El pasado viernes, 31 de marzo, tuvo lugar la presentación, en Barcelona, del libro de Cecilia Hoffman “Construyendo mundos. Autismo, atención precoz y psicoanálisis. El caso Dídac”, un título que se añade a los ya publicados hasta ahora por la Editorial Gredos, en la Colección de la ELP.
El acto -organizado por la Biblioteca
del Campo Freudiano de Barcelona, con la colaboración de la Asociación
Catalana de Atención Precoz (ACAP) y el Colegio de Psicología de
Catalunya (COPC)- tuvo lugar en el Ateneo Barcelonés, institución
cultural de gran arraigo en Barcelona.
Un público muy numeroso abarrotó la sala
de actos, para asistir a la presentación de un libro que tenía, para la
mayoría de los asistentes, un valor especial. Construyendo mundos
es un libro muy valioso, en su contenido y en su planteamiento, y es,
también, el libro póstumo de una muy querida colega de la Comunidad de
Catalunya de la ELP.
El carácter especial de esta
presentación se reflejaba también en la inusualmente amplia composición
de la mesa: Iván Ruiz, Director de la Biblioteca del Campo Freudiano de
Barcelona, realizó la presentación del acto, y tomó la palabra en primer
lugar. Hablaron, a continuación, Enric Berenguer, presidente de la ELP y
autor del prólogo, Neus Carbonell, directora de la Comunidad de
Catalunya de la ELP, Vicente Palomera, director de la colección
ELP/Gredos, Josep Maria Panés, presidente de la ACAP, y Josep Vilajoana,
decano del COPC.
Todos los mencionados, quisimos participar en este acto para hacer nuestro particular elogio de Construyendo mundos,
pero también para recordar y homenajear a Cecilia Hoffman. En lo que me
concierne -imposible reseñar las intervenciones de todos los
participantes en la presentación- diré que Construyendo mundos me parece un libro admirable por muy diversos motivos.
Por la claridad con la que expone
cuestiones clínicas muy complejas, y por la presentación gradual y
ordenada de conceptos que hacen comprensible la experiencia del niño
autista, a través de referencias y citas que empiezan en Freud y siguen
por Lacan, Miller, los Lefort, Laurent, Maleval…
Pero también -y especialmente- porque
Cecilia consiguió su propósito de escribir un libro que fuera útil, que
ayudara a acercarse al psicoanálisis y a la clínica del autismo; en ese
sentido, debo decir que no es un libro escrito solo -aunque también-
para otros psicoanalistas.
Y estoy convencido de que consiguió este
propósito porque el libro transmite de una manera muy palpable, muy
viva, algo de su estilo, de su enunciación, de su deseo por el
psicoanálisis, por la clínica, y por testimoniar de la manera particular
en que el autismo la convocaba.
Nada mejor que sus propias palabras -al final del primer capítulo- para ponerlo de manifiesto:
“En el encuentro del practicante del
psicoanálisis con el sujeto autista, como en toda experiencia humana,
las cosas no están predefinidas. No se sabe qué sucederá. No hay test,
ni manuales, ni garantías.
Asumimos el compromiso de un tiempo
de oferta, sabedores de que quien pide ser acompañado en un trayecto
orientado por el psicoanálisis –sea cual sea su diagnóstico– está
atrapado en un modo de satisfacción que él mismo desconoce y que
desearía cambiar. Asumimos así exponernos a la conmoción, contando con
nuestro deseo como impureza que fecunda el proceso”.
Son unas palabras precisas, exactas y
conmovedoras. Y son, también, algunas de las palabras a las que se
refirió Estela Paskvanen el testimonio que realizó, al día siguiente, en
el marco de la 1ª Jornada preparatoria de PIPOL 8 –“El autismo y lo cotidiano. Adolescentes y adultos, y su norma”– que incluía la mención Jornada en memoria de Cecilia Hoffman.
Con el título “Construyendo mundos. Un
testimonio singular”, Estela Paskvan habló de los recursos subjetivos
con los que Cecilia contó, y a partir de los cuales escribió un libro en
el que se trenzan -secretamente, sin que eso sea visible en la trama
del texto- la vida, el análisis y la práctica clínica.
Del complejo entramado que va de las
conmociones vitales -a veces, ¡ay!, aciagas- a la conmoción del
advenimiento al ser -a la que la clínica del autismo nos acerca- solo la
que fue su analista podía hablar con la sutileza, la profundidad y el
tacto con que Estela Paskvan lo hizo, para -como nos manifestó, al
final, a los que nos acercamos a saludarla y agradecérselo- “hacer
pasar” ese singular testimonio con el que -así lo creo- se unía al
homenaje a Cecilia.
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