“Cuantos
más santos seamos, más nos reiremos: es mi principio; es incluso la salida del
discurso capitalista…” .J. Lacan[1]
“Mi hijo está todo el día
aislado con la computadora” dicen muchos padres. Los niños y adolescentes a veces los
contradicen- “estamos conectados”.
¿Hay alguien del otro lado de las pantallas, o se trata del cuerpo
reducido a sus zonas erógenas como lo escuche decir a Gustavo Stiglitz[2]?
Se trata de distinguir en cada
caso que uso del objeto gadget está en juego; si permite un lazo -la creación
de un nosotros- o se trata de un goce
puramente autoerótico. Viciados llaman
los adolescentes a aquellos que no largan sus gadgets.
Matteo Bonazzi[3]
señala que conviene distinguir el objeto de consumo en su versión moderna del
objeto de consumo en su versión contemporánea. El objeto de consumo en su
versión moderna es la mercancía-fetiche que captura el deseo en el interior del
cuadro de los consumos: esperanza, búsqueda, ilusión, identificación
imaginaria, todo aquello que el marketing ha sabido promover. Hoy, ya no se nos
propone qué desear sino cómo gozar. El objeto de consumo en su versión
contemporánea ha pasado a ser un gadget. Intercepta más nuestro goce que
nuestro deseo. El objeto gadget clava al consumidor a su goce autista.
¿Cómo orientarnos ante aquellos niños y adolescentes que están clavados
a sus aparatitos de goce? ¿Cómo colocarnos de manera inédita para que algo
nuevo pueda surgir?
La risa, una orientación
"La risa, aunque sea
paradójico, orienta. Es nuestra orientación y nuestra salida del capitalismo. Y
esto porque, como ya recordaba Freud, nunca reímos solos, para reír hay que
com-partir por un instante ese lugar común que dura el tiempo de un relámpago,
justo más allá de cualquier forma dialéctica de reconocimiento: el Witz es el
espacio instantáneo que orienta una política por llegar. La risa, esa
"sacudida", ese sobresalto que atraviesa el cuerpo, ese rebote es el
rastro de un entendimiento sin palabras, de una comunidad sin reconocimiento,
de un nuevo lazo de unión más allá de lo simbólico[4]."
Que nunca reímos solos y que es una sacudida que atraviesa el cuerpo me
interesa para pensar una orientación contra la soledad globalizada y el goce solitario
del gadget.
No se trata -por supuesto- de la risa del capitalista a la cual hace
alusión Marx, esa risa que goza de ese plus, de la plusvalía que se le extrae
al asalariado. Es otra risa, es la risa del amor, del chiste y del humor, es la
risa de la transferencia.
Una risa verdadera no es consumible, no puede protocolizarse ni estar
reglada, no se transforma completamente en espectáculo ni en mercancía; hay
algo emancipador en la risa.
Freud señala que el humor es siempre rebelde, y a su vez, un modo de
defensa. Un modo de defensa particular ya que no implica una renegación de la
realidad. Da el siguiente ejemplo[5]”: un reo es
conducido un día lunes a la horca y exclama: ¡Linda manera de empezar la
semana!
El chiste, por su parte, implica siempre un lazo al otro. Freud ubica al
Witz como proceso social[6].
El Witz conmueve sentidos fijados, implica un dejar pasar. Miller en su
lectura del seminario 5 señala que en cierto sentido el nombre del padre es un
Witz[7],
ya que el oyente como el padre tiene la función de dejar pasar algo nuevo.
Primero
hablar, después reír
Primero hacer hablar para conocer el código. Conocer el código para
que un nuevo mensaje - tal vez- pueda advenir.
Un paciente de 14 años que se presentaba desconectado del estudio es
traído a consulta por su desinterés. Nada le interesaba: ni estudiar, ni un
deporte, ni un hobby, ni salir con sus pares. Pasaba el día fijado a su
computadora. En sesión decía poco y nada, manifestando un desinterés
desesperante. Hasta que una vez me intereso en esos juego de computadora que lo
tenían tan capturado. Me sorprende el relato apasionado que comienza hacer de
ellos, un entusiasmo surge al hablar de esos juegos. - ¡Veo que algo te interesa! le digo con énfasis y haciendo una mueca,
lo que le provoca una carcajada. A partir de ahí, algo se conmueve y comienza a
hablar(me) de “sus cosas”.
Si el superyó contemporáneo empuja a gozar siempre más del objeto
gadget, tanto el chiste como el humor y la posibilidad de reír, separan al
sujeto de la compulsión, introduciendo un intervalo y una defensa. Orientación
que no deja de ser una apuesta por el inconsciente; reír para desconectar/se de
ese discurso sin corte que implica el capitalismo.
[2]En el grupo de investigación La soledad globalizada en niños y adolescentes
para ENAPOL VII, coordinado por Alejandro Daumas.
[3]Bonazzi, M.: El lugar político del inconsciente contemporáneo, Grama, 2014.
[4]Bonazzi, M.: El lugar político del
inconsciente contemporáneo, Grama, 2012, p. 61.
[5]Freud, “El humor”, obras completas,
Amorrortu.
[6]Freud, S., “El chiste y su relación con el
inconsciente”, obras completas, Amorrortu.
[7]Miller, J-A., Lectura del seminario 5 de
Jacques Lacan, Paidós, 2000.
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