SOBRE LA ESCRITURA DEL EGO
Jaime Castro
Jaime Castro nos lleva paso a paso por la enseñanza de Lacan sobre el cuerpo en Joyce: la gramática pulsional, el dejar caer la relación con el propio cuerpo y el ego, el error en nudo borromeo y el inconsciente ligado a lo real. ¡Buena lectura!
En el capítulo X, “La escritura del ego” de El Seminario 23, El Sinthome, Lacan señala que para Joyce “la escritura es esencial a su ego”.(1) Para desarrollar esta idea, entre otros aspectos, retoma que la falta es la expresión de la vida del lenguaje. Es un capítulo lleno de homofonías y juegos de lenguaje. Dice por ejemplo, que gracias “al lenguaje vida es algo totalmente distinto de lo que se llama simplemente vida”. Otro ejemplo: “lo que significa muerte para el soporte somático tiene tanto lugar como vida en las pulsiones que dependen de lo que acabo de llamar la vida del lenguaje”.(2) Vemos, entonces, que Lacan plantea que la pulsión está ligada a una gramática que toca los agujeros del cuerpo.
Ante la pregunta de quién sabe lo que pasa en su cuerpo, retoma de la obra autobiográfica de Joyce El retrato del artista adolescente una escena en la que él recibe una paliza de parte de sus compañeros. Stephen, el nombre del protagonista, se interroga después de los hechos el por qué no está resentido. Lacan comenta algo muy preciso al respecto, lo cito: “(Joyce) se expresa entonces de una manera muy pertinente, como puede esperarse de él, quiero decir que metaforiza la relación con su cuerpo. El constata que todo el asunto se suelta como una cáscara”.(3)
Leamos directamente el texto de Joyce en El Retrato del artista adolescente en donde Stephen se refiere a la paliza que recibió de parte de sus compañeros: “Y aún aquella noche, al regresar vacilante hacia casa a lo largo del camino de Jone, había sentido que había una fuerza oculta que le iba quitando la capa de odio acumulado en un momento con la misma facilidad con la que se desprende la suave piel de un fruto maduro”.(4)
Más adelante, cuando Stephen se preguntaba por qué su alma era incapaz de albergar las pasiones del amor y el odio, dice: “A menudo había sentido un breve acceso de cólera, pero nunca había sido capaz de conservar su resentimiento largo rato, sino que había sentido que se iba desvaneciendo enseguida como una cáscara o una piel que se desprendiera con toda suavidad de su propio cuerpo”.(5)
Retomemos la pregunta de Lacan: “¿Quién sabe lo que pasa en su cuerpo?”.(6) A partir de ella precisa que en su enseñanza él ha intentado articular que el inconsciente “no tiene nada que ver con el hecho de que uno ignore montones de cosas respecto de su propio cuerpo”. Más adelante, agrega que lo que se sabe es de una naturaleza significante. Así en Freud, la noción de inconsciente se apoya en lo que se ignora del cuerpo. Lo cito: “El inconsciente de Freud es justamente la relación que hay entre un cuerpo que nos es ajeno y algo que forma círculo, hasta recta infinita, y que es el inconsciente, siendo estas dos cosas de todos modos equivalentes una a la otra”.(7)
Ahora bien, al explicar la escena de Stephen, Lacan señala primero que tenemos una relación confusa con nuestro cuerpo que implica afectos, se trata de una relación psíquica, es una imagen “que se afecta, que reacciona, que no está separado”.(8) Es precisamente esto lo que no sucede en Joyce y que se ve muy bien descrito en la escena de la paliza. Dice Lacan: “En Joyce solo hay algo que no pide más que irse, desprenderse como una cáscara”.(9) El punto a subrayar es la ausencia de afecto ante la violencia que sufrió por parte de sus compañeros, que da cuenta de una particular relación con su propio cuerpo. Lacan precisará que en Joyce la relación imaginaria se escurre, no tiene lugar, se desprende el anudamiento con lo Real y lo Simbólico.
A partir de lo anterior, se precisa que la relación con el cuerpo es del orden del tener. Lo cito: “Uno tiene su cuerpo, no lo es en grado alguno…la forma, en Joyce, del abandonar, del dejar caer la relación con el propio cuerpo resulta completamente sospechosa para un analista, porque la idea de sí mismo como cuerpo tiene un peso. Es precisamente lo que se llama el ego”.(10) Más adelante, diferencia la relación que el hombre tiene con su cuerpo a nivel del tener, de lo que define al sujeto en tanto representado por un significante ante otro significante. Lacan explica que el ego es llamado narcisista porque sostiene el cuerpo como imagen, cosa que no sucede en Joyce, en donde la imagen no está implicada, mostrando así lo particular de la función del ego en él.
¿Cuál es la manera como Joyce resuelve esta falla en el anudamiento de lo Imaginario con lo Simbólico y lo Real? Al respecto Lacan señala que Joyce a través de la escritura, la escritura del ego, restituye el nudo borromeo anudando lo que estaba desanudado de lo Imaginario con lo Simbólico y lo Real. Lacan nos deja una pregunta: “¿Qué Joyce sea el escritor por excelencia del enigma no sería la consecuencia del ensamblaje tan mal hecho de este ego, de función enigmática, de función reparatoria?”.
Notas
1 Lacan, J., El Seminario 23, El Sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 147.
2 Ibíd, p. 146.
3 Ibíd, p. 147.
4 Joyce, J., El retrato del artista adolescente,. Versión digital descargada de www.libro.dot , p. 35.
5 Ibíd, p. 64.
6 Lacan, J., El Seminario 23, El Sinthome, Op. Cit., p. 146.
7 Ibíd, p. 147.
8 Ibíd.
9 Ibíd.
10 Ibíd.
UNA EXTERNALIDAD SOCIAL, CORPORAL Y SUBJETIVA EN LA PSICOSIS ORDINARIA
Inés Anderson
Hoy ofrecemos dos textos: el de Inés Anderson relacionado con lo que nos enseña la relación al cuerpo en las psicosis ordinarias y el de Luz Elena Gaviria que nos muestra como la clínica del fin de análisis y la del autismo nos orientan sobre el verdadero estatuto de lo real en la experiencia analítica. ¡Buena lectura!
El autismo un nombre de lo real, del cuerpo hablante
Luz Elena Gaviria
UNA EXTERNALIDAD SOCIAL, CORPORAL Y SUBJETIVA EN LA PSICOSIS ORDINARIA
Inés Anderson
Hoy ofrecemos dos textos: el de Inés Anderson relacionado con lo que nos enseña la relación al cuerpo en las psicosis ordinarias y el de Luz Elena Gaviria que nos muestra como la clínica del fin de análisis y la del autismo nos orientan sobre el verdadero estatuto de lo real en la experiencia analítica. ¡Buena lectura!
En
esta contribución trabajo el texto “Efecto retorno sobre la psicosis
ordinaria” de Miller(1) que me parece fundamental. Esta clínica que Miller
califica de muy delicada es una clínica de la tonalidad, una cuestión de
intensidad, de más o menos, que podría orientarnos hacia lo que Lacan
llama “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de
la vida en el sujeto”.
Miller
sitúa este desorden de tres maneras diferentes: en lo social, manera en
que los sujetos sienten el mundo que los rodea; en lo corporal, manera
en que sienten su cuerpo y en lo subjetivo, manera en que se refieren a
sus propias ideas. Miller entonces organiza este desorden relacionándolo
a una triple externalidad: social, corporal y subjetiva.
En
la externalidad social podemos encontrar que el sujeto no se ajusta
constituyéndose misteriosamente una barrera invisible, un desenganche,
desconexión; o una identificación positiva o identificación demasiado
intensa en su función social cuya perdida podría generar un
desencadenamiento.
La
externalidad corporal tiene que ver con el Otro corporal, el cuerpo
como Otro para el sujeto. Hay un desajuste, un desorden íntimo donde el
sujeto tiene que inventarse lazos artificiales para reapropiarse de su
cuerpo, como una prensa para unirse a su propio cuerpo. En términos de
tonalidad y de exceso, la neurosis está limitada por el menos phi; en la
psicosis ordinaria se siente el infinito en la relación del psicótico
ordinario a su cuerpo.
En
la externalidad subjetiva encontramos un indicio de vacío o de vaguedad
de una manera no dialéctica. Puede haber una fijación de la
identificación con el objeto a como desecho. Identificación no
simbólica, sino real porque sobrepasa la metáfora; identificaciones
construidas como popurrí.
Este
desorden está pegado con alfileres por lo que podemos conectar los
pequeños detalles que están distantes los unos de los otros con un
desorden central. Si no reconocemos una neurosis ni signos evidentes de
psicosis, busquemos los pequeños índices de la forclusión.
Con
este nuevo significante de psicosis ordinaria, Miller no nos da un
saber-hacer sobre la utilización de ese significante, sino quiso hacer
una apuesta de si iba a provocar un eco en el clínico.
Notas
Miller,
J.-A. “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria” Revista
Consecuencias. Revista digital de Psicoanálisis, Arte y Pensamiento,
Edición no. 15, mayo de 2015.
Conferencia pronunciada al seminario anglófono "Psicosis ordinaria" realizado en París en julio de 2008.
Disponible
en:
http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Alcances/Efecto-retorno-sobre-la-psicosis-ordinaria.html
Luz Elena Gaviria
La
enseñanza de Lacan a la altura de sus últimos seminarios, le da
prevalencia al acontecimiento traumático que inaugura la incidencia de
lalengua sobre el ser hablante, precisamente sobre el cuerpo que hace
soporte al goce lo cual provoca una disarmonía originaria que no puede
ser reparada, ni curada. En consecuencia, este traumatismo de lalengua,
que no hace referencia a códigos, ni mensajes, produce un acontecimiento
de cuerpo que fija un goce en el cuerpo hablante; es decir se corporiza
ese significante que hace un escrito en el cuerpo que no se borra, sino
que itera.
Este
encuentro fija algo, lo que testimonia del traumatismo pero también de
un goce que ha sido desviado. Dice J.-A.Miller “…esta conexión del Uno
y del goce, en lo que hace a la experiencia analítica, está fundada
precisamente en aquello designado por Freud como fijación… Punto de
fijación quiere decir que hay un Uno de goce que vuelve siempre al mismo
lugar –y es por eso que nosotros lo calificamos de real… De ahora en
más, nuestra experiencia pone al analizante en lucha con aquello que de
su goce no produce sentido… con el Uno del goce”.(1)
La
clínica de los AE, y la del autismo nos enseñan sobre el verdadero
estatuto de lo real en la experiencia analítica, dice Laurent, “El
autismo: un nombre de lo real”…(2) si bien el autista no es un cuerpo
sometido a discurso alguno, no es ajeno a las resonancias de lalengua
sobre él. Ambos parlêtres ilustran del acontecimiento de cuerpo efecto
de lalengua que itera, y está escrito en el cuerpo hablante; pero los AE
dan cuenta de la elucubración de saber sobre lalengua, que “es una
articulación de semblantes efectos de lo real y a la vez lo encierran”.(3)
Los
testimonios de los AE ilustran esos dos goces: el goce de lalengua y el
goce de la palabra. Uno es el goce que es previo a la constitución
imaginaria o simbólica del mismo, antes de cualquier tratamiento del
Otro. Dicho goce supone el pasaje del Uno del cuerpo al Otro del
lenguaje como aparato de acceso al goce del propio cuerpo y otro es el
goce efecto del encuentro del cuerpo hablante con el Otro del lenguaje.
Dice
Miller J.-A.: “el cuerpo hablante goza, pues, en dos registros… Por eso
el cuerpo hablante está dividido en cuanto a su goce no es unitario
como lo imaginario lo hace creer”.(4) La oposición entre sentido y goce en
la práctica analítica, compromete un direccionamiento de la
intervención que podría estar en unos momentos en el efecto del sentido y
de ahí su interpretación, o por el contrario estar orientado por el
goce sin sentido, es decir el efecto en el cuerpo, lo que conlleva a
seguir el rastro a lo real antes que a los significados, ya que como
dice Lacan: “No es a su conciencia a lo que el sujeto está condenado,
sino a su cuerpo”.(5)
Notas
1 Miller, J. A., El ser y el Uno, Curso de la Orientación Lacaniana III, 13, Lección 9, miércoles 30 de Marzo de 2011, inédito.
2 Laurent, E., La batalla del autismo, Grama/Navarin, Buenos Aires,. 2013, p. 220.
3 Miller J. A. El inconsciente y el cuerpo hablante
4. Ibíd.
5 Lacan J., “Respuesta a estudiantes de filosofía”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 224.
Con esta última entrega, huella escrita de nuestros intentos de trasmitir una parte del trabajo que hemos venido realizando en las sedes y delegaciones a propósito del tema del congreso “El cuerpo hablante”. Sobre el inconsciente en el siglo XXI, nos despedimos de nuestros contribuyentes y lectores con quienes establecimos una transferencia de trabajo. Gracias a ustedes ha sido posible sostener semana a semana cada una de estas ediciones, gracias.
En esta última entrega María Hortensia Cárdenas logra mostrar en su texto como en la última enseñanza de Lacan se problematizan tanto la transferencia como suposición de saber, como la interpretación como desciframiento de sentido ¿cómo situar ambos conceptos en coordenadas distintas? ¡Buena lectura!
PARLÊTRE: INTERPRETACION Y TRANSFERENCIA
María Hortensia Cárdenas
Con esta última entrega, huella escrita de nuestros intentos de trasmitir una parte del trabajo que hemos venido realizando en las sedes y delegaciones a propósito del tema del congreso “El cuerpo hablante”. Sobre el inconsciente en el siglo XXI, nos despedimos de nuestros contribuyentes y lectores con quienes establecimos una transferencia de trabajo. Gracias a ustedes ha sido posible sostener semana a semana cada una de estas ediciones, gracias.
En esta última entrega María Hortensia Cárdenas logra mostrar en su texto como en la última enseñanza de Lacan se problematizan tanto la transferencia como suposición de saber, como la interpretación como desciframiento de sentido ¿cómo situar ambos conceptos en coordenadas distintas? ¡Buena lectura!
Alba Alfaro, Fernando Gómez, María Cristina Giraldo y Piedad Ortega de Spurrier
Cómo
se interpreta depende de la noción que se tenga del inconsciente. A
diferencia de la interpretación freudiana que descubre el significado
sexual reprimido del síntoma ‒es lo que Freud nos enseñó desde las
primeras histéricas‒ la interpretación lacaniana señala el agujero de la
no relación sexual. Tiene el efecto de hacer ver lo imposible de decir
más allá de la represión. El psicoanalista lee en lo que se dice pero
para leer tiene que transmutar la palabra en escritura, solo se lee la
escritura. Lo que se produce es el inconsciente mismo: cuanto más se
interpreta más se confirma el inconsciente, dice Lacan.(1) Pero a lo que
se apunta es a reconducir el sentido al goce porque finalmente solo da
sentido lo que hace gozar. La interpretación se dirige a la repetición
para ubicar el límite que se impone al saber. Lacan nos invita a un
nuevo uso de la interpretación. ¿Qué de la interpretación al analizar al
parlêtre, de una interpretación que no alimentaría el sentido? ¿Cómo la
intervención del analista, el acto analítico, puede tener efectos de
revelación en el parlêtre y dar luces sobre una dimensión nueva del
saber? ¿Qué es lo que los testimonios del pase nos enseñan al respecto?
Igualmente
podemos problematizar el concepto de transferencia hoy, qué de la
actualidad de la transferencia. Conocemos la enseñanza de Lacan en el
Seminario 11 que un análisis es posible por una suposición y que este es
el pivote de la transferencia simbólica: “formación de vena y no de
artificio, desprendida del psicoanalizante” –dice Lacan en la
“Proposición”(2) para sacar a la transferencia del plano imaginario del
amor. Aquí se trata del amor que se transfiere al inconsciente que pone
en marcha la suposición de saber. Si el fin terapéutico es revelar la
causa y la satisfacción del síntoma no por eso el síntoma se cura de
manera absoluta. En el mejor de los casos se encuentra un saber hacer
con el síntoma, con los restos sintomáticos no analizables.
Pero
los conceptos de transferencia e inconsciente también están articulados
solo que en la última enseñanza de Lacan la reflexión sobre la
transferencia parece que desaparece. Lo que sostiene un análisis es
reemplazado por la urgencia pulsional. En la muy última enseñanza de
Lacan nos topamos con el acontecimiento del inconsciente real, ese que
no es transferencial, que no enlaza significantes, solo da cuenta de la
repetición incesante de una modalidad de goce innombrable. El sujeto
supuesto saber es la conexión entre un significante y otros, y en el
inconsciente real no hay conexión entre significantes, que sabemos es el
fundamento de la transferencia y de la práctica psicoanalítica. En el
Seminario 11 Lacan enseña que el inconsciente no tiene ser, y que aspira
a realizarse, es un querer ser. El psicoanalista dirige la cura
acompañando al analizante a que pueda realizarse como saber supuesto.
Pero en la última enseñanza de Lacan encontramos que más que saber lo
que hay es satisfacción, goce marcado por una opacidad de sentido. El
analista solo es instrumento para hacer pasar el inconsciente
transferencial al inconsciente real y es todo un problema porque lo real
se resiste a ser nombrado. Entonces, ¿cómo darle cuerpo a la
transferencia si de lo que se trata no es tanto del saber sino de la
satisfacción? ¿Cómo por el efecto del análisis poder encontrar una
modalidad inédita de satisfacción? ¿Qué de la posición del analista,
cómo hacerse partenaire del modo sinthomático de goce del analizante?
Lacan
nos orienta: “El inconsciente, es que en suma uno habla –si es que hay
parlêtre– solo. Uno habla solo porque no dice jamás sino una sola y
misma cosa – salvo si uno se abre a dialogar con un psicoanalista. No
hay medio de hacer otra cosa que recibir de un psicoanalista lo que
molesta de su defensa”.(3)
Notas
1 Lacan, J., "Radiofonía", Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 441.
2
Lacan, J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista
de la Escuela”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.
3 Lacan, J., Seminario 24, "L'insu que sait de l'une-bévue s'aile à mourre", clase del 11 de enero de 1977, inédito.
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