La O r i e n t a c i ó n L a c a n i a n a
Curso de JAM del miércoles 28 de marzo
En esta lección, JAM dará un nuevo giro a los Seminarios de la Una-equivocación y el Sinthome. Va literalmente a prensarlos, escrutarlos, sondearlos, pesarlos, comprimirlos, medirlos, torcerlos, estrecharlos, escurrirlos, apretarlos…y luego, hacernos probar lo que resta de ello. ¡Qué lección camaradas! ¡Nunca fue tan merecido un doble aplauso! ¡Y quizá incluso el segundo reclamaba un bis! Fue de este modo que el público agradeció a JAM, por su brío, su rigor y su coraje sin igual.
“La última vez llevé las cosas, hasta el punto de especificar un doble efecto. Un doble efecto de la palabra interpretativa, donde ví la lección, el índice, el signo, que dejaba Lacan, en su muy última enseñanza (TDE)*, en lo concerniente a la punta de toda teoría del psicoanálisis que se respete, es decir la doctrina de la interpretación. Efecto de sentido, dije, y efecto de agujero”. JAM dice haber pescado esto en el Seminario XXIV. “Porque en el fárrago de esta TDE, hay que proceder con forzamientos que hay que motivar. A decir verdad esta TDE practica este doble efecto. Hay efectos de sentido pero hay también, ¡y cuánto!, un efecto de agujero, en el cual caemos. Y es un esfuerzo llegar a hacer uso de los enunciados de Lacan, esos enunciados que son, tanto como se quiera, aporéticos” Luego, JAM sentencia: “Una teoría del psicoanálisis se juzga por lo que es del orden de las consecuencias que produce en lo que concierne a la interpretación. A decir verdad, la interpretación es el nudo de la práctica. Y es allí donde se concentran, convergen las aporías de esta muy última enseñanza.”
Plantea la cuestión siguiente: “¿Qué es lo que Lacan aportó sobre la interpretación? Lo más compacto a este respecto, es lo que dio en el Seminario sobre Las formaciones del inconciente. Y digamos que lo que restó en la práctica corriente del psicoanálisis, y mucho más allá de los lacanianos, es la diferencia que estableció entre demanda y deseo, entre D y d. Indicó de este modo una dirección de la interpretación, indicó su punto de mira. Y luego, habiendo hecho esto, y por el sesgo del agregado que dio con su Ética del psicoanálisis, complicó este binario con un tercer término, que es el de goce, y lo formalizó con la sigla a minúscula, la causa del deseo, donde designó el punto de aplicación de la interpretación. Esto es lo que precede a las dificultades en que entramos a partir del momento en que Lacan devaluó el resumen que daba del inconciente a partir de lo simbólico, para activarse en torno de un esquema que ustedes conocen por ser el del nudo borromeo”. Nueva pregunta: “¿Cómo calificar a este esquema? Digamos hoy, que es una representación de la estructura del hombre, si se lo distingue, como conviene, del sujeto, palabra precedentemente utilizada para calificar el efecto del significante.
Por lo tanto, decimos el hombre, en lugar del sujeto, puesto que, en la representación borromea, el cuerpo está representado y bajo las especies de lo imaginario”.
Luego, JAM afirmará que lo que no está desarrollado, en la teoría borromea, es “precisamente el lugar, el estatuto, la función de la interpretación. Y para ir incluso más allá, lo que allí deviene equívoco, es el estatuto mismo de aquello sobre lo cual la interpretación se dirige, en toda su generalidad, es decir el inconciente. ¿Dónde está el inconsciente en esta nueva dimensión? Es lo que permanece sometido a muchas aporías. Sin duda, este defecto, en lo que concierne a la interpretación, fue bastante sensible para Lacan para que al terminar su Seminario XXIV de la Una-equivocación, enunciando la aspiración que era la suya a un significante nuevo-lo tomo aquí como traduciendo el llamado hecho a otro modo de interpretación-, un significante nuevo que especifica, en condicional, por no tener ningún sentido. Esta especificación se justifica sin duda si ubicamos el inconciente allí donde es real, definido como no teniendo ninguna especie de sentido”.
Y en este punto JAM plantea la cuestión de saber si la extensión, incluso el dominio o aún el imperio del significado no es agotado por el sentido. JAM responde que no, “desde el momento en que al lado del sentido, hemos ubicado algo enigmático bajo el nombre de agujero”.
Las relaciones del sentido y del agujero
JAM formula una hipótesis: “Hay en el significado algo diferente del sentido, también está el agujero. Esto es en todos los casos, lo que tomo como problema a resolver hoy. No quiero ir mas allá, quiero tratar de captar las relaciones del sentido y del agujero, y esto con la idea de precisar, tanto como se pueda hacerlo, lo que sería este nuevo modo de la interpretación que evocaba y con lo que Lacan busca renovar la práctica. Una práctica de la que él dice, al concluir una de sus últimas lecciones del Seminario XXIV, que debe ser una práctica sin valor (1). Creo haber dado ya este año con qué captar este sin valor. La práctica analítica tiene que ser una práctica sin valor en la medida misma en que los valores son semblantes. Es en particular lo que la distingue de lo que nos sirve de referencia e incluso de modelo, la poesía. La poesía tiene aún como valor el ser bella, hace referencia a lo bello, y es explícitamente aquello de lo cual Lacan excluye al psicoanálisis. Pero este sin valor se inscribe también en la distinción a hacer del valor y del uso. El valor está determinado en el intercambio: uno puede valer por otro, como si fuera ese otro. Mientras que el uso es de lo mismo, sin sustitución. Esto no está en el fondo, mal ubicado en lo que concierne a la interpretación, de la que sabemos que su valor se desvanece, a partir del momento en que se la cuenta, que se la descontextualiza, para mencionarla, para citarla, y que no opera sino una vez, la única vez en que es proferida en su lugar inicial”.
JAM entiende que se pueda citar las interpretaciones, que puede ser útil conocer, las hechas por Lacan y utilizarlas en su momento, pero con razón “ella no vale por la otra. Como tal, una interpretación no tiene valor de intercambio sino de uso. Es sin valor, en ese sentido. Como Lacan puede decir, luego de Freud, que un caso no tiene valor para comprender otro.”(2)
Regreso al sentido y al agujero. “Para tomar las cosas de más arriba, no me parece excesivo decir que la TDE de Lacan es trabajada por una dificultad en lo concerniente al lenguaje, y, más particularmente, a la palabra. Esto contrasta con el principio de la enseñanza de Lacan, donde, por el contrario, el concepto de la palabra es central, explícito, y desarrollado de un modo que no dejó de tener eco, consecuencias, para lo que se nos aparece hoy la filosofía de la segunda mitad del siglo XX. Esta dificultad en lo que concierne a la palabra, podemos situarla a partir del uso hecho del nudo borromeo, en tanto que, el es una escritura. El uso del nudo borromeo es el uso de una escritura, pues Lacan dice que el nudo borromeo cambia completamente el sentido de esta. Es en efecto una escritura que no tiene nada que hacer con aquella de la que hice uso, aquí en el pizarrón, para marcar algunas palabras que inscribí allí. La escritura del nudo borromeo, a diferencia de esta, es, si puedo decirlo, autónoma, en relación con la palabra; es una escritura que no anota la palabra, que no tiene nada que ver con la palabra en tanto que es – cito a Lacan – lo que se modula en la voz, que figura en el seminario El Sinthome, volverá en un momento dado en el Seminario de la Una-equivocación: es la noción de modulación”. “La escritura de la palabra da otro estatuto al significante. Lacan compara este cambio de estatuto, en su escrito titulado “Lituraterre », a una lluvia (3), es una precipitación del significante, allí bajo una forma que no está modulada, dicha a media voz, sino dibujada según un código”.
¿Qué es la escritura autónoma, que debe ser distinguida de la escritura de la palabra? JAM evoca los dibujos del nudo borromeo, los redondeles engrosados y coloreados, diciendo que “esta escritura autónoma está hecha de dibujos que yo diría logicizados. Puesto que tenemos el cuidado de demostrar, o de mostrar, a este respecto, lo que se demuestra imposible: Los tres redondeles, en su disposición borronea, son imposibles de separar unos de los otros; se bloquean. Podemos entonces hablar de logicización, si la lógica es definida, como lo hace Lacan, en tanto que ciencia de lo real, aquí, claramente, ciencia de lo imposible. Se trata de logicización, y no de lógica, puesto que dar a estos nudos su matemática es aun un paso suplementario. Entonces, sobre la base que elige Lacan, la estructura borromea, qué ocurre con el sentido de la palabra.
Admitamos que vemos bien en qué el sentido de la escritura esta cambiado, pero ¿en qué lo estaría el sentido de la palabra? ¿Y qué ocurre con la interpretación? ¿Existe, si podemos decirlo, una interpretación borromea? Sin lo cual nos exponemos a que se nos diga: ¡es muy linda esta teoría-ah! son lindos estos redondelitos, sus colorcitos, en fin, alegra una p’agina-, pero ¿esto tiene una consecuencia práctica? Por ejemplo, ¿gana allí la palabra?”, ¿debería ganar también una autonomía?
Manipulación interpretativa
Lacan habla una vez, en el Seminario del Sinthome, de manipulación interpretativa. Es decir que utiliza, a propósito de la interpretación, el mismo término de manipulación, que vale para los nudos: los dibujaba en el pizarrón, pero finalmente los construía como objetos, y luego se servía del órgano de aprensión de la mano, para experimentar la consistencia de sus construcciones. Hablar de manipulación interpretativa es, en este hilo, llamar a un modo borromeo de la interpretación. Entonces, la idea que he tenido, es proponerles que la solución estaría indicada por el dúo del efecto de sentido y del efecto de agujero, por esta conjunción, que es también, si queremos, el equívoco. Palabra que guarda todo su lugar en la doctrina de la interpretación. Al punto que Lacan puede decir, al comienzo del Seminario el Sinthome – y si va rápido es que tiene detrás de sí las páginas de su escrito “El atolondradicho” donde lo desarrolla-: Es únicamente, dice, por el equívoco que la interpretación opera”. JAM agrega que Lacan asigna, a la operación del equívoco de la interpretación, un viejo término de su enseñanza, la resonancia. “Es necesario –dice – que haya algo, en el significante, que resuene. El uso de este término atraviesa toda la enseñanza de Lacan desde su comienzo. Si ustedes quieren recordarlo, la tercera y última parte de su escrito “Función y campo de la palabra y del lenguaje” tiene como título “Las resonancias de la interpretación”.
Es este término el que está aun allí, puesto en función, al comienzo del Seminario El Sinthome, pero que recibe como una generalización, puesto que la pulsión, el concepto freudiano de la pulsión, el mismo es conducido a un efecto de resonancia. Lo recuerdo ante todo porque la dicotomía del efecto de sentido y del efecto de agujero me parece ir contra la resonancia. Ya volveré a esto. En el fondo, si queremos hablar de resonancia, basta el efecto de agujero de otro orden que el de resonancia. Entonces, la generalización del concepto de resonancia a la pulsión se expresa en una frase, que fue citada a menudo, y en el fondo, tiene la belleza de simplificar las extraordinarias construcciones freudianas y las que Lacan agregó a estas. Esta frase, la encuentran en el Seminario del Sinthome: “las pulsiones, son el eco, en el cuerpo, del hecho que hay un decir” (4). Allí en el fondo, no es cuestión de la arquitectura de las pulsiones, de sus eventuales sustituciones, no es cuestión de la oposición, como en el Seminario XI, de goal y de aim, no se busca situar el Otro mayúscula, cortocircuitado, o al contrario, pescado, enganchado, no nos ocupamos tampoco de la estructura del decir.
Nos contentamos con poner de relieve la resonancia corporal de la palabra, el eco en el cuerpo, el eco del decir en el cuerpo. En esa simplicidad, esta proposición abre, en el modo que fue el del Seminario de la Angustia, a una anatomía, a una fisiología, donde vemos el circuito del sentido, el circuito de la palabra, poner en función a la oreja, el orificio de la oreja, que no tiene obturador, que no puede cerrarse, el agujero corporal de la boca, del que señalé que Lacan precisaba: la boca en tanto que se chupa, en tanto que chupa, y tenemos detrás la imagen de la pulsión oral y de la pulsión como una boca que se besa a sí misma, la oreja, la boca, y luego la voz, resonando, y respondiendo en el cuerpo. Dicho de otro modo, esta resonancia pone en función el cuerpo y el lenguaje, y el circuito sentido pasa por estos dos polos:
sentido
_____________
cuerpo — lenguaje
Ustedes reconocen allí en la construcción del Seminario del Sinthome, lo imaginario, el cuerpo como lo imaginario, el lenguaje como lo simbólico, a lo cual Lacan agrega, y con un agregado que el mismo considera como problemático, como no obligatoriamente condicionado por el inconciente de Freud, lo real, del cual hace explícitamente el tercero, el tercero de la pareja cuerpo-lenguaje, el tercero de la pareja del sentido.
sentido
_____________
cuerpo — lenguaje
real
_____________
No en una función de interposición, sino, al contrario, como si hiciera falta este tercero, para que se produzca acuerdo, para que se mantenga junto. En el fondo, el esquema de la resonancia sería, allí, soportado por lo real. Al menos es la construcción de Lacan. Y del mismo modo que se pone de relieve, los orificios en el cuerpo, del mismo modo Lacan pone en evidencia, en lo simbólico, que es la formalización del lenguaje, si puedo decirlo, pone de relieve el agujero. Ese agujero que está allí, en su pareja con el sentido, este agujero lo reencontramos, bien evidentemente, desde el comienzo del Seminario del Sinthome. Es un agujero en tanto que está presente en el nudo borromeo, es el agujero en tanto que es, si puedo decirlo, el principio del anillo, el principio del redondel de cuerda y es el agujero en tanto que es, especialmente para Lacan acordado a lo simbólico. Ustedes saben que Lacan, distinguiendo tres términos, que valen por cada uno de los redondeles de cuerda, el agujero, la consistencia y la ex – sistencia, y es cada uno de los tres en relación con los otros dos, al mismo tiempo otorga a cada una de estas categorías, por excelencia, uno de estos términos: le atribuye la ex – sistencia a lo real, la consistencia a lo imaginario, y atribuye, a lo simbólico, especialmente, la categoría del agujero. Y esto ya, prosigue JAM, nos permite acercarnos a la presencia de este término agujero, al lado del sentido, cuando tenemos que vérnoslas con los efectos de la interpretación. De la misma manera que Lacan puede decir, en su capítulo II del Seminario del Sinthome, su capítulo anti-Chomsky(5): Lo simbólico no se sustenta más que de la función del agujero, del mismo modo podemos aproximarnos a aquello de lo que se trata diciendo: La interpretación se soporta de la función del agujero, en la medida misma en que concentra la eficacia propia del lenguaje.
Diciendo esto, reúno, a través de dos años, los enunciados de Lacan. Puesto que este efecto de agujero está completamente ausente del Seminario del Sinthome. Está ausente al punto que Lacan define explícitamente lo que el llama manipulación interpretativa (6) como jugando sobre el sentido. Hace de la interpretación, sin más precisión, un juego sobre el sentido. La única precisión que dará en este seminario es la palabra equívoco. Pero el equivoco, no es nunca otra cosa que un doble sentido. Está aún a distancia de este: sentido y agujero. En el fondo, en lo concerniente a la interpretación, en el seminario del Sinthome, no tenemos mucho más que esto. Tenemos la interpretación llevada a un juego sobre el sentido. Queda por decir dónde está el sentido, y Lacan intentó esto. La interpretación es apuntar al sinthome. Y es en esta medida misma que Lacan invita a no confundir el sinthome y lo real, como hace Chomsky- este sería el error chomskiano- el sinthome no debe confundirse con lo real, en la medida misma en que alcanzándolo, se lo alcanza jugando con el sentido.
Entonces el sentido es, en varias ocasiones, situado por Lacan como un campo, el campo determinado entre imaginario y simbólico. En uno de los esquemas ven ustedes de este modo, la palabra escrita en minúscula, entre simbólico e imaginario. Lo real permanece fuera de sentido: distinto de lo simbólico y de lo imaginario, y fuera de sentido. En este sentido, Lacan nombra la interpretación, es al menos así como entiendo lo que formula con estas palabras: El sentido es el objeto de la respuesta del analista a lo expuesto por el analizante a lo largo de su sinthome. En el fondo, la palabra analizante consiste en la exposición del sinthome, y el sentido es el objeto de la respuesta del analista, es el objeto, - traduzco- de la interpretación. Esto no es la última palabra en la medida en que, en cierto punto del Seminario del Sinthome, el goce es diferenciado del sentido, y ubicado del lado de lo real:
sentido
_____________
cuerpo — lenguaje
real
_____________
goce
Y por lo tanto, permanece abierta la separación sentido goce. Y nada dice sobre la cuestión de en qué un juego sobre el sentido tendría efectos sobre el goce. Es decir que en un momento se pierde aquello de lo cual Lacan trataba de dar cuenta con su sigla objeto a minúscula y la manipulación subsiguiente.
Lo que tampoco está, en este seminario reglado, ya lo mostré en otra ocasión, es el estatuto, el lugar del inconciente. Lacan dice bien, lo real del inconciente, pero es para agregar, si es cierto que el inconciente, sea real, cito precisamente las páginas 101 y 102. Entonces, vemos la tentación de hacer equivaler el inconciente y lo real, y en su texto de L´esp de un laps, es lo que elegirá Lacan.
Mientras que en este seminario del Sinthome, plantea la cuestión: ¿cómo saber si el inconciente es real o imaginario? Es lo que remite al cuerpo, al eco del decir en el cuerpo, en particular. Entonces, la solución es decir, participa de un equívoco entre imaginario y real. Pero un poco más adelante, un poco antes en su Seminario, captamos que resta sin embargo enganchado en ligar el inconciente a lo simbólico- lejos de todo equívoco de lo real y lo imaginario, cuando lo dice en la página 131, “El inconciente supone siempre un saber hablado, es enteramente reductible a un saber”.
Por lo tanto, allí, no es cuestión incluso del cuerpo, se trata verdaderamente de lo simbólico. Es enteramente reductible a un saber, es, dice, el mínimo que supone el hecho que pueda ser interpretado. Y allí, tenemos un desplazamiento que obliga a distinguir el inconciente de lo real, en la medida en que está siempre en referencia al cuerpo. Y, por el contrario, el sínthoma deviene, en los esquemas mismos de Lacan, equivalente a lo real.
(Esquema 5)
Y cuando el síntoma deviene equivalente a lo real, lo que deviene correlativamente misterioso, es en qué un juego sobre el sentido puede tener efecto sobre el síntoma. Ven allí (el esquema 5) – trato de simplificar tanto como puedo – los múltiples desplazamientos de Lacan. Y es en este espacio de desplazamientos que continúa moviéndose en su Seminario de la Una-equivocación, y con un cúmulo de aporías cada vez más comprimidas.
Entonces, es en la noción de una interpretación que juegue sobre el sentido que se introduce, pero hay que saber cómo, la referencia de Lacan a la poesía, que evoqué rápidamente la última vez. Su referencia, me parece, parte del esquema elemental de la conexión S1-S2, el que representa, no solo la cadena significante, la metonimia del significante, sino la conexión mínima, que está lista para recibir de otra parte sentidos diversos. Y esta construcción, se propone modificarla así, para dar cuenta del efecto poético. JAM se propone, ahora, interrogar el S2, ¿cómo hay que entenderlo? “S2 no debe entenderse como sucesor, S2 no debe entenderse ordenado temporalmente, sino en el fondo, el 2 significa doble. S2 remite a una duplicidad de sentido. Como si tuviéramos un sentido 1 y un sentido 2, lo que es en el fondo la escritura posible del equívoco.
(Esquema 6)
Es esta duplicidad la que trata de pensar, en los términos con los cuales yo traté de familiarizarlos la última vez, el uso del adverbio delante de uno de los términos real, simbólico, imaginario, es esto en efecto lo que califica por lo imaginariamente simbólico, que no teníamos la última vez en que jugábamos solo entre lo real y simbólico. Por lo tanto, él califica, piensa la poesía a partir de un simbólico que estaría incluido en lo imaginario. Y entonces, desarrollo sobre la violencia que se le hace al uso de la lengua. Y captamos aquí la oposición que hay entre lo que sería, entre lo que es sentido, el sentido como imaginario, el sentido común, y el anclaje que la poesía le da, y por este camino el forzamiento al cual obliga manipulando el significado.
Digamos que no hay poesía más que por la violencia producida al uso común, corriente de la lengua, a partir de una manipulación del significante. Y curiosamente, Lacan puede decir: esto se llama la verdad. Para tratar de capturar esto me preguntaba qué es lo simbólicamente imaginario, que Lacan no agrega en su esquema. Lo simbólicamente imaginario, es un simbólico dominado por el uso corriente de la lengua. En el fondo, sin violencia. En este ordenamiento, podríamos decir que se trata, propiamente hablando, del sentido. Hay sentido, cuando el uso de lo simbólico está dominado por lo imaginario, y habría verdad, cuando el uso de la lengua está, por el contrario manipulado, transformado, dominado por el juego del significante.
(Esquema 7)
Y es así como Lacan puede exponer, en el fondo, que la verdad de la que se trata, concierne esencialmente como tal, la relación sexual. ¿Como explicar esto? Y al final, un desarrollo sobre el mito de Edipo. ¿Cómo Lacan hizo surgir el “no hay relación sexual”? Lo hizo surgir como siendo la consecuencia que puede extraerse de todos los dichos del amor. Vean sobre esto su escrito “Televisión” (7). Los dichos del amor no pueden ordenarse sino a partir del momento en que se formula en buena lógica, que no hay relación sexual. Dicho de otro modo, allí, tenemos ya la referencia que se hace a un agujero, que es el agujero de la relación sexual. Me parece que es a partir de allí que podemos captar la pertinencia, difícil sin duda, del modelo poético que Lacan propone en la interpretación borromea.
Él califica como forzamiento del poeta, no el producir simplemente un equívoco, sobre el modo de la interpretación antigua, sino el forzamiento del poeta sería, en estos términos exactos, eliminar un sentido, por el cual hay que entender, me parece, eliminar un sentido de dos, y reemplazar el sentido ausente por una significación.
(es el esquema 6, reproducido mas arriba, donde el sentido 2 está barrado y reemplazado por el término de significación).
Entonces, ¿de qué puede tratarse? ¡Y bien! Me parece que lo que Lacan llama aquí una significación, la significación con la cual el poeta vendría a duplicar el sentido, es el equivalente del agujero del que hablamos, es precisamente, para especificarlo, el agujero en lo real que es, que vale, la relación sexual.
(Volvamos aún al esquema 6 ya modificado, se trata ahora de escribir al lado de significación, agujero, separado por el signo de equivalencia).
Y lo veo a este, que dice: La significación, no es más que una palabra vacía (8). Y bien, hay que entender, me parece, que con este adjetivo vacío, apunta, se acerca, a lo que hemos destacado como el efecto de agujero.
Explica al pasar, y termina su lección sobre esto, que han puesto en sus manos una obra erudita sobre la poesía amorosa de Dante, y la comenta diciendo: el deseo tiene un sentido, el amor no tiene más que una significación. Y remite a lo que ha podido decir sobre el amor cortés. Y bien, creo que es lo que justifica esta lectura de la significación vacía por el agujero de la relación sexual.
Sentido y significación
Para no retomar el amor cortés, puedo tomar uno de sus retoños, en el siglo XVII, en fin lo tomo porque lo he releído, se lee rápido, aunque uno se pierde mucho en las genealogías. La princesa de Clèves (9), esa joya de nuestra literatura, que sirve de pasaporte a todo lo que puede hacerse como insípido y pueril, siendo la obra misma todo lo contrario, de un brillo extraordinario. En el fondo, hay algo que no se explica en la princesa de Clèves. Ustedes conocen la anécdota. La más encantadora de las personas de la más encantadora de las cortes, donde brillaban la magnificencia y la galantería – son las dos primeras palabras -, la más encantadora, se casa con el príncipe de Clèves, sin repugnancia pero sin amor. Y, por el contrario, sin decir palabra, es tocada por el amor cuando ve volver al soberbio duque de Nemours, quien la persigue discretamente con sus asiduidades, él mismo locamente enamorado, ella apasionada. Pero ni una palabra intercambian entre ellos, ni una palabra que sea la confesión de su pasión, a lo cual la princesa de Clèves, conforme a la educación recibida de su mamá que le ha enseñado que los hombres eran infieles, se cuida de ceder. Ella no confiesa su pasión por el duque de Nemours más que a su propio marido, lo que ha parecido siempre a los maduros la cosa que no había que hacer, y en efecto el resultado es que poco tiempo después el marido muere. Estas son las buenas intenciones. Y por lo tanto, la espera del público es que, liberada de toda obligación, la princesa de Clèves vuele hacia el duque de Nemours. Y otra sorpresa, ¡ella no quiere! Ella no quiere y permanece alejada en sus tierras al lado de los Pirineos, donde se dejará consumir.
En fin, ¡consumir! Nada está dicho sobre esto-, la mitad del tiempo en un convento y la otra mitad en su casa, donde todo era más estricto que en el convento. Y el duque de Nemours permanece como antes.
Hay incluso un pasaje donde por un momento intercambian la confesión de su pasión. El duque de Nemours puede decirle: Y bien, vuestro marido está muerto, ahora – simplifico- ¿que espera usted? Y ella le dice: Justamente, en primer lugar usted tiene mucho que ver con su desaparición, en segundo lugar qué me aportará este casamiento, ceder al amor no puede en el fondo más que decrecer con el curso del tiempo, y usted conocedor, bello como usted es, no dejará de ceder a lo uno o a lo otro.
Y entonces, permaneció, hay que decirlo, como un punto de interrogación a través de todos los comentarios. E incluso se transcribe a veces de través, en efecto implica algo poco comprensible. Salvo arreglarse en el punto al cual llegué. Es decir, ella se dedica, la princesa de Clèves, a preservar el sentido del deseo, se dedica a preservar el deseo como sentido. Y ella se instala, en efecto, en un amor cortés a perpetuidad, es decir, reconoce el amor como una significación vacía. Es decir que se dedica a encarnar la ausencia de la relación sexual en ausencia de la relación sexual
Digamos, aquí, efecto de sentido-efecto de agujero refleja, repercute la división entre deseo y amor, amor captado en el contexto del amor cortés.
Y diré en corto circuito, si yo he podido enunciar la última vez que no había nada sobre la transferencia en la muy última enseñanza de Lacan. Si hubiera algo, es a nivel de este efecto de agujero que podríamos situarlo. Entonces, es allí, me parece que hay que entender la nueva situación de la interpretación en el contexto que he dicho rápidamente borromeo. La interpretación sería aquí un forzamiento, como lo dice Lacan, por donde el psicoanalista puede venir a hacer sonar otra cosa que el sentido. Hacer sonar otra cosa que el sentido, es diferente de la resonancia, es hablando propiamente agregar el vacío.
(Esquema 2)
Y es allí que, digamos, se discute el viejo concepto de la resonancia. El sentido resuena con ayuda del significante, dice Lacan- por lo tanto, retoma, allí, una doctrina que estaba bien adquirida por él- pero, agrega, esto no va muy lejos, es más bien blando, se tapona.
Y captamos aquí que a lo que apunta con la noción misma de un significante que no tendría ninguna especie de sentido, él apunta, si podemos decirlo, a la resonancia del efecto de agujero. Es decir lo que en los dichos, se logiciza a partir de la ausencia de la relación sexual, y se extiende como una significación vacía.
Su referencia a la escritura poética china (10), no está hecha para inducir a pensar que la interpretación tenga que escribirse, sino que la interpretación no es simplemente un equívoco de sentido a sentido, sino que es propiamente hablando el forzamiento por el cual, en un sentido siempre común, puede resonar una significación que no es más que vacío, que no es vacío, si puedo decirlo, sino a condición de que uno se consagre a ella.
¡Y bien! Voy a detenerme aquí. No tomaré la palabra la semana próxima, no estaré aquí el 4 de abril, estaré el 2 de mayo, no digo que proseguiré porque tomare quizá un nuevo punto de partida (primer aplauso).
Entonces, si lo que les he dicho les ha parecido un poco embarazoso, yo hubiera querido llegar a simplificarlo más, esperarán a leer el Seminario de La Una-equivocación y verán que de algún modo he logrado extraer algo (segundo aplauso).
*TDE: le tout dernière enseignement
Traducción: Silvia Baudini
Notas :
(1). J.Lacan, Séminaire XXIV, fin de la antepenúltima lección, le 19 avril 1977, inédit.
(2). J.Lacan, Introduction à l’édition allemande d’un premier volume des Écrits, Autres Écrits, page 557, Le Seuil, Paris. “Los sujetos de un tipo son por lo tanto sin utilidad para los otros del mismo tipo”
(3). J.Lacan, Lituraterre, in Autres Écrits, page 17, Le Seuil. Paris.
(4). J.Lacan, Le Sinthome, Chapitre I, page 17, Le Seuil, Paris.
(5). J.lacan, Le Sinthome, op. cit ., page 31.
(6). J.Lacan, Le Sinthome, op. cit., page 39 : « (…)es en tanto que está enganchado al lenguaje que el síntoma subsiste, al menos si creemos que podemos modificar algo al síntoma por una manipulacióninterpretativa, es decir jugando con el sentido”
(7) J.lacan, Télévision, pages 18 et 19 : « La vertiente del sentido, aquella de la que se creería que es la del análisis que nos entrega el sentido a mares para el barco sexual. Es sorprendente que ese sentido se reduzca al sin sentido: al sin sentido de la relación sexual, lo cual es patente desde siempre en los dichos del amor. Patente al punto de ser aullante: lo que da una alta idea del humano pensamiento”.
(8). J.Lacan, L’Une-bévue, Séminaire XXIV, Leçon du 15 mars 1977, inédit.
(9). Madame de La Fayette, La princesse de Clèves, Édition de Philippe Sellier, Le livre de poche, Collection Classiques de poche, Paris, 1999.« La magnificencia y la galantería no aparecieron jamás con tanto brillo como en los años del reino de Enrique segundo, y es sobre el teatro de la brillante corte de los Valois que se anuda y se juega la pasión de la princesa de Clèves y del duque de Nemours. Pasión tácita, y que no se expresa durante largo tiempo más que por signos: un retrato escondido, el color de una vestimenta en el torneo, la súbita emoción de un rostro. Pasión trágica, también, de la cual es la consecuencia imprevista la muerte.
Si la princesa de Clèves, en ocasión de su aparición en 1678, es el libro más inmediatamente comentado en su época, es que,sin romper totalmente ocn la novela anterior, introduce en ella la preocupación por la verosimilitud y la brevedad que caracteriza entonces la novela, y concilia de manera nueva narración y psicología.¿La primera de las novelas de análisis?
Ciertamente. Pero simpelemente, también, una gran novela sin sentimentalismo”(Quatrième de couverture, op. cit.)
(10) . J.Lacan, L’Une-bévue, Séminaire XXIV, Leçon du 19 avril 1977, inédit. TLN agradece calurosamente a Michel Jolibois, sin el cual esta edición excepcional no hubiera sido posible. La idea de ahcer unnúmero extraordinario de TLN se impuso al editor a partir de lo excepcional de este Curso. Es un acontecimiento mayor para nuestra comunidad analítica de la Orientación Lacaniana, que debían aprovechar todos los lectores, fieles e infieles de TLN. Buena lectura, no duden en leer o releer La princesa de Clèves. Es aún más bella de lo que JAM sugiere.
amp-uqbar – Mnsj 1694 (31/03/07)
(LS for TLN N° 320)__________________________________________________
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