectivas, y eso es lo que busca el psicoanálisis. El
psicoanálisis no busca sustituir un S1 por otro S1. Busca aflojar,
liberar [ desserer ] la relación con el S1, a la identificación
y al ideal como tal. Eso es lo que Jacques-Alain Miller llamó en su
texto la “decencia común” de l’oumma, “mi lucha contra el ángel de la
debilidad humana”[2] . Por lo tanto, no es una lucha contra los S1 o ideales, sino contra la relación absoluta de fidelidad a ellos.
¿Cómo comienza una revolución?
Sin embargo, una revolución comienza con
un movimiento pulsional, con la presencia del objeto. En su punto de
partida, la presencia del objeto es muy sensible. Esto es lo que
llamamos una revuelta, o una rebelión. Un texto de Jacques-Alain Miller
“¿Cómo rebelarse?” nos permite decir que es al principio un fenómeno
experimentado en el cuerpo. Tiene el estatus de un brote, una aparición
de algo inesperado, como la formación del inconsciente, el deslizamiento
de la lengua o el sueño, salvo que en esta aparición repentina el
objeto está muy presente, como en la ira. La revuelta resulta de un
encuentro con un imposible de llevar. Es del registro de una emoción. No
es liberador. Por el contrario, para el sujeto es algo que recae sobre
él y hace un llamamiento a una especie de sacrificio propio. Está
desarticulado del conocimiento. Por otra parte, la subversión, que es
una empresa a largo plazo, requiere un conocimiento del orden de ser
derrocado. Implica un esfuerzo de estudiar en vez de un impulso.
Habiendo aislado su propio imposible de soportar, el psicoanalista se
aleja de lo intolerable. Sabe que su propio goce, su propia fantasía,
forman parte de su revuelta. Entonces puede rebelarse de la manera
correcta, reconociendo la reversibilidad y la relatividad de lo
imposible de soportar. De este modo, evita las trampas [écuils] del
retorno de lo mismo, simplemente sustituir un amo por otro.
Yo diría que cuando la rebelión se
establece a largo plazo, cuando se convierte en social, cuando se
comparte con una comunidad, puede convertirse en un movimiento
revolucionario eficaz. Más que una emoción eruptiva, la revolución es
entonces un cálculo. En ese momento, lo que ha sido un brote momentáneo y
eruptivo se convierte en un síntoma que sigue un programa.
El psicoanálisis toma la iniciativa de interferir en la política
Ahora llegamos a la última lucha que
experimentamos, que es una experiencia de una revuelta convirtiéndose en
una revolución efectiva. Mientras que los ataques al psicoanálisis que
describí anteriormente tuvieron lugar, otro fenómeno político estaba
progresando. No le prestamos mucha atención. Estoy hablando del
surgimiento del movimiento de la extrema derecha. Esto nos llevó a un
nuevo tipo de lucha, que nunca se había visto antes en el psicoanálisis.
El punto de partida es el testimonio de Jacques-Alain Miller en el instante de ver [l’instant de voir],
un peligro real de un acceso al poder por la extrema derecha en las
recientes elecciones presidenciales en Francia. Este momento fue
seguido, con cierta prisa, por el tiempo de comprender [temps pour comprendre] y el momento de concluir [moment de conclure],
en la forma de los 23 foros, que tuvieron lugar en toda Francia y en
Bélgica. También ha dado lugar a la creación de publicaciones
electrónicas con muchos textos escritos diariamente, como respuesta al
uso de redes sociales por el Frente Nacional para “no demonizarse” a sí
mismos.
Muy pronto se hizo evidente que esta
campaña no podía terminar con las elecciones presidenciales. El 12 de
abril, Jacques-Alain Miller indicó la necesidad de dar seguimiento a la
campaña con “una organización radicalmente descentralizada, flexible,
capaz de perpetuar y extender las alianzas que se han anudado en el
contexto de los Foros”.
Esta presencia del psicoanálisis en la política
no sólo es necesaria para iluminar el campo que no vio venir el peligro
de Le Pen, sino también para perpetuar la existencia del psicoanálisis
como tal. Posteriormente, a través de diversos encuentros directos y
virtuales en Europa y en todo el mundo, quedó igualmente claro que los
grupos políticos de la orientación lacaniana también deberían crearse
fuera de Francia. Así, se creó “La movida Zadig” (Zero Abjection
Democratic International Group). Una red de múltiples grupos que tendrán
como objetivo dar una dirección a la continuación de la campaña.
Este movimiento se crea junto a la
Escuela. No es de la Escuela. Su principal principio de orientación es
la brecha abierta en el discurso del Amo. La afiliación a “La movida
Zadig” no requiere otro compromiso que el de no ser miembro de un
partido político. Esto es para asegurar que cada miembro tenga la
posibilidad de orientarse en términos de su propia “luz interior” – una
expresión elaborada por Simone Weil en el texto del cual se reproducen
extractos extensos en el folleto “La movida Zadig” No.1.
Las nuevas redes que se están creando en
la actualidad no son fruto de un programa preconcebido derivado de una
ideología, sino de una serie de encuentros y sucesos contingentes. Los
significantes se acumulan, colocados uno junto a los otros según estos
giros y vueltas. Es un enjambre, un conjunto abierto y repleto de
significantes que proliferan, se suceden, se superponen mutuamente, se
sustituyen, se actualizan mutuamente. Así, esta estructura responde a la
observación de Jacques-Alain Miller sobre el mundo feminizado en el que
vivimos. “Otro discurso está en el proceso de suplantar al antiguo. La
innovación en el lugar de la tradición. La red en lugar de la jerarquía.
El atractivo del futuro supera el peso del pasado. Lo femenino tiene
precedencia sobre lo masculino”.
Pero la ausencia de un programa
preconcebido no impide que estas redes se organicen en una estructura
que las haga muy eficaces, salvo que esta estructura no está regulada
por la ley del padre. Es metonímica en lugar de metafórica, horizontal
en lugar de vertical. Una lógica subtiende su desarrollo, el de la
creación de una red como respuesta a una cascada de colisiones con lo
real.
Esta segunda batalla en la que estuvimos
involucrados este año, contra el surgimiento de la extrema derecha, el
populismo y los enemigos de la humanidad, ya no es del registro de una
revuelta o una subversión contra el amo. Es más bien una interferencia
en los asuntos del amo. Es un poco como la tesis de Hans Jonas en su
artículo “El concepto de Dios después de Auschwitz”. Dios falló en
Auschwitz. Sin embargo, no se trata de no creer en él. Pero él debe ser
ayudado a manejar el mundo. Es una versión de “prescindir del padre a
condición de usarlo”. Es una participación efectiva de los analistas en
el mundo político. Salvo que esta es una forma de participación que se
destaca [qui sort du lot]. Como dije, los nuevos grupos que
Jacques-Alain Miller propuso construir son diferentes de los partidos
políticos organizados en torno a un solo ideal que hace Uno. Este
principio ya está en palabras que Lacan le dice a J.-A. Miller cuando
éste se está preparando para la revolución. Le habla de una nueva forma
de revolución que sería privilegiada, es decir, aunque sea compartida
con otros, conserva su carácter original de síntoma singular (véase el
folleto “La Movida Zadig”).
Esta fuerte intervención en la vida
política es una tarea del psicoanálisis. Sin embargo, está tomando un
nuevo giro. Desde el 1 de marzo de este año, la fecha que Jacques-Alain
Miller llama “el instante de ver”, el psicoanálisis ha dejado
definitivamente de ser un observatorio de los descontentos de la
civilización para convertirse en un actor efectivo e influyente en la
política. Está involucrado en las preguntas que surgen en el mundo a la
manera del clínico que forma parte del síntoma del analizante. En cierto
modo, es una nueva clínica que nace ante nuestros ojos de una manera
fuerte: una clínica política.
Una vez más, el psicoanálisis no es
simplemente un discurso adicional en la serie de discursos que
intervienen y comentan los acontecimientos políticos. Es en esencia un
discurso excepcional que hace un agujero e ilumina al mismo tiempo los
otros discursos. Uno debe estar orientado por el psicoanálisis, para
reconocer que toda causa política, sea cual sea el tamaño del grupo que
la defiende, parte de una revuelta de un sujeto singular que encuentra
resonancias en otros temas. Para un psicoanalista, este origen del deseo
iniciador revelado en un momento dado no se borra en el paso de la
revuelta a la revolución (o subversión). Si, como hemos visto, la
revuelta es un acontecimiento íntimo para un sujeto, cuando se elabora
para convertirse en una revolución, entra en el dominio del público
reuniendo un grupo alrededor de este singular acontecimiento. Así, en
sorprendentes palabras dirigidas a Jacques-Alain Miller, Lacan
reintrodujo en la revolución, que está en el dominio de lo “popular”, la
revuelta en tanto que es de los registros de lo privado, es decir de lo
“privilegiado”.
Un sujeto que se involucra en un
movimiento político, por lo tanto, pone en juego su síntoma y/o su
fantasía al servicio de una causa común. A través de este síntoma y de
esta fantasía, es su propio real, un real del que tiene el privilegio,
que se pone en juego. Síntoma y fantasía juegan aquí su papel de una
manera distinta. El síntoma como un saber hacer. Pero en su esencia
misma, lleva en sí una rebelión del sujeto contra sus propios ideales.
Así, confiere al sujeto la fuerza de su posición de revuelta. La
fantasía es una herramienta de acción revolucionaria si el sujeto está a
la distancia correcta de ella, a saber, que no es un títere de su
fantasía sino más bien su amo. “Esta fantasía (de heroísmo) que tengo,
no me posee”, dice Jacques-Alain Miller.
Por lo tanto, la revolución
psicoanalítica tiene esta curiosa característica de no ser una lucha por
la justicia distributiva. Al preservar el lugar privilegiado de quien
lleva su deseo, al no borrar su enunciación a favor de una enunciación
común, abre el camino para que otros rebeldes se unan singularmente a la
“revolución”, a saber, a una acción que conduce a lo nuevo. Como
resultado, es necesario distinguir un partido político de un grupo de
psicoanalistas, por lo que Jacques-Alain Miller nos invitó a inspirarnos
en Simone Weil y crear un grupo en el que cada miembro esté orientado
por una fidelidad exclusiva a su propia luz interior, es decir, a su
forma de pensar las cosas y no a una autoridad externa o un ideal común y
consensuado.
¿Por qué la política necesita ser iluminada por el psicoanálisis?
1- Porque el psicoanálisis es la única manera de conectar la raíz del significante de la identificación con el real del goce. En un mundo donde los significantes se transformaron en un semblante, todo se hace relativo al significante y no al real. Lo vemos en nuestra práctica de salud mental, y más precisamente en la nueva versión del DSM, el DSM5. La reducción de este catálogo de enfermedades mentales se basó en el pasado en la búsqueda de trastornos mentales para los que había algún consenso entre “expertos”. Por lo tanto, hubo un consenso, pero también hubo diferentes teorías y orientaciones diferentes en él. Esa es la manera en que el psicoanálisis fue dejado de lado, excluyendo el diagnóstico de histeria del catálogo. Con el DSM 5, el catálogo se hizo completamente a-teórico. Lo que está en juego, es encontrar agrupaciones de datos sin hipótesis preliminar. Es como si el objeto medido pudiera hablar, más que eso, es como si quisiéramos que hablara mientras ningún sujeto pudiera hablar. Ni siquiera el sujeto de la ciencia. Es la misma lógica que describimos con respecto a los algoritmos: una singularidad tecnológica, que significa que es la tecnología quien habla y decide, y no un sujeto. Existe una práctica política equivalente: decidir, empezando por las estadísticas. En “Ciencia y Verdad” Lacan habló de “reintroducir el Nombre del Padre en consideraciones científicas”. No exageremos. No tenemos la idea de que uno pueda reintroducir el Nombre del Padre en nuestra cultura sin ser violento. Es una ética fundamentalista. Pero al sostener el síntoma de cada sujeto, el psicoanálisis ancla a cada parlêtre a su goce. Es también una manera de conectar sus significantes de identificaciones con su goce. Precisamente porque el psicoanálisis participó en la transformación del mundo en un semblante, tiene el saber hacer para reconectar lo imaginario y lo simbólico con lo real.
2-. Porque el psicoanálisis es el único discurso que tiene como objetivo el desvelar lo real. La misma relatividad del significante del mundo transformado en semblante crea una gran distancia respecto a lo real. No es por casualidad que un psicoanalista tuvo el “instante de ver” que le permitió despertarnos a todos nosotros. Aceptamos sin escándalo la des-demonización [dé-diabolisation] del Frente Nacional. De hecho, el discurso populista de la FN fue muy hábil. Prestaron atención a seguir siendo políticamente correctos. No usaban terminología antisemita, llevaban la protesta popular sobre las crisis financieras, el discurso sobre la necesidad de limitar la migración parecía razonable a muchos jóvenes. Lo mismo ocurrió con el discurso de seguridad en tiempo de ataque terrorista. La voluntad de salir de la Unión Europea también parecía legítima. Esto escondió muy bien lo real en juego, a saber, que lo que está en juego es el discurso de lo que Lacan llamó los enemigos de la humanidad, es decir, un discurso fascista e incluso nazi. A partir de ese momento, fue posible una operación contra-discursiva de re-demonización [re-diabolisation]. Los partidos políticos estaban durmiendo como un sujeto obsesivo. Pero para nosotros, era una necesidad, porque no hay psicoanálisis posible bajo un régimen dictatorial. Para que el psicoanálisis exista, no sólo se necesita libertad de expresión, sino también la posibilidad de ironías, de hacer sátira, etc. Es la posibilidad de aflojar la identificación.
3-. Porque los psicoanalistas son los únicos capaces de crear bases colectivas y la lógica del sujeto y no del individuo. Jacques-Alain Miller habló hace algunos años de la Escuela como sujeto. Este grupo es diferente del grupo freudiano, del cual el ejército y la Iglesia son los ejemplos que da. El grupo freudiano se organiza alrededor de un ideal que une un ideal y un objeto, y excluye a todos los que no están inscritos bajo este ideal. Es un grupo que apunta y trabaja para su mantenimiento tal y como es, y tiene una tendencia a estar inmóvil. Esto es lo que sucedió con los partidos tradicionales en Francia, tanto desde el lado derecho del mapa político como desde el lado izquierdo. Un grupo psicoanalítico es una amplia conversación permanente. El sujeto de este colectivo está cambiando todo el tiempo ya que es el resultado de un algoritmo psicoanalítico, el de la articulación del significante que tiene al sujeto como un efecto. “La Movida Zadig” muestra eso en acción.
4-. Porque el psicoanálisis tiene afinidad con momentos de crisis. En estos momentos, el psicoanálisis da lugar a lo nuevo en lugar de querer reestablecer de nuevo la tradición (matrimonio para todos).
5-. Porque predice el futuro de una manera diferente al algoritmo, siguiendo la lógica del significante y considerando la contingencia de lo real.
6-. Porque libera al político de querer lograr una armonía perfecta, diciendo que el hombre está compuesto de elementos separados que no pueden ser reunidos en un “Uno”.
Notas:
[1] Este texto fue presentado en el lanzamiento del Laboratorio de Política Lacaniana en Londres el 8 de julio de 2017. Tomado de https://giep-nls.blogspot.com.es/2017/08/why-does-politics-need-to-be_23.html
[2] http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2015/02/LQ-474.pdf
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