EDITORIAL
“El
inconsciente es como Baltimore al amanecer”. En el primer apartado
de este nuevo número de la revista de la Escuela que presentamos hoy tenemos el
gusto y el honor de publicar la conocida como “Conferencia en Baltimore”,
impartida por Jacques Lacan en el coloquio John Hopkins sobre estructuralismo,
celebrado en dicha ciudad en 1966 -es decir, de manera contemporánea a su
seminario sobre La lógica del fantasma. Jacques Lacan intenta allí
repensar el inconsciente e introducir de otro modo el objeto a. Esto
le lleva a una reflexión sobre el sujeto del psicoanálisis es uno de los raros
textos donde emplea el término “sujeto del goce”, siendo los otros tres de esa
misma época. Ello concluye con una definición poética del inconsciente: “La
mejor imagen para resumir el inconsciente es Baltimore al amanecer”. ¿Dónde
está el sujeto en esa visión que ha tenido en la madrugada de la ciudad? “Es
necesario –concluye- plantear el sujeto como el objeto perdido”.
Esta
definición del inconsciente, contemporánea de aquella otra “El inconsciente es
la política”, no será, según sabemos, la última. El X Congreso de la Asociación
Mundial de Psicoanálisis, celebrado hace año y medio en Río, tomó como tema de
trabajo el concepto de parlêtre, del que Lacan vaticinó que un día
sustituiría a aquel.
Sin
embargo, es importante hacer el recorrido por todos estos esfuerzos de
elucidación del inconsciente para entender la apuesta de Lacan, en la que nos
orientamos con la ayuda de Jacques-Alain Miller.
En
la actualidad, la AMP se prepara para celebrar en Barcelona, en abril de 2018,
su XI Congreso, Y lo hará veinte años después de aquel primero que reunió por
primera vez, en julio de 1998, al conjunto de sus miembros en esta misma
ciudad.
Desde
entonces, los distintos congresos han funcionado como instrumentos para pensar
la clínica y los problemas cruciales del psicoanálisis en nuestro tiempo,
constituyendo la celebración de cada uno de ellos más que una oportunidad, un
verdadero hito de elaboración colectiva al respecto.
El
título del próximo, Las psicosis ordinarias y las otras, bajo
transferencia, nos compromete a todos durante este tiempo en la
investigación sobre las psicosis. El tema, por otra parte, merece volverse a
poner sobre el tapete asimismo veinte años después de que Jacques-Alain Miller
propusiera el sintagma “psicosis ordinaria” en la Conversación Clínica de las
Secciones Clínicas francesas en Antibes. Su introducción permitió, desde
entonces, elucidar algunos casos que no responden a la concepción clásica de
psicosis y que muestran otros modos de reparación del agujero forclusivo que la
metáfora delirante, aislada por Jacques Lacan en el Presidente Schreber. ¿Qué
podemos decir hoy de la incidencia de la introducción de la psicosis ordinaria
en la clínica analítica? ¿Qué nos ha enseñado sobre la categoría misma de
psicosis en la que se incluye?
En
el segundo apartado, dedicado al XI Congreso AMP y de idéntico
título que este último, publicamos el texto de presentación escrito por los
directores del Congreso, Anna Aromí y Xavier Esqué, así como un texto de Manuel
Fernández Blanco, responsable de la jornada clínica del mismo. Ambos
constituyen excelentes herramientas para situar la apuesta en juego y orientar
la investigación.
También
publicamos en dicho capítulo, y por primera vez en castellano, una conferencia
de Jacques-Alain Miller que, a pesar de haber sido dictada hace treinta años,
revela su interés y actualidad para la investigación en curso. En La lección
de las psicosis, él aborda la tesis lacaniana de 1946 del psicótico como
hombre libre y nos enseña de qué libertad se trata. Entender la forclusión como
“un rechazo del atractivo de las identificaciones” pone el acento en la
elección del sujeto, esa “decisión insondable del ser” que, según Jacques Lacan,
se impone a toda aproximación de la locura en términos de dificultad, de
subjetivación o de déficit. La locura así se separa de toda concepción
psicopatológica para situarse entre libertad y lógica.
Pero
la incidencia de las psicosis ordinarias no solo debe examinarse en relación al
campo propio de las psicosis sino, también, al campo de las neurosis. Vemos
cómo estas últimas han dejado de ser consideradas lo más ordinario -en la
acepción que todos conocemos de este término por ser la primera que encontramos
en el Diccionario de la RAE, es decir, equivalente a “habitual”, “corriente”,
eso que se confunde en ocasiones con lo “normal”. Si las psicosis dejan de ser
consideradas lo no-normal, lo extra-ordinario, un fallo, un defecto, un
accidente, las neurosis también quedan afectadas por dicho cambio de
perspectiva. Ya no podemos trabajar con la hipótesis de que todo el mundo sería
neurótico hasta que se demostrara lo contrario. Tanto las neurosis como las
psicosis, siguiendo la tesis de Jacques-Alain Miller, requieren ahora ser
demostradas.
En
una época donde impera la lógica de la inexistencia del Otro, se hace más y más
patente la forclusión generalizada que la no-existencia de la relación sexual
introduce en el ser hablante, y cuya consecuencia sintetiza la fórmula
lacaniana: “Todo el mundo es loco, es decir delirante” lo que no quiere decir
la psicosis generalizada. Cada uno se presenta con su modalidad de goce, su
“delirio”, su solución ante una norma simbólica universal que no puede más que
faltar a todo parlêtre. La norma de goce singular, viene a suplir en cada uno
dicha falta. Esto obliga a reordenar la clínica de otro modo, más allá de Freud
y del Padre del Edipo, en un doble registro marcado por la pluralización
operada por Jacques Lacan de los nombres del padre y por el sinthome como
cuarto elemento que viene a reparar el fallo del nudo para cada cual.
El
título del tercer apartado presenta el dossier “¿Neurosis del
siglo XXI?”, y que da título a este número y nos remite a este “Todos locos” de
los sujetos contemporáneos. Podría parecer que ya no hubiera los “buenos
neuróticos” de antaño, incluso que ya no habría más neuróticos. No es cierto:
el declive del padre no es el final de las neurosis. Pero hay que estar atentos
a las nuevas modalidades de presentación sintomáticas que cada vez velan menos
el real en juego. De hecho, el término “velo”, solidario de la “represión”,
parecería en cuestión en muchos casos actualmente.
La locura de los
diagnósticos basados en las “evidencias” no es de ningún modo una ayuda para
pensar la clínica y, por tanto para encontrar la brújula con la que orientarse
en ella. Solo tres fórmulas, “No hay relación sexual”, “Hay el Uno”, y “un
cuerpo es algo que se goza”, leídas conjuntamente pueden darnos la dirección
para la escucha analítica del parlêtre, tal como señala Jacques-Alain Miller en
su curso L’Un tout seul. Es lo que encontramos en el cuarto
apartado, “Una escucha singular”, donde publicamos cinco casos de
otros tantos colegas que evidencian la singularidad de la escucha analítica.
El
quinto apartado, “Sobre los psicoanalistas de la Escuela”,
dedicado a la tarea de elucidar lo que es un analista, presenta cinco
testimonios -tres de ellos primeros-, cada uno de los cuales nos ofrece sus
propias enseñanzas al respecto. También incluye un trabajo sobre lo que podemos
y no podemos leer en ellos. Y por último, un comentario de la Proposición
del 9 de octubre del 67 sobre el analista de la escuela, texto
que justo este mes cumple cincuenta años.
En
el sexto apartado, recordamos la figura de Freud, pocos días
después del aniversario de su fallecimiento, acaecido el 23 de septiembre de
1939. Y tenemos el gusto de hacerlo a través del emotivo discurso escrito y
leído por Stefan Zweig ante su féretro, en Londres, el 26 de septiembre, es
decir, tres días después. Sin la existencia de Freud, escribe Zweig, “cada uno
de nosotros, los hombres del siglo XX, sería distinto, sería otro, sin él en su
pensamiento y su comprensión”. El mundo, me atrevo a añadir en el XXI, también.
Del
mundo actual, de nuestra época, trata el séptimo apartado, que
hemos titulado “Política del psicoanálisis”. Entre otras cuestiones, todas
ellas complejas y acuciantes de abordar y resolver, el yihadismo, los nuevos
retornos de lo religioso, el resurgimiento de las identidades nacionales y de
otros modos de identidad, unidas todas de ellas de modo indisoluble, por
estructura, a discursos y a prácticas segregativas de distinta índole, nos
plantean retos difíciles en la actualidad, que no tenemos otra solución que
afrontar. Por ello, El psicoanálisis, dedicará de aquí en
adelante un apartado de cada número a trabajos de investigación y elucidación
sobre ellos.
En esta ocasión, publicamos cuatro trabajos de distintos colegas
que se ordenan según el eje de la segregación, uno de los ejes de estudio del
tema de las XVI Jornadas de la ELP, de próxima celebración. El texto de Éric
Laurent profundiza el análisis del yihadismo en el que, desde los atentados de Charlie
Hebdo, en París 2015, viene trabajando. En este mismo apartado, publicamos
de nuevo Intuiciones milanesas, unas clases del curso de la
orientación lacaniana de Jacques-Alain Miller, que siguieron a su conferencia
en Milán de mayo de 2002. Agradecemos tanto a Jacques-Alain Miller, como a
Myriam Chorne, actual directora de Cuadernos de psicoanálisis del ICF, que
las había publicado en su número 29 (agotado hace años), y al traductor, Enric
Berenguer, la oportunidad de hacerlo.
En
el octavo apartado, “Recorridos”, tenemos el gusto de publicar
tres estudios bien distintos que tres colegas han hecho por el arte, la
filosofía y la ciencia, en su relación al psicoanálisis.
El
noveno apartado, “Querida Marta”, dedicado a nuestra colega
Marta Davidovich a quien hemos perdido en julio de este año, no podía tener
mejor nombre. El Consejo de la ELP fue unánime en su elección. ¿Cómo homenajear
aquí a la colega, a la persona, a la amiga sin quedarnos cortos? La empresa es
fallida de antemano. Sin embargo, hemos pedido a Gustavo Dessal y a Rosa María
López, que nos ayuden con su hábil prosa tejida de amor y de excelencia. El
resultado nos conmueve y nos ayuda a enfrentar la pérdida. El Consejo tuvo la
idea de hacerle aquí en la revista de la Escuela, un pequeño homenaje. Elegimos
entre los múltiples textos que Marta publicó, algunos referidos a su relación
con el psicoanálisis y con la Escuela, podríamos precisar diciendo que
escogimos aquellos que tomaban algún punto explícito al respecto. Pues Marta
siempre supo ser clara y lúcida en su relación con ambos. Esa es una de las
cosas en que nos enseñó, es algo que yo aprendí de ella.
Este
número que aquí les presento fue comenzado por Andrés Borderías, el anterior
director, y su comité de redacción. Desde aquí quiero agradecerles su esmerada
dedicación que nos ha permitido disfrutar de una revista ágil y renovada.
Esperamos poder sostener ese espíritu innovador en esta nueva singladura que
recién iniciamos. Ella comienza a la par que se abre un nuevo periodo en la
comunidad analítica con la reciente puesta en marcha por parte de Jacques-Alain
Miller de la Movida Zadig (Zero Abjection Democratic Internacional Group) en
lo que él mismo situó como el Año Cero del Campo freudiano. Estaremos
especialmente atentos a los desafíos y los logros de los nuevos tiempos. Un
nuevo comienzo entonces. El Psicoanálisis no podría emprender esta
nueva singladura con mejores vientos.
Margarita Álvarez
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