La salud para todos no sin la locura de cada uno
(a la luz del psicoanálisis)
11 y 12 de junio, 2011
Rio de Janeiro
Hacia el V ENAPOL Nº 6
Queridos colegas, enviamos a continuación cuatro preciosas contribuciones que nos han hecho llegar Susana Amado, Carmen González Táboas, Luis Erneta y Guillermo Belaga (texto cuya versión completa podrán encontrar en las lecturas on line de la web del Encuentro). Como podrán advertir, el trabajo está en plena marcha.
Les recordamos que la entrega de los argumentos vence el 31 de enero. Visiten la web del ENAPOL (www.ebp.org.br/enapol) donde encontrarán toda la información relativa al Encuentro. Rio 2011 nos espera!
Un saludo cordial,
Fernando Vitale
Secretaría Científica ENAPOL-EOL
Marina Recalde
Dirección Ejecutiva ENAPOL-EOL
Comisión Organizadora en Argentina:
Marina Recalde (Dir. Ejecutiva) Fernando Vitale (Sec.Científica), Alejandra Breglia (Tesorería e Inscripciones), Alejandra Glaze (Librería), Viviana Mozzi (Web).
Enlaces con las Secciones:
Roxana Chiatti (Sección Córdoba), Elvira Dianno (Sección Santa Fe), Daniel Perretta (Sección Rosario)
Traducciones: Flávia Seidinger
CONTRIBUCIÓN DE SUSANA AMADO
“El resto y la escoria”
Es cierto que el psicoanálisis no es la ciencia pero no es menos cierto que la materialidad del objeto del Psicoanálisis es imposible a la formalización científica. De ahí que nos encontramos con el mismo asunto que Lacan respecto a la psicología del yo pero con una diferencia; yo lo diría así: la canallada o la cobardía de la psicología del yo consiste en hacer pasar por inexistente lo que es considerado como desconocido. Con la ciencia no ocurre lo mismo.
Ahora se trata de la imposibilidad de un discurso, el científico, para dar cuenta de un objeto, con el agregado que aquella imposibilidad es condición de posibilidad de nuestro discurso.
Quiero decir, la ciencia no desconoce el objeto, no se trata de una denegación por así decirlo. La ciencia está en relación imposible con nuestro objeto. Entonces pregunto: ¿cómo reintroduce la ciencia lo inextinguible de una presencia que sutura su falla? ¿Por qué no pensar que la imposibilidad segrega objetos antiguos con nuevos nombres? Panic Attac; bipolares; bulimia; Gerenciamiento del Stress; etc.
Pero ¿son nombres en el sentido estricto del término? Y en consecuencia ¿son nuevos en cuanto capaces de fundar un nuevo origen?
Se puede adivinar la respuesta: los presuntos objetos no nombran la dificultad –como si dijésemos el síntoma- sino que presentan la dificultad con el vocabulario de una solución, una cura epistemológica –si se me permite la expresión- un despertar sospechoso, para recordar la frase de Lacan.
Se trata de la imposibilidad estructural del discurso científico sobre aquel objeto, en el momento en que aquel discurso ocupa la posición de discurso dominante.
Es decir, los nombres de estas enfermedades actuales son la “cura” que provee la ciencia a su imposibilidad.
Recuerdo cómo cierra el capítulo Lacan: “La escoria apunta a esa verdadera regresión que puede producirse en el plano de la teoría del conocimiento psicológico, en la medida en que el analista se encuentra colocado en ese campo del que solo se puede huir. Entonces busca seguridad en teorías que se ofrezcan en el sentido de una terapéutica ortopédica, conformizante, procurando al sujeto a las concepciones más míticas de la happiness. Eso con el manejo sin crítica del evolucionismo ha creado el ambiente de nuestra época. La escoria aquí son los propios analistas, no otra cosa, mientras que el descubrimiento del Inconsciente todavía es joven y se trata de una oportunidad sin precedentes de subversión”.
Bibliografía: Jaques Lacan ; Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, Seminario 11- Barral Editores- l977
CONTRIBUCIÓN DE LUIS ERNETA
He leído con interés las contribuciones escritas hasta ahora, que podrían calificarse, sin desmedro, variaciones sobre un tema; parece que los analistas acordamos en dos puntos. 1- salud mental supone el para todos y lo rechazamos por imposible; 2- abogamos en defensa del uno por uno, orientados por la enseñanza de Lacan. Freud parece habernos precedido, si leemos con cuidado “El malestar en la cultura”. De ahí que si hubiese una Facultad de psicoanálisis, como Freud la soñó, habría una Secretaría de Cultura y Malestar, en lugar de, como en la Facultad Psicología de la UBA, una Secretaría de Cultura y Bienestar. Porque el malestar existe, inherente a la cultura. Leer los diarios, como muestra. Al estar tan de acuerdo, según leí, ¿no será un delirio de muchos? Si todo el mundo delira, ¿qué nos exceptúa? Es verdad que ese “todo” raspa un poco la oreja; es más aceptable, a mi juicio, la afirmación: cada uno habla solo – en verdad somos hablados- lo que no impide que haya lazo social vehiculizado por discursos.
Alexandre Koyré titula un texto: Del cosmos cerrado al universo infinito. El par universo e infinito, es curioso y parecería contradictorio en sus términos. Porque el todo del Cosmos tambalea ante lo abierto de ese infinito. En este infinito podemos situar las incontables variaciones de goce de cada cual. Ese goce, transestructural a las estructuras clínicas que lo programan, conlleva sufrimiento que puede llevar al sufriente a demandar un analista, y muchas veces sin que el demandante sepa muy bien a qué se dirige. A veces se puede obtener que el demandante se instale en el discurso analítico y se torne un analizante. La contingencia y lo que llamamos “savoir y satis-faire” puede dar resultados satisfactorios, menos sufrientes, y transformar la miseria neurótica en infortunio ordinario. (Freud dixit).
El deseo del analista tiene ahí su papel que jugar.
CONTRIBUCIÓN DE CARMEN GONZÁLEZ TÁBOAS
“La des-inserción orientada”
Leo en “La salvación por los desechos”, de Jacques-Alain Miller: “La esencia del arte es estetizar el desecho, sublimarlo.” Miller[1] subrayaba hace unos años que Lacan no inscribe el arte del lado del inconsciente; el arte no libra la verdad del sujeto. Por el hecho mismo de interpretarlo, producirlo y ponerlo en el circuito de los intercambios, el arte eleva a su objeto. La sublimación -ininterpretable e incifrable,- estructurante del lazo de un yo a otro, tiene a la paranoia como su sombra. Es el campo de las querellas entre los Unos (“personalidades”), y el de los imperativos de los Otros (que quieren el bien y la salud para todos). Si el psicoanálisis tomara esa vía, sería su desaparición.
El analista, -el des-insertado, el débil,- por su “deslizamiento subjetivo entre dos discursos”[2] sabe que el goce, como tal, nunca tira para arriba; en la clínica de la des-inserción se le presenta en piezas sueltas, desnudo, crudo, desecho, informe, sin investidura de dignidad; lo cual le exige “paranoizar” (mediante la lógica del dispositivo); reducir el magma de las identificaciones imaginarias; alojar “la variedad de una des-inserción que merece ser seriada”; desatar una parcela de goce que debe constituirse en objeto; para empezar, en objeto de una narración, leyenda, mito o fantasma. Como se ve, una preciosa orientación.
CONTRIBUCIÓN DE GUILLERMO BELAGA
“La salud mental, lo inevitable de una totalidad fallida”
Notas para ENAPOL
En este breve resumen cuyo texto completo podrán leer en la web en principio plantearía que el debate en torno al término Salud Mental, sus usos, sus problemáticas, implica ubicarlo en los diferentes contextos y tiempos históricos de cada lugar. Sobre todo en una topografía tan vasta y diversa como el país del psicoanálisis americano.
A los fines de situar el tema establecería dos vertientes: las políticas de la “salud mental” en términos del par inclusión/ exclusión, y la mas segregativa y forclusiva, el uso del término salud mental en el horizonte de la biopolítica.
Desde estas perspectivas, plantearía una primera definición, que el descubrimiento freudiano reconoce una apuesta por la palabra en tanto lo que puede y no puede transformar lo real, pero siempre conservando en esta operación un horizonte de invención, de permitir que el sufrimiento tenga una nueva subjetivación a partir de las fallas de lo universal, como respuesta a lo mortífero del superyó.
A su vez, sabemos desde la orientación lacaniana, que los discursos no pueden evitar tender a una universalidad, a tratar de encuadrar un “para todos”, o expresar un “para todos”, y en este caso tampoco será una excepción las leyes no segregativas a la hora de que encuentren que hay una totalidad fallida.
Entonces a los fines de aportar a los tópicos que propone el ENAPOL situaría algunos puntos:
1. La posición del psicoanálisis frente a un momento inaugural en que Argentina ha sancionado y comenzado a aplicar una Ley nacional de Salud Mental.
2. La “Biopolítica”. Se expresa en el discurso homogeneizador, universalizante de la época, tanto de los manuales de psiquiatría del estilo del DSM, como también en el imperativo al consumo. Frente a esto el psicoanálisis sostiene que existe un real no programable, que insiste y con el que cada uno debe vérselas.
3. La angustia y la Histeria, como hechos clínicos que me interesa traer a consideración, en tanto no se ajustan a la Biopolítica. Encontramos en ellas dos posiciones subjetivas que desafían al sistema, e incluso lo hacen en exceso.
En conclusión, intento afirmar que mientras irrumpa la angustia, y lo contingente e incalculable del goce femenino se haga presente más allá de las identificaciones imaginarias, el psicoanálisis va a tener su razón de existir. Porque es el psicoanálisis el que puede leer esos momentos de “fracaso”, y de abrir la posibilidad de alcanzar un saber y un hacer más vivible con la “locura” de cada uno… (Lea más)
[1] J.-A. Mliller, “Siete observaciones sobre la creación”, texto pronunciado en la Biblioteca de la ECF en 1987, citado y comentado por Marie-Hèlene Brousse; ver su artículo en Las tres estéticas de Lacan, Del Cifrado, Buenos Aires, 2006, p. 86.
[2] El discurso analítico no es sin los otros discursos, en los que habitamos, a los que agujerea.
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