24 de abril de 2009

Reseña del Seminario itinerante de preparación del Encuentro PIPOL 4


Reseña del Seminario itinerante de preparación del Encuentro PIPOL 4

A Coruña 18 de abril de 2008

La Comunidad de Galicia de la ELP organizó el seminario itinerante de preparación para el encuentro PIPOL 4 el pasado 18 de abril en A Coruña bajo el título “Psicoanálisis e Institución”.

Unas 50 personas procedentes de la comunidad asistieron al mismo animadas por el título propuesto y alrededor de dos mesas de trabajo en las que, la primera, se estructuró en torno a tres casos clínicos recibidos en instituciones, dos de psicoanálisis aplicado y un centro de salud mental, y la segunda en torno a dispositivos de intervención social en los que el profesional que trabaja en ellos está orientado por el psicoanálisis.

Liana Velado, directora de la Comunidad de Galicia de la ELP, dio la bienvenida a los asistentes presentando la jornada y Antoni Vicens la inauguró recordando el título del Encuentro PIPOL 4 “Clínica y pragmática de la desinserción en psicoanálisis”.

Antoni Vicens comenzó haciendo una reflexión sobre los términos inserción y sociedad, señalando la problemática de estos dos términos utilizados conjuntamente usando el ejemplo del movimiento de antipsiquiatría, que pensó que los psicóticos desinstitucionalizados serían insertados en la sociedad y no fue así. La inserción social evoca a un tejido no homogéneo en el que cada uno se inserta como puede anudándolo y desanudándolo. Cuando hay dificultades uno puede acudir al psicoanalista que como una aguja podrá trabajar con esa tela y esos nudos.

En relación a la pragmática indicó que hace referencia al uso de las palabras para conseguir una cierta facilitación que permita el curso de la vida sin que la dificultad con el goce se haga presente al doblar cada esquina.

La primera mesa contó con las presentaciones de tres casos clínicos a cargo de Carmen Garrido, con un caso de la Clínica del Campo Freudiano de A Coruña, Andrés Borderías, con un caso del CPCT de Madrid, y Eugenio Castro, con un caso del Centro de Salud Mental de Lavadores de Vigo.

Carmen Garrido, a través de su caso, señaló que el hecho de que la Clínica del Campo Freudiano ofrezca la posibilidad del encuentro con un psicoanalista funciona para muchos pacientes ya como un modo de inserción. La transferencia a la institución, y al psicoanálisis mismo, permite a muchos pacientes un vínculo social, un anudamiento social, que de otro modo no sería posible. En este caso el síntoma de la paciente, que sería a curar por cualquier otra orientación terapéutica, permite, al ser tratado como enfermedad, una estabilización, un anudamiento que facilita la vida de este sujeto psicótico, incluso podríamos pensar en el, como señaló Antoni Vicens en la discusión posterior, como sinthome.

En el caso presentado por Andrés Borderías se pone de manifiesto el efecto terapéutico de una nominación realizada por el analista a un paciente psicótico y cómo, a través del mismo, se abrió un efecto transferencial con los Servicios Sociales que inauguró la colaboración con el Ayuntamiento. En cuanto al paciente se constata que aún tratándose de un sujeto fundamentalmente desinsertado respecto de lo real, se las arregla con el lazo social.

El caso de Eugenio Castro es la constatación de cómo una curación rápida de una Terapia cognitivo conductual no permitió una mejora de la vida de la paciente sino todo lo contrario. Este caso, visto por él mismo hacía 20 años, ilustra este desastre y es un ejemplo del goce de la mujer, que animó el debate en torno a la experiencia mística de esta paciente que dirá que a partir de ese momento todo cobra sentido.

Se observa en el primer caso que la clínica supone un soporte que permite a esta paciente una vida. En el segundo caso un sujeto aparcado puede, a través de una nominación, cambiar a una vida mejor, y en el tercero cómo una curación rápida puede llevar a lo peor. La discusión se hizo eco de este último aspecto aislando que una pequeña curación permite instalar la transferencia pero que la demanda de análisis verdadera va más allá de lo terapéutico.

En los tres casos se ilustra que el lugar de inserción posible para un sujeto es no estar demasiado insertado, y esto es propio del saber del psicoanálisis.

En la segunda mesa se presentaron tres trabajos relacionados con la intervención social en distintos dispositivos.

En el primero José Manuel de Manuel habló de la reinserción de reclusos desde un trabajo realizado con reclusos que pueden obtener un permiso penitenciario y durante el mismo residen en un piso transitorio en el que él desarrolla su trabajo con ellos. Habló de la dificultad en el dispositivo para el vínculo transferencial ya que él es exterior al sistema carcelario. Planteó de qué modo su análisis personal y su orientación por el psicoanálisis le permitía ofrecerse a estos sujetos sin invadir su intimidad y proporcionarles un lugar de escucha a cada uno en su singularidad. Concluye que si no se produce una rectificación subjetiva no es posible un cambio.

El segundo trabajo estaba previsto que fuera presentado por Begoña Yañez que por problemas familiares graves no pudo acudir, y en su lugar Ana Domínguez, que ejerce profesionalmente en el mismo servicio en el que las dos sostienen una posición orientada por el psicoanálisis, presentó un trabajo sobre los servicios sociales y la desinserción. Hizo primero un recorrido sobre lo que han sido tradicionalmente los servicios sociales en nuestro país, aislando que la función de los mismos es tratar con usuarios a los que se procura “hacer normales”, y si esto no va es que algo del sistema no funciona y es injusto. Este tipo de servicios están pensados para dispensar prestaciones y no apoyo que pueda llevar a las personas a aclarar el malestar que las conduce a situaciones límite. Orientan su trabajo desde la premisa de apostar por que el que entra en el servicio siendo un usuario, pueda salir del siendo un sujeto, y esto solo se puede intentar desde el discurso psicoanalítico.

En el tercer trabajo de la mesa, Begoña Conde habló sobre la inserción en un centro de rehabilitación con enfermos mentales. Planteó las dificultades de orientarse por el psicoanálisis en instituciones como la suya en donde su función está constantemente interferida por los demás responsables del centro y cómo el saber psicoanalítico le ha permitido todo un trabajo de maniobra para hacerse respetar y encontrar un lugar posible para los sujetos psicóticos que atiende en la institución.

Los tres trabajos de la mesa plantean cómo dar lugar a la particularidad de cada sujeto frente al “todos igual” del discurso del amo permite un trabajo con los sujetos. La dificultad del trabajo en estas instituciones tiene una estrecha relación con el hecho de que este tipo de instituciones están muy pegadas al discurso del amo, por lo que el margen de acción es muy limitado.

A contracorriente del discurso del amo está el dejar ser del síntoma, y esto es una subversión del discurso del amo. Se ve bien en los trabajos la inserción del discurso psicoanalítico entre discursos. No se trata de los derechos. Es precisamente en este momento en que se aprecia la aplicación del psicoanálisis, en el que hay que mantener el no todo.

Para concluir, Xavier Esqué invitó a todos los asistentes a participar en el Encuentro PIPOL 4 que se celebrará en Barcelona en el mes de julio. Recordó que en el mismo participarán ponentes de diversas nacionalidades que presentarán sus trabajos en relación al eje desconexión subjetiva-encuentro social. Recordó que todos estamos, de algún modo, desinsertados y que la intervención del psicoanálisis puede hacer que sea menos una desconexión subjetiva desastrosa. La nuestra es una pragmática que no refuerza el discurso del amo pero el peligro de ser engullidos por la demanda del Otro social está ahí y hay que recordar que el éxito para el discurso del amo acaba siendo el desastre del psicoanálisis.

La jornada de trabajo discurrió en un clima cálido y distendido de discusión provechosa para todos los asistentes y con el ánimo de participación en el encuentro del próximo julio en Barcelona.

Dolores García de la Torre

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