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Publicar como primer texto para el Debate que se inicia en la EOL a nuestro colega Leonardo Gorostiza, en tanto Presidente de la AMP-América y futuro Presidente de la AMP, es propicio para el inicio a las contribuciones que comienzan a llegar. Su texto, presentado en Paris el 1° de febrero en el Debate de las Escuelas Americanas y en el conjunto de contribuciones de otros colegas, abre una perspectiva posible en el debate de la EOL: la de sostener el binario mediación-extimidad, explotando de la buena manera la “antipatía”, o la brecha entre ambas. Leonardo nos introduce así a pensar el buen uso que podemos hacer de la Escuela Una en su articulación con la AMP, desde de su enunciación: “la mediación permite un calce posible allí donde no hay sino un fundamento de abismo”. Su texto ha sido publicado en el JJ N° 95.
Dudy Bleger 8 de marzo de 2010
Mediación y Extimidad Leonardo Gorostiza
¿Cómo caracterizar lo que sería el “buen uso” de la Escuela Una, es decir, cómo caracterizar aquello de lo que trata este debate crucial?[1] Para intentar avanzar en ese sentido, abordaré esta pregunta desde un ángulo preciso. El ángulo de las diferencias y de las articulaciones posibles que hay entre dos funciones que en nuestra conversación pienso que a veces tienden a confundirse. Me refiero a esas dos funciones inherentes a nuestro lazo en la AMP y en la Escuela Una: la mediación y la extimidad. Establecer con mayor claridad las diferencias que hay entre ambas es lo que creo nos permitiría elucidar con mayor precisión cuáles son entonces las articulaciones posibles. De ello tal vez puedan luego deducirse algunas primeras consecuencias prácticas para el buen uso de la Escuela Una. Mediación y extimidad no se confunden. Sin embargo, en cierto sentido, se podría decir que la extimidad acompaña –o debería siempre acompañar- a la mediación como si fuera su sombra. Porque allí donde la mediación permite establecer una articulación posible, es decir, una relación donde antes no la había, luego la extimidad vendrá a indicar, a recordar, una y otra vez, el fundamento de abismo sobre el cual esa relación, hecha necesariamente de semblantes, se funda. Dicho de otro modo, la mediación hace existir una identidad, una comunidad posible, allí donde, en el fondo, no la hay. Apunta a lo Uno ante la resistencia de lo particular de lo Múltiple. Tal como señalaba Miquel Bassols, “…cuanto más difícil es sostener y hacer algo con la no relación, más mediación hace falta.”[2] Basta como ejemplo lo que a su vez decía Vicente Palomera al destacar “… el lugar de mediación que el Campo freudiano, la AMP y la FEEP han tenido y siguen teniendo en las fuerzas centrífugas de la ELP.” Pero la mediación, sin su compañera extimidad, siempre correría el riesgo –es mi hipótesis- de ser confundida o de deslizarse hacia el ímpetu unificador de lo Uniano. De allí, la reivindicación de las autonomías particulares de lo Múltiple. Que la mediación deba siempre ser, de algún modo, acompañada por la extimidad es lo que muestra muy bien lo ocurrido en el año 2000 en Buenos Aires. Hace poco, en su respuesta a la carta de Flory Kruger, Jacques-Alain Miller lo recordaba. “En el 2000 era urgente dar a la AMP –subrayo-su identidad propia después de veinte años de Encuentros Internacionales.”[3] Tenemos aquí claramente indicada la función de mediación que permitió ir fundando Escuelas a partir de lo Múltiple de los grupos y luego la AMP misma a partir de lo múltiple de las Escuelas. Era necesario producir esa “identidad” que implica reconocerse miembro de una -en sentido estricto- “comunidad”. Pero ocurre que en ese mismo momento, en el año 2000 en Buenos Aires, al mismo tiempo que se producía y tomaba consistencia esa “identidad” de la AMP, aprobábamos la Declaración de la Escuela Una. Una Escuela cuya unidad, como sabemos, no implica centralización sino que corresponde a la unidad de la serie. Es decir, a la unidad de lo Unario y no de lo Uniano. Entonces, creo que se puede afirmar que así como el Campo freudiano primero y luego la AMP, han hecho y hacen fundamentalmente uso de la función de mediación, la Escuela Una –la Escuela del pase, la que deslocaliza, la que reintroduce siempre las diferencias creativas y cuyo Uno es el de la orientación- para cumplir con su eminente función que es la de realizar “el sueño de una Escuela conforme al discurso analítico”[4] debe de manera sostenida hacer uso de la función de extimidad. Porque la Escuela Una debe siempre apuntar, como el deseo del psicoanalista, a obtener la diferencia absoluta, es decir, singular. Jamás olvidaré cómo, en una oportunidad, pude constatar en acto la función de extimidad y su efecto desmasificante. Fue en el interior del trabajo de un Cartel del Pase de la EOL. Luego de las argumentaciones que los miembros del cartel desplegamos ante el éxtimo, bastó que éste indicara algo que no había sido interrogado a los pasadores con la profundidad que merecía el testimonio, para que el cartel –como sujeto- produjera el significante amo que había hecho del cartel un grupo “masa” deteniéndolo en su función. Los miembros del cartel nos habíamos detenido en aquél momento unificados bajo el significante “pudor”. La consecuencia no fue menor ya que el efecto de desidentificación, de desmasificación, permitió al cartel avanzar más allá y concluir en una nominación de AE. Creo que este ejemplo muestra con claridad que la función de extimidad es congruente con el discurso analítico. Y es por ello que creo podemos afirmar que la política de la enunciación -que en tanto tal es desmasificante, ya que es propio de la enunciación el ser singular-, la política de la enunciación es la política de la Escuela Una y se sostiene en la función de extimidad. Llegados a este punto, y a riesgo de cierta simplificación que implica situar la función de mediación del lado de la AMP y la extimidad del lado de la Escuela Una, ¿habría que concluir que para que el discurso analítico predomine la AMP debería transformarse en la Escuela Una? Esta es al menos la hipótesis de Giorgia Tiscini: que la AMP devenga EMP (Escuela Mundial de Psicoanálisis).[5] Mi opinión es que no. Por el contrario, pienso que es fundamental preservar esa tensión que hoy intento situar entre la mediación y la extimidad. Así como Lacan al hacer en 1978 el balance del Departamento de Psicoanálisis en Vincennes señalaba que el discurso analítico excluye la dominación, que la antipatía entre el discurso analítico y el universitario jamás será superada pero que de lo que se trata es de “explotar” dicha antipatía, me atrevería decir que también se trata de explotar de la buena manera la “antipatía” o la brecha que pueda haber entre la mediación y la extimidad, entre la AMP y la escuela Una. Recientemente, volviendo a leer una conferencia de Jacques-Alain Miller pronunciada hace tiempo en Buenos Aires y titulada “Hacia una clínica cínica”[6], me encontré con el término “mediación”. Allí, Jacques-Alain señala que el pase mismo se dirige a ese punto del saldo cínico del análisis donde precisamente no hay mediación alguna. “Es la verificación –dice- de que no existe allí mediación…” y que hay ausencia de mediación de entrada en la división subjetiva misma. Hay división y, por lo tanto, no obstante las leyes de la palabra –de los semblantes, podemos decir- no hay mediación. Es entonces en este sentido que pienso que sostener el binario “mediación - extimidad” puede ser una de las vías para hacer un buen uso de la Escuela Una. Parafraseando una fórmula a la que recurrimos con frecuencia: se trataría, con la extimidad, de prescindir de la mediación -no creer en ella- pero, como con todo semblante, a condición servirse de ella llegada la ocasión. Resumiendo este binario podríamos decir que la mediación articula allí donde hay ausencia de articulación, como el falo o como el nombre del padre, hace posible una relación allí donde no la hay, al tiempo que indica la ausencia de relación. Si me permiten la expresión: la mediación permite un “calce” posible, una común medida, allí donde no hay sino un fundamento de abismo. Mientras que la extimidad, desidentifica, singulariza, e introduce así la ausencia de una común medida. En términos recordados por Miquel Bassols: hace saber que se trata de la paradoja de la Escuela Una como la “comunidad de los que no hacen comunidad”.[7] Dije al comienzo que de todo esto tal vez podrían deducirse algunas consecuencias prácticas para el buen uso de la Escuela Una. ¿Cuáles? Planteo sólo las primeras que se deducen claramente de lo que antes intenté argumentar. Los Carteles del pase, según una reciente propuesta de Graciela Brodsky, podrían pasar a ser Cartelas del Pase de la Escuela Una, pero… a condición de que sigan siendo Carteles del Pase de cada Escuela. Es como con los AE, que son de la Escuela Una pero no por ello lo son menos de cada Escuela de la AMP. Como ven, pienso que es importante mantener esa tensión, no anularla, porque es a partir de ella y con ella que debemos saber arreglárnosla. Dicho de otro modo, pienso que para un buen uso de la Escuela Una se tratará siempre de no eludir, en cada decisión que tomemos, la responsabilidad de cuidar que no se suture esa barra que es la división misma del sujeto, allí donde no hay mediación que no sea del semblante. Los AE y los Carteles del Pase tienen entonces sobre sus hombros, una misión fundamental, y siempre renovada, la de recordar a todos y a cada uno de los miembros de la AMP y de la Escuela Una que esa “barra oblicua de noble bastardía”[8] es ineliminable y que en ella reside tanto la debilidad como la enorme potencia del discurso analítico. Tal vez resida allí también la fuerza de esa suerte de súper-Escuela que Jacques-Alain Miller imaginaba como futuro de la AMP hace dieciséis años atrás.[9]
[1]Miller, Jacques-Alain, “L’École Une en débat”, JJ 75, pág.7. [2] Bassols, Miquel, “De cerca y de lejos”, en JJ 76, 23 de diciembre 2009. [3] Miller, Jacques-Alain, en JJ68, 8 de diciembre 2009. [4] Miller, Jacques-Alain, “Informe del Delegado General”, Buenos Aires, año 2000. [5] Tiscini, Giorgia, “L’École Une existe-t-elle vraiment?”, JJ76, 23 de diciembre 2009. [6] Miller, Jacques-Alain, “Hacia una clínica cínica”, (24 de julio de 1984), en Conferencias porteñas, Tomo 1, Paidós, Argentina, 2009, págs. 160 y 161. [7] Bassols, Miquel, “Más de cerca y más de lejos”, JJ84, 14 de enero 2010. [8] Lacan, Jacques, “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2, siglo veintiuno editores, Argentina, 1987, pág. 614. [9] Miller, Jacques-Alain, “Avant-propos”, 31 de mayo de 1994, en Annuaire de la AMP, 1995.
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