AMP-UQBAR edita a continuación la conferencia de clausura del VIº Congreso de la AMP pronunciada en Buenos Aires el Jueves 24 de Abril por Jacques-Alain Miller. Es un anticipo necesario, una serie que vuelve a inscribirse en el tiempo de la AMP. Paris 2010, forma parte de lo que ya llegó, es la condición necesaria para que la práctica del Psicoanálisis tal y como la establece la orientación lacaniana no deje de hacer de lo real un oasis imprescindible, ese sitio donde el malestar contemporáneo tiene la posibilidad, cada vez más restringida en la escena del mundo, de apagar su sed.
UQBAR-Moderación.
Presentación del tema del VII Congreso de la AMP
Por Jacques-Alain Miller
Pido disculpas a los colegas franceses, voy a hablar en castellano por el gusto de hablar en castellano y también, quizá, porque la mayoría de los presentes son de lengua castellana y esto tiene el valor para mí de conectarme directamente con la asistencia. Quizá haya un poco de demagogia en esto, pero lo asumo por el placer que me da.
Mi segunda disculpa es por no haber participado en esta conversación general debido a que traté de dar un paso un poco más allá del punto al que había llegado hasta ahora, para comenzar a tematizar algo difícil de formular y pensando que el próximo Congreso permitirá desarrollar lo que permanece enigmático para mí mismo.
Digo un paso un poquito más allá porque cada vez sabemos más cosas, más cosas de Freud, de Lacan, de nuestro sujeto supuesto saber y resulta cada vez más difícil, más problemático obtener un efecto que pueda ser algo distinto, inédito. No digo que lo haya logrado, pero por lo menos lo he intentado.
Se dice en la antigua historia romana, – es un homenaje a los romanos, a tres de los AE y a Antonio Di Ciaccia aquí presente- en la historia mítica, la de Tito Livio y creo que también se encuentra en Ovidio, se dice que el rey Numa Pompilio consultaba sus decisiones institucionales con una ninfa, Egeria, diosa de las fuentes y los partos. No creo que Eric Laurent, Delegado general haga lo mismo. El nombre propio de la diosa entró en la lengua común, designando un agente supuestamente femenino de la inspiración, una inspiradora. El Campo freudiano no tiene una Egeria y la elección de los temas de nuestros congresos, cada dos años, no responde a una inspiración sino a un cálculo. Si el Delegado general y el Consejo de la AMP me confían la elección del tema no es tanto que confían en mi inspiración sino que deben pensar que soy un calculador riguroso. Agradezco la confianza. Esta vez no quiero solamente comunicarles y presentarles el tema para el Congreso del 2010 sino hacerles partícipes del cálculo mismo.
Queridos compañeros, en el 2010 hará treinta años que nos encontramos cada dos años alrededor de un tema que orienta, vectoriza, como se suele decir, el trabajo, la reflexión de nuestra comunidad. Ese tema testimonia de lo que tenemos en común a través de nuestras lenguas, de nuestros países y a la vez lo cristaliza. Esas escansiones bianuales quedan como marcas de una historia, una historia continua desde 1980, una historia que ha cambiado el curso del psicoanálisis en el mundo.
Se ha perdido la memoria de esas marcas ¡ya son catorce! y no creo que nadie pueda recordar esa lista de memoria. Pero no son tan numerosas aún y al recordarlas para muchos, los que estuvieron en Caracas al inicio, los que se han agregado algunos años después, no dudo que volverán recuerdos de los pasos que se han dado para llegar al día de hoy.
La elección - es la formulación del problema-, la elección del decimoquinto tema de trabajo supone tener presente los catorce temas anteriores. No constituyen una lista aleatoria, sino una cadena significante requerida por un algoritmo o un cuasi algoritmo, y quiero poner de manifiesto ese hilo de Ariadna que recorre esa lista temática, así como la lógica que sostuvo desde hace casi treinta años el avance del Campo freudiano.
Cuando ocurrió, la primera vez no fue la primera, fue única, surgió ex nihilo, fue tan sorprendente como el famoso encuentro surrealista de la máquina de escribir y el paraguas sobre la mesa de disección. Con una diferencia: la máquina de escribir era el paraguas. Ese papel lo tenía el propio Lacan, vivo, en persona, que trasladó su cuerpo viejo y enfermo hacia Latinoamérica para encontrar a sus desconocidos lectores. La máquina de escribir era como el símbolo de su obra, que nos servía precisamente de paraguas, es decir de refugio y protección para practicar el psicoanálisis dentro de una cultura, una civilización hundida por una lluvia, un diluvio de objetos de consumo masivo y también de conceptos de consumo masivo que hacía imposible una práctica correcta del psicoanálisis. La mesa de disección éramos nosotros, reunidos para disertar sobre esa obra y disecarla.
Y aquí estamos aún casi treinta años después. El Campo freudiano sigue siendo para nosotros la atracción de esa obra que interpreta a Freud y que a través de Freud interpreta al psicoanálisis mismo, y que nos da cada vez el aliento para seguir interpretando el psicoanálisis de hoy; un hoy que se desplaza con el transcurso del tiempo.
Lacan fue un original, no pensaba como los demás, argumentaba, pero sus argumentos aún hoy tienen siempre algo de singular, de retorcido que, a mi entender, no permite identificarse con él, tomarlo como un semejante; es lo que significa disección, disección es lo contrario de identificación. Lo que no permite la identificación con Lacan es también que él siempre se mueve en su enseñanza, siempre reconsidera, reconfigura lo anterior a partir del hic et nunc, a partir del presente, respecto de lo que puede ocurrir mañana. De este modo, el tema del Encuentro de Caracas fue, lógicamente, La Enseñanza de Jacques Lacan. Con respecto al hic, al lugar, se agregó, si lo recuerdo bien, y el psicoanálisis en América latina. La enseñanza de Jacques Lacan sigue siendo nuestro tema permanente, al cual se le agrega siempre la consideración del momento, del lugar, y una perspectiva que viene del futuro para considerar al presente. Para subrayar la función del encuentro inicial que fue también una especie de instante de ver para muchos latinoamericanos, de ver a Lacan por primera y única vez, y también de vernos los unos a los otros por primera vez, una primera vez de muchísimas otras, para marcar ese momento recordaré los versos con los que Dante saluda a Virgilio en La Divina Comedia y donde da fe de la confianza que tiene en Virgilio, como dice Jorge Luis Borges.
Voy a leerlo en italiano -que me disculpen los italianos- y después lo haré en castellano.
E io: "Maestro, i tuoi ragionamenti mi son sì certi e prendon sì mia fede, che li altri mi sarien carboni spenti"(1)Yo dije: "Maestro tus palabras las creo tan ciertas y de tal modo les doy fe que otras serían para mí como apagados carbones".
Hubo una segunda vez que constituyó el Encuentro de Caracas como el primero. Hubo una segunda vez por voluntad y pedido de Lacan, dándonos cita, una cita en París para 1982. El tema del segundo encuentro se impuso en función del primero: después de la enseñanza del Uno, la clínica de los demás. Así, para el encuentro de París, se pidieron casos clínicos y eso fue como un tiempo para entender lo que hacíamos con esa enseñanza en nuestros consultorios.
Es con la tercera vez que se instauró la repetición como distinta del desdoblamiento. En Buenos Aires, se decidió confrontar la clínica efectiva con la enseñanza que supuestamente la ordenaba y fue como un momento de concluir esa primera época del Campo freudiano, esta vez por voluntad nuestra.
A partir de la tercera vez se constituyó el presente automatón, Y esa decisión nuestra fue nuestra apuesta para un automatón que sigue activo hasta ahora. El tema era Cómo se analiza hoy. Veo que esto les trae el recuerdo de esos momentos.
Esas tres escansiones iniciales, esas tres escansiones que aluden a las escansiones famosas del tiempo lógico, siguen soportando cada uno de nuestros encuentros. En cada encuentro la enseñanza de Jacques Lacan es central, se exponen casos clínicos, y la pregunta "¿cómo se analiza hoy?" llama a nuevas respuestas. Diré que ese ternario inicial funciona como el algoritmo secreto del Campo freudiano, - secreto es demasiado decir, creo que una vez u otra se reveló -, pero desde el inicio nuestros temas de trabajo se agrupan de a tres. Además, las tres escansiones iniciales ordenan cada ternario como tal: el primer ternario, 80-82-84, fue dominado por la enseñanza; el segundo, 86-88-90, por la clínica; el tercero 92-94-96 por la práctica. El segundo ternario - ustedes verán que después de esto van a recordar los catorce, no los olvidarán porque tendrán el modo de composición de la lista -, el segundo ternario fue el de la clínica: París 86 Histeria y Obsesión, Buenos Aires 88 Clínica de la psicosis, París 90 Rasgos de Perversión.
7, 8, 9: ese ternario fue el de la práctica. En Caracas 92 empezábamos por el término mayor de la práctica, La transferencia, - como ya me anticipan-, que se establece al inicio de la cura. En París 94 nos desplazábamos al otro extremo: Finales de análisis. En Buenos Aires 96, hemos tratado de concluir ese ternario y generalizar sobre Los poderes de la palabra; hemos tratado sobre los poderes y también sobre las limitaciones de los poderes de la palabra.10, 11, 12: todavía no habíamos terminado con el acento puesto sobre la práctica, en el ternario anterior habíamos puesto el acento sobre lo más clásico de las coordenadas de la práctica, pero se sentía que se necesitaba una actualización en función de la evolución misma de la práctica. De este modo el ternario 10-11-12 fue el de la práctica actualizada. Para Barcelona 1998, hace diez años cuando, a mi entender, estaba cuestionado mi propio papel en la elaboración, elegí como tema una expresión que trabajé en mi curso a partir de una indicación de Lacan, El partenaire-síntoma, que fue el tema 10. Es la ocasión para mí de agradecer a Silvia Tendlarz el establecimiento del texto de mi Seminario del mismo nombre, de agradecer a Graciela Brodsky la supervisión de la edición y a Dora Saroka, la traductora, su excelente trabajo.
Para Buenos Aires 2000, en el momento en que se multiplicaban, si recuerdan, los intercambios con varios sectores de la IPA, especialmente en la Argentina, elegí un tema que apuntaba a la división entre el lacanismo y el oficialismo psicoanalítico, si puedo decirlo así: la sesión corta y el título fue La sesión analítica. Si no me equivoco, porque yo mismo estoy reconstruyendo aquí esto de memoria, fue la ocasión por primera vez en
Latinoamérica de oír los testimonios de los AE en un Encuentro.
Bruselas 2002 ¿fue el primer Congreso de la AMP o el segundo? Fue el segundo, el primero fue en Buenos Aires. Entonces, como reflexión a porteriori sobre la producción de los AE, en el segundo Congreso de la AMP el tema número 12 fue Los efectos de formación en el psicoanálisis, sus lugares, sus causas, sus paradojas. Y eso funcionó como el momento de concluir el ternario de la práctica actualizada.
Así entramos en nuestro último ternario. Tema 13, para Roma hace dos años, El nombre del padre, prescindir y servirse de él. El tema 14 para ahora, en Buenos Aires, Los objetos a en la experiencia psicoanalítica. Queda por elegir el tema 15.
Público: Falta Comandatuba
JAM: ¿Qué he olvidado? Público: Brasil JAM: Entonces mis cálculos son todos falsos, ¡eso es lo mejor de la cosa! 2004 fue en Comandatuba... parece que la práctica actualizada ha tenido cuatro Congresos en lugar de tres, ha sido una adaptación (risas), pero pertenece a la serie anterior porque es: La práctica lacaniana sin estándar pero no sin principios.
Tango la lista aquí ¿Cómo se llama esto? ¿Un lapsus? No es un lapsus calami porque había escrito cuatro y no lo vi. Es una excepción a la regla.
Y ahora el último ternario: el nombre del padre, los objetos a en la experiencia analítica y el último que queda por elegir.
¿Cuál es el principio de este ternario? Es una vuelta directa sobre la enseñanza de Lacan. Pero esta vez a partir de categorías de nuestro uso común que hasta ahora nunca habíamos tematizado como tales, eran medios para hablar de otra cosa y no las habíamos tomado como tema propiamente dicho. Además se trata de palabras propias de la lengua de Lacan, mientras que hasta ahora siempre se habían elegido palabras de la lengua común. Esa elección de términos casi cifrados traduce varias cosas, traduce primero, pienso, la penetración de la lengua lacaniana en el uso de los analistas, sean lacanianos o no. No creo que haya ahora analistas en el mundo que no conozcan el nombre del padre y el objeto a. Traduce asimismo nuestra afirmación del discurso analítico como vínculo social de pleno derecho, con sus significantes propios válidos entre analistas y traduce finalmente también un desplazamiento hacia la última enseñanza de Lacan. Por supuesto el objeto a, como ustedes bien lo saben, es un invento de los primeros tiempos de la enseñanza de Lacan y si debiera dar una referencia daría La relación de objeto, Las formaciones del inconciente, y desde este momento -eventualmente se puede ubicar ya como anterior - el objeto a está presente a lo largo de su enseñanza.
Pero nuestra elección esta vez traduce un desplazamiento hacia la última enseñanza de Lacan en tanto que el objeto a es un tema que hemos puesto después del anterior: el nombre del padre. El nombre del padre por supuesto nos remite a la primera escansión de la enseñanza de Lacan, la expresión figura ya sin mayúscula pero en itálicas, en el Informe de Roma de 1953 y ha tomado su forma clásica en el artículo "De una Cuestión preliminar..." Pero se ha agregado hace dos años una referencia que nos remite al Seminario "El Sinthome": prescindir, servirse. Y esa referencia subraya el carácter de semblante del Nombre del Padre. Lo desvaloriza haciéndolo un puro instrumento del analista en la cura, quitándole su lugar en el inconciente real, situándolo en el inconciente transferencial. Esa semblantización, si puedo utilizar la palabra, - en francés no es muy linda, en castellano tampoco, pero se entiende -, la semblantización del nombre del padre ya apunta a la fórmula "todo el mundo está loco", la fórmula lacaniana, la fórmula provocadora de Lacan que, me pareció esta tarde, no hace más que generalizar y radicalizar las indicaciones de Freud, por ejemplo en su artículo de 1937 sobre el análisis finito e infinito, cuando Freud dice que en cada persona normal, medianamente normal, su ego, su yo se aproxima al yo del psicótico en tal o cual parte, en mayor o menor medida. En el lacanismo clásico eso había sido forcluído, y a través de la semblantización del nombre del padre hemos recuperado algo de eso como Lacan mismo lo testimonia con la fórmula provocadora "todo el mundo está loco". En realidad esa semblantización se veía ya en lo que Lacan llamó la metáfora paterna. La metáfora tal como la traza es una tópica, una distribución de lugares ocupados por elementos; virtualmente la metáfora ya es una combinatoria, o sea que si Dios ha muerto, el ideal no ha muerto aún en el psicoanálisis. Basta decir que desde la perspectiva que propongo para nuestro próximo Congreso el ideal del total desvanecimiento sintomático no tiene sentido. Eso es lo que distingue el final del análisis tal como lo planteó Lacan en 1967 y el pase efectivo tal como nos aparece a través de los testimonios que recogemos. La narrativa del algoritmo de la transferencia ¿qué cuenta?, ¿qué dice? La emergencia de un semblante, el sujeto supuesto saber, y su transformación en otro semblante, el objeto a, de igual sustancia, a través del desprendimiento de algunos significantes amo. La puntualización de esos significantes amo en los testimonios, por ejemplo, no va sin un margen de elección propia por parte del autor, eso se percibe, esa elección responde a tentativas de exposición que se imponen por la satisfacción que dan en la puesta en orden del Otro. Reconocen ahí el término que me encantó en la ponencia de Carmelo Licitra Rosa, "una especie de toilette del Otro". Un testimonio de pase es eso, es una especie de toilette del Otro. Si seguimos al Lacan de 1967 todo el recorrido de un análisis se ubica en el registro del fantasma. Es decir que la doctrina del final que corresponde a la lógica del fantasma no se desarrolla en la perspectiva de lo real, el final tal como se ofrece de ese texto se obtiene por la ruptura de los elementos constituyentes del fantasma S barrado y a. En este nivel sí se observa el desvanecimiento: primero una deflación del deseo como efecto simbólico cuya verdad es el -j de la castración, segundo la puesta en evidencia del objeto que lo colma y que tiene la misma estructura, como Lacan repite más de una vez. Se puede decir que después de ese momento uno puede prescindir de creer en la castración, puede prescindir de taparla con el objeto y puede también utilizarlos, tal como el nombre del padre. Uno utiliza en particular el objeto a en la cura de otros como lo dice Lacan, lo utiliza claramente como semblante en tanto que agalma, dice Lacan ya en el 67. Dice precisamente que va a utilizar el objeto a como agalma de la esencia del deseo. ¡Cuidado aquí! Tanto el objeto a como -j en este texto son dos nombres a través de los cuales Lacan nombra el deseo del analista, lo dice así: "El deseo del psicoanalista tiene esas dos vertientes, son los dos valores que toma el deseo del psicoanalista". Es increíble, ¡cuantas veces he leído este texto sin percibir que decía que eran valores del deseo del analista! En este contexto diré que dependen de la naturaleza de semblante de la experiencia misma, esa experiencia que se lleva a cabo mediante palabras, solamente palabras decía Lacan. En "La Dirección de la cura" hay una frase un poco escandalosa: "hacer olvidar al paciente que se trata solamente de palabras", pero ya en eso está el valor de semblantización de la experiencia.
Lo siguiente, lo que voy a decir ya sería suficiente para hacer dudar del carácter real del final así dibujado. El pase en 1967 parece total, es la descripción del final como matrimonio del deseo y del saber en tanto que son lo mismo, una sola superficie moebiana cuyo borde sostiene el brillo del agalma escondido. Deseo y saber por supuesto son lo mismo, en tanto términos del orden simbólico. Vemos a Lacan, lo seguimos en sus tentativas por forzar el binario deseo – saber, para acomodar al goce, para reemplazar el agalma por el plus de goce, pero en realidad tomar en cuenta el goce hace explotar ese binario, lo relativiza; lo relativiza exactamente al registro de lo que Lacan llama en su último texto escrito "la verdad mentirosa". Es así como Lacan relativiza el pase, "lo mejor, dice, que pueden hacer los AE es arriesgarse a testimoniar de la verdad mentirosa", es decir del desvanecimiento de -j y el objeto a para ellos y de la manera en que desde entonces pueden utilizarlo. Lo mejor del testimonio supone asumir el mentir de la verdad y es por eso que Lacan define el testimonio de pase como la hystorización, histerización del análisis. Desde siempre en el psicoanálisis la histeria es el tipo clínico donde el síntoma se hace semblante, se demuestra dúctil al deseo del Otro. ¿Quién puede dudar que ese espectáculo de los testimonios se da para responder al deseo de nuestra comunidad? Traducir eso como una desvalorización del pase sería una mala lectura, el mentir de la verdad es estructural en tanto que lo verdadero y lo real son distintos, que "lo real solo puede mentir al partenaire" como Lacan dice en "Televisión". Con el pase Lacan anunció que iba a ir más allá de Freud. ¿Por qué? Porque pensaba haber resuelto el problema que Freud planteaba al final de su artículo de 1937 sobre el análisis con fin y sin fin, el problema del rechazo de la feminidad. Lacan pensaba haberlo resuelto revelando el falo como semblante, el falo y el -j como semblante que se pueden desvanecer en tanto que se separan del objeto pregenital. Lacan se ubicó en esa última parte del artículo de Freud y dijo -veo como ir más allá de eso. En tanto el falo es un significante se puede ir más allá. Pero eso suponía gran confianza en la lógica, y todo el texto de 1967 está fundado en una extrema creencia en la lógica: algoritmo, ecuación de solución -es el análisis considerado como el desarrollo de una demostración-, y el axioma, o el prejuicio, que fundamenta esa perspectiva, que la lógica sea la ciencia de lo real, es lo que Lacan puso de relieve años después, precisamente para abandonarlo. Lacan pensaba durante todo ese tiempo en su enseñanza que la lógica era la ciencia de lo real como pensó que la lingüística era la ciencia de la lengua, y renunció a la lingüística como ciencia de la lengua y a la lógica como ciencia de lo real cuando pudo percibir todo lo que en su enseñanza se sostenía en esa creencia.
La última enseñanza de Lacan va más allá de esta fórmula que encontramos en L´Etourdit, va hacia: no hay ciencia de lo real. Como en un análisis, Lacan formula "la lógica es la ciencia de lo real", y poco después precisamente lo niega. En el momento en que aparece con toda claridad que la lógica es una combinatoria de semblantes, podemos prescindir de ella a condición de utilizarla. Solamente podemos utilizarla si prescindimos de ella y de la creencia en ella. De tal manera que los testimonios de pase son por excelencia testimonios de lo incurable, esos testimonios mismos son producciones sintomáticas que aluden a una opacidad y valen en tanto alusión a esa opacidad. Es así, creo, como Lacan lo formula y creo que esa fórmula la podemos tomar como guía para nuestro trabajo en esa zona oscura.
Lacan habla del goce propio del síntoma en su texto sobre Joyce-el síntoma, goce propio del síntoma opaco porque excluye al sentido. Esto va en la dirección contraria al concepto de sentido gozado que Lacan trató de forzar y se remite a una oposición entre sentido y goce. El análisis por supuesto reduce esa oposición, la hace más delgada, como él lo dice: "el análisis se remite al sentido para resolver el goce pero no puede hacerlo sin hacerse el incauto del padre"; es decir el análisis utiliza al padre, a un significante Uno que permita la lectura de esa opacidad, trata de hacer una parte transparente pero utilizando el semblante de un significante Uno.
Pienso que esto nos puede dar el aliento para reconfigurar nuestra clínica, a partir de este punto. El síntoma como mensaje significado por el Otro es un efecto del análisis, contrariamente a lo que formula "La instancia de la letra…" el síntoma no es una metáfora y el sentido solamente nos permite circunscribir lo ininteligible. Eso abre una apuesta para nuestra clínica: renunciar a la transparencia, siempre ilusoria. No considerar un detalle los restos sintomáticos, por el contrario renunciar a la transparencia sin ceder sobre la elucidación, aceptar que el pase no sea del orden del todo sino del no todo. Lacan dice de todas las maneras posibles, que cada analista, cada AE por supuesto, es producido por una vía propia, no por lo mismo, y los analistas no son semejantes. Propongo así articular una dialéctica del sentido y del goce en la experiencia analítica y manifestar en nuestros trabajos el borde de semblante que ubica el núcleo de goce, no borrar el semblante sino recuperarlo.
No he dicho nada de los nudos, por ahora dije solamente que no se puede prescindir de ellos pero con la condición de no utilizarlos. Quedarán como metáfora, es una propuesta, de la ausencia de una ciencia de lo real, a la que no reemplazan. Si existe la práctica del análisis es en tanto que no hay ciencia de lo real.
Gracias.
(1) Inferno Canto XX, verso 100, Divina Commedia
Establecimiento: Silvia Baudini
Texto no corregido por el autor