17 de março de 2010

Debate de la Escuela Una en la EOL - 4 -

Escuela de la Orientación Lacaniana

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Postal


¿Cómo dar a conocer al conjunto de la EOL, y por ende a la AMP, las primeras contribuciones que se publican sobre un conjunto de ellas?

Una opción hubiera sido darlas a conocer por orden temático. Pero finalmente se trata de un debate abierto, donde aún no podemos visualizar ni la cantidad de contribuciones que llegaran, ni los temas que abarcarán, y menos aún la forma que el debate tomará.

Es por eso que hemos optado por publicarlas bajo la forma del "desorden, no-todo”. Tres contribuciones, en esta ocasión, dan inicio al debate, las de Fernando Vitale, Carmen González Táboas y Silvia Ons.

Dudy Bleger

Por el Consejo estatutario,

16 de marzo 2010

Envío de contribuciones a: dudybleger@yahoo.com.ar

La Escuela Una versus la transformación silenciosa

Fernando Vitale

Mi breve contribución al debate de la Escuela Una en la EOL, apunta ante todo a intentar esclarecerme a mí mismo lo que pienso podríamos ubicar como posibles momentos de presencia del espíritu de la Escuela Una en nuestra comunidad.

Hablar de “momentos de presencia del espíritu de la Escuela Una”, es un modo entre otros de intentar circunscribir una causa que como lo ha constatado Flory Kruger en su texto del JJ 94, no se presta al pasaje por una definición conceptual.

Hemos seguido tanto en los JJ como en Los Debates de la Escuela Una publicados en nuestra lista, una cantidad de textos que en su mayoría dan cuenta de situaciones críticas que en principio parecen alejadas de la realidad efectiva actual de la EOL.

¿Pero es esta la mejor manera de introducirse en el debate en cuestión?

No lo creo en absoluto.

Como plantea Gil Caroz en “El Debate de la Escuela Una VI”: “La Escuela Una por la apertura de no saber que opera en los diferentes lugares, provoca una angustia que empuja a una anudamiento tanto más fuerte a una identificación comunitaria equivalente a una voluntad de consolidación de la autonomía del yo”.

Es evidente que la multiplicidad existe y que cada lugar como plantea Mónica Torres en el JJ 95, conserva una autonomía inseparable de sus particularidades políticas, culturales y sociales. Pero a mi entender el espíritu de la Escuela Una se hace presente cuando esas crisis dejan de ser solamente crisis relativas a tal o cual lugar, sino cuando logramos transformarlas en cuestiones relativas a la batalla nunca asegurada de hacer existir al discurso analítico en el mundo y de las que es deseable poder extraer un saldo de saber para el buen uso de cada uno.

Como lo planteaba hace tiempo J.A. Miller, la SAMCDA no es solo el destino de la IPA.

Decía Miller que la Escuela Una es una precaución tomada con anterioridad contra la burocracia previsible y siempre en germen en nuestra vida institucional. Creo que los riesgos de los efectos SAMCDA habría que ubicarlos bajo la lógica de la transformación silenciosa de la que nos habló F. Jullien.

La ella, la inatrapable

Carmen González Táboas

Leo en el texto enviado por Flory Kruger: “Cuando un miembro de la EOL se presenta en público, fuera de la EOL, lo hace como miembro de la EOL y de la AMP, no lo hace como miembro de la Escuela Una, lo cual nos hace pensar que se trata, en primer lugar, de un significante que sólo podemos compartir en el interior mismo de nuestras Escuelas.”

Por un lado, sin duda es un significante de nuestro ámbito; por otro, cuando un miembro de la EOL circula, como tal, por el mundo, en la medida que sirva a la causa analítica extiende los efectos de la Escuela Una, que lleva consigo.

Esa es, me parece, la lógica de la Escuela Una, la ella, la mendiga, tan inatrapable, como el discurso analítico en los otros discursos, a los que agujerea, inconsiste, abre.

El 27/01/2000, en una entrevista,[1] le preguntaron a Jacques-Alain Miller si la Escuela Una tenía precedentes en la cultura; a lo que respondió: “De manera incisiva digo: ¡Gioachino da Fiore!, ¡Thélème!, ¡Charles Fourier!” Fui a interrogar eso,[2] porque no se podía pensar que era vana retórica. Y me parece que sería el momento de aprovechar una referencia tan… incisiva, y tan olvidada.

Da Fiore: monje y vidente calabrés del siglo XII, era un hereje, un inadaptado, un autoexpulsado del Otro, un místico de la Cábala y de la Trinidad cristiana a la vez.

Fourier: socialista utópico, un poco chiflado, enemigo de la tiranía eclesiástica y de la burocracia, las ganancias abusivas, la opresión del matrimonio y la familia. Mejor vivir en pequeños falansterios, que no excluían la discordia, y aseguraban las libertades particulares.

Télemo: es la abadía rabelesiana autorizada por Gargantúa, “al revés de todas las abadías”, sin murallas, “pues donde hay murallas hay conspiración”. No tendrá relojes ni cuadrantes, y las tareas se repartirán al azar de la ocasión. Ellos y ellas, “alegres y no dormidos” tendrían una regla: “haz lo que deseas”.

La Escuela Una ¿no es la Una, la no toda, la pobre, la mendiga del Campo freudiano? Si es así, la Escuela Una se nutre de la transferencia de trabajo, habita en los inatrapables efectos de goce de los significantes de la AMP, de las Escuelas, de los dispositivos de Escuela, del Cartel al Pase, en cada analizante practicante que, -como sujeto causado por el psicoanálisis,- transita las vías que le permite su Sinthome.

La Escuela Una rehúsa las definiciones, sigue la lógica del no todo, anda por los intersticios; es el goce que resiste a la burocratización, al sueño, al mutualismo, al congelamiento, al bienestar. Incluye a los sujetos raros, particulares, diferentes, un poco chiflados tal vez, separados por la soledad del goce, reunidos por una Orientación. Leonardo Gorostiza habló de la extimidad que hace de límite al ímpetu mediador/unificador de lo Uniano. Mucho antes, Jacques-Alain Miller había preguntado: La Escuela Una, “¿podrá reglarse con la lógica del discurso analítico, sin concesiones?”[3]

Pienso que es la pregunta que puede orientar el debate.

En ese caso, pensar en “carteles de la Escuela Una”, o en otras maneras de hacer girar los efectos para hacerlos causa de un trabajo, sitúa a esos trabajos en el nudo clínico, epistémico y político que anuda a las Escuelas de la AMP. Pero la Escuela Una no está ahí. Ella, inatrapable, pertenece a otra dit mensión, la que introduce el parlêtre, uno por uno. Por eso, ella, éxtima, acompaña todo lo que hacemos como su sombra.[4]

Hace poco Jacques-Alain Miller recordaba que cuando Lacan fundó la Escuela freudiana de Paris no se refirió a la Universidad, “tumba de los saberes,” sino a las Escuelas filosóficas de la antigüedad. Hace diez años, en los días de la declaración de la Escuela Una, Miller se refirió a Gioachino da Fiore, Thélème, Charles Fourier. “Conviene prestar atención a las analogías, y por qué no, a las constantes.”

Máxima diversidad en la misma unidad

Silvia Ons

Me interesa llevar a la reflexión una observación muy interesante de Dudy Bleger[5] acerca del momento actual en la Escuela como tiempo signado por el empuje “Todos a testimoniar”, como consigna. Considero que habría que diferenciar ese “todos” del Uno deseable en la Escuela Una ya que este Uno se distingue del Todo y si aloja lo diverso no es para homogeneizarlo. Al respecto, creo que bien podría hacerse presente lo que plantea Leibniz cuando se refiere a la máxima diversidad en la misma unidad, allí la Escuela Una cumpliría muy bien su lugar de éxtimo respecto a las Escuelas que tienden, muchas veces, ser empujadas por consignas.

Gabriela Camaly[6] advierte de ese peligro en los términos de un empuje a la enunciación. Ahora bien: ¿la enunciación solo se verifica en los testimonios? O aún: ¿en todo testimonio hay necesariamente una enunciación? ¿No conviene acaso pensar en los riesgos que comporta limitar la enunciación al testimonio? Lacan[7] afirma que fundó su Escuela, tomando como punto de Arquímedes el grano de arena de su enunciación, sin embargo en lo relativo a lo que se entendería por testimonio de su análisis hay poco. Y también afirmó: “si hay alguien que se la pasa pasando el pase, ese soy yo”[8]. Ningún relato de su análisis pero marca de la experiencia analítica en cada uno de sus Escritos y en cada uno de sus Seminarios.

Dice Leonardo Gorostiza[9] que la política de la enunciación es la política de la Escuela Una como espíritu del pase expandido al conjunto de los miembros de las Escuelas y a la “comunidad” analizante que las rodea. Considero que ese espíritu no puede limitarse al relato de un análisis, la enunciación jamás puede reducirse a ello, sino que es deseable encontrarla en la trasmisión de los conceptos psicoanalíticos, de lo contrario caemos en la falacia de considerar que el campo epistémico psicoanalítico es una campo de meros enunciados. El hartazgo que muchas veces se experimenta cuando se repiten conceptos cual moneda gastada, sin vida, sería una consecuencia de la división aludida.

Graciela Brodsky[10] afirma que, para devenir psicoanalista, la verdadera cuestión no es tanto como entrar a la comunidad analítica sino como pasar de la comunidad a la disparidad. De ahí, concluye, “el carácter irresistible del testimonio”; no hay dos iguales ¿No sería entonces deseable que tal disparidad como espíritu del pase estuviese presente más allá de los testimonios en sí mismos? Así encontraríamos trasmisión de conceptos recreados por la chispa de la enunciación, lejos de repeticiones que naveguen en el océano de la homogeneidad.



[1] Diez preguntas a Jacques-Alain Miller, por Natalie Georges, París, 27/01/2000

[2] En El Caldero, Nº 76 (mayo, 2000), las “Diez preguntas”, p. 44, y mi nota, p. 46.

[3] Jacques-Alain Miller, en la entrevista citada antes.

[4] Leonardo Gorostiza muestra en su contribución que la extimidad sigue a la mediación como su sombra.

[5] Boletín AMP 2010, N° 6

[6] Boletín AMP 2010, N° 6

[7] Lacan, J., Textos institucionales de Jacques Lacan “Un Otro falta”, Bs. As., Manantial, 1989, p.20.

[8] Lacan, J., “Sobre la experiencia del pase”, Ornicar?, Ediciones Petrel, Barcelona, p. 39.

[9] eol.org.ar, sección Congresos El debate de la Escuela Una N° 6 , La Escuela Una y la política de la enunciación , Leonardo Gorostiza

[10] Eol.org.ar, sección Congresos, El debate de la Escuela Una N° 4, EL pase y la armada Brancaleone, Graciela Brodsky.

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