El psicoanalista francés ha devuelto al psicoanálisis
su valor subversivo. Hizo de él más que una terapia, una filosofía que combina
poesía, rigor y libertad de palabra.
De acuerdo a Émile Jalley, quien recientemente
publicó un compendio sobre el psicoanálisis en Francia hoy (La Psychanalyse
et la psychologie aujourd’hui en France, Vuibert), éste se encuentra
ilustrado por “una treintena de creadores de primera línea”. ¡Uf! ¿Cómo hacer
justicia a este gentío? Lo más simple es buscar el árbol propio que no nos deja
ver el bosque. Existe: es Lacan. Desde hace medio siglo, la pregunta “¿está ud.
a favor o en contra de Lacan?” resume al psicoanálisis francés en su conjunto.
Incluso su muerte (el 9 de septiembre de 1981) nada ha cambiado.
En los años ’20 y ’30, muchos en Francia se
impacientaban por el espíritu germánico extendido en la obra de Freud, se
esperaba que saliera el sol del genio latino y que disipara las brumas del
Norte. El joven Lacan, nacido en 1901, era él mismo germanista y sin duda el
único en Francia que conocía su Freud como la palma de su mano. Ya se lo
reprochaba por no escribir como es debido, sino a lo alemán. André Breton viajó
a Viena en 1921. Decepción: “casa de apariencia mediocre”, “ancianito sin
facha”, “no le gusta mucho Francia”, “pobre consultorio de médico de barrio”.
Lacan se abstuvo de hacer lo mismo; se contentó con enviar su tesis de
psiquiatría sobre “La paranoia de autopunición” (1931) a Freud, quien acusó
recibo. ¿Existe el “psicoanalista a la francesa”? Hay que considerar lo
extranjero para discernir sus rasgos. El analista inglés es un empirista; solo
conoce el caso singular, es dado al escepticismo con respecto a las ideas
generales y, ante todo, a los extraños hallazgos de Freud. El analista
americano también es un empirista, pero cientificista en este caso, padece
enormemente que los resultados de la cura no puedan ser datos de prueba
respaldatorios, “evidence-based”; deposita sus esperanzas en las neurociencias.
En cuanto al analista francés, se lo considera un letrado y un sutil lector de
Freud; se lo encuentra arrogante; en resumen, es un lacanoide, una imagen de
Lacan, pero más refinado que el original.
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