11 de novembro de 2018



Del dios padre freudiano a Ła mujer lacaniana

Noche Directorio EOL

Silvia Salman


"Esto está destinado a indicar el camino de un psicoanálisis propio de la época del permiso para gozar, de la época en que la prohibición ha perdido protagonismo...una época en la cual la grieta intrínseca del goce ya no se parapeta tras el padre...los psicoanalistas se horrorizaron ante lo que la experiencia psicoanalítica reflejaba de esa operación...que el parletre desprograma la relación sexual... Una vez superado el horror se abre al psicoanálisis un campo...la pasión por lo nuevo...significa que hay que soportar lo nuevo...los analistas de mañana no responderán a la norma de ninguna iglesia..."
(Miller, Un esfuerzo de poesía, pág.290)

Después del padre, el goce se escribe en femenino

La noche de hoy nos reúne alrededor de un párrafo extraído de la puntuación del último capítulo del curso de Miller “Un esfuerzo de poesía”. Ese capítulo se llama “Del padre a la mujer”. El “Del” sugiere sin duda un desplazamiento. Sin embargo, el título de la convocatoria que nos proponen contiene además otros términos (dios freudiano –para referirse al padre- y lacaniana –para referirse a la mujer-) y eso indica al menos para mí, un desplazamiento mayor.

En el fondo se trata del desplazamiento de Freud a Lacan. Es un hecho, en cuanto al padre, Lacan se desplazó de Freud. Y eso no llegó de la mano de su ultimísima enseñanza, ese cuestionamiento al padre está presente al menos desde el año 1963, el tiempo de su excomunión.

El anuncio del Seminario que no fue, “Los nombres del padre”, señala el pasaje de la religión (del padre) a la lógica (del discurso). Todo su Seminario 11, el que dictó en su lugar, está hecho para realizar una operación de extracción del deseo de Freud (deseo del padre) del psicoanálisis. Extraer el deseo de Freud, en la medida de lo posible, desemboca un tiempo después, en la escritura por parte de Lacan del discurso analítico. Eso que llamamos “discurso analítico” es el psicoanálisis más allá del Edipo, dicho de otro modo, el psicoanálisis menos el deseo de Freud[i].El deseo del analista al que podríamos connotar como el deseo de Lacan, se desprende de este desplazamiento.


“Es muy impactante ver en la obra de Freud el polimorfismo de lo que atañe a esa relación al padre”. Así comienza la “Nota sobre el padre” con la que Lacan interviene en octubre de 1968 (hace 50 años!) en respuesta al trabajo de Michel de Certau en el Congreso de Strasburgo. ¿Acaso no es también impactante ver en la enseñanza de Lacan, si no un polimorfismo al menos una diversidad en lo que atañe a la relación al padre?

Con esta pregunta  retomo la discusión de la noche de orientación lacaniana del mes de julio, para indicar que tal vez podríamos señalar también otro desplazamiento,esta vez de Lacan a Miller…lo retomo tal como lo mencioné en aquella ocasión: como un “Después del padre”.

“Después” es algo que ocurre con posterioridad, sea de lugar, sea de tiempo, o incluso de preferencia…en todo caso, “después” no es seguro que mantenga ninguna referencia con lo anterior, como sí lo indica la fórmula del más allá. De hecho, para referirse al más allá del padre Lacan advierte que es a condición de servirse de él o si quieren, no sin el padre. Pero después del padre introduce a mi entender algo nuevo, puede ser un nuevo orden (de hierro), puede ser un nuevo espacio (virtual) , o también un nuevo tiempo (continuo)…un “nuevo” cuyo alcance aún está por verse, tanto para el mundo contemporáneo como para lo que de ello atañe al psicoanálisis.

En todo caso, pienso que la operación que hace Miller sobre la ultimísima enseñanza de Lacan, va en esa dirección. Si tuviera que definirla, diría que esa operación consiste en pensar el goce sin el S1 que lo vuelve legible[ii]. Así, si Lacan extrajo el deseo de Freud para obtener un psicoanálisis sin el padre y de allí devienen Los Nombres del padre que son los S1 que vuelven legible el goce., Miller extrae el S1 para obtener un psicoanálisis que llegado el caso, pueda afrontar lo ilegible.


De la prohibición a la imposibilidad


Pero, el padre es un hueso duro de roer, cuando aceptamos que se vaya e incluso lo acompañamos hasta la puerta principal, resulta que lo hacemos entrar de nuevo por la ventana, y así no estamos tan seguros que el psicoanálisis quiera arreglárselas sin él. Pero, admitamos al menos que ya no podemos refugiarnos en tal o cual prohibición del goce por parte del padre. Admitamos que la pérdida de goce no es obra de ningún arrebato o robo paterno. Admitamos finalmente que el goce encuentra sus límites de manera natural[iii]Es precisamente porque Lacan pudo pasar más allá de la problemática de la interdicción, que pudo despejar el goce femenino como tal”[iv]. Es decir dejar de centrarlo en una función negativa (la del pennis-neid) y dejar también de pensarlo desde el lado masculino (según las fórmulas de la sexuación en el Seminario 20 Aún).
En el artículo “Breve introducción al más allá del Edipo”, Miller distingue el mito del padre del mito pulsional, y esa distinción permite captar a mi entender, ese goce que un psicoanálisis puede despejar si sobrepasa la idea de prohibición.

Los mitos freudianos del padre son cuentos para novelar la pérdida de goce. Hubo alguien que dijo de tu goce “eso es mío” y que te lo robó para no devolverlo más[v]. Es el odio neurótico al padre en la neurosis obsesiva o la querella interminable en la histeria.

Ahora bien, lo que Miller llama el mito pulsional es una variante del mito del padre, porque no cuenta sólo el robo de la libido sino que agrega un elemento fundamental que son las migraciones, es decir sus desplazamientos. La alegoría que Miller propone es: Una vez robada, usurpada, Libido no sucumbió en la prisión donde la tenía el padre…Libido no murió sino que se hizo nube, agua, manantial, torrente. Yo la vertía –dice el padre- en el tonel de las Danaides…Pero nosotros sabemos lo que él no sabía, esa no era una caja que pudiera retenerla…Padre no veía que Libido se iba y que en el desierto mil oasis florecían. Padre creyó ser enterrado junto a Libido. Y el sujeto le creyó…[vi]

Moraleja: Puede haber mito del asesinato del padre pero nunca habrá muerte del goce! El goce imposible de negativizar es un nombre posible para designar ese aspecto vivo del goce.

Cuando los analizantes nos hablan del padre o de la madre, o aún de la familia toda, leemos en estos temas que toman la vida por entero de un sujeto, un significante, una frase, un gesto, o una identificación a la que se encuentran atornillados. Allí no se trata de leer o interpretar la novela, sino de atrapar lo que de esa novela desfallece.

En la operación analítica esto significa separar el significante amo del plus de goce poniendo de relieve al segundo, es decir liberar los significantes amo y hacer consistir el plus de goce que es lo propio de cada uno. O dicho en términos de Lacan en su reseña del Seminario 19 …o peor:

Se trata en el psicoanálisis de elevar la impotencia (la que da la razón del fantasma) a la imposibilidad lógica (la que encarna lo real)[vii]

Despejar lo femenino  es -si puedo decir así-  despejar un campo donde  la representación falta para localizar el goce. Imposible de decir, también de nombrar y fundamentalmente de simbolizar, ese espacio que resiste a los modos de representación es la causa primera pero también la final de un análisis. Su presencia inaugural en la vida de un sujeto, los modos de interpretarlo y tratarlo y lo que al final se puede alcanzar de él transformado por el trabajo analítico haciéndolo escritura, es una de las grandes enseñanzas que nos dejan los testimonios de los AE.

Un psicoanálisis laico

Los psicoanalistas dicen “sí” a la feminidad.
Por ser producto de su formación, que es principalmente la de su propia experiencia de análisis, el psicoanalista se orienta hacia esa zona de la falta de representación y encuentra así  los modos de  acceso a ese goce que ya no desconoce ni se parapeta tras el padre.  Lo que no es posible sin haber reconocido un cierto número de imposibles en su devenir analítico.

Analizarse es entre otras cosas, darse el tiempo para hacer la experiencia de la inconsistencia del Otro, lo que implica formarse –si puedo decir así- al agujero. ¿Formarse en qué? En distinguir el atiborramiento, el taponamiento, el intervalo…a fin de percatarse de que aquí se plantea la cuestión de qué poner allí.[viii]


Sin embargo siempre está el riesgo de que el Psicoanálisis se convierta en una Iglesia guardiana de una ortodoxia[ix], incluso la ortodoxia de la mujer o de lo femenino…por ello conviene interrogarse cada vez, lo que de la religión aún continúa vivo en él. La Escuela es un refugio para la ortodoxia pero nunca una garantía, de lo contrario ella misma sería una ortodoxia.

¿Qué nos reúne alrededor de la Escuela? No nos reúne ni  una idolatría, ni semblantes por prestigiosos que fuesen, ni las figuras paternas de Freud y Lacan…[x] lo que nos reúne alrededor de una Escuela es ese espacio vacío de toda representación. Un esfuerzo más entonces, para hacerlo ex –sistir.


Octubre 2018
Foto Man Ray






[i] Miller, J.A.-: Breve introducción al más allá del Edipo, del Edipo a la sexuación, Ed.Paidós, BsAs, 2001, p.18
[ii] Miller, J.A-. Piezas sueltas, p.116
[iii] Miller, J.A.-: Esfuerzo de poesía, Ed Paidós, BsAs, 2017, p.290
[iv] Miller, J.A.- El ser y el Uno, inédito, clase 9/2/2011
[v] Miller, J.A.-: Breve introducción al más allá del Edipo, p.19
[vi] Miller, J.A.-: op.cit. p.21
[vii] Lacan, J.: El Seminario Libro 19 o peor, Ed.Paidós, BsAs, 2012, p.239.
[viii] Lacan, J.: El Seminario Libro 19, o peor, Ed.Paidós, BsAs 2012, p.227
[ix] Miller, J.A : Breve introducciónp.17
[x] Miller, J.A.-: Conferencias porteñas, Tomo 2, El analista y los semblantes, p.129

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