XI CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL ICF
Barcelona, 5 y 6 de Marzo de 2011
Terminaciones de análisis
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tres preguntas a Estela Paskvan
1) ¿Qué tipo de operación permitiría hacer del saber particular obtenido por un analizante al final de un análisis un saber útil a una comunidad? Si este saber es de lo real ¿podríamos pensar que el real en juego en el análisis de un sujeto y el real en juego en la comunidad analítica son del mismo orden? ¿Que individual y colectivo, cuando se trata de la verdad freudiana, no son dos conceptos distintos u opuestos sino que remiten a uno mismo? ¿Se podría pensar el pase como la operación de conjunción de ambos y lo real como el lugar (topos) donde ésta se produce?
En estas preguntas se pone en juego, en primer lugar, una posible “operación de conjunción” entre “saber particular y saber de una comunidad”. ¿Esa operación sería posible -pregunta- por el dispositivo del pase? Diría que sí, que esa operación se constata en muchas ocasiones en el acto de transmisión, las enseñanzas del pase. Y hasta tal punto que es difícil diferenciarlos. En mi opinión -es decir por lo que particularmente me interesa- la cuestión pasa por si se logra producir algo de un saber nuevo, alguna pequeña cosa que hayamos aprendido. Y debo decir que a veces lo encuentro, y a veces, no. En cambio, esa dificultad es menor cuando se trata de la emergencia de la verdad -que es el otro orden por el que se pregunta-. Indudablemente eso es así porque la verdad es siempre sorprendente, inconforme, no está dispuesta a ratificar nada de lo establecido. Por eso más que en “lo real” del topos, yo situaría al pase en el tiempo de la contingencia.
2) ¿cómo pensar el pase desde la lógica de la dirección de la cura? En la táctica de la interpretación (disciplina de analista), en la estrategia de la transferencia (transferencia hacia la Escuela), en la política del ser, considerando a la Escuela-Sujeto y al analista que ha hecho el pase como AE. ¿Qué tipo de acto interpretativo ha de realizar el AE para apuntar a ese no querer saber que como a cualquier sujeto anima también a la Escuela? ¿Podría pensarse la solicitud de pasar por esa experiencia del pase como un acto de ese orden? ¿Y la función del cartel del pase la de detectar si esa demanda responde a un deseo de ese orden, de ocupar el lugar del objeto a , de preservar, con su acto, el agujero del saber para que éste siga estando supuesto y la elaboración continúe?
El procedimiento del pase es ante todo un modo de selección. Y si bien Lacan inventó para ese procedimiento un dispositivo cuya estructura no es ajena a la del inconsciente, no creo que pueda asimilarse a la lógica de la dirección de una cura. Y sobre todo porque en ese dispositivo nadie está como analista. En ese sentido también me es difícil asimilar la pareja “analista-analizante” con la que forman el AE y la Escuela-sujeto.
Sin embargo, estas preguntas son un verdadero acicate para, a su vez, interrogarnos a ras de la experiencia. ¿Qué acto del AE para interpretar la Escuela-Sujeto en su no querer saber? ¡Touché! La verdad es que no encuentro muchos ejemplos. ¿O quizás es que esperamos la gran interpretación que conmueve, aquella que produce un corte entre un antes y un después? ¿La reclamamos? ¿No la sabemos escuchar? Creo que cuando escuchamos a los AE más que esperar una interpretación buscamos compartir con ellos la satisfacción que se comprueba en el buen decir. Pienso en las últimas Jornadas en Madrid, fue muy palpable la satisfacción de toda la audiencia. Entonces -y siguiendo el orden de las preguntas- deberíamos admitir que sentirse muy satisfechos no iría en el sentido de preservar algún agujero. Luego, ¿debería el cartel del pase apostar por detectar un deseo de no satisfacer demasiado? ¿Sólo un poquito? Si seguimos por esta vía, advertimos que entramos en un terreno difícil: ¿qué se debería detectar o buscar en los testimonios de los pasantes para juzgarlos? Efectivamente, no es fácil responder. Si bien los que juzgan, uno por uno, no están exentos de algún juicio previo al respecto, me parece que estaremos de acuerdo en que es conveniente no tener “criterios de selección”.
3) ¿Qué sería de una Escuela de psicoanálisis sin analistas de escuela (AE)?
Hay momentos circunstanciales en los cuales puede no haber nominaciones de AE aunque el procedimiento del pase esté instaurado. En esos casos, la Escuela se siente interpretada, diría que precisamente por la ausencia de los AE. ¡Qué paradoja! O sea, ellos pueden estar ausentes pero no son inexistentes mientras el pase esté efectivamente en funcionamiento o en el horizonte.
Otra cosa sería pensar una Escuela sin pase. No es difícil imaginarlo puesto que Lacan precisamente funda la Escuela a contrapelo de lo que existía: una Asociación. La diferencia entre una y otra está en gran parte asegurada por la introducción de esta garantía: el título de AE. Pero no lo es por el título mismo, sino por el procedimiento del pase que, en definitiva, es subversivo respecto de cualquier institución donde las garantías responden a las reglas y los estándares establecidos. “El analista sólo se autoriza de sí mismo” -incluidos los AE- convierte al pase en necesario, él asegura una orientación para los análisis e introduce la posibilidad de una verificación.
Preguntas realizadas por: Ynma Nieto
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