I. Editorial
La experiencia
analítica es una experiencia afectiva y el analista está confrontado a todo el
espectro de pasiones que se despliegan en la transferencia. Lacan ubica al amor
como una de las pasiones del ser, junto al odio y a la ignorancia.
El Otro es
llamado a complementar la falta en ser del sujeto, lo que no hay, "puesto
que a él también le falta el ser, es lo que se llama el amor, pero es también
el odio y la ignorancia. Es también pasiones del ser", dice Lacan en
"La dirección de la cura". Aunque el Otro responda al llamado nunca
se podrá evadir el inevitable encuentro con lo imposible y cada quién se las
tendrá que arreglar con eso. Ya sea por vías más amables, como el amor, o por
vías más mortíferas que empujan a la tragedia. Hablar de pasiones implica la
pulsión.
Para continuar
explorando las pasiones del amor los invitamos a leer un texto sumamente
interesante de José Fernando Velásquez, actual presidente de la NEL, en el que
aborda las pasiones conjugando un texto de Pascal, "Discurso acerca de las
pasiones del amor y otros opúsculos", y una lectura de "Madame
Bovary". La célebre novela de Gustave Flauvert que no solo causó revuelo y
desató pasiones en su época, sino que tuvo repercusiones en los ámbitos mas
variados a través del tiempo. Inspiró el ensayo de Mario Vargas Llosa "La
orgía perpetua", quién define su idílica relación con el personaje de
Emma como "una pasión no correspondida", y también la psiquiatría
introdujo en los primeros años del siglo XX el termino "bovarismo"
para designar un estado psicopatológico relacionado con la personalidad de
Emma, expresión que luego fue retomada por Lacan en su tesis doctoral en
referencia al caso Aimée.
Sin duda no pudo
ser mejor escogido el personaje de Emma para ilustrarnos sobre lo que se puede
decir desde el psicoanálisis lacaniano sobre los devenires de la pasión.
Los invitamos
cordialmente el próximo 20 de septiembre 19:30 hs. a la 3ra Mesa Redonda
"¿Ni contigo no sin ti? Lo que dice el psicoanálisis del amor", en
esta ocasión contaremos con las ponencias de Viviana Berger "¿Cómo tener
pareja y no morir en el intento?", y de Irene Sandner "¿Qué espera
una mujer con el encuentro amoroso?", Ana Viganó será la moderadora de
este encuentro, los esperamos.
Silvana Di
Rienzo. Comisión editorial de Ai.lov.iú*
II. LA PASION:
EMMA, AMMA, GOZZA
José Fernando
Velásquez
1. La pasión
Me encontré en
estos días un texto de Pascal que por su nombre me convocó a estudiarlo a
partir de la lectura de Mme. Bovary. El texto de llama "Discurso acerca de
las pasiones del amor y otros opúsculos". Allí Pascal nos dice: "El
hombre quiere acción, le son necesarias pasiones que lo agiten y le hagan
sentir en su corazón sus raíces tan vivas y profundas"(1). La pasión
es la expresión de una emoción, no cualquiera. Me llamó la atención encontrar
que Pascal sitúa la causa en el cuerpo: "la pasión es propia del
espíritu aunque es causada por el cuerpo"(2). Y aunque él es un
filósofo matemático, reconoce que la pasión se vive en ausencia de cualquier
control ejercido por la razón y fuera de toda preocupación estética o moral.
Algunas
características de la pasión destacadas por Pascal y otros autores nos permiten
hacernos una idea más precisa de la misma:
- "No hay pasión sin exceso".
- "Donde hay plenitud de pasión, nadie se pone a
reflexionar"(3).
- No importa que sea con poco o nada de sustrato real, lo que importa
es que el sujeto la siente verdadera.
- La pasión carece de edad.
- La pasión modifica la operación que se debe a la razón sobre las
acciones, el juicio, e incluso, la percepción(4).
- "Se engendran cualidades que antes no se tenían. Se vuelve
uno espléndido sin haberlo nunca sido"(5).
- La palabra no es propicia a la pasión, es más lo que se siente que
lo que puede decirse: "la palabra humana es como un caldero roto con
el que tocamos una música para hacer bailar a los osos, cuando lo que
quisiéramos conmover es a las estrellas"(6).
- Al decir de Rimbaud, en la pasión, el Yo es otro y que la pasión
lleva a ese otro yo a otra realidad(7).
- La pasión depende de la novedad y por consiguiente tiene en su
propia estructura el límite del tedio y la monotonía(8).
La pasión
conduce a una manifestación de lo que el psicoanálisis llama "lo
pulsional", aquellas fuerzas que se despiertan en el sujeto cuando se topa
con lo imposible, y la pasión es un propósito para taponarlo. Es en las
relaciones con otros semejantes donde el sujeto se encuentra con más
imposibles, con la inexistencia de lo que colmaría su deseo y su goce; entonces
ahí es que se expresan todas las pasiones del ser bajo una forma de descarga de
tensión, por medio de actos que más bien son "arrebatos".
Asumir lo imposible del deseo es muy doloroso para el sujeto y es algo de lo
que no se escapa ningún ser humano. Ello implica un sufrimiento inevitable.
2. El exceso de
la pasión
Flaubert se
expresa a través de Rodolphe cuando está seduciendo a Emma: "¿Acaso
no sabe usted que hay algunas almas que viven en continuo tormento? Necesitan
por turno del ensueño y de la actividad, de las más puras pasiones y de los
placeres más arrebatados, y ésa es la razón por la cual se entregan a toda
clase de caprichos y de locuras"(9).
Tal vez Flaubert
nos muestra en este personaje - Emma – lo que Pascal ya advertía dos siglos
antes: "El obcecamiento con una sola pasión cansa y arruina al espíritu"(10).
A Emma estar en el campo de la pasión la conduce, como a algunos, a una
enfermedad sin palabras y a la muerte como ausencia de palabra.
A Emma la pasión
la hace concebir a sí misma diferente de cómo es, y en consecuencia, hacerse a
algo ficticio y desempeñar un rol que intenta sostener a pesar de su naturaleza
verdadera y a pesar de los hechos. Finalmente lo ficticio se hace pedazos
llegando al estrago.
Emma es un
nombre de origen germánico, viene de "ermín": "fuerza", su
significado es "aquella mujer fuerte", alusión a la fuerza
emotiva. Esa fuerza emotiva que se hace rasgo distintivo la remarco en el
título de este trabajo al duplicar una consonante: en su nombre, en su pasión y
en su enfermedad.
Emma hace parte
de ese tipo de sujetos que se sienten con el derecho de gozar de los bienes
humanos como es el amor, la sexualidad, el ensueño, la actividad, el lujo y las
pasiones, sin advertir que todos ellos se viven sin tener la certeza absoluta.
Por esa vía de la certeza llegan al capricho, a muchos arrebatos y a toda clase
de locuras.
Emma cada cierto
tiempo vuelve a pasar por el lugar donde se topa con el vacío, con lo
imposible, allí donde el Otro no llega y no responde como ella quiere y por
consiguiente se desata la angustia. El peligro es que el sujeto se ha perdido
en el otro que es el objeto de su pasión: en un hombre, en una ambición, como
Lhereux, en el conocimiento científico, como Homais, en el alcohol, en una
mujer, etc.
Emma trata de
esquivar la ley simbólica que dice "no todo es posible"; la
frustración es imposible de ser tolerada y soportada, entonces el objeto de la
pasión es exigido con una demanda imperativa sobre el otro, con perentoriedad,
con exceso. Ella es incapaz de leer lo que el otro le da, el otro semejante es
tomado en cuenta sólo en la faceta que está al servicio de su
"espejismo"(11).
Cuando es
evidente a un sujeto como Emma que ahí no hay ni habrá nada, viene el
descreimiento. Un descreimiento brutal que invade incluso la existencia misma.
Emma se enferma, Emma se suicida.
3. Para concluir
La aventura
pasional hace que se revele en el sujeto su dimensión "difícil",
"caprichosa", "avasalladora" y "tiránica".
También muestra
el tipo de reacción que adopta el sujeto en su encuentro con lo imposible.
Emma
"amma" para hacerse a un escenario que domine su "amargura
existencial", su incapacidad de hacer con la rutina algo diferente al
hastío. Nada la satisface ni la satisfará porque algo hay en ella de imposible:
"confundía la sensualidad del lujo con los júbilos del corazón, la
elegancia de las costumbres con las delicadezas del sentimiento"(12).
Lo único que la satisface es un escenario en el que pueda transfigurarse(13) en
heroína del amor que prescinde de cualquier incompletud. Pero el resultado no
es más que el semblante de una "beata bruta"(14) que malversa y
despilfarra(15) no sólo la belleza y el amor, sino la vida.
Notas
- Pascal. B. "Discurso acerca de las pasiones del amor y otros
opúsculos". México, FCE, 2010. Pág. 21.
- Ídem, pág. 22.
- Ídem, pág. 33.
- Emma contemplaba a Charles, "gozando así en su irritación
de una especie de voluptuosidad depravada". En cambio, mira
a Leon y lo que ve es: "El frío que le palidecía parecía depositar
sobre su cara una languidez más suave; el cuello de la camisa, un poco
flojo, dejaba ver la piel; un pedazo de oreja asomaba entre un mechón de
cabellos y sus grandes ojos azules, levantados hacia las nubes, le
parecieron a Emma más límpidos y más bellos que esos lagos de las montañas
en los que se refleja el cielo". Flaubert, G. Madame
Bovary. Bogotá. Editorial Oveja
Negra. 1982. Pág. 117.
- Pascal, pág. 33.
- Ibíd. Pág. 221.
- Después de ser correspondida en su pasión por Leon, "Sus
conversaciones, sus modales, todo sufrió un cambio radical. Se empezó a
tomar a pecho sus faenas domésticas, volvió a frecuentar con regularidad
la iglesia y a ser más exigente con la criada. (…) Decía que los niños la
volvían loca. Berthe era su mayor consuelo, su vida, su locura, y
acompañaba las caricias que le prodigaba de tales arrebatos líricos que a
gente más culta que la de Yonville le habría hecho recordar a la Sachette7
de Notre Dame de Paris". Ídem. Pág. 122.
- "el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un
vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene
siempre las mismas formas y el mismo lenguaje".
- "Se conocían demasiado para experimentar esa sorpresa de la
posesión que multiplican por cien los goces que proporcionan. Ella estaba
tan asqueada de él –de León- como él cansado de ella. Emma encontraba en
el adulterio todas las miserias del matrimonio".
- Ídem. Pág. 163.
- Pascal, pág. 29.
- Ídem. Pág. 212.
- Ídem. Pág. 68.
- Jiménez, A. La pasión inútil. Comentario de libros. http://la-pasion-inutil.blogspot.com/2010/08/gustave-flaubert-madame-bovary.html
- Ídem, pág. 221.
- Ídem, pág. 313.
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