La propuesta de participar en esta reunión del GTyA,
que ha tomado este curso el libro de Bauman Vidas de consumo, me ha
permitido trabajar el tema del olvido en referencia a una cuestión clínica.
Para hablar del olvido hay que distinguir el olvido como la capacidad de la
memoria, los mecanismos sociales del olvido y el olvido como síntoma. Me quiero
referir aquí al olvido como síntoma, no del lado del significante como
formación del inconsciente sino del olvido producido por el dominio del objeto.
La reflexión que quiero presentar tiene así su punto
de partida en algo que he observado en algunos casos en los que el consumo
realizado para olvidar en realidad genera una actuación orientada por el goce y
el olvido subsecuente es en realidad el testimonio del borramiento del sujeto
por efecto del pasaje al acto.
La relación no regulada con el objeto
No es ajeno a esta perspectiva el sesgo que toma el
trabajo de este GI a partir del consumo como significante de actualidad. La
toxicomanía remitía a la "preocupación caprichosa" -aquí el capricho
es emergencia de la tendencia no disciplinada-, por una sustancia toxica. La
adicción generalizada cambia la perspectiva y pone en primer plano el hábito de
quien se deja dominar por una droga o una afición desmedida. La adicción hace
referencia a este punto de sin medida en la relación con el objeto, es decir, a
una desregulación que da cuenta del primado del goce.
Se trata del hábito en el sentido aristotélico que es
aquello en función de lo cual nos comportamos bien o mal respecto a las
pasiones. La pasión es emergencia de la naturaleza, el hábito no es por
naturaleza sino por aprendizaje e implica la repetición práctica, es por ello
que Aristóteles lo considera una segunda naturaleza. Los malos hábitos en
relación a las pasiones son vicios, los buenos, virtudes.
El consumo implica un objeto, se trata de utilizar un
bien para satisfacer una necesidad o un deseo. El consumismo, tal como lo
señala la Real Academia, es una "tendencia inmoderada a adquirir,
gastar o consumir bienes, no siempre necesarios".
Bauman desarrolla el tema del consumo y ubica el objeto
como promesa de satisfacción del deseo y la creencia del sujeto en el mismo. La
subjetividad del consumidor se reduce a producto que se vende para ser
consumido y descartado. El nuevo libro del prolífico Bauman se titula Mundo
consumo y en él se ve que Bauman intenta trabajar el goce, si bien señala
que la jouissance de los franceses le resulta incomprensible. Sin
embargo hay algo irreductible que le lleva a considerar el proceso civilizador
como permanente y la sustancia misma de la civilización.
El punto de capitón y la temporalidad
Bauman habla del tiempo puntillista y de la doble
promesa de la modernidad líquida en relación al tiempo, la de adelantarse al
futuro y despojar de poder al pasado y de cómo esto se sintomatiza en el
vínculo bajo la tiranía del momento. Para nosotros se trata de un problema con
el punto de capitón que es desde donde se historiza. Sin embargo no es
solamente el significante el que se halla en juego ya que para el psicoanálisis
tiempo y objeto van juntos.
Freud plantea la cuestión del tiempo en relación con
el goce y ubica que hay un exceso o un menos, un anticipar o un diferir.
Se trata, por decirlo así, del tiempo del trauma como
fundacional ya que allí se inscribe la modalidad de hacer con el tiempo porque
se marca con el goce, con la vivencia de la satisfacción lo que incluye la
relación con el Otro. Es por ello que el tiempo cronológico, es decir, el
tiempo social, se subjetiva por efecto de la elección sobre el goce. El sujeto
es efecto de esa respuesta y por eso lee siempre el tiempo de la misma manera.
Lacan, en Hamlet1, señala que en
la neurosis lo que constituye el sustrato de la relación con el objeto en el
plano fantasmático es la relación del sujeto con el tiempo y agrega: "El
objeto se carga de esa significación que se persigue en lo que llamo la hora de
la verdad. El objeto siempre llega con retraso o con demasiada antelación."
Se repite algo del trauma inicial, "demasiado pronto" o
"demasiado tarde", lo que Lacan llama una inmadurez fundamental.
Por eso Lacan precisa que el sujeto aprende a leer la
hora en el objeto lo que quiere decir que cada uno es una medida del tiempo por
eso es necesario el tiempo social del reloj. Si bien este reloj social acelera
cada vez más hay que ver los efectos de esa incidencia sobre el reloj
individual. Del lado del síntoma social se puede decir que todos sufrimos de no
tener tiempo pero en realidad el tiempo no se tiene se hace de acuerdo a la
relación que se sintomatice con el objeto.
El olvido y el tiempo
Una de las consecuencias que Bauman señala tiene que
ver con el tiempo y el olvido:
"El proceso de aprender y el proceso de olvidar
tampoco tienen la menor oportunidad de escapar a la "tiranía del
momento" auxiliada y apuntalada por el continuo estado de emergencia, ni
al tiempo que se disuelve en una serie de "nuevos comienzos" dispares
y aparentes aunque engañosamente desconectados. La vida de consumo sólo puede
ser una vida de aprendizaje rápido, pero también debe ser una vida en la que
todo se olvida velozmente."2
También señala que los servidores almacenan
información para desplazar el aprendizaje y reemplazarlo por el olvido.
Para Bauman se trata entonces de la dificultad para
pensar, para analizar y para hacer vínculo con otros, para actuar en
consecuencia por eso hay un problema con la responsabilidad.
Desde el psicoanálisis podemos ver como la lógica de
conexiones y desconexiones señala que, enredados en la tiranía del momento, no
hay tiempo para la fijación con la consecuente desregulación que esto produce.
También repercute en la falta de registro de lo que sucede como testimonian las
respuestas del tipo "me olvidé", "no me di cuenta",
"yo desconecto", que son habituales.
El olvido y el significante, las formaciones del
inconsciente
Freud, en el artículo de 1898 "Sobre el mecanismo
psíquico de la desmemoria"3, registra un episodio sucedido
en un viaje. Freud presta atención a la significación y demuestra que el olvido
sintomático es una forma de memoria precisa.
Lo que aparece como síntoma es el olvido de Signorelli
que da cuenta de algo anterior que ha sido reprimido. Freud demuestra la
existencia de una lógica inconsciente y que el olvido tiene una relación con un
nombre sustitutivo. Así las sustituciones realizadas son testimonios de la
existencia de lo reprimido y de su retorno vía significante.
Es por esto que Freud transforma el olvido en un
síntoma ya que guarda, al modo de la represión, la memoria de algo que se
censura. Sin embargo, esa censura y sus transformaciones muestran, a su vez,
algo de lo olvidado ya que se genera una metáfora de sustitución.
En la actualidad una línea de trabajo interesante es
el tema de la memoria histórica porque se entiende como investigar la forma de
evitar el olvido. Pero eso no es una falla de la memoria sino el rechazo a
saber. Así se puede pensar que los restos que escapan del agujero del olvido
enseñan sobre el escenario de goce en el que se produjeron.
Una viñeta
En el trabajo clínico, sobre todo con jóvenes cuando
hay consumos, suele aparecer con frecuencia la referencia al olvido en una
doble vertiente, el olvido de las circunstancias problemáticas que se tratan
con el consumo, pero después hay un pasaje al acto y un nuevo olvido en el
sujeto que queda confrontado con las consecuencias del mismo. Se trata de un
olvido diferente a la incidencia de una formación del inconsciente.
Una joven angustiada fuma porros para calmarse.
Después con sus mejores abalorios se va de fiesta, más porros, alcohol,
pastillas. Regresa al otro día a su casa, a partir de un momento, dirá,
"se me olvida todo". ¿Qué la trae a consultar? No el consumo
precisamente sino el acto que reintroduce la angustia porque en realidad ese
olvido segundo da cuenta de algo que repite y que la lleva a practicar sexo de
manera compulsiva y, esto es lo que la horroriza.
Es interesante detallar el tratamiento paradojal que
ella da a la angustia. La angustia aparece cuando va a hacer una salida
nocturna. Después aparecen los porros que calman la angustia y la ayudan a
salir. Pero, y esto lo he visto en otros casos, el funcionamiento de la
sustancia no va del lado del deseo sino que abre la puerta a la realización
fantasmática. En realidad la angustia primera se refiere a la inseguridad pero
no como se entiende habitualmente sino a la inseguridad que da sentir el
peligro del pasaje al acto. Pero el sujeto no puede servirse de la angustia
como brújula y no se interroga sino que intenta aplacarla.
Con la sustancia "eso" se olvida pero se
autoriza el goce que se presenta y que da cuenta de un estrago permanente
porque no puede decir no a la demanda sexual. La actuación muestra el
borramiento del sujeto que en este caso la lleva a darle una dimensión de acting
en la medida que trae al psicoanálisis lo sucedido. En realidad el segundo
olvido -que implica despertarse en la cama de alguien que no conoce y que la
pone en riesgo - por sus efectos le lleva a tocar un sin sentido radical.
Conclusión
Más allá de la importancia de ver en cada caso como
funciona la relación con el objeto adictivo hay que señalar que es un intento
de tratar la dimensión del sin sentido que se presenta de diferentes maneras en
cada caso. Esa forma de tratamiento suele ser paradojal porque en realidad es
una autorización al goce sin regulación.
Es verdad que la actualidad hace más presente el
malestar de vivir, alguien me decía que esperando estos días en un aeropuerto,
cansado e impotente, experimentado la inexistencia del Otro de múltiples
maneras, se sostuvo del objeto oral de manera compulsiva. De estos breves
episodios se puede hacer una psicopatología de la vida cotidiana actualizada
del lado del objeto.
Sin embargo, en los casos donde el sujeto trata su
malestar de manera habitual con esos objetos el mismo tratamiento genera los
pasajes al acto que siempre tienden a ser explicados por la propiedad del
objeto mismo. No es el objeto que produce el pasaje al acto. Cuando se dice
Internet produce adicción se constata que el sujeto lo usa para ver siempre lo
mismo, para recrear su escenario de goce que es lo verdaderamente adictivo. Si
es un lugar común decir que se consume para olvidar se puede agregar un matiz.
El sujeto es olvidado porque hay algo que no se olvida como la memoria más
precisa y es la marca de goce que se hace pasaje al acto.
Notas
- Lacan, J. (1993) "Hamlet". En Freudiana 8. Barcelona. p.15
- Bauman, Z. Vidas de consumo p-133
- Freud, S. "Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria". En Obras Completas. Amorrortu. Buenos Aires. 1979., T.III
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