Boletín ENAPaOL 4
Domingo 26 de abril de 2009
Estimados colegas:
Siguiendo con el trabajo preparatorio hacia el ENAPaOL, en esta oportunidad elegimos un texto titulado "El sinthome y su tiempo", enviado por nuestra colega Graciela Musachi, quien de este modo nos hace llegar sus reflexiones acerca de la diferencia del síntoma como formación del inconsciente y sinthome como desabonado del inconsciente.
EL SINTHOME Y SU TIEMPO
El uso del tiempo en la sesión analítica es, en palabras de Jacques Lacan, "algo real que se repite y escande la regulación simbólico-imaginaria de las palabras proferidas". A su vez, en éstas se pone en juego una función de nominación como tiempo de la cosa. La identificación es uno de esos tiempos de la cosa y el uso del tiempo en la sesión depende de la operación sobre ella.
En la clase del 30.1.65, Lacan señala que una identificación resulta de la escansión de un tiempo lógico: 1) instante de ver (entrada del lenguaje en su dimensión sincrónica); 2) tiempo de comprender (diacronía en la que la demanda, en su repetición, progresa necesariamente hacia el punto de la identificación); 3) momento de concluir (afirmación del "yo soy"). Es este tiempo lógico el que vuelve a producirse en el análisis marcado por irrupciones de angustia.
En "Posición del inconciente" (1960 y 64), éste era una pulsación temporal, un latido, el borde de algo que se abre y se cierra sin ningún adentro" y permitió a Lacan situar en otra lógica (que no contradice la anterior), tanto la identificación del sujeto como el lugar y la encarnación de esa cosa que Freud llamó la satisfacción pulsional. El analista opera sobre este tiempo de constitución del sujeto (alienación/separación) al escandir el discurso del paciente (sus formaciones del inconciente) y suspenderlo sobre el significante de su identificación. Por esta operación, el llamado al saber se demuestra vano y la pérdida en la que el nombre es la muerte de la cosa pasa al analista.
Considerando que el objeto en cuestión en esas operaciones es también semblante y que, por lo tanto –lo dejó sentado Jacques-Alain Miller– la pulsión supone todavía cierta armonía entre cuerpo y semblante, se impone observar que el sinthome como última concepción de Lacan sobre la experiencia del cuerpo deja de articularse pulsionalmente y, a mi entender resulta, hacia el final del análisis, el límite de la operación del analista, límite considerado ya no como resto sino como opacidad propia del cuerpo.
El tiempo del sinthome es el momento de concluir el análisis porque depende de una decisión sobre esa satisfacción, que se ignora. La salida del análisis es un retorno, sobre esa satisfacción, a una comunidad (inconfesable porque imposible de confesar) que no cesa de no escribirse.
Graciela Musachi
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