Viernes de la Vanguardia de Valencia n°3
Editorial
El martes por la mañana, 29 de septiembre, el Consejo de la ELP publica un Comunicado. Amplio, bien escrito, con esmero, da cuenta de su trabajo sobre los puntos candentes de la vida de la Escuela. Estos giran en torno a la rectificación de la orientación hacia el todo-CPCT que arrastraba consigo a la ELP. La satisfacción que produjo la rectificación de septiembre 2008, permitió la Conversación de abril 2009. Las lenguas se soltaron y tuvieron lugar vivos intercambios que han permitido una primera apreciación de la experiencia CPCT. Continúan propagándose buenas vibraciones en el momento en el que se pone en marcha una política de salida del sistema de los CPCT subvencionados. Habrá que aprender a elegir entre CPCT-laboratorio y CPCT “dirigido a la ciudad”, y a funcionar sin subvenciones. Más allá de esto, se trata de pensar la Escuela y el devenir psicoanalista a partir de la experiencia de la cura de cada uno y no esperar demasiado del aprendizaje gradual del análisis light de los otros. El Consejo subraya que tanto las Jornadas como la preparación del Congreso de la AMP quieren inscribirlos en esa lógica. Sin embargo, los miembros no se han sentido convocados a esa ronda. ¿Por qué? .
Es lo que se pregunta Margarita Alvarez en su comentario del Comunicado. En cualquier caso, se siente aliviada de ver al Consejo ponerse al trabajo de nombrar y seriar las dificultades y que no esconde las cosas bajo el tapete.
He recibido una propuesta de intervención de Mario Izcovich dándome ánimos. El lunes 28 de septiembre era el “Kipur” y él lo aprovecha para interrogar las relaciones del acto analítico en su soledad y el pacto del discurso que supone.
Tres textos tienen un estatuto particular. Isabelle Durand, cuyo proyecto de intervención ha sido ya aceptado, nos introduce en el funcionamiento del “principio de responsabilidad” en psicoanálisis. Josefa Estepa, que no estará en las jornadas, quiere estar con nosotros con una contribución. Le he preguntado por qué se quedaba sola el día de las Jornadas. ¡Es un asunto de familia! Estará entonces bien acompañada. Finalmente, Iñaqui Viar nos dirige una reflexión muy personal sobre la soledad. Lamentamos que no presente una intervención. ¡Aún no es demasiado tarde!
La VV nº3 termina con dos mensajes. Uno de aliento, de nuestra colega Jacqueline Dhéret, de Lyon, y otra de José Manuel Alvarez, nuestro responsable del Blog que nos dice por qué no podemos escuchar en el blog-ELP el extracto musical propuesto por Julia Moro. Si los lectores quieren oírlo a pesar de todo, pueden pedírselo directamente.
La Presidente de la ELP, Lucía D’Angelo, encargada de las “Cuestiones generales” ajusta los deslizamientos aparecidos en las diferentes versiones de la llamada a intervenir, hace la lista precisa de las propuestas y precisa también los tiempos.
Lo que no acierto a conseguir es desbloquear lo que se atranca en las manifestaciones del Inconsciente de aquellos que toman la palabra en los escritos enviados. La mejor manera de testimoniar de la soledad imposible de cada uno en su relación con el Otro es la de hacernos partícipes de una manifestación del Inconsciente, más allá de las identificaciones totémicas. Es la llamada del pacto, como diría Mario Izcovich.
Continuamos...
Eric Laurent, el 1 de octubre.
Traducción: Carmen Cuñat
Comentario del Comunicado del Consejo
A vueltas con el título de las Jornadas
“La soledad del analista”. El título de las VIII Jornadas de la ELP, de entrada, no me cayó bien. El cambio de orientación en la política de la AMP sobrevenido después de la interpretación que J.-A. Miller hizo el año pasado en relación a los riesgos que el inflamiento de los CPCT pudiera entrañar para la escuela, si bien por un lado me pareció acertado, por otro, me mantuvo en los meses siguientes en un estado de cierta conmoción. Sí, “al menos uno” se había dado cuenta, pero ¿solo uno? Esta constatación me preocupó. ¿Cómo pensar lo sucedido?
Y, por otro lado, ¿qué pasaba con la orientación anterior? ¿Era totalmente equivocada? ¿Ya habíamos resuelto la idea de aislamiento que nos llevó a ella o ya no nos importaba? ¿Volvíamos a la extraterritorialidad? El que la escuela tenga presente que su fin es la formación del analista, no puede ser una disculpa para volver a encerrarnos. Por otro lado, tampoco creo que se trate, como han dicho algunos, de borrar del mapa los CPCT como si hubieran sido un error en sí mismos. Sí, son las enseñanzas del pase las que hacen avanzar la doctrina analítica pero la posibilidad de sostener en el campo freudiano, quizás en el ICF o en otro lugar, unos dispositivos clínicos que ayuden a una formación clínica orientada por el psicoanálisis, ¿no nos interesa? Quizás decidamos que no, pero considero que en este tema como en otros, se trata de elaborar bien cada experiencia y decidir qué hay que abandonar, qué se debe modificar, y qué habría que renovar, reformular o inventar.
Entonces, volviendo a las Jornadas, leer que su título era “La soledad del analista” me sorprendió. Con todo lo que está pasando –pensé- ¿ahora centrarnos en el tema de la soledad del analista? Tomando las palabras de Eric Laurent, en el editorial del primer 3V, puedo decir ahora que durante meses no pude apropiarme de él, hacerlo mío, es decir, no pude pensar cómo podía, cómo quería yo abordarlo en esos momentos.
Sin embargo, mientras leía el comunicado del consejo de la ELP de ayer (29.9.2009), que nombraba una a una las distintas dificultades a elaborar sentí cierto alivio. No es que dijera nada nuevo pero fue importante para mi conocer la posición del Consejo, saber, o más bien tener constancia, de que los colegas y especialmente aquellos que están en las instancias trabajan tratando de cernir, de nombrar las dificultades actuales que me preocupan, para poder avanzar en su solución o en su tratamiento.
Esto me ayuda a sentirme sola de otra manera, o mejor, a soportar la soledad sin aislarme en la decepción o en el enfado, y a no correr el riesgo de precipitarme a encerrarme en el falso consuelo de hacer grupo con otros también enfadados o decepcionados. La Escuela no es un grupo. El modelo de la Escuela no es el de la psicología de las masas, y esto no deja de presentar como sabemos sus dificultades.
Creo que hay que seguir trabajando “juntos” como pone Eric Laurent en el título del citado editorial, a favor de hacer existir una Escuela que hemos querido marcada por la inexistencia del Otro, sin desesperarnos cuando esa inexistencia se nos presentifica tal cual.
Hoy me parece que la soledad del analista es el mejor título posible para estas Jornadas. Y quiero agradecer al Consejo el haberlo elegido así, como su trabajo, que me ha ayudado a hacer el mío.
Margarita Álvarez
30 de septiembre de 2009
Propuestas de Intervención
Hasta el 15 de octubre
El acto y el pacto
Estimado Eric Laurent,
Su intervención produjo efectos. Es necesario un despertador? A tenor de lo leído en la VVV, sí.
Como mínimo en mi me hizo dar un paso al frente. Hoy me he inscripto en las Jornadas. En los próximos días enviaré una propuesta de texto. La enviaré por los canales previstos, no creo que este sea el lugar pero le adelanto que trata de un tema clave en relación a la soledad del analista, me refiero a la cuestión del Acto Analítico. Es allí donde se presentifica de manera más evidente y descarnada.
Quizás me influencia el sonido del Shofar (sabrá que estos días se ha escuchado en todas las sinagogas del mundo). Una voz, un sonido en medio de multitudes, una soledad entre una muchedumbre.
El Shofar no es lo que era, en el mundo judío de hoy no hay Witz. En nuestra querida Escuela el Witz (el Shofar) ha llegado de afuera, de un éxtimo. Quizás sean los tiempos que corren. Lacan señala que el sonido del Shofar es para renovar el Pacto. No debemos olvidarlo.
Es un problema del tema que no nos convoca? No estoy seguro. Nos cerramos en nosotros mismos?
Un amigo de Valencia ajeno a la ELP, pero interesado por lo Psi me dice que este tema no le interesa. Quizás esto habla de nuestra soledad. En España somos pocos."Los psicoanalistas lacanianos hablan de sus cosas"
Gracias por despertar al deseo!!
Mario Izcovich
Miembro de la ELP
29 de septiembre
Contribuciones a solas
La soledad de la responsabilidad
No hay verdadera soledad antes de la destitución del Sujeto supuesto Saber. Mientras uno hace consistir un Otro completo no está sólo. Está aplastado, inhibido por la suposición de que el Otro lo sabe todo, pero no está solo, de está soledad saludable que permite la producción y el acto.
Uno deja de sentirse solo y empieza a estarlo verdaderamente cuando consiente a la revelación de la inexistencia del Otro. Es ante la falta de garantía, y si descarta la vía del cinismo, que se abre para él una posible responsabilidad. En este sentido, no hay responsabilidad sin soledad. Sin embargo, responsabilidad viene de respondere, y el analista no puede responder de las consecuencias de sus actos sin el Otro de la Escuela.
Hay por tanto dos tipos de soledad: la soledad de la alienación, la que incluye al Otro –aunque sea bajo el modo del rechazo –, que lo hace consistir, a quien supone un saber. Es la soledad de la alienación al Otro de la demanda –aunque sea bajo la forma del reproche, incluso de una falsa indiferencia. Ésta produce la alienación a un grupo con un mismo ideal –aunque sea quedando fuera. Y está la soledad de la separación, la soledad del lado del deseo, del consentimiento a lo más singular de uno, y del que puede servirse de un Otro en tanto semblante porque precisamente ha conseguido dejar de creer en él.
La conocida afirmación de Lacan el analista sólo se autoriza de sí mismo y de algunos otros encierra lo que parece ser una paradoja: solos, pero no solos, pero que no lo es porque se trata de un solos, pero no aislados. No dice o de algunos otros sino y de algunos otros. La Escuela, el analista con quien uno controla, y en algunos casos el cartel del pase son estos otros. El analista se autoriza de sí mismo, es decir a partir de lo que ha podido aislar en su análisis sobre su propio modo de goce, para que esto no haga obstáculo a la experiencia analítica de sus analizantes y, en el mejor de los casos, si ha podido hacer de su síntoma un sinthome, poder usarlo. Pero se autoriza también de algunos otros, es decir de aquellos ante los que expone sus producciones en caso de haber consentido pasar del trabajo de la transferencia a la transferencia de trabajo y por tanto al saber expuesto. Y no hay transferencia de trabajo sin un otro que sólo tendrá por función el hacer de agujero para relanzar el trabajo. Será la responsabilidad de cada uno tomarlo o no.
Isabelle Durand
27 de Septiembre
Estimado Eric:
Aunque este año no asistiré a las Jornadas, no quiero dejar de aportar mi granito de soledad a la VV desde mi perspectiva de analizante. Es una modesta reflexión que pongo a su disposición, si Vd. la considera oportuna.
"La soledad del camino, o el camino de la soledad".
No hay palabra sin silencio donde ser alojada. Tampoco existencia sin soledad en la que inventarse.
Soledad, que no aislamiento, diferencia señalada por JAM en el PIPOL4, abre camino para encontrar la palabra escrita, grabada, en el inconsciente de cada sujeto. Palabra oculta en la maraña de hilos con la que cada cual se la juega.
Soledad malversada, temida, la mayoría de las veces maltratada, y al tiempo descubierta como espacio donde poder ser y donde poder dar un lugar al Otro.
Existe un paso (o pase) desde esa soledad temida y dolorosa, que presta tintes dramáticos a la vida, hasta esa otra soledad imprescindible para poder perfilar un camino propio.
Soledad para poder llegar al propio encuentro, para encontrar las propias inscripciones.
Soledad, compañera del deseo. Al igual la una que el otro, no tienen amo ni dueño. Es la paradoja humana: No hay nada más sólo, más único, más particular, que el deseo, el cual para no quedar sin resto es siempre el deseo del Otro.
Al igual que el deseo la soledad no existe sin el Otro. Los dos solos, acompañándose mutuamente.
Es en la experiencia analítica en la que se pueden encontrar los dos: deseo y soledad.
Analista y analizante: cada uno en su soledad única vivida en el pequeño espacio de una sala de consulta.
Ante la soledad del analista la soledad del analizante. Dos soledades que se contraponen. El analista solo ante lo imprevisible, ante lo arrolladoramente humano que se desliza, muchas veces sin avisar. Sólo de sí mismo, pues hasta de su ser tiene que alejarse para dejar el camino libre al analizante.
El analizante solo ante el silencio, muchas veces el suyo, sus fantasmas, su historia, esa desconocida que siempre le acompaña. También ha de familiarizarse con lo imprevisible.
Imprescindible soledad donde escribir la historia propia con otras tintas, con palabras desconocidas, que a veces angustian hasta hacer cerrar los ojos, para que el miedo no las detenga.
Soledad, papel en blanco donde escribir el relato, espacio que aloja el tiempo. Soledad, lugar de la Otredad, tiempo Otro, otra edad. Soledad, camino para andar.
Josefa Estepa.
Socia de la Sede de Málaga.
29 de septiembre
De la soledad
“Soledad”, así, como estar sólo, es una invención del lenguaje para ocultar que el sujeto, desde que emerge con el ser hablante, está siempre radicalmente solo. La soledad es el estado normal del sujeto, y si hablamos de soledad como momentos de la vida, es para crear la ilusión de que el sujeto, habitualmente no estuviera sólo. También el amor viene aquí a velar la soledad estructural del sujeto. Y las relaciones sexuales, como último intento de engañarse respecto a la soledad inevitable. Ni siquiera se inscriben para el sujeto.
En realidad cuando existe el sentimiento de soledad es, quizá, cuando menos solos estamos, porque es precisamente cuando más presente se nos hace el Otro. Es al Otro a quien el sujeto le cuenta que está sólo, y le dice que a ver qué va a hacer en la vida. Es el temor a la “soledad”, con esa carga de angustia con que se suele manifestar, lo que nos indica que ronda por ahí el objeto causa, opaco pero consistente, y cita al sujeto.
Gran señuelo humano la “soledad”. Hacer desaparecer lo que es un estado permanente, que corresponde a la estructura del ser hablante, como algo episódico, un tiempo del que se pudiera salir. Como un pase de ilusionista: nada por aquí, nada por allá y zás, la soledad. Como una paloma gris que viniera a perturbarnos por arte de magia. Pero la paloma, el encantamiento le viene a recordar al sujeto que siempre estará solo en su relación con el Otro.
También concepto de estirpe religiosa. Amenazante: puedes quedarte solo, si no cumples lo que debes… Y poética: goce del sujeto hablando a un otro del Otro. “Soledades”. También “qué solos se quedan los muertos”… Precisamente cuando el sujeto, tras la muerte, estaría menos solo, pues habita en el decir de los otros mientras perdura su memoria. Hasta su segunda muerte.
Hay otra versión épica de la soledad. “Solo contra todos”, “solo ante el peligro”, recarga imaginaria del Yo que empuja al héroe. Éste sería el menos solo de todos, la patria entera le ama.
Habría “soledades” buenas y malas, diferentes versiones en que se articularía el Otro, y el objeto, para el sujeto.
El psicoanalista es un tipo que sabe que nunca está solo- no es un mago, no hace algo de nada. Sabe que no existe como sujeto sin el Otro, aunque ha tratado de agujerearlo en lo posible. Que el objeto anda siempre merodeando por el entorno. Por eso tiene su estrategia y usa los semblantes.
Cuando decimos con Lacan que el analista está solo frente a su acto, frente al acto analítico, nos referimos a que quizá es el único momento, en ese acto, en el mismo corte donde queda suspendido, solo, el sujeto, y cuando no puede prever los efectos de su acto, la respuesta del Otro. Pero de ese intervalo de soledad real puede desprenderse el objeto causa, que sería hijo de la ignorancia y del deseo del analista. De alguien que, en algún momento, ha conseguido estar solo.
Iñaki Viar
Bilbao , 1 de octubre de 2009
Mensajes
Estimado Eric,
Querido Eric,
Me permito enviarle el texto que voy a dirigir a J.-A. Miller para las Jornadas de la Escuela. La soledad del analista le lleva a elegir interlocutores y me he reído mucho leyéndole en el número 22 del Journal...El Witz que dio en el blanco concierne a su observación sobre la relación amistosa y lúdica del analista con su inconsciente. Le debo haber podido escribir de una manera ligera sobre la tristeza...entonces, ¡gracias!
Muy cordialmente
Jacqueline Dhéret
Traducción: Carmen Cuñat
Querida Marta:
Por si no has recibido mi mail, sobre el asunto de "colgar" el clip musical en el BLOG, te informo de que es IMPOSIBLE, el BLOG no admite archivos musicales, sólo fotográficos y de un peso muy reducido.
Lo que sí se puede hacer es poner un link que lleve al lector al archivo, pero ese archivo tendría que estar alojado previamente en otro servidor... Es lo único que se me ocurre.
Lo siento. Un abrazo,
José Manuel Alvarez
Moción de orden
Lucía D'Angelo
1. Entre los tres hemos hecho un lío con las fechas de los plazos de propuestas de intervención y entrega de textos definitivos para las propuestas "aceptadas" que no paro de recibir demandas de aclaración. No olvide que me ocupo de "Cuestiones generales". Entonces, una "moción de orden" como en el Senado...
Propuestas de intervención: hasta el 15 de octubre
Texto definitivo: hasta el 25 de octubre
2. Propongo que debajo del epígrafe de "Propuestas de intervención" agreguemos "Hasta el 15 de octubre".
3. ¿Qué le parece Eric, si ya abrimos un nuevo epígrafe que diga "Propuestas aceptadas", "Textos definitivos (7500 signos contando espacios), hasta el 25 de octubre"
Propuestas aceptadas
Textos definitivos
(7500 signos contando los espacios)
Hasta el 25 de octubre
1. Rosa Godinez
2. Ricard Arranz
3. Ivan Ruiz
4. Isabelle Durand
5. Juan Pundik
6. Francisco Roca
7. Esperanza Molleda
8. Gloria Flores
9. Pablo Villate
10. Miquel Bassols
11. Mercedes de Francisco
12. Carmen Cuñat
13. Fernando Martín Aduriz
(al 1º de octubre de 2009)
Envíos a la Vanguardia de Valencia, mencionando para la VV : ericlaurent@lacanian.net
Cuestiones generales: lucia_dangelo_m@yahoo.es
Problemas de difusión: martad@lacanian.net
Difundido por la lista ELP - Debates
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