17 de agosto de 2016

LACAN COTIDIANO, por Armelle Guivarch, Dominique-Paul Rousseau.


 


¿Desintegración programada de la psiquiatría?, por Armelle Guivarch

Al salir de la Segunda Guerra mundial, que fue una dura prueba para la población de los asilos psiquiátricos, se desarrolló una psiquiatra humanista. Ella debe su vuelo y su apertura al desarrollo de las psicoterapias institucionales y a la clínica psiquiátrica influenciada por el psicoanálisis freudiano y lacaniano: el loco, el alienado es un sujeto a parte entera que, más que los otros, sufre del lenguaje.

En 1985, una circular encuadra al sector psiquiátrico con un dispositivo coherente de prevención, de cuidado y de seguimiento. Se ponen en juego una gran variedad de salidas. Pero, paralelamente, se eliminan un importante número de camas hospitalarias. Desde esa época, bajo el empuje de "todos científicos" y de imperativos económicos de "gestión", se toman una serie de medidas que van a dar inicio a un largo proceso de desmantelamiento de la psiquiatría pública y de su especificidad:


- Fin de la formación específica de enfermeros en psiquiatría (enseñanza limitada hoy a una cincuentena de horas);

- Fin del internado especifico de psiquiatría que formaba (formidablemente), a los jóvenes médicos del servicio de psiquiatría, igual que hoy, son poco numerosos y esencialmente formados en las neurociencias, en terapias medicamentosas, en genética, en biología, con una parte congruente de las llamadas corrientes "psicodinámicas", psicoanalíticas, sistemas, etc.

- Más aun, hemos visto, estos últimos años, tomar su lugar, en el hospital psiquiátrico, un discurso seguritario, que se traduce en restricciones administrativas de todo género, quisquillosas y desgastadoras.


En enero del 2016, la señora Marisol Touraine, ministro de Asuntos Sociales y de la Salud, hace aparecer la "Ley de modernización del sistema de salud" (adoptada por la Asamblea Nacional en diciembre del 2015). La ministro, al igual que los directores de las Agencias Nacionales de Salud (A.R.S.), ha rechazado entender que, para salvaguardar una psiquiatría humana y humanista, un gran número de Establecimientos Públicos de Salud Mental (E.P.S.M.) no desearían ser "integrados", es decir, desintegrados en los Agrupamientos Hospitalarios de los Territorios (GHT). Su negativa abre la puerta a la creación de los GHT dedicados a la psiquiatría.

Esta ley no es más que el comienzo de la desintegración de los sectores psiquiátricos hospitalarios. Se corre el riesgo de que el hospital general al sustituir al hospital psiquiátrico deje de lado en forma cruel a un importante número de cuidadores, y en particular la singularidad del paciente psiquiátrico que es una constante a la cual el personal de psiquiatría sabe poner cuidadosa atención.

Lo que quieren los burócratas, en este momento de grandes tensiones presupuestarias y del "todo cognitivo", es hacer desaparecer la red que constituyen los sectores psiquiátricos hospitalarios. Se tratará enseguida de promover las llamadas unidades hospitalarias de "punta" sobre los modelos de centros "expertos" para el autismo (1). La mayor parte de los pacientes, confiados al "medico-social", serán "educados" y "rehabilitados". Luego de algunos años, se desarrolla en efecto, en algunos servicios, de formación en programas educativos y de rehabilitación "para todo uso", como por ejemplo "Feliz neurona", un programa intensivo de rehabilitación y mejoramiento cognitivo. La visión de estos programas pretendidamente eficaces para todos es más una gestión social de masas que la toma inconsideración de los pacientes.

 Al final de junio del 2016, algunos grandes E.P.S.M. han obtenido una derogación por su pertenencia a un GHT y han aprendido lo que ha mostrado la creación de estos GHT dedicados a la psiquiatría. Permanezcamos vigilantes.

Traducción: Amilcar Gómez

Notas:
1 Cf. Maleval J.-Cl & "La experimentacion institucional de ABA en Francia: una severa desilusión". Lacan Quotidien, n. 568 & 569, 29 de febrero y 6 de marzo del 2016.  




Lo último de Bonitzer, por Dominique-Paul Rousseau

El título, Ahora mismo, ya(1), es un imperativo, un "mandato de intensidad"(2). Lo que se debe hacer –con el dinero– debe serlo no sólo sin retraso ("ahora mismo") sino que ya se llega tarde respecto a lo que debe ser instantáneamente actual y validado ("ya").

En el mundo de las altas finanzas en el que se desarrolla el filme, es bien sabido que el tiempo es oro. Así que, cualquier  inversión financiera o casi se hace a marchas forzadas, sin pausa y sin fantasías, en decisiones arriesgadas a partir de cifras no constantes, montajes jurídicos alambicados y retorcidos, al límite o fuera de la legalidad. Y esto mientras los asesores financieros presentan a  sus clientes un imaginario de autocontrol relajado, una certeza inquebrantable respecto a las operaciones a realizar, una impasibilidad y una cortesía marmóreas.

También, andar entre dos oficinas en AB Finance será el primer error de Nora (Agathe Bonitzer, hija de Pascal Bonitzer) joven analista financiera impertérrita, que llega a esta empresa consultora en fusiones-adquisiciones montada por dos hombres glaciales,  Barsac (Lambert Wilson) y Prévôt-Parédès (Pascal Greggory) que conocen a su padre, Serge, matemático prejubilado (Jean-Pierre Bacri). Nora se enterará de que se odian por culpa de una mujer, Solveig (Isabelle Huppert).

Se ve a ésta deambular, aturdida, copa de alcohol en mano, en su lujosa vivienda, a cualquier hora del día y de la noche. Es desgraciada porque es una mujer que ha cedido en su deseo: entre el hombre que le escribía poemas, que la amaba, para quien ella era la única (Serge, el padre de Nora) y el hombre al que le gusta el dinero (Barsac) ha elegido desposar a este último.

Nora y su hermana Maya (Julia Faure) se dirigen a casa de su padre por su cumpleaños, sus sesenta años, que no tiene ningunas ganas de celebrar, no más ganas que de cualquier otra  cosa. Se comporta entonces con una ironía cruel hacia ellas. Pero el amor de las dos jóvenes mujeres por su padre permanece inquebrantable en este comienzo del filme. Desde que Solveig lo ha abandonado (y públicamente humillado por determinado  acto de Barsac) sin un duro o casi, Serge consagra su vida a las matemáticas puras, escribiendo fórmulas sobre un gran encerado blanco, confinado en el pequeño y oscuro despacho  de un apartamento  miserable. Sin duda el sentimiento de la vida le ha abandonado definitivamente con la pérdida de Solveig. "Camino del sol" (NT). Serge habla sin tapujos, no se enreda  con ningún semblante con un doble efecto contrario (muy bien explotado por Pascal Bonitzer y por el cual Bacri ha pasado a ser el amo) tanto cruel y destructor  como cómico y ridículo.

Después de la visita de Solveig, pasa por una extraña experiencia: "Estaba allí y la luz de la luna se reflejaba en la pared. Tenía una nueva teoría en la punta de la lengua. Estaba allí, exterior a mí, y también estaba en mí…", explica él, casi estupefacto. Los bomberos fuerzan la puerta de su apartamento y lo encuentran tendido en el suelo, inconsciente, desnudo… No se sabe qué ha pasado: solamente se sabe que ha vuelto a ver a Solveig. "El reflejo de la luna" sobre la pared podría haber operado como un tornasol que aboliese en él "el exterior" y "el interior" a través de esta teoría matemática "nueva" evocada enigmáticamente. Los acentos de triunfo casi místico de "asunción jubilosa" con los que narra este acontecimiento hacen pensar en un "atravesamiento del espejo", o sea, una experiencia delirante alucinatoria que por otra parte le va a llevar al Hospital.

Nora corre al lado de su padre, al que quiere tanto. Pero hete aquí que éste le suelta que ella le ha "decepcionado" porque  esperaba que tuviera "otras ambiciones en la vida que hacer dinero en una  financiera". El malentendido es total porque Nora tiene efectivamente la intención de "vengar a su padre"(3), humillado en su día por sus jefes actuales. Sin embargo la ruptura entre padre e hija se consuma. Siendo su principal efecto que por fin Nora (hasta ahí fría y desencantada, rasgo paterno donde los haya) acepta el amor que le ofrece Xavier (Vincent Lacoste), un joven colaborador, y como ella de origen modesto.  Al no sostener  ya  al padre, puede encontrar a otro hombre: rompe con su posición histérica.

Su hermana, artista fracasada (la otra vertiente del padre, antiguamente poeta, en la época de Solveig), "no muy inteligente" (su padre dixit) pero afectuosa, viva, humana, sensual, la ayudará animándola a no dejar escapar  la oportunidad con Xavier. En efecto, al no ser ya la preferida del padre, elige al fin el amor antes que el dinero (al contrario que Solveig). El goce "condesciende" finalmente al deseo, según el aforismo lacaniano.

El ensalzado dinero sería el principal actor en este último Bonitzer: todos los personajes o casi, desde los extremos que son Sergio, que desprecia el dinero, a Barsac que hace de él su objeto plus-de-goce, solo adoptan su posición subjetiva en relación al dinero – Solveig lo ha desposado, Maya le ha dado la espalda, etc.  No obstante, el dinero es "el significante más aniquilador de toda significación"(4), es decir, un real, en el sentido de Lacan.

Serge y Barsac tienen cada uno una manera de tratar este real. El dinero ha degradado la vida de Serge arrebatándole a la única mujer a la que habría podido amar jamás (es mucho, teniendo en cuenta la estructura que se le supone). Las Matemáticas han llegado como tratamiento de este real. Solveig, cuando ella lo vuelve a ver, le pregunta, con insistencia ¿por qué él es reticente?, lo que hace en la vida: "No veo el interés, -le responde. La teoría ergódica, los procesos de Markov: ¿eso significa algo para tí?" Como lo subraya Lacan, "el orden del símbolo ya no puede ser concebido como constituido por el hombre, sino constituyéndolo"(5).

También Serge se interesa en la constitución de un punto fijo, de un punto de almohadillado por la constancia del número, en el centro mismo de lo aleatorio. Es su manera de "cifrar" lo real que le degrada. Ahora bien, el regreso de Solveig constituye manifiestamente el tropiezo imprevisible de su vida, con la consecuencia psicopatológica señalada más arriba. Solveig es por lo tanto el valor absolutamente aleatorio que escapa a la cadena de Markov.

El modo de gozar de Serge es opuesto al de Barsac para quien las cifras son por el contrario imprevisible e impredecible, siempre cambiante, evanescente, incluso pulverulentas, poco importa: Barsac corre con ellas, juega, goza con ellas. No intenta pararlas, ni descubrir en ellas una constante. Porque lo que "interesa" a Barsac del dinero, lo que le hace gozar, no es el dinero en su vertiente fálica de "equivalente general"(6) de todo objeto de deseo posible, sino precisamente lo que escapa al dinero mismo, la inconstancia del dinero: el "plus" del plus- de- goce, y es esto lo que Pascal Bonitzer ha nombrado "Ahora mismo, ya".

Esta expresión "Ahora mismo, ya" marca la urgencia de gozar; hay que comprenderla en referencia al tiempo que, como el dinero, "pasa volando" a toda velocidad y sin fin. Sea como sea, para Barsac, las finanzas ya que "el tiempo es oro", parecen  mejor solución que la de Serge. Para este último, el "cifrado" del espacio ya no se sostiene cuando el objeto perdido (Solveig) reaparece: el tiempo ha pasado. "¿Qué has hecho con tu cabello?" le pregunta ella. "Es cabello que se lleva el viento", le responde nostálgicamente el poeta. El reencuentro con Solveig ha constituido un "mal encuentro" para Serge: ha hecho volar en pedazos el espacio de un cuerpo (ya lógicamente no constituido, más acá del estadio del espejo lacaniano). Esos trozos estaban hasta ahí penosamente repegados y contenidos por las cadenas de Markov. Esta experiencia de atravesamiento de la imagen especular se hace en un contexto de exaltación matemático-mística.

De esta locura del padre, queda algo en la hija (y es un hallazgo cinematográfico de Pascal Bonitzer): en dos o tres ocasiones, en momentos subjetivamente intensos para Nora, aparece brevemente un perro espantoso, un perro guardián sombrío  filmado a cámara lenta. El efecto es sorprendente. Sin embargo no se hará de esta aparición una alucinación. Primero porque la imagen del perro se percibe ya en un estado hipnagógico (una noche en vela  de trabajo agotador en casa de Barsac) o sea en un momento de agudo dolor físico (la caída en la acera al querer alcanzar a Xavier al que ella ha "cazado"). Se hará más bien del perro negro eso que para Nora no ha pasado al significante ni ha pasado en su imagen… joven analista financiera lacónica, de belleza fría y de aguda inteligencia, hay que verla sacar de su cartera roja su ordenador portátil, para estudiar, cortante como una navaja de afeitar, tal o cual operación financiera. Temible. Y Barsac, que hubiera  querido que fuese su hija, no se equivoca: ella es de la misma pasta que él. Ese perro es la causa del deseo de Nora: esas fauces abiertas, babeantes, de colmillos afilados, capaz de desgarrar no importa qué (tiene un ascenso fulgurante en AB Finanzas… a expensas de otros, a los que aplasta casi a su pesar, sin pensarlo). Es esta brutalidad animal la que aguijonea su extraordinaria capacidad de trabajo, su sentido casi "instintivo", feroz, para los asuntos de dinero. El Rojo y negro de la novel a epónima de Stendhal, sin embargo, pueden llevar a la muerte (cf. el suicidio fallido de Prévôt-Parédès, el socio de Barsac…) antes de que el amor por Xavier se interponga.

Traducción: Fe Lacruz

Notas: 

NT: Posible referencia a "Chemins du soleil", una carrera de resistencia (se celebra en Francia, atravesando los Prealpes en mountain bike).

1 "Tout de suite maintenant", filme coescrito y realizado por Pascal Bonitzer, estrenado en junio de 2.016.
2 Pascal Bonitzer, entrevistado por Caroline Broué, « La Grande Table » en France Culture, 21 de junio  2.016, http://www.franceculture.fr/emissions/la-grande-table-1ere-partie/pascal-bonitzer-tout-de-suite-maintenant#
3 "Los proyectos se hacen para realizarse y los sueños para que se rompan en pedazos", afirma Barsac en el filme.
4 Bonitzer Pascal, entrevistado en France Culture, 21 de junio de 2.016, op. cit.
5 Lacan J., El Seminario sobre "La carta robada", Escritos, tomo II, p. 37; Siglo XXI editores, 1ª edición.
6 Ibid., p. 46.
7 Bassols M., « Argent, temps et pas-tout », La Cause du désir, n°85, p. 16-21.

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