De ELP Debates
Durante el Foro Extraordinario Non Stop del LNA, Le Nouvel Ane, convocada por Jacques-Alain Miller, realizado en París el sábado 24 de noviembre de 2007, dos colegas de la ELP, Anna Aromí y Juan Pundik, han intervenido. Les enviamos sus escritos (*).
Señales de un expolio
No soy política, soy psicoanalista. Me interesa la política como ciudadana, como psicoanalista también, pero sobretodo me interesa como lectora. Es algo que mi experiencia en el psicoanálisis me ha enseñado, que el mundo se deja leer. En el mundo, como en la vida de cada uno, no todo está escrito, por eso, si se lee de la buena manera, algunas cosas pueden cambiar.
Por ejemplo hoy podemos leer, cerca de cada uno, al lado de nuestras casas, de nuestros cuerpos, de nuestros hijos, las señales de un expolio en curso.
Todo ha ido pasando de la forma más discreta. Sobre todo en España, donde salimos del túnel del franquismo para entrar en la posmodernidad de un solo salto. Una desautorización de lo que había para sustituirlo por algo más nuevo, mejor... Todas las sociedades cambian, se modernizan, ¿quién se opondría a eso?
En el sujeto y en lo social, no todo lo que se presenta como “nuevo” lo es tanto, las políticas neohigienistas actuales son un ejemplo mayor de eso. Y en psicoanálisis sabemos que es muy útil interesarse por lo que se pierde en cada operación.
Las consecuencias de este neohigienismo se expanden por todas partes. Pongamos dos ejemplos: los niños y las mujeres primero.
El imperio del número avanza sobre la escuela y sobre la infancia. Hoy se sientan en los pupitres un gran número de niños y adolescentes medicados. La barrera de consenso (pediatras, padres y maestros) que existía en otro tiempo de procurar no medicar psiquiátricamente a los niños, ha volado. Por eso nuestro colega de Madrid, Juan Pundik, ha presentado su Plataforma contra el abuso de la medicalización en la infancia al Parlamento Europeo.
Pero hay más. Del lado de los profesionales, la campaña de la depresión, como antes la de la hiperactividad, resulta devastadora, no sólo porque la burocracia que comporta roba un tiempo precioso a cada profesional, a cada Centro y a cada niño para hacer otras cosas menos aburridas, sino porque encubre una verdadera operación de expolio de saber, que va más allá de la escuela, que hace surco en lo social.
Cuando los niños pueden ser movidos, traviesos, maleducados, o simplemente tener necesidad de jugar, los profesionales de la educación saben lo que conviene hacer, tienen recursos en su propia disciplina para responder en cada caso. Lo mismo los padres. Y los propios niños.
Pero ahora estos niños juguetones están en peligro de extinción. ¡Se acabó el “Cero en conducta”! ¡Todos hiperactivos! ¿Cúal es la diferencia?, la hiperactividad no la trata la pedagogía, hay que pasar por la farmacia. Nada de qué preocuparse: pronto habrá farmacias en las escuelas. Los maestros controlando las medicaciones de la población infantil, desposeída, por ese acto, de su estatuto de sujetos de la educación.
La misma operación de expolio está ahora en marcha con el término “depresión”. Lo que es un diagnóstico acotado, relativo por tanto a un discurso y a una ética profesional, se quiere convertir en epidemia. Ya no podremos estar tristes, estar de duelo, o tener ganas de llorar. Para todo eso ahora habrá que pasar, cash, por la farmacia.
Pues no. Ni como psicoanalista, ni como mujer acepto esto. Reivindico el derecho de estar viva: esto es, a estar con el ánimo triste a veces, a dedicar el tiempo y el trabajo necesarios si me toca hacer un duelo, a que se me encoja el corazón de tarde en tarde, incluso sin saber completamente porqué. Y es que cuando, sobretodo a las mujeres, nos ocurren todas estas cosas, sabemos muy bien, y desde hace mucho tiempo, lo que conviene hacer. Para eso están las amigas, los amigos, los refugios, los jardines y los libros (y no solamente las farmacias o las tiendas)... Y cuando todo eso ya no funciona, para eso están los psicoanalistas.
Hoy nos quieren quitar la tristeza para mejor privarnos mañana de la alegría.
Por eso reivindico y los invito a reivindicar activamente que todas estas palabras no nos sean robadas, expoliadas. Porque tristeza, llanto, congoja, duelo... me parecen palabras mucho más bellas y más poéticas que “depresión”.
Y sobre todo porque las necesitamos para leer, y leernos, en el gran libro de la vida.
¡Abajo los ladrones de palabras!
Anna Aromí
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Forum Extraordinaire du Nouvel ÂneParís, sábado 24 noviembre 2007
(*) La intervención de Juan Pundik aparece abajo bajo el título "BUENAS NUEVAS DESDE BRUSELAS CONTRA EL PROZAC"
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