30 de setembro de 2014

Eva-Lilith. Boletín de las VIII Jornadas de la NEL. Hector Gallo, Ana Lúcia Lutterbach Holck, Mónica Febres-Cordero de Espinel, Tania Aramburo Guerrero. José Fernando Velásquez.


Boletín Eva-Lilith. (Selección, 24, 25, 26 y 27)

Del goce que se resiste a ser nombrado, por Hector Gallo

Cada vez que un sujeto con sus dichos, o un autor con sus elucidaciones vuelve a las "inmediaciones del goce" de una época, es común que tropiece con una especie de roca viva que intentará evadir, bien sea abandonando la reflexión, o entregándose a elucubraciones que le harán perder valor epistemológico a sus ideas. Lacan anota que el mismo Freud en parte nos abandona, se separa un poco de la cuestión, "cuando se aproxima" al goce femenino.

Después del debate que sobre este problema dejó abierto Freud con sus tímidas aproximaciones al edipo femenino, a la sexualidad femenina, a la feminidad, al masoquismo femenino y en rigor a la pregunta ¿qué quiere una mujer?, se han dicho muchas cosas, pero la forma de presentarlas las convierte en tonterías.

Este juicio de Lacan sobre las contribuciones que los postfreudianos han hecho acerca del goce femenino, se funda en el señalamiento de un error metodológico que los autores cometen. En lugar de presentar lo dicho como una contribución destinada a animar el debate y de exigir una evaluación que ubique las ideas en calidad de acompañantes del discurso inaugural elevado por Freud, son presentadas como aquello que por fin arrojará nueva luz sobre lo debatido.

La historia de las ideas ha demostrado que esta falta de modestia frente a los enigmas relacionados con el goce de los humanos, hace caer rápidamente en afirmaciones tontas y quienes más cerca viven de tales afirmaciones, son aquellos personajes que se distinguen "por comerciar por cualquier medio con las distintas corrientes” que puedan haber atravesado el análisis del problema en los años en que su debate fue vigente. Esto tiene una razón interna a su condición; la de ser personajes eminentes.

En el mundo universitario alguien es eminente cuando se supone que al abrir la boca siempre dejará salir la buena nueva sobre lo que es de actualidad. Los universitarios eminentes son personajes bien informados, comerciantes de las distintas corrientes de pensamiento concernidas en el análisis de lo que se debate, atentos a las últimas experiencias realizadas y cultivadores de un semblante de saber que difícilmente un alumno se atrevería a poner en discusión.

El modelo que Lacan nos presenta de estos personajes que hablan para prometer una pronta resolución del enigma planteado, es el señor Gilllespie. Este señor muestra "una singular alegría" porque según él, al fin Masters y Johnson dejarán definitivamente resuelta la pregunta por el goce femenino, forma de hablar que resulta bastante cercana a la que caracteriza a los representantes del discurso medico cuando se refieren, por ejemplo, al descubrimiento de un nuevo medicamento que acabará por fin con la impotencia de los hombres.

Del orgasmo que se mide a lo femenino que fascina y horroriza
 
Mientras Lacan intentaba avanzar su teoría del goce a partir de la lógica del significante, los autores evocados se ocupaban del orgasmo vaginal a partir de cierto número de experiencias realizadas en la universidad de Washington. Lacan se dedica a mostrar porqué el significante define al mismo tiempo la muerte del goce y también su emergencia localizada en el cuerpo, Masters y Johnson, en cambio, en lugar del aparato significante, emplearon aparatos cinematográficos y a través de este medio audiovisual llegan a considerar "que el mayor orgasmo, que sería el de la mujer, resulta de la personalidad total, [...]".[1]

Tenemos dos aparatos, uno de deducción y otro de observación, su empleo define también dos planos de la investigación, lógica y experimental en su orden. El primer plano da primacía a lo cualitativo del goce y el segundo a su medición cuantitativa. En el nivel cualitativo, lo que interesa es determinar qué tiene que ver el goce con la emergencia del discurso y por ende con el saber; en el cuantitativo el acento se desplaza al más o al menos del orgasmo, por eso lo fundamental es la medición del goce, punto en el que se entrará sin remedio al campo de la tontería, porque se trata algo propio de la subjetividad como si fuera orgánico y cuantificable.

La tontería es lo que se impone cuando, como en el caso de los autores citados, se pretende, para mantener una hipótesis insostenible, combinar dos metodologías investigativas que no tienen punto de comparación. El más del orgasmo femenino, que efectivamente es susceptible de fotografiarse, aparece determinado por algo -la personalidad total-, que escapa sin duda a toda posibilidad de observación empírica, porque es una deducción solidaria del descubrimiento del yo autónomo, que es un término imposible de objetivar, porque es una instancia de la personalidad que se preserva del conflicto, y esto tiene que ver con la deducción, no con una fotografía que lo especifique como parte de una personalidad total ensanchada por un análisis.

¿En qué consiste, en consecuencia, la contradicción que Lacan devela en la formulación con la cual Masters y Johnson pretenden resolver el enigma del goce femenino? En suponer que "un aparato cinematográfico que recoge imágenes a color"[2], que se sitúa "en el interior de un apéndice que representa el pene y que capta desde dentro lo que pasa en la pared que, una vez introducido, lo envuelve"[3], puede permitir la revelación inequívoca de la personalidad total de una mujer.

¿Sobre qué base objetiva puede considerarse, dentro de una investigación de tipo experimental, que la primacía del orgasmo de la mujer depende de la personalidad total? No hay correspondencia entre el método de investigación empleado y la conclusión a la que se llega porque, de un lado orgasmo y goce son presentados como equivalentes, de otro, se pasa del campo experimental al plano de la subjetividad, sin hacer ninguna consideración metodológica al respecto; hecho que enmascara la verdad del problema e impide poder saber algo de lo que distingue a una mujer de un hombre, examinados a partir de su relación con el goce y no de su diferenciación anatómica.

Trabajos como los de Masters y Johnson, dice Lacan que no carecen de interés, pero a condición de mostrar en ellos el tono exacto de lo que descubren. La superioridad biológica del organismo de la mujer no resulta de la personalidad total, tampoco explica la primacía del goce femenino porque este no tiene que ver con el género; más bien es un descubrimiento que, si es puesto al margen de lo que Freud descubre y no como una prueba más del borramiento de su discurso sobre la pulsión, el inconsciente y la castración, resultará ser un buen acompañamiento.

La dimensión enigmática del goce es ilustrada por Lacan con la imagen de un tonel que tiene la particularidad de no permitir calcular la configuración de su fondo, ni el lugar hacia dónde conduce una vez que se entra en él. Esto quiere decir que el goce hay que definirlo como algo peligroso. Pero no se trata de un peligro que el sujeto se represente de manera penosa, sino de un peligro que también contiene un no sé qué fascinante. Lacan ilustra esa doble dimensión de fascinación y horror, con una imagen patética: "se empieza en las cosquillas y se acaba en la parrilla".[4]

Si más allá del placer de la tibia sensación corporal de las cosquillas se encuentra el increíble desgarramiento físico y psíquico del dolor, y esto el sujeto casi nunca parece calcularlo, es porque el goce implica el encuentro con una mascarada de felicidad que en lugar de fortalecer al sujeto más bien lo induce al sacrificio.

Notas:
1-. J., Lacan, El reverso del psicoan álisis, El seminario 17, Buenos Aires, 1992, p. 76.
2-. Ibíd, p. 76.
3-. Ibíd
4-. Ibíd, p. 77.



Respuestas a Eva-Lilith por Ana Lúcia Lutterbach Holck

Eva-Lilith: En este momento de nuestra elaboración sobre la clínica psicoanalítica donde nombramos lo femenino como el pivote de la experiencia, ¿Cómo ubicar aquello que se afirmaba en Freud y en Lacan, sobre la primacía del falo?

Ana Lúcia Lutterbach Holck: Para responder a esa cuestión tomo como referencia el curso de Miller de 2011 – "El ser y el Uno", donde se dedica a explorar las consecuencias clínicas de la última enseñanza de Lacan, tomando el goce femenino como punto inaugural de la última enseñanza a partir del cual todos los otros conceptos van a sufrir transformaciones y sus funciones serán alteradas.

El falo se refiere a la clínica orientada por el Complejo de Edipo y sus consecuencias. Afirmar la generalización del goce femenino, coloca en primer plano los límites del complejo de Edipo como operador que organiza el campo simbólico.

La práctica analítica ofrece una solución por el sesgo del Nombre-de-Padre, pero no todo corresponde a eso, hay un resto, que ahí corresponde a lo que Freud llamaba restos sintomáticos. La generalización del goce femenino fue lo que permitió a Lacan, según Miller, extraer algo que llamó sinthome. Con el sinthome, Lacan intenta reconciliar al psicoanalista con lo que hay de inerte, lo que no hace historia, lo que no se puede decir.

Eva-Lilith: El psicoanálisis, como dice en algún lugar Miller, ha inventado tal vez otro goce, el goce puro de la palabra, y recomienda que el analista esté alejado del goce que podría resultar para él mismo de esa posición. ¿Cómo se hace el giro desde ese otro goce puro de la palabra al goce donde el significante no comunica, sino que solo nombra?

Ana Lúcia Lutterbach Holck: Cuando establecemos un corte en la teoría, no excluimos las elaboraciones anteriores. La clínica actual nos convoca a repensar la práctica a partir de los nuevos síntomas que surgen en nuestra clínica. No solo porque los pacientes se presentan de una nueva manera, sino también cómo el propio psicoanálisis se dispone a enfrentar casos que anteriormente no se dirigían al psicoanalista o que este no consideraba que había una indicación para el análisis, como en las psicosis o el autismo, en las dolencias llamadas psicosomáticas y otros. Ante estos casos estamos delante de sujetos que tienen que hacer frente a su goce pero sin mucho que decir sobre él.

Al leer el último Lacan, Miller lo cita: "La idea que solo es real lo que excluye todo tipo de sentido es exactamente lo contrario de nuestra practica" A partir de este impasse Miller construye una antinomia entre perspectiva y práctica analítica, o sea, el psicoanálisis tiene como perspectiva u horizonte, lo real separado del semblante. Al mismo tiempo, la práctica opera con el sentido suponiendo una relación entre sentido y real.

Hay por tanto un hiato entre perspectiva y práctica que nos incita a colocar la práctica, permanentemente, a prueba.

Eva-Lilith: Tal vez los hombres estén más cautivos de los semblantes que las mujeres al estar ellos más necesitados de velarlas y, a su vez, al estar ellas más próximas a lo real. ¿Cómo se manifiesta esto en la clínica contemporánea?

Ana Lúcia Lutterbach Holck: Laurent, en su conferencia en el último Congreso de la EOL (2013), comenta a partir de la experiencia del pase las diferencias entre el sujeto masculino y el femenino. Allí él comenta que del lado femenino, al mantener el empuje al amor, ella se acomoda mejor que el hombre a la "no relación sexual" y a la soledad que ella implica, y al mismo tiempo, se opone a los "unos solos" que caracteriza la contemporaneidad.

Eva-Lilith: ¿Podría hablarse de una "clínica de lo femenino" a partir de la puntualización del no tener, (no tener derecho, el ser excluido), de la mascarada, del hijo como sustituto; pero ello está en la lógica del falo. ¿Una "Clínica de lo femenino" del lado de lo real es la clínica del dolor psíquico que se enraíza en el cuerpo, de una cierta relación con el infinito, con el exceso y con el estrago, con realizarse en el no tener?

Ana Lúcia Lutterbach Holck: Es eso. Vamos decir que es la otra cara de la erotomanía, cuando el amor falla en su función de protección a lo real y la mujer es lanzada en un goce en relación con lo infinito, con el exceso y la devastación.

Notas:
1-. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, p. 155.


Comentario a una cita de Jacques-Alain Miller, por Mónica Febres-Cordero de Espinel

"La mujer hace objeción a Hegel. La mujer se rehúsa al juego malabar de la dialéctica, se rehúsa a entrar en razones". Miller, J.-A., El ser y el Uno, inédito. Clase V, 2 de marzo de 2011

En "La significación del falo"[1] Lacan establece la primacía del significante y señala sus efectos en la pasión por la que lo significable se convierte en significado. Lo significable está ahí, potencialmente, en espera que advenga la significación. La vía del falo establece el predominio de lo simbólico, y los poderes del lenguaje crean la oposición entre significante y significado. Así mismo, la institución del sujeto como efecto de significación se articula a la noción del Otro y al campo del deseo. Es un proceso que da cuenta del sentido y del desciframiento por la palabra. Lacan utiliza el concepto hegeliano de la aufhebung para indicar este funcionamiento. Aufhebung, relevamiento, que implica que lo significable al mismo tiempo se posterga y se conserva y en donde el falo resulta ser el significante de "esta aufhebung semántica". [2]

En la última enseñanza de Lacan predomina la problemática del goce sobre la del deseo y el goce femenino le permite "ir más allá del campo que él mismo había abierto".[3] Porque ya no se trata del goce edípico, sino de un goce que escapa a la castración y a las leyes del significante. En este punto, explica Miller, la primera construcción lacaniana, inscrita en el pensamiento de Freud, Hegel y Saussure, vacila. Porque hay una porción del goce femenino que escapa a la lógica de la aufhebung, y es ahí donde la mujer objeta a Hegel y a la dialéctica.

Sin embargo, más allá de la sin razón que pareciera ser de la mujer en algunos aspectos, Lacan despeja que el más allá del Edipo no la concierne a ella solamente, sino a todo ser hablante. Miller extiende las consecuencias a los finales de análisis: es lo que queda fuera del Nombre del Padre. Lo encuentra en el acontecimiento de cuerpo como aquello que no entra en la dialéctica del significante y del proceso de rechazo y aceptación del goce, tal como lo implica la castración simbólica. Ahora, se trata de un goce positivizado, de un cuerpo que se goza más allá de la prohibición. Ya no se articula a la dialéctica del deseo y es objeto de fijación. Porción de goce que, la feminidad lo muestra, resiste a la aufhebung.

Notas:
1-. Lacan, J. "La significación del falo", Escritos 2, Ed. Siglo XXI, Argentina, 1989
2-. Miller, J. A., El ser y el Uno, inédito. Clase V, 2 marzo de 2011
3-. Ibid.


Lo femenino del goce en algunos fenómenos de masa en la actualidad, por Tania Aramburo Guerrero; José Fernando Velásquez

En la actualidad existen algunas agrupaciones sociales que se caracterizan por ser inconstantes, abiertas y efímeras; micromasas que se manifiestan en algunas redes sociales que son fácilmente adoptadas por los adolescentes, y agrupamientos transitorios generalmente alrededor de lo violento. Son algunos de los llamados "fenómenos" de masa contemporáneos.

En el texto de Psicología de las masas, Freud plantea tres preguntas analizando los fenómenos de masa que pueden aplicarse a los que se dan en la actualidad. Las preguntas planteadas son: ¿Qué es una masa?, ¿Qué le presta la capacidad de influir tan decisivamente sobre la vida anímica del individuo? Y, ¿En qué consiste la alteración anímica que impone a este último? [1] Y nosotros nos hacemos una cuarta pregunta: ¿Cómo se particulariza el fenómeno de masa contemporáneo?

Algunas redes sociales virtuales en Bolivia y otros países convocan a comunidades que se denominan como "las masas sin control", "los chicos sin miedo", "caníbales", y en ellas se encuentran los pasos a seguir para poder identificarse. Páginas donde incitan a colgar imágenes de acciones violentas como ritos de pasaje y adscripción al grupo, tales como violaciones a compañeras de curso o a menores; grupos de la ruleta del sexo denominadas "sexys y descontroladas" (mujeres adolescentes de 13 a 15 años que publican la forma y la cantidad de relaciones sexuales que tienen al día o en una semana). Otras por el contrario que se nombran como "Bellezas y abstinencia sexual" que determinan la abstinencia sexual como elección y conductas subsiguientes. Como puede observarse, los significantes elegidos por estas micromasas son nombres de goce que hacen alusión al sin límites, significantes que determinan su singularidad y que identifican su pertenencia a este o aquel conjunto.[2]

Los fenómenos de violencia como los linchamientos y el bulling escolar, son actos impulsivos realizados por un grupo de personas que se reúnen a dar con el paradero del autor de un delito. Los individuos reunidos, piensan, sienten de manera diferente de cómo lo harían estando solos. Por más que no coincidan en su modo de vida, en sus ocupaciones o en su inteligencia; en el momento que están reunidos desaparece la personalidad consciente, los sentimientos y las ideas surgen por sugestión y contagio. El individuo deja de ser él mismo, se convierte en un autómata carente de voluntad, es decir, en parte de la masa, la cual es impulsiva, voluble, inestable, inconstante, influenciable y excitable.

En este tipo de fenómenos se pude observar la inexistencia del orden simbólico tradicional, y en su lugar aparece la ley del sin límite, constituida en lo inmediato de la contingencia, la cual canaliza las exaltaciones del grupo. Aparece una pasión que no espera, satisface inmediatamente una necesidad en relación al castigo para el ladrón o violador. La multitud se siente totalmente omnipotente. No existen dudas ni certezas acerca de la culpabilidad del acusado. Alguien de la masa grita; "hay que lincharlos", todos alientan y realizan la acción. Posteriormente al acto existe un silencio pactado, ya que en muy pocos casos se llega a descubrir al autor material y al instigador de la acción.

En las agrupaciones producidas por el internet, en las pandillas y en los fenómenos de bulling y de linchamiento, no se dan relaciones interpersonales regidas por la significación fálica y el yo ideal (como los lazos afectivos enmarcados en una ley prohibitiva que los cobija a todos, o la identificación a un líder). La identificación que se exterioriza es el goce del cuerpo en relación al objeto. El Otro en cuanto simbólico que sostenía el orden social evidencia su inconsistencia para establecerlo, y en su lugar el objeto a, el objeto del goce por fuera del fantasma, asciende a lugar de agente del vínculo social. El comportamiento social adquiere un comportamiento adictivo regido por el imperativo superyoico que ordena al sujeto a gozar.

El que esto se dé entre adolescentes puede corresponder a que las cavilaciones que son propias en esta etapa de la vida, por ejemplo, acerca de la identidad sexual, su identidad política, su consistencia fálica, con las dudas, las fantasías propias, sean económicamente tramitadas por esta vía económica libidinalmente de la identificación. Lo incierto es sofocado por la pertenencia al grupo. Todo lo que le ocurre como sujeto es rápidamente subsumido a una supuesta identidad del ser.

En el malestar de la cultura, Freud sostiene que la mujer se convierte en enemiga de la civilización, puesto que el hombre se encuentra dividido entre lo femenino y la civilización. No hay más que una cantidad determinada de libido y lo que da de un lado debe quitarlo del otro. [3] La mujer se encuentra más próxima al lugar de lo real, hay en ella un vacío que no puede ser velado ni representado por ningún significante. Una fracción del goce femenino que no permite que se establezca un lazo según la tradición y la ley del "para todos".

Los fenómenos de masa mencionados canalizan algo del goce femenino, y como tales se oponen a los semblantes tradicionales de la civilización. Ese goce que se expresa en el fenómeno social es singular, distinto a lo ideal y a lo predecible, es contingente. Son formas de lidiar con el desencuentro, todos se encuentran en el mismo lugar, con el mismo objetivo, pero cada uno solo con su goce.

Notas:
1-. Freud, S. "Psicología de las masas y análisis del yo". Obras Completas, Vln. XVIII.
2-. Buenos Aires, Amorrortu, 1976
3-. Agamben, G. "La comunidad que viene". Madrid, Pre-Textos, 1996.
4-. Freud, S. "El malestar en la cultura". Obras Completas, Vln. XXI. Buenos Aires, Amorrortu.


Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez

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