Freud, tuvo un
caso de psicosis ordinaria, El
hombre de los
lobos. Era psicótico y era
psicosis
ordinaria por que presentaba
muchos rasgos
de neurótico.
Miller, J-A[1]
El programa de investigación dentro del
Campo Freudiano, sobre la psicosis ordinaria, se inició con una serie de encuentros francófonos. Primero con el
conciliábulo[2] de Angers,
en julio de 1996, bajo el título “Efecto de sorpresa en las psicosis”; después
La Conversación de Arcachon[3],
en julio de 1997, donde se abrió el tema de los inclasificables o casos raros
tomando como paradigma el caso presentado por Jean-Pierre Deffieux titulado “Un
caso no tan raro”; y posteriormente La Conversación de Antibes,[4]
en Canes, en septiembre de 1998, que cerró un primer tiempo de una sola
investigación sobre la psicosis con la invención de un concepto por
Jacques-Alain Miller, el de psicosis
ordinaria.
Diez años después y con la proliferación
de casos de psicosis ordinaria en la clínica psicoanalítica de orientación
lacaniana, como si de un cajón de sastre se tratara, Jacques-Alain Miller hace
un retorno con una Conferencia
pronunciada en el seminario anglófono, en París, organizado por Marie-Héleène
Brousse, con la participación de más de cien personas de distintos países, con
el titulo “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”.
La psicosis ordinaria no es una
categoría de Lacan, es una categoría clínica lacaniana, una creación de Jacques-Alain
Miller extraída de “la última enseñanza de Lacan” que es en sí misma un efecto retorno del desarrollo pragmático
de la enseñanza durante treinta años del Seminario.
La psicosis ordinaria “no tiene una
definición estricta” debido a que todo el mundo es alentado a dar su opinión
sobre la definición, igual que sucede con el pase al final del análisis del
cual Lacan sólo dio un esbozo con la finalidad de que no lo imitaran, lo que
nos recuerda su conocida frase “hagan como yo, no me imiten”.
Miller señala que la neurosis es una
estructura muy precisa y cuando no se puede reconocer ningún signo de neurosis
en el paciente se puede apostar a una psicosis velada o disimulada tomando en
cuenta los pequeños indicios, colocando
a la psicosis ordinaria más como una categoría epistémica que objetiva.
Cuatro externalidades
Así mismo, Miller hace servir el concepto
de externalidad para referirse al desorden
en el sentimiento de vida del sujeto, que es como refiere Lacan a lo que
acontece en las psicosis y propone cuatro externalidades: Una referida al lazo
social, otra a lo corporal, una tercera a lo subjetivo y la cuarta en relación
a la sexualidad.
1. Una externalidad social
En el caso de la externalidad social,
Miller matiza de entrada que se refiere a la relación con la realidad social y
plantea la pregunta por la identificación del sujeto “¿(...) cuál es la
identificación del sujeto con una función social, con una profesión, con su
lugar al sol?”[5]. El más
claro indicio se encuentra en las relaciones negativas que el sujeto tiene con
su identificación, si bien Miller también nos alerta de las relaciones
positivas, las identificaciones sociales positivas. Así pues, el campo se
organiza en la vertiente positiva y en la vertiente negativa.
Del lado negativo se trata de cuando el
sujeto es incapaz de asumir su función social. El sujeto no se ajusta y se
observa una desconexión, una desunión. "Cuando el sujeto no se
ajusta, no en el sentido de una rebelión histérica, o de la manera autónoma del
obsesivo, sino cuando existe una especie de foso que constituye (...) una
barrera invisible"[6].
Estos sujetos van de una desconexión a otra, recorrido frecuente en los
esquizofrénicos.
En este punto y a propósito de haber
hablado de los esquizofrénicos, Miller plantea que la psicosis ordinaria, lo es,
la reconocemos y la referimos a la clínica en los casos clínicos, bajo nuestro
punto de vista. Una vez llegados a la conclusión de que se trata de una
psicosis ordinaria, hay que preguntarse por su clasificación de forma psiquiátrica
considerando la clínica psiquiátrica y psicoanalítica clásica. Si se trata de
una psicosis ordinaria se puede relacionar con las categorías nosográficas
clásicas. De otra manera estaríamos ante una situación de “asilo de ignorancia”
y este es el peligro del concepto de psicosis ordinaria que puede convertirse
en un refugio para no saber. En este punto, Miller comenta un caso de “paranoia
sensitiva de Kretschmer**”[7]
presentado por Philippe De Georges, en la Conversación Clínica del UFORCA, de
2008, que permitió no ignorar la clínica e invitó a ir más allá.
Del lado de las identificaciones sociales
positivas en la psicosis ordinaria nos encontramos con sujetos que tienen una
identificación demasiado intensa con su posición social, con su trabajo,
también la pertenencia a un club. Elementos que tienen un valor social y
también simbólico. Se observa a menudo sujetos que han invertido demasiado en
sus trabajos y la pérdida del mismo desencadena su psicosis porque su trabajo
significaba mucho para ellos, más que un trabajo o una forma de vida. Este
trabajo era su Nombre-del-Padre. En este punto cita a Lacan “el
Nombre-del-Padre es el hecho de ser nombrado de ser asignado a una función, de
ser "nombrado para" donde el
Nombre-del- Padre de hoy es acceder a una posición social.
2. Una externalidad corporal
La externalidad corporal es referida al
cuerpo, el cuerpo como Otro para el sujeto, a partir de lo que Lacan decía y
que cita Miller “No somos un cuerpo,
sino que tenemos un cuerpo”. En la
histeria y en la neurosis obsesiva encontramos la experiencia singular de que
el cuerpo hace lo que quiere. Miller plantea que en esta externalidad corporal
se trata de tener algo más “El desorden más íntimo es esta brecha en la que el
cuerpo se deshace y donde el sujeto es inducido a inventarse vínculos
artificiales para apropiarse de nuevo de su cuerpo”. El sujeto inventa para
poder sostener su cuerpo.
El ejemplo más ilustrativo son los
piercings y los tatuajes. La dificultad en estos casos reside para Miller en el
hecho que, hoy en día, son un elemento de moda que se utiliza con fines
decorativos y se han trivializado. De
todas manera su función para apropiarse del cuerpo propio y ser un ejemplo
ilustrativo de psicosis sigue existiendo, y encontramos ejemplos en que los
tatuajes y los piercings son un criterio de psicosis ordinaria, como dice
Miller “cuando parece que para el sujeto es una forma de atarse él mismo a su
cuerpo”.
Nos dice Miller que un tatuaje puede ser
un Nombre-del-Padre en la relación que el sujeto tiene con su cuerpo. La
diferencia con la histeria sería la tonalidad, tienen un tono distinto y el
exceso. Además la histeria estaría dentro de los límites de la neurosis,
limitada por el menos-phi -φ.
Mientras que el psicótico ordinario estaría en relación con el infinito en la
falla que tiene con su cuerpo.
3. Una externalidad subjetiva
Por lo que respecta a la externalidad
subjetiva se trata del Otro subjetivo. Miller plantea que la mayoría de las
veces esto lo encontramos en la experiencia del vacío, de la vacuidad, de lo
vago. No se trata del vacío que podemos observar en la neurosis. Se trata de un vacío de una naturaleza no
dialéctica. Miller añade que se trata de una fijeza especial de este indicio.
En la externalidad subjetiva también
encontramos una fijación a una identificación con el objeto a como deshecho. Se trata de una
identificación real porque no utiliza la metáfora. Como dice Miller "(...) es
una identificación real ya que el sujeto va en la misma dirección a realizar el
deshecho en su persona".
Finalmente, el sujeto puede defenderse de
ello con un manierismo extremo. Así tenemos dos extremos: uno hacia el
deshecho y otro hacia un manierismo
extremo.
4. Una externalidad sexual
Miller introduce de manera discreta al
final del texto la externalidad sexual, haciendo referencia a que “no hay vida
sexual típica”; sin embargo, el trabajo de investigación del Campo Freudiano
durante todos estos años ha podido dar cuenta de experiencias extrañas en la
vida sexual de algunos sujetos como los casos presentados en la Conversación
Clínica de Barcelona bajo el titulo “El amor en la psicosis”, en 2002, del cual
se publicó un libro[8].
En “El amor en la psicosis” se encuentran
diversas estimaciones de vivir la sexualidad en los hombres, existe un
empuje-a-la-mujer a través del acto sexual, una sexualidad que permite
reapropiarse del cuerpo o en ocasiones un cuerpo fragmentado, etc., sin tener
nada especifico más que simplemente la búsqueda del “desorden en la juntura más
íntima del acto sexual”.
A modo de conclusión
La psicosis ordinaria pone en evidencia “el
desorden en la juntura más íntima del sujeto”, por lo que es importante detectar
los pequeños indicios antes de que se manifieste un desencadenamiento.
Por eso hay que señalar que “la psicosis
ordinaria es un programa de investigación” que no deja de escribirse y nos
convoca a seguir trabajando en cara al próximo XI Congreso de la Asociación
Mundial de Psicoanálisis, bajo el titulo “Las psicosis ordinaria y las otras
bajo trasferencia”, que se llevará a
cabo en la ciudad de Barcelona, del 2 al 6 de abril, de 2018.
[1] Ibíd., p.
27.
[2] Según el
diccionario María Moliner un conciliábulo es una reunión de gente para tratar
reservadamente una cosa, generalmente no lícita o en perjuicio de alguien.
[3] Miller,
J-A y otros, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós,
Argentina, 1999.
[4] Miller,
J-A y otros, La psicosis ordinaria, Paidós, Argentina, 2003.
[5] Miller,
J-A, Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria, Freudiana 58, RBA, Barcelona,
2010, p. 18.
[6] Ibíd., p.
18.
**“Lacan
vislumbra en el libro El delirio
sensitivo de referencia un puente esperanzador entre la psiquiatría clínica
y la investigación psicoanalítica”, El delirio sensitivo de referencia, Ernst
Kretschmer, ed. Triacastelaen, España, 2000, p. 366.
[7] De George
P., El otro será siempre una amenaza, en Cuando el Otro es malo, Miller, J-A y
otros, Paidós, Argentina, 2011, p. 51-59.
[8] Miller,
J-A, El amor en la psicosis, Paidós, Argentina, 2006.
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