El hombre no ha terminado jamas de
inventar las infinitas maneras de destruir al otro. Guy Briole (1)
Los cuerpos sin nombre*
26 de septiembre de 2014, Iguala, Guerrero, México.
Policías municipales, secundados por narcotraficantes, bloquean la ruta y tiran contra tres autobuses donde viajaban un grupo de estudiantes que pasan por la ciudad. Seis jóvenes son asesinados en el lugar, algunos logran escapar, y 43 desaparecen, víctimas de una
detención forzada. Desde ese día, no han podido ser encontrados.
Uno de los cuerpos es hallado desosado, los ojos vacíos y sin la piel del
rostro. «Le quitaron la cara», dicen sus compañeros estupefactos. Estos jóvenes estudiantes, eran
normalistas de la escuela rural Raúl Isidro Burgos de la
ciudad de Ayotzinapa, cuna de « estudiantes que rechazan el destino de los pobres », tal es su slogan(2). Ironía del destino, se
preparaban a asistir a la conmemoración de la
masacre de Tlatelolco en la ciudad de México, en la que en 1968, 5000 estudiantes fueron víctimas de una emboscada orquestada por la policía y el ejercito mientras manifestaban
pacificamente. Los muertos y desaparecidos se contaron
por centenas. El pueblo bajo el terror, terminó por callarse.
Luego de la reciente confrontación de Iguala,
multitud de fosas comunes han sido descubiertas, conteniendo cuerpos no
identificados e igualmente salvajemente mutilados. Es moneda corriente en la
región de Tierra Caliente donde, más que en
otras, reina la narco-delincuencia. Después de los hechos, un movimiento de protesta estudiantíl se
levanta y gana rápidamente las arterias de las ciudades de todo el país, dándole así un rostro a aquellos a los que se les quizo dejar
sin nombre(3). Cada 2 de Octubre después del 68, el grito de
Tlatelolco regresa y
resuena en las bocas que protestan en la Plaza de las Tres Culturas, lugar de la masacre : ¡Vivos
los conocimos, vivos los queremos! Pero esta vez, las bocas
en furia designan un culpable : ¡Vivos se los llevaron,
vivos los queremos! El «nosotros» de Tlatelolco, grito de soledad
colectiva, única posible de asumir, se transformó en un «ustedes» acusador.
Narco-glosario
Antes, se le daba el nombre de «desaparecidos» a
los militantes políticos apresados por el régimen en turno. Después de
algunos años, se ha substituido por la palabra «levantados»(4) designando a ese «cualquiera» que raptan por «cualquier cosa», con la firme intención de utilizarlo para sembrar
terror e imponer el silencio de la población. Luego sera abandonado en la vía pública, muerto y mutilado, con
un mensaje de advertencia apuñalado en su cuerpo. Estas practicas se han
intensificado desde que se ha diluido la separación entre poderes políticos
corrompidos y los grupos del crimen organizado. Se produjo una colusión entre dos entidades antagónicas, que no debieron fusionar ni colaborar jamás. Nace de allí un
narco-Estado(5) y, con él, en total impunidad, vemos propagarse prácticas de tortura cada vez mas sanguinarias y obscuras dirigidas directamente a
destruir la identidad subjetiva. Sobre el cuerpo de los más
pobres, y por tanto tan
similares a nosotros mismos, se vierten siglos de una sombría pulsion
arcaica, multisecular, siempre al acecho. Es el rechazo, la inquietante extrañeza del otro, el unheimlich freudiano. Para estos
verdugos, el rostro de sus víctimas no es más que el espejo donde queda fijo lo
insoportable, el incesante odio hacia
nuestros orígenes ancestrales.
La repetición sin fin de estos inadmisibles actos y
su larga mediatización, han terminado por afectar el lenguaje, infectándolo de esa colisión de poderes. Así, la palabra narco se apega en una
simbiosis letal a una multitud de palabras: narcodelincuencia, narcoestado,
narcopolicia, narcopoder, narcogobernados, narcocultura, narcomundo,
narcofamilia, narcocorrido, narcofosa, narcofinancias… El narcoglosario modificó
de forma rotunda el lenguaje del pueblo mexicano, donde ahora las regiones del
crimen y del derecho se bordean peligrosamente, perdiendo limite, frontera y
distinción.
La presencia social del narcotráfico infecta las palabras y se esparce como un
virus lenguajero. «Él hunde sus raíces en la lógica
misma del prohibicionismo y las medidas institucionales supuestamente diseñadas
para combatirlo» (6). El uso de estas
palabras repetidas al
exceso y a ultranza, conduce a «despojar de todo sentido dramático y trágico a un
asunto criminal»(7). Las palabras del discurso narco se vuelven eufemismos, el lenguaje del crimen se socializa. Una
persona no es ya más secuestrada, sino levantada, no es asesinada, sino
ejecutada, dejando así suponer de manera implícita, que merecía tal suerte. Es de notar que el diccionario de
Americanismos de la Asociación de las Academias de la
Lengua Española ha integrado ciertas palabras como «levantón» (secuestro sin
demanda de rescate. La víctima es destinada a volverse un fantasma) o «plomear» (cuerpo perforado por balas, relleno
de plomo), que vienen directamente del universo del narcotráfico. El
crimen organizado ha logrado así violentar el lenguaje, despojando las palabras
de una cierta dignidad, sobre todo a aquellas que se refieren a los derechos
fundamentales de los ciudadanos. Los términos jurídicos,
también criminalizados, despojan
de su estatus a las nuevas víctimas de la Guerra Sucia(8).
El fin de la soledad colectiva
Tlatelolco es la traza de un pasado que quedó sin
resolver, el paradigma de una sociedad obligada a callarse y el
recuerdo sangrante de que México sigue siendo un país en donde
la impunidad es ley. «Mientras
sigamos caminando con las sombras y fantasmas del pasado no esclarecido, no
lograremos fundar sino sobre arena.»(9)
¿Esta nueva masacre, después de tantas otras ya denunciadas(10), cambiará algo?
Notemos primeramente que se desarrolla en la ciudad en la cual fue firmado, en
1821, el «Plan de Iguala» que puso fin a la
guerra y condujo a la independencia de México y que Ayotzinapa fue la herencia de los ideales
post-revolucionarios de 1910. Tlatelolco – Iguala – Ayotzinapa
son las marcas territoriales de una cadena significante simbólica que
nos reenvía a nuestras raíces. Los estudiantes–pobres, a los que quisieron reducir al estatuto de macabras calaveras, abren la vía
hacia una identificación mas franca y real, sumados a otros significantes de la identidad mexicana: campesinos, indígenas, que despiertan la unidad de todos los estudiantes y de todos los sin rostro, los
sin–nombre, los sin–derecho, llevándolos a declarar: «¡Todos somos Ayotzinapa!»
El parlamento europeo y la ONU exigen el
esclarecimiento de los hechos. «El gobierno mexicano está confrontado a una fuerte presión en el país y a nivel
internacional, para que se aclare este enigmático asunto, que ha puesto a luz y de manera cruda, la connivencia entre autoridades locales, policías y
narcotraficantes»(11) Las cabezas comienzan a caer. ¿El
fin del narco–Estado
habrá al fin sonado?
Los intelectuales mexicanos no dudan de calificar al
país de «fosa común colectiva» (12). Bajo cada iglesia, se haya aplastada y oculta una pirámide ancestral, en
la tierra yacen miles de cuerpos sacrificados por ya tantas masacres, desde
la fundación de Tenochtitlán, hasta nuestros días. La escritora
Elena Poniatowska declaró recientemente: «estamos sentamos sobre cadáveres»(13). Si
el Estado de derecho continúa a dejárse infectar por la
narcoviolencia, el Estado no tendrá ya mas cuerpo ni rostro jurídico,
también se lo arrancarán. Los mexicanos saben reír de la
muerte. Por ahora, es la muerte quien se ríe de nosotros.
Notas:
1.- Luego de las jornadas “La guerra siempre
recomienza”. Mons, Bélgica, el 11 de octubre del 2014.
2.- De esta escuela, en la que los estudiantes
preparan el concurso para profesores de las escuelas primarias rurales, nació la
primera formación sindical de líderes estudiantiles y
campesinos ( agricultores ) de los años 60 y 70, y el “Grupo armado del partido
de los pobres”, creado por Lucio Cabañas, tambien asesinado por el poder. (1967).
3.-https://www.youtube.com/watch?v=QLXeHwazSjO&feature=youtube.be
4.Ludovic Bonleux, http://www.lepetitjournal.com/mexico/accueil/actualite-mexique/196280-etat-du-guerrero-des-desaparecidos-aux-levantados-un-demi-siecle-de-disparitions-forcees
5.- México esta dividido en 31 Estados y un Distrito Federal, la
ciudad de México, D.F.
6.- “El narco-lenguaje”, http://www.terra.com.co/actualidad/articulo/html/acu15142.htm
7.- Marco Lara
Klahr, http://www.eluniversal.com.mx/nacion/183182.html
8.- La guerra sucia : represión militar
y política en México durante los años 60-70.
9.-Ignacio Carrillo Prieto, ex-procurador fiscal en
el 68. htt ps://www.youtube.com/watch?y=8FUdd6Wy3Qg
10.- Las desaparecidos de Juarez (1993), Acteal
(1997), las víctimas de “la guerra contra el narcotráfico”
lanzada por el ex Presidente Felipe Calderón (2006), denunciada por el
movimiento #YoSoy132 (2012) o la también
reciente masacre de Tlatlaya (junio 2014).
11.-http://www.leparisien.fr/flash-actualite-monde/etudiants-disparu-au-mexique-arrestation-du-chef-presume-d-un-cartel-18-10-2014-4223039-php#utm
content=notification&utmcampaign=extensión&utm
source=ExtensionFactory.com&xtor=AD-32280663-[notification]
12. – http://www.sinembargo.mx/06-10-14/1135594?fb action
ids=10152361615974&fb action types=og.likes
13.- http://internacional.elpais.com/internacional/2014/10/16/actualidad/1413491532 534824.html?rel=rosEP
Lettre #AyotzinapaSomosTodos que usted puede firmar :
http:77ayotzinapasomostodos.wordpress.com/2014/10/17/carta-abierta-desde-el-extranjero-ayotzinapasomostodos/
Traducción de: Mariana Alba de Luna y Amilcar Gómez
* From: Lacan
Quotidien N°437
Um comentário:
No creo que los hechos de Iguala tengan una conjetura freudiana en este artículo. Más bien apuntan a un oscuro indigenismo, a unas raíces de sangre y muerte, a un superyo que no descansa y que pide reinvindicación. Es necesario hacer una discusión.
Antonio Aguirre, NEL, Guayaquil
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