Paradojas
Al
escuchar a Laurent y transcribir sus citas de Lacan, temo que se lean
literalmente, porque entonces no tienen sentido. Pero, luego me digo, muy
lacaniano, que lo que se entiende a la primera no merece la pena ser entendido.
De hecho, los intelectuales neoyorquinos –una cultura más literal que la
parisina– decían que Lacan se reía de sus seguidores al proponerles paradojas
incomprensibles. Woody Allen repuso que Lacan era tan ininteligible como Joyce,
porque lo real no tiene por qué ser comprensible y menos para según quien. Así
que antes de interpretar las paradojas de Lacan, les invito a dejarlas resonar
en el recuerdo de su experiencia. Y, si no hay eco, pues hasta la próxima
contra, espero. Y gracias por intentarlo.
Lluís Amiguet
Darwin es hoy la
ciencia; Marx sólo historia. ¿Qué queda de Freud?
Hoy respiramos
Freud: neurosis, psicosis, frustración, represión, delirio... Son las palabras
freudianas con las que nos explicamos cada día a los otros y a nosotros mismos.
¿De Freud sólo
quedan esas palabras?
Frente al
puritanismo victoriano, Freud explicó que hay facetas del ser humano que no se
pueden reprimir sin que reaparezcan y se manifiesten de otro modo...
...Para hacernos
sufrir una neura.
Y lo hizo dando la
palabra a quienes no la tenían: las mujeres. Era una palabra que esperaba ser
escuchada y que había sido condenada como una enfermedad mental, la histeria,
pero que revelaba la verdad al denunciar la mentira de la sociedad autoritaria
que las reprimía.
Cada época tiene
sus verdades.
Pero de verdad
interesante es ver cómo oculta sus mentiras.
¿Cuál es
nuestra histeria hoy?
Freud
deconstruye con lucidez la psiquiatría de su tiempo e investiga si la sociedad
–el orden– necesita represión para existir: si requiere un cierto grado de
malestar del individuo, que define como “el malestar de la civilización”. El
capitalismo victoriano creía que sin represión el orden social degeneraba en
caos.
Hoy creen que si
nos dieran empleo fijo y buen sueldo, nos volveríamos todos vagos.
A cambio, la
biopolítica neoliberal nos permite pasar de la sociedad de la disciplina a la
de la permisividad y de la represión a la adicción.
Del hambre a la
obesidad y a la dieta.
La adicción a la
comida, al sexo, al trabajo, o a correr maratones es la consecuencia de la
búsqueda del placer llevada al extremo. Sólo después, en la cura de la
adicción, se nos aplica disciplina y límites.
Es la paradoja
de caer en la adicción para que alguien te ponga límites al curarla.
Siguiendo a Freud,
Jacques Lacan buscó continuar explicando nuestra mente y nuestra conducta.
Creía que el inconsconsciente tenía una gramática propia y estudió y usó las
paradojas de la lógica formal para explicarla.
Pues hoy aún
tiene parroquia.
Como Foucault,
Barthes, Derrida, Bourdieu... Eran los grandes pensadores del 68 que, además,
hacían de sus teorías modos de vivir y entender la vida; como hizo el propio
Lacan.
¿Cómo entendía
la vida Lacan?
La revolución del
68 significó el advenimiento de la liberación del principio del placer...
Se liberaban no
sólo en la fábrica sino también en la calle, en la mesa y en la cama.
Lacan no se oponía,
pero no quiso ser un gurú: simplemente trató de encontrar y compartir
instrumentos intelectuales para interpretar nuestra mente y nuestra conducta.
Por ejemplo.
Veamos su primera
paradoja: “La mujer no existe: sólo existen las mujeres de una en una”.
¿Y el hombre sí
que existe?
El hombre tiene un
falo, que es exterior; es patente y obvio y con él puede convertir con
facilidad su placer en categoría. Por eso, lo que quiere el hombre se puede
producir en masa y por eso hay una industria del sexo, pero sólo está pensada
en masculino. Sólo para ellos.
No hay clubs de
prostitutos para ellas.
“Porque los
hombres, el hombre, sabe lo que quiere. En cambio, no se sabe lo que quiere
cada mujer, porque cada una quiere algo diferente e individualiza su goce”. Por
eso, en ellas se observa mejor esa angustia, tan personal, que sentimos al
acercarnos al objeto del placer.
Si es así, la
pareja es frustración segura.
Es lo que viene a
decir la siguiente paradoja de Lacan: “La relación sexual no existe” . La
relación entre hombre y mujer no se puede articular de forma satisfactoria,
aunque ellos y ellas sean cada vez más iguales.
¿La pareja entre
iguales no es mejor?
Lacan contradice a
Simone de Beauvoir, que promete que la igualdad hombre-mujer hará posible una
relación satisfactoria de pareja. Él sostiene que, al contrario, cuanto más
iguales sean, más se manifestará el imposible de relacionarse con plenitud
entre hombre y mujeres. Y hoy hay más igualdad, sí, pero en paralelo a un auge
de la relación homosexual.
Si no existe la
mujer ni la relación hombre-mujer, qué existe entonces?
La tercera paradoja: “Los dioses existen”. Porque la experiencia real de un dios es como la del
antiguo Dioniso-Baco, el del éxtasis y el vino: el goce de la droga no es más
que el de tener dentro a un dios más grande que uno mismo que te hace
trascender tus propios límites.
En ese sentido,
dios existe: en cada copa.
Y por eso Lacan
sostuvo, pese al pleno auge del ateísmo, que la religión que te transforma en
otro iba a ser más importante que nunca.
Ahora mismo
provoca varias guerras.
Lacan añade que
“Dios sigue interviniendo en la vida de los hombres en forma de mujeres”: la
mujer es real, los dioses son reales, pero la relación sexual no existe. Porque
al final, sólo es la mujer –el peso de la mujer amada– la que reordena la vida
de un hombre y le da sentido.
¿El amor es
nuestro último dios?
Los hombres
reordenan su vida en relación a las mujeres que aman. Es la amada la que se
convierte en el dios que se apodera de él, lo habita y lo transforma. Y le dejo
con el último aforismo lacaniano que reúne los anteriores: “Lo que quiere la
mujer, Dios lo quiere”.
From: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160523/401977088951/la-mujer-no-existe-existen-las-mujeres-de-una-en-una.html
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