REVISTA NOTICIAS • VIERNES 18 DE MARZO DE 2011 • AÑO XXXIV, Nº 1786
La moda del tatuaje
Por Silvia Ons*
La moda del tatuaje lleva ya más de una década y se ha impuesto triunfando sobre otras, más efímeras y circunstanciales. Su extensión no es solo temporal sino que tiene un alcance generalizado, ya que se ha propagado a través de diferentes clases sociales. Y si hasta hace poco, este hábito estaba confinado al grupo de adolescentes, o bien al de ciertos adultos asociados a la marginalidad, hoy pulula por doquier, perdiendo especificidad.
Hay quienes, restando importancia al fenómeno, dirán que se trata solo de una moda, afirmando con esto que tal hábito entra dentro de la categoría de lo banal. No nos plegaremos en esta dirección, primero porque no habría que subestimar a la moda ya que si se nos aparece como pueril, es siempre importante recordar que la dimensión de profundidad puede estar en la superficie, y que ella suele dar expresión, en su exterioridad a la subjetividad de una época. Pero por otro lado, el tatuaje parece no tener pretensiones de moda ya que si esta cambia según las épocas, aquel no quiere ser un mero traje sino que aspira a valer “para siempre”.
En ciertos casos, el cuerpo todo parece entregado a una suerte de estampa tribal, en otros-más refinados- basta con el detalle de un dibujo. Algunos tienen un carácter exclusivamente decorativo, pero la mayoría intenta dar expresión a creencias del sujeto en determinados símbolos, o a la necesidad de que queden grabados nombres de personas queridas, vivas o fallecidas. En sus diversas formas-hay otras, sin duda- lo común es la búsqueda de una inscripción.
En tiempos donde nada parece perdurar y en los que es corriente, ante una adherencia el pasado, escuchar el consejo de “dar vuelta la página”, en tiempos donde gobierna la demanda de reinventarse cada día dejando atrás antiguas marcas, en tiempos tan bien caracterizados por Heidegger como ávidos de novedades y ansias por lo nuevo, el tatuaje no parece seguir tal orientación ya que apunta a algo no perecedero. Es de destacar que en general, tanto aquellos sujetos excesivamente fluctuantes en su vida amorosa o los que, por una razón o por otra parecen mutar a lo largo de la vida, como los que padecen en el mundo las consecuencias de un andar sin brújula, son los que más apelan al tatuaje para que algo se fije y no se borre. Así, esa marca contrarresta a toda luz con el estilo de sus vidas.
[…]
* Analista. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Vea esta nota completa en la edición impresa de la revista NOTICIAS.
FIN
Nenhum comentário:
Postar um comentário