Carmen Grifoll
Sigmund Freud nos introduce a la idea de que la sexualidad humana no es un hecho de naturaleza, es decir, lo biológico no determina la posición sexuada hombre o mujer. Se trata siempre de una elección de la propia posición sexual en el encuentro con el otro sexo. Y en este encuentro siempre hay algo del orden de lo contingente.
Es en la pubertad cuando se asume una posición respecto a la elección del objeto y preferencia sexual. J. Lacan en su texto “El despertar de la Primavera” hablando de la pubertad, nos sitúa en la pregunta de que es para “los muchachos hacer el amor con las muchachas” y añade “se produce un descubrimiento, en la relación del sentido con el goce”.
En este descubrimiento el púber se servirá de lo que tiene a su disposición para dar una respuesta a lo que surge como nuevo. Así, en el paso de la sexualidad infantil a la sexualidad adulta se produce una reedición del encuentro con la pulsión sexual y, en este encuentro, algo nuevo, del orden del goce, pone a prueba la solución encontrada en la primera infancia.
Desde el inicio S. Freud , define la relación del sujeto con el Otro sexual como traumática. En el sentido de que no hay significante que de la formula de la relación sexual ,dirá mas adelante Lacan. En este sentido podemos entender la frase de Lacan, “no hay relación sexual”, es decir, no hay una norma que defina la relación entre los sexos, siempre hay algo del orden del malentendido.
Es en la pubertad cuando se asume una posición respecto a la elección del objeto y preferencia sexual. J. Lacan en su texto “El despertar de la Primavera” hablando de la pubertad, nos sitúa en la pregunta de que es para “los muchachos hacer el amor con las muchachas” y añade “se produce un descubrimiento, en la relación del sentido con el goce”.
En este descubrimiento el púber se servirá de lo que tiene a su disposición para dar una respuesta a lo que surge como nuevo. Así, en el paso de la sexualidad infantil a la sexualidad adulta se produce una reedición del encuentro con la pulsión sexual y, en este encuentro, algo nuevo, del orden del goce, pone a prueba la solución encontrada en la primera infancia.
Desde el inicio S. Freud , define la relación del sujeto con el Otro sexual como traumática. En el sentido de que no hay significante que de la formula de la relación sexual ,dirá mas adelante Lacan. En este sentido podemos entender la frase de Lacan, “no hay relación sexual”, es decir, no hay una norma que defina la relación entre los sexos, siempre hay algo del orden del malentendido.
Así el sujeto, apresado en las redes del lenguaje, del Otro del significante, se enfrenta con la cuestión de su identidad sexual no sin vacilaciones.Entonces, ¿cómo puede un adolescente responder a ese encuentro con lo sexual?
-El Síntoma, entendido como solución de compromiso, vendrá en el lugar de la respuesta del sujeto a este encuentro, siempre enigmático con un goce desconocido. Es lo que Lacan señala en el texto “El despertar de la primavera “como los sueños de los adolescentes.
-El pasaje al acto, cuando el sujeto no puede encontrar una respuesta fantasmatica que enmarque el despertar de su excitación sexual.
Dos breves ejemplos:
1-“No hi haurà mes festes per Sant Valentí”, es el titulo de una obra de teatro breve, escrita por el dramaturgo mallorquín Jaume Miro y basada en un hecho real ocurrido en EEUU.
La acción se desarrolla en el gimnasio de un Instituto. Dos jóvenes amigos discuten. Uno de ellos, A. le propone a B. que sea su pareja en la fiesta de San Valentín del Instituto.. B. rechaza la invitación y expresa su incomodidad ante el comportamiento de su amigo. Interroga sus gestos, su manera de vestir, su actitud y sus palabras. Que haces? Presenciamos su incomodidad por el acercamiento del amigo que, en un momento de la obra, le da un beso. Visiblemente alterado lo empuja.
Se intercambian palabras: “no aceptas la diferencia, yo solo te pido que seas mi pareja”, pueden haber parejas diferentes, donde esta escrito lo que hay que hacer”? Discuten, se produce una pelea entre ambos. B se encuentra sin palabras que vengan en su ayuda para entender lo que le ocurre y se produce el acto homicida.
¿Por qué el acto homicida, nos podemos preguntar?
Podemos decir que se trata de un encuentro, encuentro traumático (en palabras de S. Freud), donde no hay respuesta desde la norma, la norma en este caso no incluye la diferencia, aparece la mirada de los otros. Hay un encuentro con un goce que excede al saber “porque te vistes así, dirá con clara molestia, porque me pides que te acompañe, no son parejas de chico/chica las que tienen que ir a la fiesta”?. Son interrogaciones al amigo que velan sus propias dudas y preguntas y para las que no encuentra respuesta. Podemos hacer la siguiente hipótesis ; hay un encuentro con lo real y no hay significantes que vengan a nombrar la falta de relación sexual. El sujeto de este modo se encuentra ante el agujero, con angustia y desconcierto lo que le lleva al acto homicida.
2. ¿Soy gay?
Esta es la pregunta que dirige un adolescente a su analista después de su primer encuentro sexual con una chica, encuentro en el que se produce una eyaculación precoz.
Intervengo para poner en cuestión el “ser gay “y mostrar mi sorpresa, invitándole a seguir hablando. Esto abre nuestros próximos encuentros que muestran los significantes que anteceden a este encuentro y que le permitirán hablar de la pareja parental y de las identificaciones que para el han operado.
“Las chicas no me ponen”, dirá, acompañado de una gran angustia. El quería formar una familia, tener hijos, tener una pareja y ahora ya no encuentra el sentido. “¿Qué haré? dirá”
No entiende como su madre no se ha separado de su padre. Figura que detesta pero que a la vez ejerce una gran influencia. Son las palabras del padre, en su niñez las que retornan “pareces un marica, siempre pegado a las faldas de tu madre” . En su encuentro con la chica podemos hacer la siguiente hipótesis: por una parte no esta a la altura de responder a lo que ella le pide, (algo aparece como enigmático del lado del goce de la mujer ) retornando las palabras del padre y su propia posición de goce como el niño protegido de la madre. Ambos encuentros dan como resultado su respuesta sintomática.
El tratamiento le va a permitir salir de este impasse y ,de momento, encontrar una nueva pareja esta vez del lado del amor. Pareja con la que comparte aficiones, charlas, comprensión. ”Ella me escucha, podemos hablar, lo que pone a distancia, de momento el encuentro sexual”. La interrogación por la pareja parental le abre a nuevos significantes. Determinara este encuentro sus elecciones en un futuro?
Que respuestas encontramos en adolescentes cuando la norma no sirve para dar respuesta a lo particular del encuentro sexual? No hay norma para todo, y mas si se trata del encuentro con la sexualidad. Quien dice lo que le corresponde hacer, vestir, jugar a un niño/niña, chico/chica.
Es el otro social, cultural, familiar el que va significando del lado niño/niña, aunque los patrones hayan cambiado, lo que corresponde a cada uno. Son patrones tomados de significantes culturales y sociales. Será necesario que cada uno haga su camino para encontrar la propia respuesta. Y no siempre en el camino obtendrá los elementos para responder.
DE LAS MUJERES, LO FEMENINO, por
Oriana Novau
Con esta presentación pretendo dar cuenta del recorrido de mi trabajo en el eje “Género y sexuación” bajo la modalidad de cartel exprés, dentro de las sesiones preparatorias de las Jornadas de la ELP.
El título no es
original, hay una frase de Gorostiza en una entrevista que le realizan
para “la Carta de Sao Paulo”. Publicación on-line de la EOL titulada “El
goce femenino en el siglo XXI” en donde exclama… “no hay que confundir
lo femenino con las mujeres”, en respuesta a la pregunta si en el
psicoanálisis hay alguna forma de idealización de lo femenino. Sin
querer entrar a contextualizar la frase y explicarla, me la adueñé para
poner nombre a la investigación que llevo a cabo.
Título para pensar en esos dos términos mujer y femenino, no dar por supuesta su continuidad y hasta poner en duda su relación. Porque aunque pareciera que con la coma se unen los dos términos, yo no lo leo así, veo el paso del todo a la parte, de todas las mujeres a la partícula-una. Entendiendo lo femenino como lo más éxtimo, ese empaste entre lo más íntimo y lo más extraño, en cada una de las mujeres.
Así como en la sesión anterior las elaboraciones parten de ejemplos en la transexualidad y los hombres, yo voy a partir de las mujeres, me remito a la conferencia de clausura “El Otro sexo y la clínica de la posición femenina” de 1992 en donde J.A.Miller apuesta en pensar justamente en una clínica de la posición femenina en el discurso analítico más allá de la histeria. Propone recoger fenómenos de la experiencia para ver si indican que una parte de nuestra clínica podría ser una clínica femenina. Habla de sensibilidad especial a la injusticia, de un sentimiento de inferioridad que da a la clínica de la inhibición femenina un acento distinto a la inhibición masculina. Un “no tener derecho” a saber…
En mi experiencia clínica escucho a diario mujeres que sufren, que acuden a la institución por haber sido mal tratadas por sus parejas, donde el significante “violencia de género o violencia contra la mujer” enmarca esa entrada. Si una afina la escucha o mejor dicho, la suspende de sentido… ¿qué resuena? ¿De qué hablan las mujeres?
Hay queja del sacrificio (con todo lo que yo he dado… Darlo todo por los otros), nostalgia del amor que ya no existe y en casos que nunca hubo, un querer solo que la dejen en paz y nada más (lo que implica renuncia a todo lo otro), hay la pena, hay los hijos (aguanté por mis hijos, es por ellos que me separo…) hay un complacer al otro que esconde un goce propio “con- placer”.
Sea de un modo o de otro lo que resuena es goce. Pensarlo en términos de deseo, amor, goce y la articulación que Lacan hace en el seminario X “Solo el amor permite al goce condescender al deseo”, escucho relaciones donde el deseo está aplastado o cuando surge justamente es motivo de discusión y de pelea, porque el deseo no es de uno siempre es de otra cosa y eso separa. Entonces que uno de los elementos de la tríada desaparezca hace que amor-goce se fundan.
Aquí presento una viñeta. De una mujer que a pesar del maltrato recibido por su marido durante años se presenta al servicio no por ella sino por su hija. Una mujer que se queja constante y gozosamente de la NADA de su no soy nadie, no sirvo para nada y no sé nada… Y que consulta en el momento en que la relación con su hija adolescente toma un giro inesperado para ella, donde la joven a base de insultos y empujones trata de medir cierta separación entre las dos.
“La definición lacaniana de sujeto es una definición de la nada, pero en el caso de las mujeres se trata de sujetos que tienen una relación aun más esencial con la nada. Para Freud se trata de una relación esencial con una nada corporal, más bien con un menos corporal, por un “no tener” y esa subjetivación del menos según Freud, se llama Penisneid. Freud pone el acento de la solución femenina por el lado del tener, y habría que investigar por el lado del ser. La solución no es colmar el agujero sino metabolizarlo, dialectizarlo o convertirse en el agujero mismo.
Otra cuestión que se escucha de modo recurrente y a la que quiero hacer mención es a la maternidad como polo opuesto a la feminidad. Con palabras de Miller “El carácter verdadero de la feminidad solo se mide por su distancia con la madre. Tanto menos madre, más mujer.” Y en relación al “no tener” añade que la maternidad forma parte de la patología femenina: casos en que por no poder transformar-se en mujer, transformar-se en madre, es decir en el Otro de la demanda, en la que tiene.
Presento una Viñeta de una mujer que en el momento en que se casa y aparece en ella la idea de crear su propia “familia”, la mujer cede terreno a la madre . Su vida hasta el momento la describe con sus propias palabras como la de una “familia feliz”, ella con todo: la casa, los niños, el trabajo…eso se ve truncado por una denuncia por acoso sexual en el trabajo. Desde ese día coge la baja laboral y queda sumida en una angustia que al poco tiempo pone a hablar en el dispositivo en el que trabajo.
Poder leer los hechos no desde el maltrato sufrido por el agresor sino dar un tratamiento a lo que ha quedado desvelado y ponerlo a trabajar, permite a esta mujer a iniciar un recorrido, preguntándose por su propia sexualidad y feminidad que quedó taponada bajo el significante “familia” y madre.
ELLAS ELIGEN, por José Ramón Ubieto
Cada
época tiene su erótica con sus objetos y sus ficciones acerca de la
pasión amorosa. La erótica cumple una función básica: ocultar que la
armonía de los sexos es imposible, llenando ese vacío con palabras,
imágenes y objetos que lo cubran.
El amor cortés o el romanticismo son hitos en esta historia, ficciones donde el protagonismo de la mujer, como señora a servir o como mujer atrevida y apasionada, se opondrá al posterior conservadurismo que la relega, en el matrimonio burgués, a madre y ama de casa. Hoy la erótica es múltiple, se sirve a la carta y a la medida de la fantasía de cada uno. Hay tantas como fantasmas sexuales: voyeristas, masoquistas, sádicos, inclusosexless, aquellos que exigen precisamente la ausencia del acto sexual. Dentro de esta diversidad hay una característica común: la incidencia de la lógica capitalista confiere hoy a toda erótica su carácter de producto, su condición de mercancía existente en el mercado. El oficio más antiguo del mundo se disfraza para ello con eufemismos como el beneficio mutuo (www.seekingarrangement.com/) o bajo lemas pseudo masoquistas como el exitoso Grey o la web /manservants.co/ donde el hombre-criado sirve a la señora con su código de caballero moderno.
Como todo producto, su acceso debe regularse por un contrato y tanto si se trata de prostitución encubierta como simplemente de web de citas, la clave está en eliminar la sorpresa, minimizar el riesgo del encuentro sexual, que cada uno sepa exactamente qué puede esperar del otro y limitar así el rechazo. En cierto modo “limpiar” lo sexual de sus impurezas, convertir lo que podría ser deseo oscuro en una transparente voluntad.
El amor cortés o el romanticismo son hitos en esta historia, ficciones donde el protagonismo de la mujer, como señora a servir o como mujer atrevida y apasionada, se opondrá al posterior conservadurismo que la relega, en el matrimonio burgués, a madre y ama de casa. Hoy la erótica es múltiple, se sirve a la carta y a la medida de la fantasía de cada uno. Hay tantas como fantasmas sexuales: voyeristas, masoquistas, sádicos, inclusosexless, aquellos que exigen precisamente la ausencia del acto sexual. Dentro de esta diversidad hay una característica común: la incidencia de la lógica capitalista confiere hoy a toda erótica su carácter de producto, su condición de mercancía existente en el mercado. El oficio más antiguo del mundo se disfraza para ello con eufemismos como el beneficio mutuo (www.seekingarrangement.com/) o bajo lemas pseudo masoquistas como el exitoso Grey o la web /manservants.co/ donde el hombre-criado sirve a la señora con su código de caballero moderno.
Como todo producto, su acceso debe regularse por un contrato y tanto si se trata de prostitución encubierta como simplemente de web de citas, la clave está en eliminar la sorpresa, minimizar el riesgo del encuentro sexual, que cada uno sepa exactamente qué puede esperar del otro y limitar así el rechazo. En cierto modo “limpiar” lo sexual de sus impurezas, convertir lo que podría ser deseo oscuro en una transparente voluntad.
La app Good2go, creada por una madre de estudiantes, se propone como una herramienta para tener relaciones sexuales consensuadas “previniendo o reduciendo así el abuso sexual”, lo que incluye un test de sobriedad y el “sí quiero” explícito. Una de las webs más exitosas llega de Francia, donde tiene más de 5 millones de usuarios registrados y ahora ya en versión española: www.adoptauntio.es. El concepto es simple: “El cliente manda y, en este caso, las clientas. ¡Las damas primero! En el supermercado de las citas, las mujeres encuentran buenos chollos”. Su símbolo, presente ya en muchas estaciones de metro, es un carrito de supermercado donde las mujeres van tirando los chicos “chollos”.
La metáfora de la compra no es sólo –como pretenden- una broma ingeniosa, sitúa la relación bajo la lógica del mercado. La novedad es que aquí, como en la web de Manservants, son ellas quienes eligen aunque paguen ellos. Sus promotores no dudan en presentar como uno de sus objetivos fundamentales “la igualdad de género” (sic).
Ahora ellas dan el primer paso: “deja a un lado los prejuicios, complejos, miedos y saca ese poder de seducción que todas las mujeres poseemos. Tú eres quien lleva las riendas”. La cuestión es saber qué eligen realmente, porque como explica una paciente, usuaria de la app de encuentros Tinder, “lo que me gusta es que me puntúen, saber a cuantos gusto, lo del sexo no me interesa”. La popularidad contabilizada es un rasgo común a todas estas propuestas.
Esta nueva erótica parece concebir la relación sexual como una transacción comercial: fácil, rápido y seguro. Ya Lacan describió al capitalismo como contrario al amor por el hecho de que no deja ningún margen para la falta, que todo en él, sexo y ternura incluidos, aparecen reciclados en mercancías-fetiches.
DESEO, AMOR Y OTREDAD, por Patricia Tassara
“El amor es impotente, aunque sea recíproco,porque ignora que no es más que el deseo de ser Uno” J. Lacan Seminario 20
Cada uno testimonia de su encuentro con la ausencia de relación sexual, lo hace con el síntoma y la modalidad de goce. Al psicoanálisis, le interesa la posición que el sujeto hablante asume ante lo imposible de la no relación, imposible que también puede tomar el nombre de horror a la feminidad. El amor-síntoma puede hacer pantalla a ese real en un esfuerzo de hacer encarnar al Otro el partenaire fantasmático creando una versión propia y particular de relación hombre-mujer. Esto sería, pretender hacer del amor un Uno, que indefectiblemente siempre irá contra el deseo del sujeto. Sería un amor, pasión de la ignorancia, que hace olvidar la hiancia. Será con los significantes, con los que el sujeto intentará escribir esa posición, en tanto los sujetos se sexúan como significantes.
La histérica, llamada hommosexuada por Lacan, al hacer el hombre, escapa de asumirse en la posición femenina, dejando el sexo fuera.Fuerasexo (1) es no querer saber nada del encuentro sexual con el Otro, con lo hétero. Ella prefiere dejar la posición femenina, a “la otra” mujer en su fantasma.
La armateur (armadura) al padre, hace obstáculo a servirse del hombre como relevo para convertirse en ese Otro para sí misma. El amor al padre, hace de pantalla a la no relación sexual. De allí, que una cura analítica posibilite a un sujeto ir más allá del amor al padre a fin de saber servirse de él, cuestión fundamental en la clínica de analizantes mujeres. El testimonio de Anaëlle Lebovits-Quenehen es esclarecedor en este punto.
L’amour, viene a señalar el muro, la falla de comunicación que inevitablemente se produce entre los sexos. Lo que cada hombre y mujer le demanda al amor, siempre es distinto. Para la mujer, en primer lugar, el amor es inconcebible sin la palabra, “para amar es preciso hablar” (2) de allí la conocida dificultad femenina para hacer hablar al hombre. En segundo lugar, para gozar, es preciso amar, porque del lado femenino, no se puede gozar sino del habla, preferentemente, del habla de amor. Por el contrario, el goce masculino, puede sostenerse en el silencio. Lo importante para el goce del hombre, es que la pareja responda a la invención de su objeto de rasgo fetichista (3).
La sexualidad está muy presente en el discurso amoroso del hombre, la mujer debe atraerle sexualmente para poder enamorarse de ella. En cambio para la mujer, la atracción sexual no es condición necesaria para amar, en tanto un hombre puede gustarle por su saber, por su posición, por el lugar que ocupa o incluso por la forma en la que habla de ella. Es la vertiente erotómana del amor femenino. Ellas quieren ser amadas para poder amar o consentir al amor del otro. Sabemos que el amor crece a la distancia, con la dificultad o incluso con su imposibilidad y siempre está cargado de fantasía. En ellos, también hay fantasía, aunque ésta, esté más vinculada a la fantasía sexual.
Amor y deseo están ligados en un debate permanente. No es una ligazón necesariamente sexual, sino que se trata de una ligazón a la ausencia que todo deseo señala, ausencia e insatisfacción. En la histeria, ella puede privarse del objeto justamente para desearlo y así mantener su deseo siempre insatisfecho. Es la estructura del deseo histérico. Podrá pretender ser todo para él, es decir, ser lo que a él le falta. Es el modo de asegurarse un lugar en su fantasma, pero es una solución falsa en tanto la verdadera posición femenina es ser Otro para un hombre, como para sí misma, cuestión siempre misteriosa.
Por otra parte, podemos ubicar la llamada femenina, esa voz de las sirenas que seduce, pero su canto, no es otro que el de solicitar allí al padre muerto o al amante castrado. Es la vertiente de estrago que en los peores casos, se oculta tras la demanda de amor que conduce a la devastación que no conoce límites.
Jacques-Alain Miller, en su Seminario Los Divinos Detalles, nos indica que el amor está emparentado con la insatisfacción. Es justamente ella la que crea el amor. Mientras que la satisfacción, tiene por el contrario, un efecto deprimente sobre la libido, la vacía. Es conocido que la libido aumenta en la abstinencia. De allí que la transferencia analítica sea amor, justamente porque no es satisfacción.
Por otra parte, en su texto La erótica del tiempo, J-A. Miller indica una diferencia temporal entre el hombre y la mujer respecto de la satisfacción. En el hombre, el valor erótico del objeto disminuye tras el acontecimiento. Gozar del objeto, implica un rebajamiento de su valor erótico. El goce, tiene una temporalidad de tensión en la insatisfacción y resolución en la satisfacción. Mientras que del lado femenino, esta cuestión no es tan marcada sino que se caracteriza más por la exigencia de que el amor tome allí su lugar, tome el relevo temporal del goce. Para ellas, una vez que el goce del hombre ocurrió, es preciso que el amor tome su lugar porque “el goce del Otro, del cuerpo del otro que lo simboliza, no es signo de amor” (4).
Sabemos que el amor, adviene como suplencia, amarre, nudo de la imposibilidad de ajuste armónico entre un hombre y una mujer, porque lo real, es lo que retorna cada vez como desencuentro. No obstante, si al amor siempre le espera lo real, al final de un análisis podemos verificar cómo se las arregla cada sujeto con eso. Tal como indica Miller en El banquete de los analistas, es en el Pase donde emerge la relación con un saber que ya no tendría efecto de amor. Ya no se trata de un amor al saber sino de un verdadero deseo de saber, en tanto el sujeto atravesó el horror a saber sobre el agujero de lo real permitiéndole otra relación con la falta. Es hacer de la falta, una certeza positiva al final de la experiencia analítica, pudiendo posicionarse y vivir mejor la soledad estructural sin el recurso del fantasma.
Guy Briole, AE de la Escuela, en las Jornadas de la ELP en Coruña, planteaba que de lo que se trata es de hacer del amor un nudo flexible. Podríamos pensar que, si bien Lacan dice que el amor es siempre recíproco, dicha flexibilidad sería posible por la separación de la exigenciade reciprocidad que un amor puede llevar consigo (5).
Consideramos que el nuevo amor del que habla Lacan será aquél, que pueda consentir a la infidelidad estructural de ella como no-toda, en tanto la mujer siempre está vinculada a Otra cosa. “La mujer es lo que tiene relación con ese Otro” dice Lacan (6), por lo tanto, no toda para él.
Esto nos acerca a la vertiente real del amor, a su carácter contingente. Anteriormente señalábamos que al amor, siempre le espera lo real, su desencuentro. Como dice J.A.Miller, “el amor, se prende con las mentiras de lo simbólico” (7). Si el amor es recíproco, el goce no lo es, por el contrario, es lo más singular de cada uno. Por lo tanto, al final de un análisis, se trata de un amor que sabe de sus condiciones de goce, lo que permitirá una mejor relación con el partenaire amoroso. La sabiduría en esta cuestión, será consentir a cierto engaño, haciendo que éste sea operativo, “Saber hacerse incauto, lo que en palabras de Lacan quiere decir ajustarse a la estructura sinthomaticamente, es decir, saber hacer con ella” (8)
Es conocida la frase de Lacan que dice “El hombre sirve de relevo a la mujer para que se convierta en Otra para sí misma” (9). Pues bien, en la histeria la mujer sólo puede amar a través de otra mujer por ejemplo con los celos en una exigencia de ser reconocida como la única. De allí se puede desprender una vertiente de la exigencia de amor que antes mencionábamos. Ser la única no permite ser una entre otras. Lacan incluso indica que aunque esta exigencia de ser única fuese satisfecha bajo el tú eres mi mujer, eso no impediría que el goce que se obtiene de una mujer la divide convirtiendo su soledad en su pareja. Por más esfuerzo que haga por intentar inscribir su goce en el Otro, ello no la liberaría de esa soledad que comporta el goce suplementario. En la relación sexual, lo sepa o no, la mujer es siempre Otra para sí misma. Busca a otra mujer, para introducir la otredad en la relación con el hombre, en su fantasma o a veces con los celos. Ahora bien, ser una entre otras, abre en ella una relación más liviana con la alteridad.
¿Qué sucede con el deseo y el amor en el final de análisis? Lacan invita al hombre a no ceder a esa voz proveniente del superyó femenino, indicando que lo que conviene es: refutar, inconsistir, indemostrar o indecidir esos dichos que provienen del superyo. En definitiva,, apuntar a la inconsistencia del Otro, a su incompletud S(A barrado). Sólo así podrá un hombre hacerse de relevo. Eric Laurent indica que se trata de saber descifrar, adivinar el goce desde donde se origina el llamado amenazador, para responderle: “nadie tiene la última palabra” (10). Saber responder al superyó femenino es denunciar los semblantes que apuntan a la consistencia del Otro. Es la operación analítica misma, en la que se atraviesan los semblantes de ser.
En cuanto a la posición femenina, se trata de consentir a presentarse con la mascarada fálica, soportar ser falicizada, pero sin adherirse al falo, sin creerse la mascarada, es decir, no ser embaucadas por el propio semblante. El analista, es aquel que sabe operar con nada al hacerse semblante de objeto.
Tomando la posición femenina, una respuesta a la pregunta planteada exigirá la particularidad una por una. No obstante, diremos que un análisis, puede curar al sujeto de hacer del amor el recubrimiento a la no relación, curándolo de la creencia de garantía y eternidad amorosa. Puede curar la forma particular-ficcional de exigencia de reciprocidad, posibilitando una mayor apertura al encuentro contingente sin los condicionantes fantasmáticos. Pero esto no será sin el consentimiento a su propia soledad. De esta forma, descompletará y a su vez dignificará el amor, permitiéndole desear lo que la hace gozar, haciendo surgir otro tipo de satisfacción, una satisfacción correlativa con un plus-de -vida (11).
J-A. Miller, nos dice claramente que el amor, no es el último término al que habría que apuntar en la realización del sujeto. Es más, indica que Lacan evoca con comillas irónicas el criterio o la capacidad de amar al final del análisis. Es cierto, el amor, no es el nec plus ultra. De lo que se trata es del hay Uno frente al no hay de la relación sexual. Es el Uno lo que se relaciona con la soledad, el cuerpo y el goce, ahora sin Otro. Hiancia donde el cuerpo se goza a sí mismo, cuerpo marcado por la huella significante que trou-matiza. Huella de la que al final del recorrido analítico, se obtiene un goce opaco con el que el sujeto podrá arreglárselas mejor.
Notas:
1-. J. Lacan Seminario Aún Editorial Paidós. Pag 103
2-. J. A. Miller. El hueso de un Análisis. Editorial Tres Haches. Pag 78.
3-. V. Palomera Sobre la invención del
objeto sexual. Blog de las XIII Jornadas de la ELP. Tiresias.
http://jornadaselp.com/acerca-de-tiresias/
4-. J. Lacan Seminario Aún. Editorial Paidós. Pag 12.
Que el amor sea recíproco no quiere
decir que basta con amar a alguien para que él lo ame. Eso sería
absurdo. Quiere decir: “Si yo te amo, es que tú eres amable. Soy yo
quien ama, pero tú, también estás implicado puesto que hay en ti algo
que hace que te ame. Es recíproco porque hay un ir y venir: el amor que
tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres
para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver Mi amor por ti no es sólo
asunto mío, sino también tuyo”. Entrevista a J. A. Miller Amamos a aquel
que responde a nuestra pregunta ¿quién soy yo?
5-. Revista digital: Consecuencias Nº 6.
5-. Revista digital: Consecuencias Nº 6.
6-. J. Lacan Seminario Aún. Editorial Paidós. Pag. 98
7-. J. A. Miller. El ultimísimo Lacan. Editorial Paidós. Pag 239
8-. H. Tizio La función del amor en la experiencia analítica. Revista El psicoanálisis Nº 23. Pag. 29, 30.
9-. J. Lacan El atolondradicho. Otros Escritos.
10-. E. Laurent. Posiciones femeninas del ser. Editorial Tres Haches.
11-. Anaëlle Lebovits-Quenehen Goce, falta, impunidad & love. Revista El psicoanálisis Nº 25
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