Mauricio Tarrab presentó el texto que se publica a continuación.
El procedimiento de Susy
Presentación del libro PROCEDIMIENTO. Memoria de la Perla y la Ribera de Susana Romano Sued
Por Mauricio Tarrab
Conozco a Susy desde que eramos chicos. Es mi prima. Mi abuela no dejaba de hablar de ella, la adoraba, fuimos algo lejanos durante demasiado tiempo, Ella en Córdoba, yo en Buenos Aires, alguna parada adolescente en la casa de Obispo Oro antes de irme a las sierras. Luego vinieron épocas desgarradas, caminos divergentes, años. Una vez supe que se había ido a Alemania. Luego, hace ya tiempo el psicoanálisis más que la familia, nos reunió otra vez, o habrá sido haber reconocido anhelos comunes, entrañables, que nos acercaron. Nos escuchamos , nos leimos,
Y un día, hace menos de un mes mientras cenábamos con Tricia, mi mujer, y para mi sopresa Susy me invitó a presentar su libro. Me lo dió y yo no sabía entonces de que se trataba. Meses antes me había dicho algo así: “escribí algo fuerte de una manera inédita” . No sabía qué quería decir con eso. Ahora lo sé.
Lo primero que tuve que hacer con este libro fue atreverme a leerlo. Cuando me lo dió lo dejé sobre mi escritorio y allí se quedó. Yo no lo abría y él no se movía de allí. Yo hacía como que no lo veía, pero su tapa partida no dejaba de mirarme. No me atrevía -lo digo en serio- no me atrevía, y eso que no había leido aún ni una letra. Me disculpaba conmigo mismo en qué tenía mucho trabajo, que los pacientes, lo que yo mismo estaba escribiendo, excusas…
Cuando ya el tiempo no estaba más de mi lado tuve que abrirlo. Tuve que abrirlo porque quise hacerlo, claro. Porque quería estar acá. Y entonces ya no pude parar y lo leí de un tirón , alejandolo de vez en cuando para poder respirar.
Es un libro singular, de una escritura inédita. Si no se tratara de lo que se trata algunos párrafos podrían ser un haiku . Eso está ahí. Eso sucede. Eso pasa.
Uno puede abrirlo en la primera página, en la quinta, en la número 46 , en el final, y siempre estará en el centro de la cuestión.
Lean este libro como quieran, pero lo abran donde lo abran todo estará ahí, en un párrafo que ahoga, en una linea que golpea, en una palabra que tiembla, que resuena, que grita.
Pensé que era el reverso del libro de arena de Borges, ese libro que nunca se volverá a abrir en la misma página. Este libro de Susy, lo abran donde lo abran estarán siempre en la misma página. Una pagina de cuya trampa no es nada fácil salir.
La amnesia del mundo no es una cosa nueva. Cada época ha tenido sus variantes brutales o sutiles por alcanzarla. Para el futuro se nos promete además que tendremos la ayuda benéfica de la ciencia para lograrla. Hace muy poco la prensa comentaba con entusiasmo incomprensible, el hecho de que estaban muy avanzadas las investigaciones para lograr una píldora que permitiera obtener un “olvido terapéutico”.
Lo anuncian para el futuro, claro, pero amigos y amigas, vayan preparandose para tragarse la píldora. Una píldora pequeña pero con grandes efectos. Si han sufrido un trauma alguna vez en su vida, si han pasado por situaciones que no puede dejar de recordar, si han perdido un ser querido, si han pasado por el amor y verificado crudamente el dolor de la ausencia; si no pueden en fin, dejar de pensar en eso. Si el pasado vuelve a dolerle, ahora podrán, bueno no ahora, dentro de unos años, ir a la farmacia y comprar la píldora para borrar los recuerdos dolorosos. Es más se podrá ingerirla preventivamente trás una situación traumática, y de inmediato evitar el sufrimiento por venir.
No me creen… pues es así. Y ya lo sabía muy bien Goya al decir que el sueño de la razón produce monstruos. El estudio forma parte de un promisorio pero controvertido campo de investigaciones del cerebro que busca modificar, o borrar de ser posible, el impacto de los recuerdos dolorosos. Los investigadores aseguran que pastillas de este tipo podrían servir para tratar a “soldados que deben hacer frente a los horrores de la guerra, a víctimas de la tortura en recuperación y otros que hayan vivido experiencias devastadoras” .
Reconocen sin embargo que las investigaciones muestran que los efectos emocionales de los recuerdos se pueden mitigar, pero no borrar. Mitigar el dolor es un objetivo comprensible ya que hay fromas de recordar que son intolerables ,con las que no se puede vivir y de las que hay que poder desprenderse de la buena manera.
Pero estos exploradores del cerebro han descubierto el “olvido terapéutico”, cuando Freud en 1900 descubrió que lo que es terapéutico es el recuerdo. Es cierto, no voy a negarlo : no querer saber nada de lo que a alguien le concierne en eso por lo que sufre, es una aspiración comprensible; pero sería también el triunfo de la irresponsabilidad y el anonimato a la que se sigue empujando a la subjetividad moderna. Son variantes de lo que vendrá, que ya se anuncia en el imperativo actual de evaluación y de control de la conducta humana.
No es ese el “procedimiento” de Susy, su valentía. Su procedimietno es escribir en el borde del horrror, rescatando trazas de memoria, girones de cuerpos, pedazos reales del tiempo.
“Enrollo nuevas hojas, canjeadas, ocultas en harapos frenando borramientos de huellas, de historia, salvando, registrando en pronto recordar”
…
“ aunque olvidamos mucho, bastante,cuidamos, resguardamos memoria rescatada salvada contra fragmentarios borrones”
El procedimietno de Susy, su valentía, y su saber, es que cuando ya no se puede más hablar, cuando ya no se puede más decir, queda escribir, queda registrar, dejar huellas, marcas. Queda la inscripción; la talla en madera, en piedra si es posible; quedan las marcas cuneiformes, los bisontes de Altamira, las marcas de las uñas en la pared.
Cuando la subjetividad se aplasta, se desvanece, se extingue; cuando el Otro se deshumaniza, solo queda el deseo y la letra, el deseo de que algo se inscriba, aunque sea en la arena, que el viento va a volver a llevarse. Queda eso, porque ese es el modo en que nos hemos humanizado. Es eso lo que ha hecho con nosotros el Otro, el lenguaje, la cultura, o si uds quieren para imaginarizar la cosa, lo que ha hecho la Madre inscribiendo con su decir, su deseo sobre nuestro cuerpo. Y es alrededor de esa marca, de esa espina, de esa letra, alrededor de la que se construye toda la subjetividad humana.
El procedimiento de Susy, su valentía, nos da aún pedazos de la brutalidad real de una experiencia que no se puede contar, una experiencia que no se puede medir y pesar, que no se puede poner en ningún formulario, pero que se queda adherida a quien lo lee.
Su procedimiento es intemporal. En el libro no hay pasado, ¡no hay pasado! La experiencia de lo intemporal es abrumadora. Su memoria no construye una historia, una trama, un final. Nos da en bruto el siniestro sinsentido del horror. La historia la construimos con la lectura que hacemos, desesperados por darle algún sentido a eso que está ahí, desesperados por darle un sentido, sea heroico, trágico, político, darle a ese sinsentido rotundo una orientación, un trayecto, un devenir, una salida. Pues no la busquen en el texto. El procedimiento de Susy es implacable.
Y el espacio… todo el espacio de ese mundo infernal, está aplanado, Hay un Allá y un Acá. Hay la nostalgia imaginaria del Allá; pero cuando eso vuelve, cuando la marejada vuelve, está de nuevo ese Acá que hace temblar.
Allá correcto orden y paz y calma, serenas maestras y aplomados maestros entrenados …felizmente arrulados, tranquilos, acariciados por tiernas y firmes palabras …
Acá ni sé que somos
Te digo, semimuertas
Pero el suyo, no es solo un procedimiento de memoria. Es también el uso material de la escritura. Y de eso está hecho su testimonio.
Así como César Vallejo imploraba para que España apartara de él su cáliz, pero no dejaba de escribir adentro de esa herida, Susy escribe.
Aromas dulces me hacen heridas sensoriales, alegran de vivir, aún si sangra, aún si astillas riegan de huesos mi rincón
…
vocaciones de sobrevivir
Ella hace su “esfuerzo de poesía” desgarrada y vibrante y viva, para que pueda escribirse en ese agujero infinito otra cosa. Para que pueda escribirse otra cosa, por venir. Es su manera de hacer memoria y es su manera también de dejarla atrás.
Es por eso que -a pesar del respeto que se tenga por el personaje y a pesar de que él mismo se ha retractado, como me lo hizo saber mi hija ayer a la noche- hay que contradecir a Adorno cuando en esa frase que se menciona en la contratapa del libro dice que “no puede haber poesía después de Auschwitz” . No, no es así, lo siento amigo Adorno, lo que no puede haber es Auschwitz, La perla, La Ribera, la ESMA , nombres espantosamente criollos para el horror universal frente al que aún el buen Dios claudica.
Para terminar esta presentación, que es también la manera que he tenido de dar mi propio testimonio como parte de esa, mi generación, marcada a fuego por la desmesura de los ideales y por sus reversos siniestros, y marcada también por la insensatez, por tanta insensatez... tomo un párrafo en el que Susy hace esuchar la voz marcial :
Uds no estarán, no dirán, no hablarán, no van a dejar rastros; si quedan, ninguno creerá; apostemos.
Muy bien, sin embargo aquí estamos y entonces podemos decir que a pesar de todo… a pesar de todo, ellos perdieron la apuesta.
Mauricio Tarrab
13.12.07