4 de dezembro de 2007

Aguirre - Nel Guayaquil (Nel Debates)




EL PSICOANÁLISIS Y LOS SEMBLANTES QUE CONVENCEN



Quiero comentar la comunicación de J. A. Miller "El futuro del Mycoplasma Laboratorium" del 7 de Octubre del 2007, con motivo de la XXXVI Jornada de la ECF. Encuentro allí ideas que resultan aportaciones muy valiosas, en la línea de trabajo que venimos sosteniendo en el seminario de los sábados titulado " La vida, en el fondo...". Nuestro asunto ha sido: el dispositivo del biopoder, el psicoanálisis propiamente dicho y el aplicado; la comedia, el witz y el cinismo; las transformaciones de la Nueva Carne, identidad sexual y éxodo; el cine y la ciencia ficción; el fondo de la vida agujereado por la no-correspondencia de los sexos, la guerra de los sexos, el torneo amoroso y el debate en el tema de la homosexualidad.

Sin embargo lo que quiero destacar en esta nota es la reflexión hecha por Miller a propósito de la posición y la acción de los analistas en el tiempo presente. Ellos están :
- Dudosos en asumir el discurso inédito al que sirven.
- Atados, pese a los esfuerzos de Lacan, al viejo envoltorio ideológico en el que Freud dejó su mensaje subversivo.
- En su casi totalidad sumados a posiciones tradicionalistas, humanistas y clericales; posturas reaccionarias y conservadoras que van contra su propio acto

Me animo a parafrasear el texto diciendo que los analistas son libres de inscribirse en los aparatos educativos - defensores de la tradición del padre que limita y orienta - o de hacerlo en el sistema de la salud pública - el reino de la soberbia ciencia biológica, de la industria médica y farmacológica, de los programas de disciplinamiento y control de cuerpos y poblaciones sin sujeto- , pero su deber está en, como dijo Lacan en 1980, aprovechar su indigencia ( una palabra, "indigencia", que Miller también nos recuerda en su comunicación ) , su pobreza y su miseria- en comparación con la tradición y con la tecnociencia corporativa- para hacer proliferar la práctica analítica en multitud de lugares. Es la multitud de Hardt y Negri, o quizás las mónadas simultaneamente sincronizadas de F. Jameson. Es, en todo caso, lo que se reproduce en las fallas, los espacios libres, sin requerir el auspicio del poder o la riqueza.

La comunicación de J.A. Miller vuelve a poner el acento en algo esencial : el psicoanálisis está estructuralmente prescripto, y por ello es inexpugnable. Los analistas tienen que ser lo suficientemente osados y diestros en lanzar los dardos de su interpretación sobre las ilusiones desvastadoras que lo cercan. Una vez más el ajedrez nos presta un principio en este escenario de hostilidad antipsicoanalítica : la amenaza es más fuerte que el ataque.

Hay que resaltar algo que se menciona en la comunicación, en tanto ventaja epocal : la cultura de hoy enfatiza la condición particular, la diversidad, lo múltiple, el derecho de cada cual a un modo civilizado de llevar una vida propia y diferente. Esto sintoniza muy bien, pese al inevitable malentendido, con el efecto de singularización esperable de un análisis.

Por tanto no es inteligente apostarlo todo a las habilidades del mimetismo, pretendiendo hacer semblante de ensayos educativos, salubristas y reformadores. Esto es válido como un campo de posiciones secundarias ganadas. Si el psicoanálisis quedó, después de Freud, montado en el chasis de la psiquiatría y la medicina , no sería justo complacernos porque ahora esté sobre el no menos ideologizado de la psicología clínica .

El mayor vector de acción estaría en una auténtica "tercera vía", que se asuma así en su enunciación y en su enunciado. La práctica de la publicidad y de la propaganda hoy ya sufren el desprestigio en lo más esclarecido de la sociedad, en esa opinión ilustrada a la que apelamos. Sería fatal - eso sí - llenar nuestro campo de tontos convencidos, como los llamaba Lacan en el seminario Aún.

En su texto Miller recuerda, oportunamente,que el tono sardónico de Lacan no es simplemente un rasgo de carácter que le era particular. Es que la burla y la malevolencia es el cortejo que acompaña al analista , cuando conduce a la lucidez.

Lacan, ciudadano - que nunca desacreditó la modesta e indigente práctica del gabinete psicoanalítico - ,hablándole al público , mostró que no cedía ante el temor o la compasión. Ese ejemplo no ha caducado, no puede ser superado. Simplemente, demasiados analistas prefieren olvidarlo.

Antonio Aguirre Fuentes, miembro de la NEL Guayaquil






Um comentário:

A.A.delaR. disse...

Perfeccionismo, marketing y Deseo de Analista



Para una Noche de Velitas (7 de diciembre, Fiesta de la Inmaculada Concepción)





He decidido usar (si me es permitido) “Los semblantes que Convencen” (A. Aguirre, Nel Guayaquil) como invitación para una escritura alrededor de un tema que sigue siendo de interés particular.



A su vez, tomo el artículo de la sección “Mind” del NYT (publicado el 4 de diciembre, escrito por Benedict Carey) titulado “¿Infeliz? ¿Autocrítico? Tal vez usted es solo un Perfeccionista”.



Juntos, “los dos”, permiten considerar una salida para la ocasión que de manera pulsátil emerge en ámbitos locales, referida a la vitalidad de cierta aplicación o pureza analítica.



Cabe anotar que mal se haría en generalizar, puesto que si se usa el tema de “lo local”, no es para aglomerar (y en masa) lo que haría precisamente a una escuela. Ella, soportada sobre una formación que en su topología hace posible un “paradigma de la complejidad dividida”, hace del devenir analítico uno en relación a bordes y límites subjetivos.



Carey advierte sobre los devastadores efectos de aquellas “reglas de éxito” que son emitidas a los individuos desde ámbitos diversos, por ejemplo las grabaciones motivacionales. “Crea en sí mismo. No acepte un no como respuesta. Nunca se rinda. No acepte el segundo lugar. Pero sobre todo, sea franco consigo mismo” (Be true to yourself).



“Yourself” trae el tema complejo de lo que ello implica en nuestra formación: ¿ser verdadero consigo mismo? ¿verdad autorreferenciada? Sin duda, y como lo anota Carey, es una máxima ideal, difícil de contra-argumentar, porque ¿quién quisiera mentirse a sí mismo? Después de todo el hombre se queja de cómo el otro siempre le miente, le es infiel, lo engaña… Y es que este tipo frases pueden tomar la forma de imperativos, toda vez que invoquen principios Constitucionales o se hagan máximas Culturales, tanto como los principios que rigen la Buena salud, el Look apropiado, lo que un profesional Debe hacer, Códigos corporativos, Lineamientos, clases de Coaching: ¡ufff!



¿Cómo afecta esto al sujeto en términos de una ética que necesita de lo institucional pero que aún posee - se deja habitar -, por lo que en decidido compromiso acepta, cuando en medio de condiciones y principios organizacionales, un rayo luz le hace ver (porque el lindero se bordea con a y S1[1]) que no por efecto de programación neurolíngüística un Deseo lo habita?



En este recorrido, que ha sido de escuela, el operador que emerge permite, para cada cual, una salida a condiciones que en entes humanos podrían hacerse “demasiado serios”, de aquellos que se dicen “perfeccionistas”, en cierto modo “puristas” (para usar términos de Carey).



Así, la categoría “Deseo de analista”, en su vacío constitucional, es hecha necesaria como elemento que en condiciones de cierta tradición y organización, permite que el elemento causa opere como “self”, pero a pesar de “yourself”.



Es, a mi modo de leer las cosas del mundo, una propuesta para entender la paradoja del destino.



Astrid Álvarez de la Roche

Nel Bogotá

astaldelar@hotmail.com

Diciembre 7 de 2007



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[1] Léase Alemán y Larriera en “Existencia y Sujeto”.