12 de janeiro de 2010

DÉBAT DE L’ÉCOLE UNE

DÉBAT DE L’ÉCOLE UNE

Estela Paskvan
Re: “Autonomia”


Cher Jacques-Alain Miller,
Es evidente que mi modesta contribución al JJ ha cobrado una notoriedad que en sí no merecía, y que ha servido para que usted plantee muchas cuestiones importantes alrededor del pase en las escuelas, la AMP y la Escuela Una. Su interpretación ha sido lo suficientemente provocadora para producir otras intervenciones de colegas -no sólo españoles- cosa que agradezco.
Usted formula varios interrogantes que son claves. Intentaré contribuir, con lo que puedo, a las respuestas que ya se van produciendo.

1) Cuál es la naturaleza de los Carteles del pase en la AMP: en qué medida el pase es nacional, en qué medida es internacional. Sólo puedo abordar algunos temas parciales resumidos en esta pregunta y que ya han surgido en el debate.

* Pase deslocalizado: El pase no es “nacional”. Y menos en España donde ese adjetivo, por su connotación franquista, produce un rechazo general. ¿Es internacional? Más bien elijo lo que usted señala: el pase es deslocalizado. Y efectivamente es eso lo que hace existir a la Escuela Una. Lo experimenté varias veces. Por ejemplo cuando fui pasadora: escuchaba a pasantes que viajaban a España desde el otro lado del Océano -y que yo no conocía-, a veces eran brasileros y me hablaban en español; después viajaba a París a reunirme con cinco franceses y les transmitía lo que había escuchado de personas que ellos tampoco conocían, y en francés. ¿Cómo se sostenía este dispositivo tan exótico sino porque en los encuentros mismos, en eso que pasaba, aparecía el sentimiento de pertenecer a la misma comunidad?

* La Escuela Una: Para mí, es ésa la mediación de la Escuela Una, la que es fruto de una experiencia analítica. Y es así como existe de hecho gracias al pase. Por eso me inclino por conservar su diferencia con la AMP tal como fue su inicial intención: Una, la liviana, la suficientemente vacía para acoger lo que se pueda depositar, sin estatutos ni reglamentos pesados, la Escuela dispuesta a descompletar a la Asociación. “Penia y Poros” han sido evocados por usted en alguna otra ocasión. Hebe Tizio dice de la Escuela Una: “…un elemento de subversión interna para mantener un tipo de Escuela donde la experiencia sea auténticamente analítica”. Yo no podría decirlo mejor.
Graciela Brodsky recuerda que los AE son de la Escuela Una. Efectivamente, conviene no olvidarlo. Y propone que los carteles lo sean también y compuestos por colegas de diferentes escuelas. Es una propuesta muy tentadora. Entonces comienzan las preguntas… ¿pero quién los designa, quién hace la elección de los componentes de cada cartel? Es cuando tenemos que empezar a hablar del dispositivo y su regulación.

* El dispositivo en las Escuelas: Si el pase tiene la estructura del chiste, el dispositivo no es un relámpago, tiene que encarnarse en un lugar, localizarse. Hasta ahora los dispositivos están localizados y regulados en las distintas Escuelas –salvo en la ELP-. Esto no significa que las personas que participan en él necesariamente deban ser “locales”, o “nacionales”, o de alguna tribu en particular.
Entonces pasemos al cerca / lejos de mi pequeña nota. Miquel Bassols detecta muy bien el valor de shifter que pueden adquirir estos adverbios. Efectivamente, lo que está en juego no se reduce a una cuestión geográfica ya que no se entendería porqué he dicho que en el 95 el pase estaba cerca, en manos de los miembros, mientras los carteles estaban localizados en París. El dispositivo está cerca de los miembros cuando éstos han sido convocados para decir y decidir algo acerca de su funcionamiento. Sí –repito una vez más- así como se hizo en los comienzos de la EEP y como también recuerda muy bien Carmen Cuñat. Por el contrario, el reglamento aprobado en el 2003 y regulado por la FEEP nunca contó con la opinión ni de las instancias de la ELP ni de sus miembros. Es por eso –me parece- que es posible encontrar allí una de las razones de su desconocimiento actual por parte de los miembros en general. Asegurar que en el dispositivo haya “nacionales” no cambia la cosa. ¿Es tan difícil de entender? ¿Por qué decir esto puede resultar tan “inquietante”? No creo que mi nota expresara “malestar” ni la reivindicación “ruidosa y furiosa” que me adjudica Vicente Palomera. En fin, cuando una elige funcionar como analista –y más siendo mujer- debe saber prestarse a hacer de “an idiot”.
Por el contrario, cuando escribí esa contribución, aún estaba bajo los efectos de mi última experiencia de Escuela Una. El reciente cartel hispanohablante del que soy más-uno acababa de nominar a Gustavo Stiglitz. ¿Cómo transmitirle a usted la satisfacción y la alegría que comprobamos todos los que intervinimos –secretariado, pasante, pasadores, cartel y éxtimo- cuando el pase se produjo?

* La regulación y control de los dispositivos: la experiencia dice que la instauración de los dispositivos del pase y sus reglamentos deben ser el resultado de un movimiento que permita que todos –miembros e instancias- se sientan concernidos. Y su funcionamiento no puede autonomizarse de tal forma que lleguen a “enfermar”. Según mi entender, hay actualmente dos formas de control: a) la asamblea de las escuelas b) la AMP. Esta última cumple actualmente una función mediadora imprescindible. Desde hace un tiempo dispone de una Secretaría del Pase que quizás podría adquirir mayor envergadura. ¿O debería crearse esa competencia en la Escuela Una? No es cualquier decisión. Y entusiasma.

* Lo Uno y lo Múltiple: es una tensión que no se puede eliminar. Por otra parte, si pudiera hacerse, sería mortífero ¿verdad? Usted sabe que hay que maniobrar políticamente con eso poniendo el acento según convenga al momento. Pero quisiera recordar que tratándose del pase hay otra tensión que es preciso no olvidar y que está en sus fundamentos: grados / jerarquías. A veces, es preciso decir a las instancias jerárquicas algo así como: “quita tus manos del pase”

2) Si la ELP está efectivamente en condiciones de regular un Cartel español del pase. La pregunta es clara. Si aún quedaran dudas en su Comentario usted precisa aún más cuando recuerda que la mediación del Campo Freudiano, de la AMP y de la actual FEEP aparecía necesaria para mantener en pie la ELP, recorrida de tensiones centrífugas…Y más adelante pregunta: “¿…si las cosas han cambiado hasta el punto en que esta mediación se haya vuelto superflua y obsoleta? ¿Es necesario comenzar a reducir los signos institucionales de esta mediación? ¿La ELP goza ahora de una unidad comparable a aquella de las tres Escuelas que tiene Carteles que le son propios: EBP, ECF, EOL?”. Confieso que quizás soy optimista, pienso que esta Escuela es comparable a las otras. Y si bien no ignoro que tiene dificultades, también ellas me parecen comparables. Es verdad que ya no cumplo ninguna función en la ex – EEP en la que durante 8 años formé parte su Bureau ni tampoco en la ELP desde 2002 por propia decisión, cuando a partir de mi nominación comencé a participar en el dispositivo del pase. De todas maneras no eludiré responder. ¿A qué unidad se refiere usted? Debo decir que la intervención de Miquel Bassols no sólo me parece formidable sino que también me alegra. Es la primera vez que escucho por parte de un miembro –y no cualquiera- de la ELP decir de esta Escuela que “la fuerza centrífuga ha sido desde su inicio su principal fuerza generadora”, que “ha comenzado a tomarle gusto a esta ‘dificultad’ que considera como rasgo específico de la ELP. En síntesis, Miquel plantea que lo que apareció como una dificultad, en realidad preserva lo incompleto del conjunto y hace “mucho más presente la necesidad lógica de esta mediación…”. Efectivamente, a partir de lo que Miquel luego señala y generaliza, pregunto: ¿la mediación del Campo Freudiano y de la AMP no se produce en las otras Escuelas? Es evidente que sí. Entonces, la cuestión se reduce a si aún necesitamos la mediación de la FEEP. No puedo pretender dar una respuesta taxativa. Sólo decir que tengo la impresión que cuando ha habido algún problema en la ELP -como fue en la preparación de las últimas Jornadas- ha sido Eric Laurent, es decir, el Delegado General de la AMP, quien ha intervenido en calidad de éxtimo. ¿Qué mediación ha hecho efectivamente la FEEP en las “fricciones” a las que usted alude? Es lo que deberíamos saber para decidir si su mediación se ha vuelto superflua u obsoleta.

Esperemos que el debate continúe en este 2010 que se inicia con tan buena perspectiva.
Con afecto.
2/1/10

Maurizio Mazzotti
Differenza e ripetizione

Prendo spunto per intervenire sul JJ da alcune frasi che Jacques-Alain Miller nel numero 75 ha “lanciato” a proposito della Scuola italiana. Due in particolare mi hanno spinto a riflettere e provocato ad intervenire. E’ il mio disgelo.
Parto da quella che appare per ultima ma che a mio avviso va considerata per prima. Dopo aver commentato l’‘intervento di Estela Paskvan sulla passe nella ELP in un’ottica che chiama necessariamente in causa problemi riguardanti strategia e politica dell’AMP, Jacques-Alain Miller tutto d’un colpo afferma “ c’è anche molto da dire della Scuola italiana”. Molto da dire.
La prima cosa a cui ho pensato è che è vero, soprattutto poi se si cambia un avverbio alla frase: “ c’è sempre molto da dire della Scuola italiana”. Che cosa abbiamo fatto nella SLP negli ultimi due anni, e cito solo gli ultimi, se non questo?
Nel novembre di due anni fa, 2007, a Milano, al momento di una crisi, la scuola allargata si è riunita alla presenza di Jacques-Alain Miller dove tutto è stato messo sul tavolo, a cielo aperto, la nostra storia, ancora una volta!, le posizioni conflittuali che si disegnavano attorno ai diversi progetti istituzionali, i rapporto personali resi allora molto difficili, giudizi sull’operato dell’istanze dirigenti, prospettive di soluzione possibile, scenari futuri. Il tutto anticipato da dieci giorni di interventi serrati nella lista elettronica della SLP dove praticamente tutti sono intervenuti, con parole a volte aspre, complicate, polemiche ma anche intelligenti, interpretative. Jacques-Alain Miller allora valutò l’eccezionalità dell’evento al punto da suggerirne la pubblicazione, che ora abbiamo in forma di libro, “ Il segreto dei lacaniani”, che ha avuto anche una parziale traduzione nella Revue dell’ECF. “Il segreto dei lacaniani” fece il nostro onore, per così dire, non si poteva negare che quanto a “ c’è da dire della Scuola italiana “ la SLP non si tirava certo indietro, dava l’ esempio.
Si poteva vivere di rendita per un po’ almeno su questo punto, e invece no. Dopo un anno appena, nel dicembre 2008, sempre a Milano, assemblea straordinaria della Scuola alla presenza di Eric Laurent, anch’essa preceduta da una settimana di fuoco sulla lista, in cui tutti, di nuovo, a dire della Scuola, a dire nel bene nel male e nel peggio sulla spinta di nuove iniziative che creavano il molteplice laddove fino ad allora ci si era riconosciuti in una diade, che in passato aveva dato stabilità e buon funzionamento. Anche in questo caso erano partite sulla lista lettere, scambi di accuse, appello allo statuto etc.. L’assemblea fu gelida, ma non a causa del silenzio, a causa dei termosifoni. Anche questa volta non mancò il dire ed anche il pathos, ma era di nuovo presente la conflittualità. La conflittualità è la nostra ripetizione, viene in scena a distanza ravvicinata ed è difficile da trattare. Il nostro sintomo non è nel non dire, nel silenzio è nella ripetizione della conflittualità, nell’emergere ripetuto di quella che Jacques-Alain Miller, sempre nel JJ, aveva più volte chiamato “ la divisione” italiana.
Quel che risulta difficile è che il nostro dire della Scuola non sia non un dire della divisione, il dire conflittuale, bensì il dire delle differenze, che trovi posto, ascolto . Nel Seminario milanese dell’AMP, alla presenza del presidente dell’AMP, seminario tutt’ora in corso, ogni volta è riservato un momento importante alla conversazione, al dire della Scuola, su tutto. E questo dire è presente, vivace, ma a volte porta l’impronta della divisione più che della differenza. Questo è uno dei nodi da trattare nella Scuola italiana, e credo ci vorrà un po’ di tempo ma il seminario dell’AMP ha aperto uno spiraglio, e, a mio parere, indicato ciò che non si può non percorrere: trattare il dire della divisione per farlo diventare dire della differenza, un dire più psicoanalizzante e, di conseguenza, un dire più psicoanalizzato, condizione per un’enunciazione demassificata del nostro collettivo e per lo sviluppo della politica che abbiamo la responsabilità di costruire.
Ora c’è il silenzio, Jacques-Alain Miller dice il gelo, l’inibizione ad intervenire (sul JJ) su ciò che c’è da dire della SLP. Penso che questa inibizione vada interpretata alla luce delle forti scansioni che ho appena ricordato, vada interpretata sullo sfondo del “ c’è sempre da dire della scuola italiana”, mentre sarebbe necessario passare ad un diverso dire della SLP, e questo abbisogna di un tempo per comprendere.
“Perché non esiste un cartello italiano della passe?”, cito a questo punto la seconda frase di Jacques-Alain Miller, ecco una domanda su cui si potrebbe iniziare a dire diversamente della SLP e, di più, dire tenendo conto che forse la questione della “divisione” c’entra qualcosa nella eventuale risposta negativa. Perché non un cartello in lingua italiana sulla base dell’esistenza di due AE della SLP in esercizio e di due ex AE, se non mi sbaglio? Un cartello, regolato dalla FEEP, che funzioni secondo la logica delocalizzata ed extime messa in esercizio fino ad ora dall’AMP?
Dire attorno a questa domanda, iniziare a dire della possibilità di un cartello italiano della passe, potrebbe essere una via concreta di trattamento del sintomo della Scuola italiana.

Vilma Coccoz
¿Hacia una ELP II?

"Hay encantos que valgan contra la verdadera valentía? Bien podrían los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible". Esta sentencia anticipa el trueque del nombre Caballero de la Triste Figura por el de Caballero de los Leones en la genial obra de Cervantes. Don Quijote da razón de este cambio a don Diego de Miranda, al comparar la empresa del caballero andante con las de los otros caballeros, los cortesanos, quienes, aunque suscitan el elogio cuando conquistan el éxito ateniéndose a sus precisas obligaciones, no son merecedores de una fama personal y duradera.
El andante caballero se distingue por su cometido y sus actos:" ...busque los rincones del mundo; éntrese en los más intrincados laberintos; acometa a cada paso lo imposible; (...) no le asombren leones ni le espanten vestiglos[1] ni atemoricen endriagos[2]; que buscar éstos, acometer aquéllos y vencerlos a todos son sus principales y verdaderos ejercicios."
Es notable hasta qué punto la sugerencia de Jacques-Alain Miller de que abandonemos el ánimo tristón y el silencio que aqueja a la ELP para hacer nuestra la causa de Los Caballeros de los Leones es acertada y preciosa!
Como podemos leer en el párrafo antes citado, hay cosas que comparten el caballero andante y el analista. El más destacable es, sin duda, la valentía con la que ambos combaten los encantamientos imaginarios y con la que afrontan lo imposible que encuentran a cada paso. Contrariar el ánimo moroso que engrendra vestiglos y endriagos puede ser una buena divisa para la acción del analista lacaniano.
Retomo esta respuesta que envié, en su momento, a JAM, a su envite, porque es hora de poner en práctica este lema. La oportunidad que se nos brinda en esta ocasión es de tal importancia para una escuela forjada en las estructuras que Lacan formuló en su Proposición que no podemos dejarla escapar: hablando de leones, “el león sólo salta una vez” decía Freud respecto al momento justo de la interpretación por parte del analista.
Estamos invitados a participar, uno por uno, en la interpretación de los síntomas de la comunidad analítica, no podemos dejarlo para mañana.

Miller ha puesto la casa “patas arriba” una vez más y los efectos son sorprendentes. Lo más impresionante es la Valentía (virtud del caballero de los Leones) con la que los analistas de la ECF han expuesto sus interpretaciones en JJ. Porque, una vez más, es el pase, como el lugar privilegiado del asiento de lo real en la Escuela, lo que está “al rojo vivo”.
El “inventario no exhaustivo” realizado por Natalie Jaudel en JJ Nº75, publicado en español en el Debate de la ELP nº 13 es, sencillamente, admirable. Leyéndolo, –suelta verdades como puños- me di cuenta, entre muchas cosas, de lo imprescindible que es la construcción de una biblioteca del pase. Soy especialmente sensible a ello porque, al igual que Natalie, no he tenido la fortuna de participar directamente en el dispositivo, aún. Sin embargo, siempre he considerado que el pase es el vector que orienta mi participación en la Escuela.
La realización del proyecto de Escuela, su inserción en lo real del mundo, es un privilegio dado a unos pocos.
Conviene afrontar, entonces, la pregunta ¿hay un deseo de pase en la ELP? Que me disculpen mis queridos colegas, pero creo no podemos decir “tout va bien” y nutrir nuestra complacencia.
La ELP tiene ya la consistencia necesaria para soportar las auténticas preguntas suscitadas por la crisis actual en el seno de la Escuela Una.
Creo que el trabajo ingente de muchos colegas para sostener día tras día las actividades y funciones evidencia su compromiso con el Psicoanálisis, sólo que una cosa es el Psicoanálisis y otra la Escuela. (JAM). Estoy convencida de que si conseguimos salir del impasse actual estaremos más contentos, más animados y una parte importante de nuestras responsabilidades cotidianas se verán beneficiadas con una mayor repercusión. Porque serán nutridas con el un deseo renovado por llevar a buen puerto nuestros barcos y no navegar a la deriva, con gran esfuerzo, pero escasos resultados a la hora de hacer prosperar nuestra preciosa Causa Analítica en el siglo XXI.
Una Escuela silenciosa no puede ser una escuela de Lacan.
Creo, y así lo manifesté en nuestra Asamblea, en Valencia, que la modalidad de cierre de los CPCTs ha dejado un saldo de malestar acrecentado por una interpretación sesgada de los motivos que lo precipitaron y que se pudo leer en el Comunicado del Consejo del mes de septiembre. Y creo que existe una íntima conexión entre estos acontecimientos y el estado del pase en la ELP.
Si la libido de la Escuela, que se encontraba en franca e imparable disminución, se refugió en los CPCTs fue porque ese proyecto representó algo muy vivo, en el que la transferencia con la orientación de Miller se vio plasmada en algo más que en una declaración de intenciones.
En todo momento consideré que estábamos llevando a cabo una experiencia de Escuela. De hecho, sólo en el marco simbólico que ofrece la Escuela pudo operarse la lectura de la lógica en la que podíamos quedar atrapados: una intoxicación del discurso del amo motivada por el éxito de nuestra operación.
Pero resta por valorar lo que la experiencia aportó acerca de los conceptos fundamentales en que se asienta nuestra práctica en tal dispositivo, sus pros y contras, su contribución o no a la transmisión del discurso analítico en el estado actual de los discursos.
El modo en que se articula la ELP con la ECF y con la orientación política de Miller es fundamental para comprender, en mi opinión, el mencionado cierre de los centros, que puede ser considerado, por lo tanto, un cierre en falso.
Hacía falta un tiempo de comprender similar al que Miller otorgó, en las Entrevistas de Actualidad, a la crisis CPCTs en Francia, antes de una conclusión resolutiva. No podía ahorrarse este pasaje en la vida de la ELP. Entre el instante de ver: Entre el impacto de la intervención de Miller en la reunión del Ripa y de Laurent en el Consejo y el cierre de los centros algunos creyeron que era suficiente y podían saltarse la elaboración que requiere un hecho de estas características.
La experiencia CPCTs, nombrándose analítica, concierne al psicoanálisis puro: ¿en qué se autoriza uno para operar en nombre del psicoanálisis? Era la pregunta que no podía obviarse en las reuniones clínicas, tan distantes y distintas de la soledad característica de la consulta. Aceptar ser interpelado y formular a los otros las buenas preguntas para esclarecer su acción se convirtió en una práctica alegre. La mayoría de los miembros del equipo clínico así lo ha destacado, una vez abierto el espacio para la conversación sobre esta crisis en Madrid bajo los auspicios de su directora, Rosa López.
Hemos escuchado muchas veces que había muchas diferencias en la implementación del dispositivo en Francia y en España. Efectivamente, es el momento de despejarlas. Una de ellas concierne a la distinción entre generaciones que siempre ha sido difícil de establecer en la ELP y que responde a su particular historia, al factor c y a otros motivos a tener en consideración, sin que debamos caer en la tentación de denegarlos porque serían “políticamente incorrectos”. Y ello toca directamente al psicoanálisis puro. Por ejemplo, los AE y ExAE que participaron en la experiencia ¿han podido alumbrar cuestiones candentes: la incidencia del pasaje por el CPCT de los participantes en el stage, y de su autorización a la práctica[3]? ¿y acerca del control del acto analítico?
¿Por qué muchos participantes del Instituto creen que están en la Escuela, lo cual, evidentemente, incide negativamente en la transferencia con el pase? Es un hecho que en Madrid, compartir el mismo espacio físico acrecienta esta confusión.
Las dificultades para la práctica institucional en España precipita en los participantes con titulación universitaria la decisión de abrir consultas privadas. La declaración de psicoanalista se impone, por lo tanto, sobre la autorización y la garantía de la Escuela y confunde la noción de psicoanálisis laico. Porque nuestra responsabilidad en la preparación de operadores adecuados[4] requiere muchas veces, aunque sea incómodo, objetar un empuje precipitado a la práctica con el fin de impedir autorizaciones salvajes que perjudican el recorrido analítico de los sujetos concernidos.
¿No tenemos la responsabilidad de cuidar del prestigio de nuestra carta de presentación en el mundo? ¿Cómo transmitir la seriedad de nuestro cometido sin que ello constituya un obstáculo al legítimo derecho a ganarse la vida?
Por supuesto que no es suficiente con una declaración de intenciones, no basta comulgar con los principios, se trata de hacerlos efectivos. Y si lamentamos que el pase no tenga un lugar central en la escuela, es seguro que la enunciación de los miembros de la ELP está implicada en el estado actual de las cosas. Pero tampoco basta, y lo hemos comprobado, con el activismo sin una estrategia calculada.
Recientemente hemos tenido ocasión de hacer en Madrid un trabajo con Bernard Seynhaeve. La comisión del espacio preparó el encuentro cuidadosamente que resultó muy interesante y enriquecedor. El intercambio in vivo hecho posible por la lectura y discusión previa de sus trabajos habría que tenerlo como referencia en adelante.
Para salir de la pasividad es preciso conseguir formularse preguntas que conciernen siempre al modo en que el pase conmueve subjetivamente a cada uno, acorde con la tesis de la Teoría de Turín. Es preciso consentir a que el real del pase le toque a uno, y nada puede reemplazar al hecho de escuchar a un AE de viva voz, por eso la mesa del pase en las jornadas y en los congresos es el momento estelar, el momento más emocionante y nuevo.
Las notables ausencias o mejor dicho, la ausencia de muchos notables, en el acto de Bernard llamaba la atención….
Quiero una Escuela divertida, interesante, variopinta y conversadora. Una Escuela en la que diferentes voces se hagan presentes manifestando su distinción en el ejercicio de la argumentación. Los lazos amistosos y de simpatía propios del gregarismo humano no deberían traslucirse en perniciosos efectos grupales que pululan en el silencio. Lacan nunca dejó de advertir respecto al nocivo confort que ocasionan en el psicoanálisis, porque entonces el saber analítico se desvía hacia el discurso universitario.
El mismo Lacan luchaba cada día para no derrapar en otros discursos ( Seminario Aún). Pero no es suficiente con saberlo para estar a resguardo, uno mismo, de tales despistes. Una Escuela de analizantes, lo estamos aprendiendo a apreciar, requiere de la mirada[5] de nuestros compañeros de ruta, nuestros colegas, que vela por la coherencia de nuestro discurso, ya sea para criticarlo, oponerse o manifestar su acuerdo.
Y nada de ello puede acaecer en el silencio.

José R. Ubieto
La ELP, será Una en el pase o no será

Meses lamentándonos del declive del pase en la Escuela y ha sido necesario un acto (JAM) para que algo se mueva en el país del psicoanálisis. Los pasantes, los pasadores, el cartel, el colegio,..todo el procedimiento patas arriba. Excelente oportunidad para reanimar el deseo por la experiencia del pase.
Quisiera aportar algunas reflexiones a partir de mi participación como pasador.
La sorpresa y la perplejidad que muchos colegas han subrayado en semejantes circunstancias, para mí aparecieron redobladas. Por un lado, la llamada del primer pasante me anunció así mi condición de pasador y vino de la mano de un afecto de angustia ante la tarea que se me venía encima. Tarea para la cual difícilmente se encuentra uno preparado, al menos la primera vez. Por otra parte, el silencio, en la Escuela misma, sobre esa función. Aparte de los textos institucionales, poco más a escrutar.
De allí que la propuesta actual de “tiranía de la transparencia” resulte una buena manera de reencontrarnos con ese interés por el pase, presente en el nacimiento mismo de la ELP. Transparencia con los límites propios de lo que se puede decir, de la verdad mentirosa que es todo discurso sobre lo real. En cualquier caso, esos límites no la hacen menos necesaria.
En la ELP conocemos el peso del silencio, la mortificación que produce en nuestra vida asociativa, la inercia paralela –que alimenta el ensimismamiento- de las conversaciones off the record. En ello juega, sin duda, la dialéctica de lo Uno y lo Múltiple, la especificidad “autonómica” española pero creo que hay también un estilo que ha conformado un hábito durante mucho tiempo y que aparece, sintomáticamente, como inhibición en ocasiones cruciales para el porvenir del psicoanálisis como es la hora actual.
La proximidad de nuestros colegas franceses, con los cuales tenemos una privilegiada transferencia de trabajo, ha sido la oportunidad de salir del ensimismamiento y de la tensión local pero al tiempo ha funcionado como un Otro (por supuesto se trata de nuestra construcción) exigente, idealizado y a veces imperativo, ante cuya (supuesta) demanda hemos optado en ocasiones por un cierto seguidismo acrítico y en general por la inhibición ante iniciativas propias. Todo lo cual no deja de resguardarnos de la castración.
En eso la cuestión del pase no ha sido una excepción. Al igual que los colegas de la ECF se lamentan del silencio y opacidad sobre el procedimiento, de la ausencia de voces - además de las de los AE- que aporten su experiencia sobre el procedimiento: desde los pasadores, hasta el cartel de pase y los propios pasantes no nominados, también en el ELP esa opacidad se ha hecho consistente en estos años. Es verdad que en los últimos tiempos se ha hecho un esfuerzo, tras la conversación de Madrid sobre el pase, para que ese horizonte de la Escuela Una estuviese en el trabajo de todos los miembros y socios y los espacios sobre el pase no han sido responsabilidad única de los AE.
Hablar del procedimiento desde las diferentes perspectivas implica poner en acto esa tesis de la Escuela del pase y reducir así la pendiente de idealización –y por tanto de inhibición- cuyas consecuencias paralizantes ya conocemos.
Varite de los testimonios
Entonces, ¿qué pasa con los pasadores? En mi primera experiencia el pasante trajo su testimonio ordenado de acuerdo a una lógica muy bien construida a lo largo de un tiempo previo extenso. Me correspondió a mí re-construir esa lógica, reducirla para su transmisión al cartel. La suerte fue la íntima convicción de que allí algo había pasado. Fue un testimonio con un alto valor de enseñanza, que el cartel sancionó con la nominación como AE.
La segunda ocasión fue muy distinto: la lógica del caso quedaba velada bajo una proliferación de formaciones del inconsciente para las cuales las notas tomadas resultaban material insuficiente para “pasar” algo de lo que podría ser el devenir analista. La vertiente del inconsciente transferencial funcionaba como obstáculo para la emergencia de lo real y su saber hacer allí. Hubo que volver a ver al pasante, por indicación del cartel, para que la prueba concluyera sin nominación. En tanto “placa sensible” transmití al cartel algo de la sombra espesa que velaba puntos candentes de la resolución sintomática del pasante.
La tercera vez también tuvo su particularidad diferencial. Se trataba de un testimonio breve, minimalista, con una lógica reducida ya por el pasante que sin embargo no alcanzaba para verificar la producción del analista, si bien daba cuenta del compromiso decidido del pasante con el psicoanálisis.
Tres pases singulares frente a los que, como pasador, tuve que arreglármelas con cada particularidad. Sin embargo todos, a su manera, me enseñaron cuestiones importantes sobre los diversos momentos de la experiencia analítica. Ninguno escatimó su esfuerzo y su trabajo por transmitir esa experiencia singular.
¿Por qué renunciar entonces, como escuela, a esas enseñanzas? ¿Por qué no dar voz también a aquellos pasantes que no concluyeron en nominación y a los pasadores que les acompañaron en el procedimiento? Y por supuesto a las enseñanzas del cartel del pase. La designación del pasador no es ajena al curso de su propio análisis, en mi caso apuntó a un punto preciso de mi manera neurótica de inhibirme, mi particular forma de no querer saber, con todo lo que esto supone de relanzamiento del deseo por el pase.
La autonomía de la que se ha hablado en este debate, la entiendo entonces no como un más de fragmentación, con todo lo que ello implica de encierro y endogamia, sino como un llamado a la responsabilidad y deseo de cada uno, como miembro (y socio) de la ELP para hacer del pase un asunto suyo, algo que le concierne a él y a la escuela en su conjunto y que por tanto no depende (sólo) de las vicisitudes del Otro. Una escuela de analizantes es sin duda la mejor politica que el psicoanalisis puede darse hoy.

Montserrat Puig
Acerca del reglamento del pase

El dispositivo del pase implica necesariamente una comunidad amplia. La confidencialidad, la prudencia y el cuidado de los testimonios lo hacen imprescindible. La deslocalización del pase que se ha producido de hecho así lo atestigua. Son los propios pasantes los que han deslocalizado el pase ya que no es raro que se pida el pase en el dispositivo de una Escuela distinta a la de pertenencia. Además, el éxtimo llamado por los distintos carteles del pase en la discusión de cada nominación refuerza esta deslocalización y amplia mas la comunidad implicada en cada nominación. La función del éxtimo en el cartel del pase no es el del control de la AMP de cómo se nomina en cada Escuela ni tampoco la homogeneización de las nominaciones sino que, al contrario, si cumple la función de éxtimo es porque desde el interior mismo de la Escuela Una interroga, descompleta y es exterior al cartel del pase, a cada uno de ellos. Su importancia hace deseable que si el dispositivo del pase en alguna de las Escuelas de la AMP no contemplara la función del éxtimo debería introducirse.
El dispositivo del pase, el secretariado y los carteles, necesariamente trabajan un poco alejados del ruido cotidiano de las respectivas Escuelas, un poco en la sombra necesariamente pero no indefinidamente. El reglamento del pase no solo regula la composición de los carteles sino que introduce, con la temporalización de las permutaciones, una escansión de ese trabajo tranquilo y silencioso de los carteles y del secretariado. La escansión temporal, lo sabemos, es una de las armas princeps contra la inercia. Así, los carteles y el secretariado se disuelven, permutan y tanto o más importante están abocados, imperiosamente a un trabajo de elaboración de la experiencia y de transmisión de la misma.
Si bien el pase debe tener la marca de lo deslocalizado, de alguna manera debe ser encarnado. Si el reglamento del pase no es igual para las siete escuelas de la AMP es porque de alguna manera debe pasar por lo particular de cada una de ellas. Pero en la variedad de reglamentos todos ellos incluyen el retorno sobre la Escuela del debate a partir de la experiencia. No solo para poder introducir modificaciones en el reglamento sino para poder relanzar, evitando así la inercia acomodaticia del grupo, el núcleo de no saber acerca de la pregunta de qué es un analista, cómo se analiza hoy y cómo se terminan los análisis. Por ello es tan importante el reglamento del dispositivo. Todos y cada uno de los miembros están en ello concernidos, formen o no parte del dispositivo en cada periodo.
Siempre he pensado deseable que la asamblea de miembros discuta, apruebe y controle el dispositivo del Pase, para luego, precisamente dejarlo trabajar un nuevo periodo. Pero si el dispositivo mismo, como está regulado en una Escuela, se vuelve desconocido para la mayoría de los miembros, se olvida, algo está pasando de no deseable. Es por ello que creo que no solo en la ECF la situación del pase no es satisfactoria. Tampoco lo es en la ELP (o debería decir en la FEEP ya que la ELP es una escuela sin dispositivo del pase).
Me atrevo a decir que el dispositivo del pase en la FEEP se ha quedado sin interlocutor, no tiene con quien mantener la conversación necesaria. La asamblea de la ELP se ha dicho varias veces que no es el lugar donde corresponde su discusión, es un dispositivo europeo. El consejo de la ELP no puede hacer mas que una declaración de intenciones respecto a la Escuela del pase en los informes anuales para la asamblea (recuerdo incluso el olvido en algunas ocasiones), ¿la Asamblea de la FEEP sería entonces el lugar de debate o discusión acerca del pase, de las producciones efectivas de los textos del secretariado y del cartel? No parece que haya sido así.
Se me dirá que en varias comunidades de la ELP hay seminarios y debates a cerca del pase, con invitaciones a AEs a miembros interesados. De acuerdo, ello es necesario, pero no es suficiente si el debate, los interrogantes que se presentan, no tienen consecuencias. Y para ello se tiene que poder decidir.
No se trata de decidir ahora si se le puede otorgar la mayoría de edad a la ELP, ni si es mayor para ser autónoma. Ninguna escuela de la AMP lo es. Se trata de que el reglamento del dispositivo del pase de la FEEP ha sido olvidado, ya no se sabe muy bien a quien pertenece salvo, quizás, a las instancias directamente implicadas. Con ello no es suficiente, a mi entender, para que cada miembro se sienta responsable de dicho dispositivo.
Si, podría llamarse el “reglamento olvidado”. Llego a este enunciado cuando se me presentan una serie de preguntas: ¿Cómo se entiende que tenga aun fecha de noviembre del 2002? La ELP, la SPL la EEP, convertida en FEEP, incluso la AMP ¿Son las mismas que en el año 2002? Es un reglamento establecido por el Consejo de la EEP y aprobado por el de la AMP pero, ¿donde se discutió, sólo en estas instancias? ¿Sobre qué textos que transmitieran las enseñanzas y los escollos de las experiencias previas? ¿Qué comunidad, incluso muy amplia, se dio el tiempo para el debate y la aprobación para luego dejarlo trabajar y esperar en los tiempos establecidos el retorno de nuevos elementos para el debate y el control de la experiencia? ¿Cómo se explica que no se haya convocado nunca el Colegio del pase previsto en el reglamento? ¿Cómo se explica que no se respetaran los plazos de los informes de los carteles y del secretariado ni se establecieran lo mecanismos de posibilidad para el debate?
Los efectos, los tenemos, el debate del pase había desaparecido, y la responsabilidad sobre el mismo también. Se esperaba poco de él aparte de la preciosa sorpresa de cada nominación de un nuevo AE sobre el que recaía todo el peso de hacer existir el deseo de pase en la Escuela, tanto la ELP como la FEEP.
No creo en un gobierno global ni para la política de los estados ni para el país del psicoanálisis, incluso lo temo. Es por ello que creo es mejor mantener la variedad para obligarnos a mantener una conversación permanente. Cada miembro de cada Escuela debe poder ser responsable, es decir poder responder a los temas cruciales y para ello se han de crear las condiciones. Nadie me discutirá que cómo terminan los análisis, el pase, su dispositivo y el reglamento que lo hace efectivo en cada momento forman parte de ellos. El buen uso de la Escuela Una pasa también por ello.


[1] (monstruos horribles y fantásticos)
[2] (monstruos fabulosos con rasgos humanos)
[3] En Madrid el stage no llegó a concluir el período previsto.
[4] Jacques-Alain Miller: Le Débroussaillage de la formation analytique en La Cause Freudienne nº 68: Notre sujet supposé savoir.
[5] “No estoy seguro -me parece que Lacan tampoco lo estaba- de que la caída de la mirada del Otro constituya un progreso ético tan grande. Pienso que cuando Lacan dice que se encuentra bajo la mirada de Freud quiere decir que el fin del análisis no se contradice con el mantenimiento de la mirada del Otro; es por lo que en algún lugar afirma que el pudor es la única virtud. Creo que esto quiere decir que la única virtud es conservar algo de la mirada del Otro” Jacques-Alain Miller, L’image du corps en psychanalyse. Cause Freudienne Nº68

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