Iván Ruiz, director de la Biblioteca del
Campo Freudiano de Barcelona, ya nos avisó de que ésta sería una
presentación muy especial. Nos expusieron sus lecturas Marta Berenguer y
Marta Serra, además del propio autor, quién agradeció a las dos sus
aportaciones como si de dos pasadoras se trataran, ya que el libro al
fin y al cabo da cuenta de la posición inconsciente del autor en
relación al tema de lo femenino.
“Un mapa no para viajar”, así inició su
intervención Marta Berenguer. Un mapa supone fronteras, limites, y en su
interior tiene lugares…, en el libro encontramos una estructura de
lugares simbólicos. Es la tierra incógnita, que nos propone un viaje por
una serie de encuentros contingentes, sucedidos en reuniones. De lo
femenino se tienen incógnitas, lugares en blanco, donde surge la
pregunta ¿aquí hay dragones?, un desafío para tratar el deseo. Hay
varios seres fantásticos, uno es “la lettre”.
El libro se despliega como un mapa no
para viajar, pues en lo femenino no encontramos ninguna indicación. En
el capítulo “Cherchez la femme!”, hay una búsqueda infinita, nadie la
encuentra, “la mujer es más recóndita que el camino por donde en el agua
pasa el pez”, frase de Oscar Masotta tomada de un viejo proverbio (hay
cosas que no dejan huella, una de ellas es el pez en el agua, otra el
hombre en la mujer). También Lacan habla de ello en el Seminario XVI.
Como este libro nos muestra, es la letra
lo único que nos ayuda a situarnos en ese punto ilocalizable. Hay una
“letra” en la palabra dicha. La letra como instancia inscrita en el
Inconsciente del sujeto. Las palabras quedan inscritas en el cuerpo del
sujeto.
El libro es una compilación de una
enseñanza dirigida a públicos diversos. Como nos dice Marta Serra ,
parecería que fuera un saber que nos diera claves. Pero si se lee, uno
se ve asaltado por nuevos interrogantes que llevan a ponerse al trabajo.
Lo femenino evoca algo más complejo, un
Goce se puede nombrar de distintas maneras: el Goce otro, el otro Goce o
el Goce del Otro. Es un goce que siempre es extranjero, tanto para el
hombre como para la mujer. Donde la reciprocidad es imposible, los goces
no se ensamblan.
¿Es posible dejar fuera el goce otro? ¿es posible sólo el goce fálico, lo que daría una relación?
El goce otro excluye lo simbólico, faltan las palabras para nombrarlo.
Cuando la relación sexual no funciona se
culpa a las mujeres. Ya Eva fue la culpable de introducir el desorden
en el orden fálico. Hay algo en la mujer que no es acorde a lo que
facilitaría lo universal fálico.
La letra es decididamente femenina (última frase del libro). El deseo es fálico.
Por eso habla Miquel Bassols de amor. El
amor de un hombre por una mujer es por lo femenino. Y el de una mujer
por un hombre sería también por lo femenino que hay en él.
Miquel Bassols nos habla de la
elaboración del libro, donde a partir de varias reuniones va
configurando su posición en el inconsciente sobre lo femenino. Alude al
mapa. Tanto en Freud como en Lacan hay como una geografía de lo
femenino. Y nunca es nada claro, ¿cómo incluir todo el territorio en el
mapa?, porque en él está incluido el propio mapa (la paradoja de
Russell).
Lacan establece la diferencia entre
Frontera y Litoral. La idea de litoral rompe la posibilidad de esa
reciprocidad que hay en la frontera. Ahí introduce lo que no tiene
representación posible: Lo femenino, que rompe cualquier
posibilidad de reciprocidad entre el otro y el sujeto. Y el goce
femenino, con su imposibilidad de ser contabilizado por el significante
fálico.
Aparece la alteridad del goce como radicalidad del sujeto. Goce fálico, goce del otro. Hay una suerte de disyunción entre los dos.
Hay un punto común entre lo femenino y
la posición del analista, se trata de aguardar sin esperar nada. Estar
dispuesto a encontrarse algo sin esperarlo.
Cuando se trata de lo femenino, como
también cuando se trata del deseo del analista, no esperen nada, sólo
aguárdenlo. Sepan sólo que tiene que llegar…entre centro y ausencia.
Y así de especial resultó esta
presentación, que nos empuja a leer el libro y a buscar, en caminos sin
huellas y sin esperar nada, lo femenino que hay en cada uno de nosotros.
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