A LA XI CONVERSACION CLINICA DEL ICF
Edición digital previa a la XI Conversación
[11] 3 de marzo 2011
Barcelona, 5 y 6 de marzo de 2011
Con la participación de Jacques-Alain Miller
Comisión Bibliográfica preparatoria de la XI Conversación Clínica del ICF-E: Uxio Castro, José Luis Chacón, Rosa Godínez, Manuel Montalbán, Carmen Ribés, Félix Rueda (responsable), Juan Carlos Tazedjian y Liana Velado.
INTRO 11
Este último ejemplar de INTRO te llega, lector, a dos días de encontrarnos en Barcelona. Y lo hace con un texto que Francesc Vilá ha titulado Terminar el análisis en la hipermodernidad, en el que considera que quizá el individuo de masas contemporáneo sufre ya “no del malestar en la cultura sino de su padecimiento de la civilización” y se presenta al análisis de manera diferente terminándolo con variaciones a considerar.
Félix Rueda
Terminar el análisis en la hipermodernidad
Francesc Vilá
Aporto algunas consideraciones sobre terminar el análisis hoy.
“C.S.T.” –Clínica bajo transferencia- es un texto conciso sobre los primeros pasos de la dirección de la cura. Miller lo escribe al inicio de los ochenta y es un excelente contrapaso clínico al texto del Lacan Clásico sobre los poderes de la cura.
Argumenta en tres tiempos la invención freudiana de la entrada en análisis. Primero la desestabilización de la vox familiae por un encuentro con lo real, segundo la emergencia del síntoma y, tercero, la demanda al analista, un supuesto al saber en la realidad. Y la salida parece más sencilla, se libra según la lógica que dispone este primer tiempo de histerización y el trabajo consecuente para declinar el significante de la transferencia con los útiles que aportan las formaciones del inconsciente.
El contexto cultural y social de “C.S.T.” aún guarda cierta sintonía con lo vivido por la humanidad freudiana, abatida entre las inhibiciones y los síntomas o por el individuo existencial, ocupado en tararear sin desafinar mucho su my way.
Quizá el individuo de masas contemporáneo, que sufre ya no del malestar en la cultura sino de su padecimiento de la civilización, se presenta al análisis de manera algo diferente y lo termina con variaciones a considerar. “El pase del ser hablante” es un contrapunto de lectura a “C.S.T.” nos abre al Lacan hipermoderno (1). Apoyo las consideraciones del texto en su argumentación.
No es infrecuente que el individuo llegue a la consulta del analista urgido por un non stop del cuerpo, aderezado con substancias episódicas que generan ataques de angustia o humores desequilibrados, como si el síntoma gozase de menos crédito.
La elegante secuencia que propone Lacan en el Seminario 3, “…el sujeto comienza hablando de él, no les habla a ustedes, luego les habla a ustedes, más no habla de él; cuando les haya hablado de él –que habrá cambiado sensiblemente en el intervalo- a ustedes, habremos llegado al fin del análisis”, no es la más habitual.
La primera paradoja se manifiesta cuando llega varapaleado y se queja con gusto. Se queja de que el ideal de funcionar lo tiene atrapado pero, a la vez, se lamenta del largo tiempo que sospecha va a invertir en las idas y venidas al consultorio. Y, para colmo, hace elogio de su libertad en un mundo desregulado. Ese mundo que le apremia. Curiosamente el tiempo analítico, con sus escansiones no convencionales, revive, rápido, al sujeto abatido por el peso de los nuevos ideales. Se producen emergencias imprevistas, del inconsciente real.
A menudo, al principio, no encontramos la vox familiae. El candidato a analizante descubre la ferocidad de la voz cálida de la época que ha substituido los poderes de la familia. Y entiende que el humor y la angustia son una preinterpretación, un no, a la masificación de su cuerpo. Los ideales de época: time is money, nothing is impossible o just do it colisionan con acontecimientos en el cuerpo. El sujeto necesitara del tiempo de las entrevistas preliminares para rehacer el estatuto simbólico del mensaje dirigido al Otro. Entre las quejas por una vida metonímica y pedir por una significación apaciguadora de la existencia apremiante hay el trabajo de la erección del saber del inconsciente. El sujeto empieza hablando de su cuerpo, con el tiempo habla de emergencias no esperadas de lalengua. Estas emergencias, bajo transferencia, son reconvertidas en formaciones narrativas que dicen descifrar el inconsciente transferencial.
El sujeto al hacer este trabajo de medio-decir comprueba, con sorpresa, la liviandad de los lazos personales y sociales. El análisis, para muchos, descubre que la vida tiene unas instrucciones de uso que no funcionan, pero lo hacen feliz. Goza de las paradojas de esas instrucciones. Y, como en la novela de Georges Perec (2), descubre que la compleja sociedad desregulada actual es un edificio laberíntico con habitáculos ofrecidos al solipsismo.
Cuando nos habla ensaya las maneras de atravesar el fantasma tambaleante que justifica sus irrisorias hazañas contra los nuevos imaginarios del miedo y la soledad. Nos habla a la espera de la ratificación del analista, palabras que no encuentran respuesta ni en la táctica de la interpretación. Esa satisfacción no tiene lugar.
La satisfacción que no da la interpretación encara el término. El analizante se aplica a la regla de la asociación libre. Habla de una satisfacción propia, novedosa o recuperada, de vivir, trabajar y amar. Una satisfacción sentida después de alojar las urgencias y las emergencias en una narración que tiene fugas de sentido. La compacidad detiene la asociación libre. Recuerda o hace listas de contingencias, nimiedades y detalles que dieron paso a estilos de vida la mar de celebrados y poco prácticos. Y, de paso, descifra los síntomas imprescindibles que suturaban las faltas cotidianas.
Hay secuencias tipo para el analizante de nuestros días. Referencias obligadas para el sujeto de la hipermodernidad. Son referencias que cada analizante deletrea de manera singular, en su my way. Son preguntas que el Oráculo hipermoderno realiza sí o sí en el camino. Un oráculo que, una vez declinado el poder de la Razón y de los nombres del padre, exige respuestas civilizadas sobre la judicialización de la vida cotidiana, sobre los credos del cientificismo que ordenan el funcionamiento vital y evalua la maximalización de la e-motion en los intersticios del tiempo global.
A menudo no es suficiente para el pase clínico pero el sujeto si sabe lo necesario para convertirse en contemporáneo del fluir incesante e imperioso de la hipermodernidad. Este saldo de saber otorga oficio para interpretar, en la juntura de la existencia, la falta de formulas prêt a porter en las relaciones sexuales y la muerte como fenómeno no accidental en la época de la tecnociencia. Lo convierte en un ciudadano sinthomatizado con lo que no anda, en deuda con el psicoanalisis. Su condición de hombre en el tiempo informado de oscuridad ha sido vencida. No se acomoda a un destino heroico como en la Tragedia, experimenta el resultado del tiempo de la decisión.
No es un mal momento para concluir, ya habrá la oportunidad para retomar si la vida no es propicia. El saldo de gay saber es suficiente. El deseo se ha revitalizado.
Lo normal es que el saludo al terminar sea un hasta siempre.
Descontamos de este conjunto a aquellos que regulan su existencia ordinaria por un salir y volver periódico. Muchos de estos confían en el psicoanálisis como un método de autoayuda con secretario avisado incorporado. En este campo el psicoanálisis se ocupa de la salud elemental, compite con ventaja con el orden de la salud mental.
Notas
1. Texto de Jacques-Alain Miller publicado en La Cause Freudienne, nº74. París, abril del 2010. Traducción al castellano en la revista Enlaces. ICF-CICBA nº 16, noviembre 2010.
2. “Te sientes poco hecho para vivir, para actuar, para hacer cosas; no quieres más que durar, no quieres más que la espera y el olvido”.
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